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sábado, 5 de octubre de 2019

“Pinochet es uno de los arquetipos universales de la figura del dictador”

Entrevista con Mario Amorós sobre su último libro


Doctor en historia por la Universidad de Barcelona y periodista, tenaz estudioso de la historia chilena y de los movimientos obreros y populares del país hermano, Mario Amorós ha sido profesor invitado en la Universidad de Chile. Entre sus numerosos libros, destacan las biografías de Allende (2013), Miguel Enríquez. Un nombre en las estrellas (2014) y Neruda. El príncipe de los poetas (2015). Rapa Nui. Una herida en el océano es la penúltima de sus publicaciones. Este ensayo, publicado también por Ediciones B, dedicado al dictador golpista Augusto Pinochet, es su último libro Pinochet. Biografía militar y político . En él centramos nuestra conversación.
Nada menos que 832 -¡832!- páginas. ¿Cuántos años de trabajo? ¿Cuántos han sido los archivos consultados? ¿Has podido trabajar en archivos militares?
Inicié la investigación en los archivos chilenos para este libro a principios de 2016 y la he desarrollado durante mis frecuentes estancias de trabajo en Chile desde entonces. Mi principal objetivo fueron los archivos militares, singularmente el Archivo General del Ejército de Chile y el de la Escuela Militar, donde Pinochet se formó durante cuatro años (1933-1936) para ser oficial del Ejército. Tuve acceso a la documentación que deseaba consultar; de hecho, soy el primer historiador que ha podido revisar un documento imprescindible para la biografía de todo militar: su hoja de vida. Su voluminoso expediente personal en el Ejército aporta una información esencial para relatar al detalle su extensa carrera militar, desde que fue designado oficial del Ejército, en enero de 1937, hasta el fin de la misma, el 10 de marzo de 1998, cuando pasó a retiro y se convirtió, por obra y gracia de la Transición, en senador vitalicio.
He consultado también otros archivos muy importantes, como el de la Gran Logia de Chile, el del expresidente democratacristiano Eduardo Frei, el archivo privado del cardenal Raúl Silva Henríquez, las miles de páginas que suman las casi 400 reuniones secretas de la Junta militar en las que participó Pinochet y, por supuesto, también los documentos desclasificados desde 1999 por Estados Unidos. Todo ello, más la prensa de la época de la dictadura, junto con una vasta bibliografía y sus discursos y los testimonios de sus colaboradores y familiares, por una parte, y de sus adversarios y las víctimas de su dictadura, por otra, constituye los cimientos de la primera biografía histórica de Augusto Pinochet que ve la luz en Chile y en España.

Una pregunta nada original. Son muchos, muchísimos los libros que has publicado sobre la historia de Chile y sus protagonistas. ¿De dónde tu interés por el país hermano? ¿Desde cuándo Chile en tu corazón?
Mi interés por la historia de Chile nace con el profundo impacto que me produjo descubrir la figura de Salvador Allende y un poco después lo sucedido durante el periodo de la Unidad Popular (1970-1973). Era muy joven entonces, tenía 23 años, así que llevo ya media vida leyendo, estudiando e investigando, con mayor o menor intensidad en diferentes momentos (muy intensa en la última década), sobre la historia del último medio siglo en Chile.

¿Y por qué una biografía de Pinochet en estos momentos? De hecho, sorprendentemente, en la presentación hablas del “retorno” de Pinochet. ¿Qué retorno es ese?
En primer lugar, existía un vacío historiográfico en torno a la figura del dictador chileno: faltaba una biografía total del personaje construida a partir de un amplísimo y novedoso repertorio documental. Además, con este libro he procurado fijar la imagen de Pinochet en la Historia, cuando una ola reaccionaria recorre el planeta (Trump, Bolsonaro, Salvini, Orban, Vox en España…) y ha resurgido en Chile el pinochetismo político, organizado en torno a la figura del ultraderechista José Antonio Kast, quien en las elecciones presidenciales de 2017 rozó el 8% de los votos y quedó en cuarto lugar.

En el título del libro se habla de una biografía militar y política, pero tocas también (en la primera parte sobre todo) aspectos biográficos familiares. ¿Qué aspectos te parecen más relevantes de esta cara de la vida del general traidor? ¿Qué familia fue la suya? ¿Le acompañaron, sin disidencias, en sus acciones y aspiraciones?
Pinochet fue el primero de los seis hijos de un matrimonio de clase media instalado en Valparaíso en la segunda década del siglo XX. Su padre fue empleado de las aduanas en el puerto y falleció tempranamente, en 1944. Según el propio Pinochet, su madre, Avelina Ugarte, fue la persona más importante de su vida. Con su carácter autoritario, ella fue quien le transmitió la vocación militar y la apoyó ardientemente, puesto que Pinochet ingresó en la Escuela Militar en 1933 (en su tercera y última oportunidad), en el momento de mayor desprestigio social de la profesión militar en Chile. Según el testimonio de sus familiares y el suyo propio, Pinochet se relacionó con sus hermanas y sus hijos mayores con la dureza de un oficial formado en la tradición prusiana. Durante la dictadura, ni sus hermanos ni su madre tuvieron figuración pública. Sí la tuvo su esposa, Lucía Hiriart, una mujer con un discurso muy duro, cegada por ambiciones de grandeza. También su hija mayor, Lucía Pinochet Hiriart.

Un nudo que a mí me ha sorprendido y que ignoraba: Pinochet -¡como Salvador Allende!-, el Augusto, fue miembro de la masonería. ¿Cómo fue eso? ¿De dónde sus inquietudes?
Salvador Allende perteneció a la masonería, a la Logia Progreso nº 4 de Valparaíso, desde 1935, como relaté en mi biografía. En algunos libros se había mencionado que Pinochet perteneció a la masonería, pero sin ofrecer mayores detalles. He podido acceder a la documentación sobre Pinochet que se conserva en el archivo de la Gran Logia de Chile y de este modo relato, con sumo detalle, su paso por la Logia Victoria nº 15 de San Bernardo (localidad situada en la periferia sur de Santiago de Chile), a la que ingresó, como el “Hermano Augusto”, en abril de 1941 y de la que fue excluido –casi expulsado- en octubre de 1942 por inasistencia a las reuniones e impago de las cuotas. Lo más interesante de su paso por la masonería fue su participación en una reunión, en julio de 1941, en la que tuvieron un debate político muy interesante… del que Pinochet se excluyó. Ya se perciben entonces varios de los rasgos de su personalidad: la adhesión incondicional a sus superiores o su carácter sagaz y taimado.

Pensando en su trayectoria militar, que tú expones magníficamente, ¿hizo bien Allende en confiar en él? ¿No fue algo o muy ingenuo? ¿Tenía, digámoslo así, buenos credenciales constitucionales?
El 23 de agosto de 1973, el general Carlos Prats dimitió como comandante en jefe del Ejército y el presidente Allende designó como su sucesor al número dos de la institución, al jefe del Estado Mayor General del Ejército: el general Augusto Pinochet. Desde que asumió el mando de la guarnición de Santiago en marzo de 1971, Pinochet había cumplido de manera impecable sus funciones profesionales y había actuado como un oficial apegado a las disposiciones del Gobierno constitucional en momentos muy complicados de aquellos años. La tarde del 9 de septiembre de 1973, Pinochet decidió finalmente unirse al golpe de Estado que altos oficiales de la Armada, la Fuerza Aérea y el Ejército preparaban desde hacía varias semanas. Fue el primer comandante en jefe del Ejército de Chile que traicionó la confianza del presidente de la República. Al encabezar el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, asestó una puñalada en la espalda a Salvador Allende.
Abres el libro con unas palabras suyas: “Porque los soldados somos distintos, somos gente de pocas palabras. Los civiles nunca nos han entendido. Pero ahora será la historia la que tendrá que juzgarme.” Desde tu punto de vista, ¿cómo le ha juzgado la historia hasta estos momentos?
No tengo ninguna duda de que Pinochet es uno de los arquetipos universales de la figura del dictador . Así quedó demostrado cuando la humanidad celebró su detención en Londres a petición de la justicia española, aquella histórica noche del 16 de octubre de 1998. Además, murió procesado judicialmente en Chile por su responsabilidad en diversos crímenes de la dictadura y por el llamado caso Riggs, sus cuentas bancarias irregulares en el exterior de Chile. Frente a las nuevas voces que hoy lo reivindican, dentro y fuera de Chile, presento este libro.

¿Caso Riggs? Nos puedes informar brevemente.
Desde su regreso de Londres, el 3 de marzo de 2000, y hasta el final de sus días, Augusto Pinochet tuvo que responder ante los tribunales de justicia chilenos por su responsabilidad en las violaciones de los derechos humanos durante su régimen y, a partir de 2004, también por el origen de su fortuna personal, descubierta en decenas de cuentas en bancos extranjeros y paraísos fiscales. Estas revelaciones marcaron el final de la adhesión de la derecha y de una parte no menor de la sociedad a su figura y destruyeron el mito de la austeridad militar que había cultivado a lo largo de su vida. Pinochet falleció el 10 de diciembre de 2006, a los 91 años, procesado y bajo arresto domiciliario por diferentes causas judiciales, pero en su funeral en la Escuela Militar recibió honores como excomandante en jefe del Ejército.

Cualquier ciudadano español de mi edad recuerda su negrísima figura en el entierro de otro general golpista, Francisco Franco. ¿Se sabe de quién partió la iniciativa? ¿Hubo contactos entre los dos dictadores antes del fallecimiento de este último?
A través de su embajador en España, Pinochet siguió día a día la agonía física del dictador Francisco Franco; así lo he verificado en los volúmenes correspondientes del Archivo General Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile. En cuanto conoció su fallecimiento, decidió viajar al funeral a Madrid. Fue su primer viaje a Europa y el único que hizo a España. En el libro, expongo el intercambio epistolar, no muy abundante, pero sí significativo, entre Pinochet y Franco desde el 12 de septiembre de 1973. En septiembre de 1975, Franco otorgó a Pinochet una importante distinción militar española. Dos semanas después, el 2 de octubre, Pinochet fue el único jefe de Estado que apoyó públicamente el fusilamiento de los cinco jóvenes antifascistas acribillados por la dictadura franquista días antes.
 
El 27 de septiembre…
Exacto. La presencia de Pinochet en el funeral, que he reconstruido con mucho detalle, ofrece muchas luces sobre su personalidad y sobre su régimen. Se reunió en varias ocasiones con Juan Carlos I, rindió pleitesía a la viuda de Franco, visitó el Alcázar de Toledo, atendió a terroristas italianos y… volvió a Santiago de Chile de manera apresurada porque iba a dar comienzo la reunión fundacional de la Operación Cóndor, aquel siniestro operativo criminal de coordinación de las dictaduras militares del Cono Sur contra las fuerzas revolucionarias.
De todos los actos de barbarie que a él se le atribuyen (das algunos ejemplos que ponen los pelos de punta) ¿cuál te parece más criminal, más inhumano, más incomprensible?
Aunque es difícil mencionar uno solo, me referiré a la llamada “Operación Retiro de Televisores”. En diciembre de 1978, en una mina de cal abandonada situada a unos cuarenta kilómetros de Santiago, en Lonquén, se hallaron por puro azar los restos de quince campesinos detenidos y desaparecidos en la cercana localidad de Isla de Maipo en octubre de 1973. Era la primera evidencia, terrible y dolorosa evidencia, de que los desaparecidos no estaban presos en algún lugar, sino que habían sido masacrados. Tuvo un gran impacto nacional e internacional. ¿Cuál fue la reacción de Pinochet? Dirigir una orden a todos los regimientos del Ejército para decretar la exhumación en secreto de las fosas comunes donde hubieran sido sepultados los desaparecidos y la destrucción de sus restos para que no hubiera más hallazgos como el de Lonquén. Pinochet murió creyendo sus propias mentiras y negando la magnitud y la crueldad de los crímenes de la dictadura que encabezó durante casi 17 años.
 
¿Cuáles fueron los referentes de Pinochet? ¿Qué “maestros” tuvo?
Pinochet fue una persona intelectualmente muy primaria, muy mediocre en los estudios (repitió tres cursos de la enseñanza media, como demuestro a partir de sus calificaciones escolares), de ideas básicas y nítidas, ideas que moldeó también al calor de las necesidades de cada momento. Fue una oficial formado en un Ejército marcado por la severa influencia que imprimieron los instructores alemanes que llegaron a fines del siglo XIX y que desarrolló su carrera como oficial de Estado Mayor ya en los años de la Guerra Fría, cuando los ejércitos latinoamericanos quedaron supeditados a Estados Unidos en ideología (la “Doctrina de Seguridad Nacional”), armamento y adiestramiento.
Publicó varios libros, incluso sus memorias en cuatro volúmenes, y también casi una decena de artículos en las revistas militares en los años 50 y 60. Durante tres lustros fue profesor militar en Chile (llegó a ser subdirector de la Academia de Guerra entre 1964 y 1968) y también durante tres años en Ecuador. Sus trabajos son de una pobreza intelectual asombrosa. Y tan solo Geopolítica, cuya primera edición vio la luz en 1968, ofrece algún destello sobre su ideología, que protegió herméticamente hasta el 11 de septiembre de 1973. Acumuló, sin embargo, principalmente a partir de 1973, una fabulosa biblioteca privada, con costosísimas ediciones antiguas, cuyo valor la justicia chilena ha estimado en varios millones de dólares. Gustaba de mostrarla a sus visitas para presumir de “escritor” y de dotes intelectuales que jamás tuvo.
Ello no impidió que fuera un político muy hábil, capaz de construir una dictadura autocrática y que supo concitar el apoyo irrestricto de todas las fracciones de la derecha chilena y de las Fuerzas Armadas, capaz de sobrevivir a las grandes movilizaciones democráticas que empezaron en mayo de 1983. Incluso, tras perder el plebiscito de 1988, tuvo la capacidad de dejar una sucesión de trampas institucionales y un modelo económico ultraliberal que aún hoy impera en Chile y que castiga con una vida precaria a las grandes mayorías del país, al tiempo que enriquece de manera obscena a las minorías privilegiadas. Hay quienes piensan que Pinochet aún no ha sido derrotado en Chile.

A día de hoy, ¿hay alguna duda del apoyo usamericano en el golpe militar de 1973? ¿Le siguieron apoyando hasta el final de sus días? ¿Vacilaron en algún momento?
El gobierno de Nixon y Kissinger, con la guerra encubierta que declararon al Chile de Allende desde septiembre de 1970, tuvo un papel central en la preparación de las condiciones políticas, económicas y sociales que permitieron el golpe de Estado del 11 de septiembre. Hasta la elección de Carter en noviembre de 1976, Estados Unidos ayudó económicamente a la dictadura de Pinochet. Kissinger visitó Santiago de Chile en junio de 1976, para una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), y su diálogo con Pinochet, que transcribo en el libro (con referencias incluidas a España), es muy interesante.
Entre 1981 y 1985, Reagan volvió a brindar apoyo a Pinochet, pero a partir de aquel año, ante el temor de una derrota de la dictadura por parte de la izquierda revolucionaria, Washington auspició una salida pactada e incluso su embajador, Harry Barnes, jugó un papel positivo en 1988, cuando alertó de que Pinochet pensaba desconocer el resultado del plebiscito, que finalmente le apartaría del poder, si vencían las fuerzas democráticas. En el libro cito también el intercambio de cartas entre Pinochet y Reagan en 1985 y, a partir de los documentos desclasificados por Estados Unidos, relato con detalle la evaluación que Washington hizo de la dictadura chilena en el decisivo segundo semestre de 1986.
Me quedan mil preguntas más admirado Mario pero no sigo abusando. Un consejo a los lectores y lectoras: ¡no se pierdan esta biografía, que es mucho más que una biografía! Chile, Allende, Neruda y tantos otros ciudadanos anónimos, ¡siempre en nuestro corazón! 

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