Somos un Colectivo que produce programas en español en CFRU 93.3 FM, radio de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá, comprometidos con la difusión de nuestras culturas, la situación social y política de nuestros pueblos y la defensa de los Derechos Humanos.

jueves, 16 de octubre de 2014

Bolivia la esperanza, Brasil la amenaza


Notas - Periodismo Popular

Las elecciones del domingo en Bolivia son un enorme aliciente para los procesos de cambio en América Latina. Sin embargo, el ballotage del próximo 26 de octubre en Brasil se cierne como una amenaza mucho más peligrosa de lo que, hasta ahora, se ha planteado.
La esperanza
Evo Morales arrasó en las elecciones presidenciales y seguirá al frente de la revolución boliviana, al menos, hasta el año 2020. Este triunfo apuntala uno de los procesos de cambio más radicalizados y disruptivos de nuestro continente y el mundo.
El primer presidente indígena de la historia está haciendo el mejor gobierno que jamás haya visto Bolivia. Y no sólo desde una perspectiva de izquierda o progresista si no, incluso, en términos macroeconómicos de corte liberal. Ha logrado estabilidad política y económica acompañada de una fuerte mejora en las condiciones de vida de la población.
Todo esto se ha logrado no sin enfrentar poderosos enemigos internos y externos, con la Embajada de Estados Unidos a la cabeza. Vale recordar el intento de “balcanización” de Bolivia impulsado por el imperialismo que intentó separar a la “Media Luna” oriental del resto del país.
Pero la revolución logró superar esas etapas que tan bien logró teorizar su más lúcido intelectual, el vicepresidente Álvaro García Linera. Y así se llegó al momento actual que el propio Linera define como de “tensiones creativas”.
En resumidas cuentas esto supone que ahora la disputa y la dinámica social se da dentro del proceso revolucionario y las tensiones que se presentan (manifestadas muchas veces en disputas de los propios movimientos sociales con el gobierno y el Estado) son en pos de mejorar el proceso y, a su vez, lo que hace que este avance y mejore.
Concretamente esto se puede observar en el apoyo brindado por la Central Obrera Boliviana (COB) a Evo Morales en las últimas elecciones. Poco más de un año atrás la COB (que tiene un importante peso en la economía debido a su fuerza entre los mineros) enfrentaba a muerte al gobierno por un aumento salarial y mejores condiciones laborales. Una clara “tensión creativa” que se resolvió y la revolución sigue avanzando.
La amenaza
La contracara de Bolivia es sin dudas Brasil. Con el agregado de que el peso regional (político y económico) es abismalmente diferente.
El gigante sudamericano se encamina a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el próximo 26 de octubre. Allí la actual mandataria por el Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff deberá enfrentar al candidato del Partido Socialdemócrata, Aecio Neves.
El escenario es completamente desalentador. El gobierno del PT viene del desgaste lógico de 12 años de mandato, sumado a que efectivamente no produjo una transformación estructural de Brasil. Sus políticas, de corte neodesarrollista, apuntaron a un modelo más parecido al del “capitalismo serio” argentino que uno de corte revolucionario como el de Venezuela, Bolivia o Ecuador. Así los clivajes de poder en Brasil siguen en manos de los mismos sectores de siempre.
Si a eso le sumamos una conflictividad social no tan lejana, como las enormes movilizaciones de 2013 encabezadas por el Movimiento Passe Livre o las protestas contra el Mundial, la elección ya venía complicada de antemano.
Neves, por su parte, es el representante de la Nueva Derecha latinoamericana (como Capriles en Venezuela, Mauricio Rodas en Ecuador o Scioli, Macri y Massa en Argentina). Al igual que otros, está apoyado por una estructura partidaria tradicional pero con un discurso aggiornado a los nuevos tiempos.
Sus 35 puntos en primera vuelta -a solo cinco de Dilma- y el apoyo de Marina Silva, que con 21% se ubicó tercera, deja al candidato socialdemócrata con serias chances de ganar. Su triunfo implicaría un giro brutal en el equilibrio geopolítico de la región.
Y aun en caso de resultar vencedora Dilma, el poco margen de votos se va a traducir indudablemente en poco margen a la hora de gobernar. La burguesía brasileña no dudará en presionar por menos políticas sociales y mayores beneficios para su sector tal como ya viene haciendo.
¿El futuro ya llegó?
Desde los años 60 que se puede observar el desarrollo de Brasil como potencia “subimperialista” de América del Sur. Es decir, una especie de sargento del imperialismo mundial que tiene su propia área de influencia. Pero como tal, también tiene su relativa autonomía.
Así los gobiernos de Lula y Dilma, de corte progresista y neodesarrollista, hicieron de punto medio entre los procesos más radicalizados y aquellos que mantuvieron posiciones conservadoras y/o neoliberales.
De esta forma, por ejemplo, fue fundamental el reconocimiento de Brasil al ajustado triunfo de Maduro en Venezuela en las elecciones presidenciales de 2013 o en la defensa de la integridad territorial de Bolivia.
Pero también hizo de contrapeso a los proyectos más de avanzada en lo que a integración regional se refiere. Por ejemplo, el Banco del Sur, iniciativa que busca romper con la dependencia de organismos multilaterales de crédito como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional está trabado en el Congreso brasileño.
Este fino equilibrio que la potencia más importante de la región supo mantener en la última década puede cambiar abruptamente con un triunfo de Aecio Neves.
Un acercamiento a los gobiernos de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México), la profundización de las políticas más regresivas a nivel continental como el tratado de libre comercio del Mercosur con la Unión Europea y el definitivo estancamiento de las políticas de integración regional, serían una realidad.
Si a eso le sumamos que en Argentina, sin dudas el 2015 encontrará un gobierno más a la derecha que el actual, el horizonte latinoamericano se oscurece.
Bolivia, Venezuela, Ecuador y obviamente Cuba, aparecen como los reductos de esperanza pero también de resistencia para los próximos años. Efectivamente los gobiernos con proyectos más transformadores y de izquierda son los que emergen como aquellos capaces de construir una alternativa.
Mientras tanto, los gobiernos de corte progresista y neodesarrollista mostraron sus enormes limitaciones que ahora se aprecian en un avance notorio de la derecha continental.
El porvenir no parece venturoso, habrá que prepararse para una nueva etapa en América Latina donde la unidad de los sectores populares será fundamental para enfrentar la siempre latente ofensiva imperialista.
El 26 de octubre en Brasil se jugará gran parte de ese futuro.

No hay comentarios: