Por Ulises Canales
El Cairo, 11 feb (PL) Unos 20 millones de personas están llamadas hoy a exigir la renuncia del presidente Hosni Mubarak en una movilización con ira desbordada tras su discurso de anoche, en medio de una coyuntura definida aquí de "decisiva".
La reiteración del jefe de Estado de que se mantendrá en el poder hasta las elecciones presidenciales de septiembre próximo y que no abandonará el país provocaron frustración entre los opositores que el jueves celebraban de modo anticipado su dimisión.
"Él se va, nosotros no nos vamos" y "Ejército y pueblo, unidos somos uno", son las consignas que, entre cientos de expresiones, dominarán la demostración de este décimo octavo día de protestas, que se pretende convertir en una marcha hasta el palacio presidencial, en Heliópolis.
Para los organizadores, sin embargo, genera muchas dudas el propósito de alcanzar la sede desde donde gobierna Mubarak, tomando en cuenta la distancia de casi 20 kilómetros desde la plaza Tahrir del centro de El Cairo, devenida núcleo del movimiento opositor callejero.
Además de la distancia, la ramificación de calles y los obstáculos -barricadas, desvíos, bloqueos con tanques y otros blindados del Ejército- auguran un difícil desplazamiento hasta esa zona del noreste capitalino, por demás fuertemente protegida con efectivos armados.
Mientras Mubarak instó a retomar el diálogo entre las distintas fuerzas políticas para emprender reformas a la Constitución y favorecer la transición hasta los comicios de septiembre, su vicepresidente Suleiman exhortó a los opositores a regresar a sus casas.
"El movimiento del 25 de enero (fecha de inicio de las protestas) logró con éxito generar un cambio global en la marcha hacia la democracia. El cambio ya empezó", puntualizó Suleiman al comprometerse a "hacer todo lo posible para asegurar una transferencia pacífica".
En una alocución posterior al discurso de Mubarak, el vicemandatario suscribió el llamado de éste a la unidad de toda la ciudadanía y afirmó que "la puerta está abierta a más diálogo", además de haber acordado una especie de "hoja de ruta" para satisfacer las demandas populares.
Amparado por amplios poderes y prerrogativas que antes le había transferido Mubarak, el vicegobernante calificó de "momento decisivo" la situación que de esta nación -la más poblada e influyente del mundo árabe- y abogó por "trabajar juntos para forjar un futuro luminoso".
"Llamo a todos los ciudadanos para que trabajen juntos para lograr un futuro lumionoso. No podemos dejarnos llevar por el caos (...) estoy comprometido a respetar todos los procedimientos que se acuerden en el diálogo nacional", recalcó.
Representantes de grupos opositores accedieron el pasado domingo a conversar con Suleiman sobre la situación nacional y buscar vías para introducir cambios que agilicen la transición democrática, pero los manifestantes rechazaron negociar y exigieron la salida de Mubarak.
Al respecto, el vicepresidente consideró impostergable que Gobierno y oposición restauren la confianza en apego a la Constitución y al Estado de derecho en una coyuntura en la cual -según confirmó- ya se inició "el trabajo con las Fuerzas Armadas".
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