FOTO: Archivo
Salvador "El Negro" Ojeda, compositor.
Salvador "El Negro" Ojeda, compositor.
Judith Amador Tello
MÉXICO, D.F., 9 de febrero (apro).- Oriundo de la Ciudad de México, donde nació en 1931, el músico y compositor Salvador El Negro Ojeda, fundador del grupo Los Folkloristas, falleció hoy en su domicilio de Coyoacán a la edad de 80 años.
Al dar a conocer la noticia, la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, destacó la versatilidad del creador musical, que “lo mismo tocaba la guitarra, que el piano; el contrabajo o las percusiones, así como componía sones, corridos, huapangos, boleros o fusiones rumberas”.
Fundó también un espacio para estas expresiones artísticas en su conocido café cantante de la colonia del Valle, que fue conocido como el Chez Negro, considerado la “madre de las peñas”, donde desfilaron estrellas consagradas del medio musical como Lola Beltrán, Nacho Méndez, Chamín Correa, Chabuca Granda, Pablo Milanés, Víctor Jara, Mercedes Sosa; pero también del mundo intelectual como los escritores José Revueltas y Juan Rulfo.
Ahí conoció a René Villanueva y los hermanos Ávila, con quienes creó Los Folkloristas en 1966. Y se cuenta en el comunicado que su relación no termino porque hubieran tenido alguna dificultad, sino porque a El Negro “no le gustaban los límites”. Era la etapa de la trova latinoamericana y la llamada “canción de protesta” y él comentó: “Yo nunca canté panfleto, me fijaba en que fueran piezas cuando menos de mayor duración”.
En un recuento de la música del 68 publicado en el semanario Proceso, en septiembre de 1998, el reportero Roberto Ponce recuerda que en aquel entonces El Negro Ojeda y Los Folkloristas “trinaron contra el rock de Beatles, Stones, Doors, Who o Led Zeppelin ‘por imperialista’ y por su abierta difusión de las drogas sicodélicas. Los seguidores del folk consideraban traición pasarse al rock, como sucedió con Dylan cuando tocó en 1967 con The Band”.
Influenciado por la música popular cubana, El Negro Ojeda creó también un grupo de rumba con el cual cantaba en un restaurante del Paseo de la Reforma. Incursionó en la formación musical con Orfeón Infantil Mexicano, en donde enseñó a diversos grupos y coros los géneros romántico, y folclor mexicano y latinoamericano, así como vernáculo.
Para él la música era un remanso, donde podría refugiarse de la adversidad. Alguna vez, incluso, declaró:
“Si yo no hubiera hecho música, me hubiera muerto, tan fácil como eso.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario