¿Fue
 el gobierno de Fernando Lugo una singularidad, una anomalía, o un 
accidente histórico? Considerando sus compromisos, gestiones y acciones,
 ¿se lo puede calificar como «progresista»? ¿Tuvo alguna proposición de 
cambio más significativo para un Paraguay hasta ahora casi siempre 
gobernado por grupos políticos afines a sus élites oligárquicas? En este
 breve texto, nos proponemos aproximarnos a entender qué representó el 
gobierno del ex obispo católico (2008-2012) en la historia reciente del 
Paraguay.
La condición 
histórica del Paraguay se refleja principalmente en la vigencia del 
sistema clientelista, con la hegemonía del Partido Colorado (Asociación 
Nacional Republicana, ANR) en el poder desde 1948, incluyendo 34 años de
 dictadura de Stroessner y 23 de los 28 años de la era actual de 
democracia liberal. También en el breve período que tuvo el Ejecutivo, 
de junio de 2012 a agosto de 2013 con la renuncia forzada de Lugo, el 
principal partido opositor (Partido Liberal Radical Auténtico, PLRA) 
sostuvo las mismas prácticas y esquemas, con lo que la afirmación 
inicial sobre el sistema clientelista puede confirmarse para ambos 
partidos «tradicionales».1
 Y durante sus más de 200 años de historia independiente, el país tuvo 
en gran mayoría gobiernos representativos de sus clases dominantes, que 
se caracterizaron por las disputas entre facciones, especialmente desde 
la guerra contra la triple alianza (Brasil, Argentina y Uruguay) y casi 
desaparición del país, en 1870.2
Lugo
 tomó el mando presidencial de este esquema de gobierno, estableció un 
gabinete mixto en el que las principales autoridades económicas fueron 
miembros o cercanos al PLRA o de otros signos conservadores, y en el 
área social los nombrados fueron principalmente de grupos o partidos de 
izquierda. En sus pocas y parciales definiciones de su propia posición 
política, Lugo decía que él pretendía estar en el medio del abanico 
político, utilizando la imagen de que su posición era «mbytétepe, poncho jurúicha».3
En
 sus casi cuatro años de gobierno, las modificaciones al esquema de 
gobierno paraguayo fueron en su mayoría superficiales y muchas veces 
inconsistentes, y algunas innovaciones vinieron casi siempre como 
adiciones a los esquemas clientelistas vigentes, no como cambios de 
fondo.
Legado de Stroessner
El
 dictador Alfredo Stroessner (1954-1989) instauró el dogma, básico pero 
eficaz, de «democracia sin comunismo», que combinó con la práctica de la
 «represión preventiva», con el fin de abortar cualquier intento de 
oposición más radical en su propia génesis.4
 A esta aplicación rigurosa de la «doctrina de seguridad nacional» se le
 agregaba una práctica clientelista amplia, con la estructura del 
Partido Colorado presente en todo el país a través de sus «seccionales»,
 desde las que se gestionaban los diversos servicios estatales a los 
miles de miembros del partido oficial.
Adicionalmente,
 las mismas estructuras y un complejo sistema de relaciones personales y
 grupales servían de «agencia de empleos» informal en las que se lograba
 acceso a puestos estatales para familiares y amigos de los colorados. 
Se llegó a la formalización de este esquema, de modo que nadie podía 
ingresar a la función pública, ni al ejército o a la policía, si no 
tenía su «afiliación» a la ANR.
La
 caída de Stroessner no implicó un cambio sustancial de sistema de 
poder, más bien se le incorporó una «epidermis democrática» al sustrato 
autoritario.5
 Luego de casi tres décadas de vigencia de este esquema, la epidermis ha
 tenido su evolución en algunos aspectos y ámbitos, pero sobre todo el 
sustrato tiende a ejercer su determinación «en última instancia», como 
se puede decir específicamente de la unión de grupos y voluntades que se
 dio para el «jaque mate» a Lugo.
Para ello, se tuvo un sostenido proceso de «construcción del enemigo»6
 desde el momento en que Lugo ascendió a la presidencia, con la 
presencia enervante de Hugo Chávez…, y la participación de figuras 
reconocidas de la izquierda paraguaya en el gabinete del ex obispo 
católico. Para darle perspectiva histórica a los hechos, se debe 
considerar que la ocasión anterior en la que hubo presencia de la 
izquierda en el marco político legal paraguayo fue 52 años antes, en 
1946, durante la llamada «primavera democrática».7
En
 aquel momento, la breve apertura política concluyó con una represión 
contra todas las fuerzas recientemente admitidas al escenario político, 
seguida de una guerra civil (enero-agosto de 1947), en la que se estima 
que murieron violentamente unas 30 000 personas entre militares, 
militantes de partidos y movimientos y víctimas de ocasión.
Se
 interpreta aquel momento histórico en el continente sudamericano 
planteando que las masas —trabajadores, campesinos y estudiantes— 
accedieron a la arena política en el espacio abierto para detener el 
avance fascista y nazista. Al concluir la guerra, se inició un 
reacomodamiento en la esfera de influencia de Estados Unidos, con el 
claro propósito de contener el avance de la Unión Soviética.8
 En el Paraguay, es claramente aplicable el concepto de los 
investigadores estadounidenses citados, de que «el compromiso de las 
élites latinoamericanas (y de las clases medias) con la democracia, en 
la medida que existía más allá de la pura forma retórica, de ningún modo
 implicaba la aceptación de una amplia participación popular en el 
proceso». A nuestro criterio, esa explicación referida al período 
inmediato a la conclusión de la Segunda Guerra Mundial todavía se ajusta
 en buena medida a la situación paraguaya actual.
Al
 final de la década de 1950 e inicio de la siguiente, luego del período 
de mayor violencia e inestabilidad, finalmente el poder militar y la 
principal fuerza política, el Partido Colorado, comulgan intereses en el
 ascenso al poder del general Alfredo Stroessner. Su larga dictadura 
(1954-1989) marcó y sigue definiendo muchos aspectos de la formación 
social paraguaya.
Período pos‑Stroessner 
Una simple secuencia de hechos iniciales en el paso de la dictadura de Stroessner a la democracia liberal sirve de inventario:
- En 1988, se inició una crisis palaciega, entre el general presidente dictador y su consuegro general Andrés Rodríguez, alimentada por contradicciones entre sus intereses comerciales y detonada por la evidencia de que Stroessner priorizaría a su hijo mayor, también militar, para sucederle en el poder.
- Rodríguez articuló la conspiración militar con algún soporte civil colorado, que resultó en el golpe de estado organizado por las principales autoridades militares y del Partido Colorado, excluyendo a los «fieles» a Stroessner pero no a la mayoría de los privilegiados por el poder dictatorial vigente hasta ese momento.
- La resolución del conflicto se dio con la reasignación de propiedades empresariales, inmobiliarias y otras actividades económicas, y una apertura democrática en cuanto al juego electoral, libertad de prensa y corrección de distorsiones en las reglas de mercado.
- En lo formal y fundamental, el gobierno siguió siendo colorado. Al asumir el nuevo gobierno tras el derrocamiento de Stroessner, viendo una imagen del equipo de gobierno del general Rodríguez, se dice que el ex dictador comentó: «ahí solo falto yo…»9
El
 nuevo liderazgo instaurado en y desde el Partido Colorado realizó una 
reingeniería política en el Paraguay, como parte de su recomposición 
hegemónica, con iniciativas como la nueva Constitución de 1991, que 
movió el balance entre poderes dando mayor relevancia al Legislativo. Se
 aseguró una libertad de expresión que abrió los espacios de opinión 
pública. En el gobierno de Nicanor Duarte Frutos (2003-2008) se dio la 
aprobación de diversas leyes sociales para paliar la pobreza y 
exclusión, y se inició una apertura hacia ideas «progresistas», 
incluyendo una cercanía del Paraguay a las nuevas iniciativas 
integracionistas latinoamericanas.10
Pero la evolución colorada siempre fue compleja, contradictoria, como se puede notar en el análisis publicado en 2006:
El
 presidente de Paraguay, Nicanor Duarte Frutos, pertenece a una 
generación de nuevos líderes populistas progresistas de América Latina, 
cuyos rasgos son sorprendentes. Su partido, la Asociación Nacional 
Republicana (el Partido Colorado), es un empecinado «peronismo» rural, 
capaz de gobernar cueste lo que cueste, incluso al costo de no resolver 
ningún problema. La diplomacia de Nicanor es una incógnita. Se trata de 
una nueva política pendular, que ya no oscila entre Brasil y Argentina, 
los países que permiten o impiden que el país acceda al exterior, sino 
entre el Mercosur y el ALCA: es decir, entre los gobiernos progresistas 
del Cono Sur latinoamericano, que paradójicamente bloquean el desarrollo
 de Paraguay, y el presidente George W. Bush, el «americano malo» del 
Norte, que sin embargo puede tirar un balón de oxígeno a una sociedad 
que se está asfixiando.11
El
 gobierno de Duarte Frutos concluyó con la derrota electoral colorada en
 2008 ante la Alianza Patriótica para el Cambio, dando lugar a la 
primera transición a otro signo político sin violencia en la historia 
independiente paraguaya, al asumir Fernando Lugo la presidencia del 
país. Pero en ese tránsito, se fijaron desde las élites económicas y 
políticas también los límites de maniobra del sistema de poder, 
sobretodo de la medida en que sería viable «poner a los más humildes 
como sujetos de política y no meros objetos de ella».12
En
 el gobierno de Lugo, así como en el anterior de Nicanor Duarte Frutos, 
se produjo una reducción importante en los niveles de pobreza en el 
Paraguay, principalmente en función de programas de «transferencias 
monetarias condicionadas» a la población más pobre. Estos esquemas 
asistenciales, sin embargo, tienen la característica de reducir los 
niveles de pobreza sin efectuar una transformación en la actividad 
laboral o productiva de los pobres, generalmente dejándoles en condición
 de «vulnerabilidad».
Como
 se puede ver en el gráfico, el gobierno colorado de Duarte Frutos 
(2003-2008) tuvo un período inicial de ajuste de las cuentas del país, 
que había quedado en 2002 en situación de «default selectivo». En su 
fase media y final, se dio un «énfasis social» que inició la tendencia a
 la baja del índice de pobreza. En el gobierno de Fernando Lugo 
(2008-2012) y en el breve de Federico Franco, luego de la destitución de
 Lugo (2012-2013), se mantiene el impacto positivo de la gestión social,
 y se llega a 28% de pobres, 21 puntos menos que el pico del año 2006. 
Los inicios del gobierno colorado conservador de Horacio Cartes 
enfatizan los mismos programas sociales, inclusive los amplían, pero los
 sectores rurales con más población pobre no tienen prioridad y su 
actividad productiva no logra generar un mínimo de ingresos genuinos, 
con lo que los niveles de pobreza vuelven a aumentar.
Fuente: Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos, Paraguay.13
Se
 puede decir que la política de Lugo fue poco clara en cuanto a la 
transformación productiva y social, dando señales equívocas, en algunos 
casos con acento «progresista» y en otros momentos complaciendo a los 
sectores conservadores, especialmente a los vinculados a la producción 
primaria, que constituyen el 41% del PIB paraguayo y el 43% de las 
exportaciones del país.
Otro
 sector fundamental para la reproducción de la economía paraguaya opera 
fuera de la legalidad y la fiscalidad del país. Se trata de la «economía
 subterránea», cuyo movimiento y dinamismo marcan claramente el rumbo 
económico del país. Según un estudio reciente, el tamaño de la «economía
 subterránea» equivale a casi el 40% del Producto Interno Bruto del 
Paraguay, estimándose un valor anual de más de US$ 11 000 millones.14
Fuente: Economía subterránea, 2016, p. 48.
El
 escenario en el cual debió operar Lugo y sus aliados era, según estos 
datos, especialmente adverso para iniciar un proceso reformista, así ya 
lo había experimentado en carne propia su antecesor Duarte Frutos cuando
 intentó encaminar medidas levemente progresistas. Adicionalmente, la 
confluencia de los poderes económicos, tanto formales (legales) como 
subterráneos, permitía anticipar una actitud de resistencia a cualquier 
intento de abrir la agenda política hacia la izquierda.
Un cronista que fue parte del entorno luguista presenta el siguiente escenario inicial del gobierno Lugo:
Altísimos
 niveles de corrupción en la administración pública, con mafias de 
narcotraficantes y contrabandistas —que alquilan jueces y fiscales 
cuando las circunstancias lo requieren— que financian a ciertos sectores
 de los partidos políticos tradicionales, en medio de una arrolladora e 
impune expansión de las multinacionales de los agronegocios a expensas 
del campesinado pobre y el medio ambiente, fueron los elementos que 
alfombraron el sendero de bienvenida al gobierno de Fernando Lugo.15
Méndez
 formula algunas ideas de lo que pudo ser la construcción de una 
hegemonía alternativa en aquel momento de la historia paraguaya:
El ex obispo católico, apenas asumió la responsabilidad gubernamental, debió implementar de inmediato dos tareas fundamentales:
- Construcción de una alianza más o menos fiable dentro del Congreso que le permitiera cierta gobernabilidad. Demolición del antiguo régimen corrupto y criminal.
- La realización del primer punto dependía de la habilidad política de Lugo y sus colaboradores, aun cuando eran perfectamente previsibles las tremendas dificultades para avanzar hacia acuerdos mínimos con un Congreso ultra conservador y corrupto. El Partido Colorado, el UNACE del general Oviedo y algunos componentes de la ultraderecha liberal y del neoliberal Patria Querida, constituyen una inmensa mayoría en el Congreso, capaz de aplastar cualquier atisbo democrático con acento en la justicia social y de combate a la corrupción. No obstante, Lugo fue sorteando a los tumbos esta tremenda dificultad.16
Lo que describe Méndez Grimaldi sintetiza bien el abordaje político que predominó el gobierno de Lugo:
[...]
 el presidente dudó (y seguía dudando mientras se escribían estas 
líneas) para combatir frontalmente la corrupción y el crimen organizado.
 A pesar de su promesa electoral, no ordenó ninguna auditoría general de
 la administración del Estado y por lo tanto cargó con todo el bagaje de
 corrupción de la administración colorada, como mínimo de los últimos 19
 años pos-stronistas.17
Pero
 la evidente tendencia de Lugo a no definir posiciones, a «dejar estar»,
 no significó que la acción gubernamental no tuviera un signo y un 
sentido. El predominio de las tendencias conservadoras dentro de su 
equipo de gobierno se fue notando a medida que transcurría su 
administración, y aunque no diera a sus aliados liberales el 
protagonismo político que le requerían (en especial su vicepresidente 
liberal, Federico Franco) en cuanto a la agenda económica se tuvo una 
continuidad en lo fundamental, comenzando por el nombramiento en el 
ministerio de Hacienda de Dionisio Borda, que ya había ocupado este 
puesto en la fase inicial del gobierno de Duarte Frutos. En el ámbito de
 las obras públicas, el ministro liberal Efraín Alegre gestionaba 
proyectos con vistas a una mayor participación del capital privado, 
anticipando una priorización de proyectos de «alianzas público privadas»
 que los referentes de izquierda en el gobierno de Lugo rechazaban 
abiertamente. Un caso especialmente revelador se dio cuando el ministro 
Alegre y el presidente Lugo impulsaron un proyecto de concesión del 
aeropuerto de Asunción que, luego de aprobado por el Congreso, fue 
vetado por Lugo.18
El
 gobierno Lugo fue expresión de una amplia alianza de actores políticos y
 sociales, en un abanico que iba desde la izquierda hasta la derecha. En
 la práctica, se tuvo un discurso más progresista, hablando de la 
necesidad de «grandes reformas» y la «recuperación de la soberanía del 
país». Pero ya en el gabinete de Lugo quedaba clara la división de 
posiciones. El gabinete económico (Hacienda, Agricultura y Ganadería, 
Obras Públicas, etc.) fue para liberales y moderados, mientras que 
ministerios y secretarías con funciones «sociales» fueron ocupados por 
la izquierda (Ministerio de Salud, Secretaría de Acción Social, etc.). 
En el balance, y desde la coyuntura electoral en la que la mayoría de 
votos de Lugo fueron aportados por el conservador Partido Liberal, en 
los momentos decisivos, en las acciones (no en el discurso), la gestión 
de Lugo tuvo el sentido de «custodiar el sistema», más que de intentar 
transformarlo.
En cuanto a
 los gestos y acciones orientados a ampliar su base de apoyo popular, se
 pudo registrar un conjunto de iniciativas de carácter más bien 
simbólico, que los sectores conservadores supieron coartar sin mayor 
dificultad, operando en el Congreso y en la justicia paraguaya.
En
 el balance, se puede indicar que Lugo no amplió la base de apoyo social
 y político de manera significativa durante su gestión presidencial, más
 bien dejó estar y hacer, con lo que se pudo afirmar que «sigue 
prisionero del viejo esquema corrupto y criminal…»19
La
 habilidad de los sectores conservadores de imponer su agenda y 
posiciones puntuales en relación a cualquier intento de reforma 
significativa fue suficiente para:
…
 marcar la cancha a la neófita conducción gubernamental, indicándole por
 y hasta dónde podía moverse en materia de política económica. Las 
políticas insinuadas tanto por Lugo como por algunos ministros al 
principio del mandato, sobre la inclusión de un impuesto a la 
exportación de materias primas para aumentar la bajísima presión 
tributaria del país, así como las relacionadas con la bandera electoral 
de reforma agraria integral, fueron en la práctica, dejadas de lado, 
porque estas medidas según la teoría neoliberal, repetida hasta el 
hartazgo por la prensa paraguaya, afectarían las ganancias de las 
empresas perjudicando el clima de negocios, lo que reduciría la 
inversión privada. Así, la opción preferencial por los pobres de la 
corriente teológica mencionada, fue sustituida por la opción 
preferencial por los ricos y la defensa de sus negocios y privilegios…20
En
 lo concreto, los sectores populares que podrían haber dado un margen de
 maniobra y espacio político distintos a Lugo más bien vieron al 
ejecutivo luguista adoptar medidas de acento conservador para enfrentar 
la coyuntura del momento: un plan de mitigación de los efectos de la 
crisis financiera, dedicación prioritaria a obtener financiamiento 
externo, antes que intentar mejorar la recaudación tributaria, 
propuestas de concesiones de obras públicas, y un esquema de presupuesto
 nacional sin gran cambio en relación al gobierno anterior.
A
 la vez, claramente ausentes estuvieron las propuestas de reformas 
estructurales —agraria, tributaria, etc. — que al menos iniciaran el 
camino hacia un nuevo modo de desarrollo.
En
 un área que se dio un cambio de enfoque importante, las relaciones 
exteriores, el gobierno de Lugo obtuvo resultados notables. 
Específicamente con el socio principal y dominante del Paraguay, Brasil,
 se dio una negociación que llevó al «acuerdo Lula-Lugo» de 01 de 
septiembre de 2009.21
 En dicho acuerdo, se modifican puntos del tratado binacional bajo el 
cual se construyó la hidroeléctrica de Itaipú, firmado en 1973 por los 
dictadores Garrastazu Medici y Stroessner. Las condiciones subordinadas 
de Paraguay al Brasil se expresaron en toda su amplitud en dicho 
tratado, que le dio a Brasil los principales beneficios de la represa 
hidroeléctrica, hasta hoy la de mayor producción de electricidad en el 
mundo. En lo que fue el primer cambio significativo en ese marco legal 
binacional, el gobierno de Lugo logró que el Brasil aceptara la 
modificación del tratado de Itaipú, con lo que el Paraguay pasó a 
recibir 300% más de ingresos, de USD 120 millones a USD 360 millones 
anuales.
Contrariamente, 
el área de política pública en la que más se esperaba «algo diferente» 
de Lugo era la política agraria, reconociendo que la tenencia y uso de 
la tierra rural constituye el elemento principal en el complejo 
conservador «oligárquico» dominante durante toda la historia nacional 
del país. Sin embargo, el equipo de Lugo nunca osó incidir en esa área, 
más allá de lo simbólico. Esto por la oposición que generaba a priori cualquier noción de cambio. Comenzando por el Congreso que, como indica el analista:
[...]
 ya se sabía, pero uno hubiera esperado que el escaso margen de maniobra
 que le quedaba al Ejecutivo pudiera haber sido aprovechado por Lugo 
para obtener ciertos avances. Tener el poder administrativo no es poca 
cosa cuando las ideas están claras. Sin embargo, la gran heterogeneidad 
de los integrantes de la APC y del propio gabinete que conformó el 
presidente, fue otro factor que creó desasosiego en los sectores que 
esperaban ver avances en un país en el que la distribución de la tierra 
es la más injusta del mundo. Desde el ya aludido partido Liberal en el 
extremo derecho del espectro político, hasta sectores que se 
autoproclaman de izquierda «dura», pasando por variadas formas de 
socialdemocracia-progresismo, crearon un ambiente de contradicciones en 
materia de políticas públicas que produjeron como resultado la 
neutralización de acciones. El gabinete, igual, desde obedientes 
discípulos del neoliberalismo en Hacienda, pasando por aprendices de 
represores en Interior, hasta supinos ignorantes de la materia en 
Agricultura y Ganadería, o bien pensantes ex-militantes en carteras 
sociales, se logró lo que se tenía que lograr; desconcierto primero y 
desilusión después. Sin proyectos claros, con notables contradicciones 
en su accionar, la reforma agraria prometida se empantanó en una ciénaga
 de imputaciones, amenazas, y cloacales laberintos judiciales.22
Paralelamente,
 se fue «construyendo al enemigo» en el sentido de Eco, con un creciente
 accionar mediático y político, no dedicado a lo que hacía o decía Lugo,
 sino a lo que podría ocurrir de proyectarse al futuro su liderazgo. El 
«fantasma del comunismo» resurgió en la rutina de la opinión pública, 
alertando a una población generalmente conservadora y poco educada, 
despertando temores y presagios.23
Mientras
 tanto, los sectores populares paraguayos tuvieron poca capacidad de 
propuesta, lo que describe la investigadora del siguiente modo:
Había
 un consenso en la necesidad de unidad de todos los sectores para 
«estironear» a Lugo hacia los sectores populares, para respaldarlo en el
 cumplimiento de sus propuestas electorales. Se sentía un clima en que 
el nuevo escenario político era más propicio para avanzar, tanto en las 
luchas como en los procesos unitarios. Una vez más, la realidad demostró
 que las buenas voluntades no bastan, que los procesos —lastimosamente— 
son más complejos y que las visiones y lecturas políticas, así como 
logran importantes momentos de unidad, también son las que nos llevan 
por atajos distintos.24
Poco más de un año en el gobierno de Lugo, Marielle Palau sintetiza el pensamiento de los líderes populares paraguayos:
Los
 sectores populares asumen que el escenario futuro y las conquistas que 
se puedan alcanzar dependen de la propia fuerza de las organizaciones. 
De no superarse el fraccionamiento del campo popular, la correlación de 
fuerzas no va a permitir enfrentar a los sectores conservadores y una 
vez más se dejará pasar una histórica oportunidad para avanzar en la 
construcción de una alternativa emancipatoria, anticapitalista y 
antipatriarcal. Las próximas elecciones municipales darán la oportunidad
 para que la izquierda paraguaya —tanto social como política— demuestre 
que aprendió la lección de las pasadas elecciones nacionales: dispersa 
en innumerables listas, sólo le hace un favor a la derecha.25
Y...
 todo indica que siguieron haciéndole favores a los sectores 
conservadores, gobernando de manera errática, sin un proyecto claro y 
una hoja de ruta consistente de políticas públicas. La producción de 
propuestas de políticas26
 se daba pero sin una clara manifestación de opciones del ex obispo 
presidente, para entonces acosado por la aparición de hijos procreados 
durante su gestión como sacerdote y obispo, generando una importante 
«batalla secundaria» que desvió recursos políticos debilitando la 
posición de liderazgo del presidente.
El
 episodio final del gobierno Lugo constituyó un buen ejemplo de la 
manera inconsistente y poco eficaz de construir poder desde el Poder 
Ejecutivo. Ante la masacre de campesinos en Curuguaty, Lugo cambió al 
ministro del Interior por un colorado, esperando con ello desmovilizar 
la conspiración entonces en marcha, uniendo a los dos partidos 
principales y algunos menores con representación en el Congreso. Ante la
 inminencia del desenlace adverso, Lugo no convocó apoyo popular y la 
gestión de UNASUR en defensa de su gobierno no tuvo efecto interno, a 
pesar de la correlación de fuerzas favorable en América del Sur en aquel
 momento. El presidente paraguayo aceptó un procedimiento legislativo 
claramente arbitrario y casuístico y fue destituido en un juicio 
político «express», en el que los acusadores ni siquiera se preocuparon 
por argumentar jurídicamente las razones para enjuiciarlo.
Actualidad y perspectiva
En
 las elecciones de 2013, que señalaron el regreso al poder del Partido 
Colorado, Lugo encabezó la lista de senadores del Frente Guazú, que 
eligió 5 senadores (del total de 45). Los elegidos son personalidades 
que vienen del gobierno de Lugo, y representan a grupos variados del 
progresismo y la izquierda, sin un proyecto político unificador. Lugo 
ejerció su liderazgo incuestionado en el limitado campo de la izquierda 
durante los años del gobierno de Cartes, aunque en la fase reciente 
aceptó aliarse al presidente colorado conservador en un intento de 
revisar la constitución para permitir la reelección presidencial, que 
fue frenado por un conjunto de fuerzas políticas y sociales que 
rechazaron la evidente ilegalidad de la maniobra.
Para
 la elección presidencial del 2018, Lugo vuelve a encabezar la lista 
senatorial, con los mismos electos en 2013, a pesar de la evidencia del 
desgaste político resultante de la alianza con un gobierno en retirada y
 con resultado negativo para las mayorías pobres del país.
Más
 allá del resultado electoral que puedan lograr, la falta de renovación 
en las candidaturas hace que el Frente Guazú con Lugo a la cabeza tenga 
un perfil similar al de los partidos tradicionales, que también van a la
 elección con renovación casi nula en sus cuadros legislativos.
Así
 como en el 2008, en esta elección de 2018 la izquierda vuelve a aliarse
 con el Partido Liberal, esta vez con un candidato presidencial de dicho
 partido y un candidato a vicepresidente propuesto por el Frente Guazú. 
La plataforma política sobre la que proponen estas candidaturas menciona
 apenas vaguedades y expresiones de deseos para dar respuesta a la 
iniquidad social vigente en el Paraguay. Parafraseando a Marx, la 
historia puede repetirse, pero la segunda vez no como tragedia sino como
 farsa.27
Roberto Codas es un periodista y economista paraguayo, formado en comunicación social en la Universidad de São
 Paulo, y con curso de doctorado en la New School for Social Research de
 Nueva York. Su producción reciente incluye el ensayo "Assessing 
Paraguay´s possible futures" (in: Paraguay and Peru, political, social 
and environmental issues. Nova Science Publishers, New York, USA, 2017);
 y los análisis mensuales de tendencias sobre Paraguay ("Claves y 
Tendencias", DESA, Paraguay, www.desa.com.py).
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Este artículo fue publicado en la antología Los gobiernos progresistas y de izquierda en América Latina, Roberto Regalado (compilador), Partido del Trabajo de México, Ciudad de México, 2018.
1
 El Partido Colorado (Asociación Nacional Republicana, ANR), con 2,3 
millones de afiliados, y el Liberal Radical Auténtico (PLRA) con 1,3 
millones de miembros, suman así 60% del padrón electoral paraguayo, 
dejando para todo el resto de fuerzas políticas organizadas y votos 
independientes la diferencia. (El 60% constituye el número consolidado 
de afiliados a los dos grandes partidos, ya que existe casi 30% de 
afiliaciones múltiples).
2 Reseñas de la historia del país, con bases teóricas diferentes, se pueden revisar en las obras de Blas Garay http://es.scribd.com/doc/79211770/Breve-Resumen-de-La-Historia-Del-Paraguay-Blas-Garay-Portal-Guarani; Efraín Cardoso, http://portalguarani.com/586_efraim_cardozo/1095_breve_historia_del_paraguay_1994_porefraim cardozo.html ; Oscar Creydt, http://portalguarani.com/595_oscar_adalberto_creydt/1250_formacion
 historica_de_la_nacion_paraguaya__por_oscar_adalberto_creydt.html y; Hugo Richer https://www.scribd.com/document/63151388/N%C2%BA-123-Paraguay-fin-de-un-periodo-historico-Hugo-Richer-PortalGuarani
Sobre la etapa formativa de la nación paraguaya, sigue siendo referencia el trabajo de Sergio Guerra Villaboy, Paraguay: de la independencia a la dominación imperialista. 1811-1870, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana (1991).
3
 En guaraní, «en el medio, como la boca del poncho», expresión que se 
utiliza para indicar el centrismo. Aunque la interpretación que se dio, 
«post facto», es que en realidad Lugo acostumbra manejarse de manera 
individual, sin darle mayor relevancia a las dinámicas de los grupos o 
estructuras políticas con las que opera. http://osvaldozayas.blogspot.com/2014/10/del-poncho-juru-la-carretilla.html
4
 El régimen de Stroesssner realizaba con regularidad todo el ritual de 
la democracia representativa, con elecciones cada 5 años, un Congreso 
activo con dominio colorado y una minoría opositora dócil. En la lógica 
de la «represión preventiva», mantenía vigente el estado de sitio que 
solamente se suspendía el día de las elecciones presidenciales.
5
 Esta premisa tiene su fundamento en el análisis de Jorge Lara Castro, 
quien en varios artículos publicados durante una década ha explicado la 
dinámica y vigencia del estado post stronista. Entre sus escritos, 
sirven de referencia los siguientes: Lara Castro, Jorge (1994). 
«Problemas de la democracia en el capitalismo atrasado». Revista Acción, Abril-Mayo 1994, y Lara Castro, Jorge (2006). «El límite de la dictadura perfecta». Revista Acción, Junio 2006.
6 Eco, Umberto. Construir al enemigo,
 Lumen, Argentina, 2013. «[...] cuando el enemigo no existe, es preciso 
construirlo». Así como a Eco en su ensayo citado, a nosotros nos 
interesa principalmente «el proceso de producción y demonización del 
enemigo». Eco lo define así:
«se construyen como 
enemigos no tanto a los que son diferentes y que nos amenazan 
directamente [...] sino a aquellos que alguien tiene interés en 
representar como amenazadores aunque no nos amenacen directamente, de 
modo que lo que ponga de relieve su diversidad no sea su carácter de 
amenaza, sino que sea su diversidad misma la que se convierta en señal 
de amenaza». Op. cit., p. 16.
7 «La agenda inconclusa de la primavera democrática», Carlos Gómez Florentín, 2012, http://www.ultimahora.com/la-agenda-inconclusa-la-primavera-democratica-n998987.html.
8
 «El desenlace de la coyuntura de la posguerra en América Latina puede 
ser explicado principalmente por la continuidad del poder de las clases 
dominantes, rurales y urbanas, y de los militares. Estos no fueron 
debilitados, mucho menos, destruidos, por la Segunda Guerra Mundial como
 en muchas otras partes del mundo. Fueron apenas forzados temporalmente a
 adoptar una posición defensiva al final de la guerra y después de su 
conclusión estaban determinados a restaurar el control político y social
 amenazado por la movilización política de las “clases peligrosas”, la 
militancia sindical, el avance de la izquierda y, tal vez, por la misma 
democracia. El compromiso de las élites latinoamericanas (y de las 
clases medias) con la democracia, en la medida que existía más allá de 
la pura forma retórica, de ningún modo implicaba la aceptación de una 
amplia participación popular en el proceso democrático…». Leslie Bethell
 e Ian Roxborough, Latin America between the Second World War and the Cold War, 1944-1948, Cambridge University Press, 1997, p. 19.
9
 Una descripción más completa de la secuencia de gobiernos en este 
período democrático se puede leer en Codas, Roberto. «Assessing 
Paraguay’s Possible Futures», en Paraguay and Peru: Political, Social and Environmental Issues, Editor: Karla Santiago, 2017, Nova Science Publishers, New York, p. 161 y ss.
10
 El momento culminante de esta nueva actitud paraguaya se dio durante la
 conferencia de Mar del Plata, en que George W. Bush vino a intentar 
imponer el ALCA. En la ocasión, sorprendió el discurso del presidente 
Duarte Frutos, tomando posición clara con los países progresistas de la 
región. El momento histórico está registrado en el documental «Al 
Carajo», de Martín Granovsky. https://www.youtube.com/watch?v=mXc_bnGGwK4
11 Rodríguez, José Carlos. «Entre el Mercosur y el ALCA», Nueva Sociedad, Mayo-Junio 2006.
12 Aharonian, Aram, El progresismo en su laberinto. Del acceso al gobierno a la toma del poder. Ediciones Ciccus, Buenos Aires, Argentina, 2017.
13 DGEEC, Boletín de Pobreza, 2016.
14Economía Subterránea.
 Asociación PRO Desarrollo Paraguay, Asunción 2016. El reporte señala 
que «la Economía Subterránea encierra mucho más que el comercio 
fronterizo; implica además lavado de dólares, tráfico de drogas 
prohibidas, piratería, etc.», p.52. Este submundo criminal, con 
inserción en el poder político del país, tiene vigencia cada vez más 
evidente en la actualidad, aunque opera hace varios años dominado por 
organizaciones criminales brasileñas, principalmente el Primer Comando 
Capital. http://epoca.globo.com/brasil/noticia/2017/06/o-violento-plano-de-expansao-no-paraguai-da-maior-faccao-brasileira.html
15 Méndez Grimaldi, Idilio. «Batalla contra el imperialismo, la oligarquía y la corrupción», en Gobierno Lugo. Herencia, Gestión y Desafíos. BASE IS, Asunción 2009, p. 29.
16 Ídem, p. 30.
17 Idem, p. 30.
18http://www.abc.com.py/nacionales/alegre-confia-en-que-lugo-promulgara-ley-de-concesion-de-aeropuertos-321887.html
19 Ídem, p. 35.
20 Rojas Villagra, Luís. « ¿Quiénes y cómo definen la política económica de la era Lugo?». En BASE-IS, Op. cit., p. 51.
22
 Palau Viladesau, Tomás, «La cuestión agraria. Principal espacio de 
acumulación del capital en el Paraguay», En: BASE-IS, Op. cit., p. 67.
23
 «El documento que se utilizó para juzgar a Lugo planteó una 
circularidad en las acusaciones: algunos de las causales de 
enjuiciamiento se sostenían en las otras, y entre ellas sostenían una 
“culpabilidad” que no fue acompañada por ninguna evidencia. Los 
argumentos utilizados fueron una clara prolongación de horizontes de 
sentido stronistas, o discursos hegemonizados durante la dictadura, que 
volvieron para justificar el juicio». López, Magdalena, «La presencia de
 la “Guerra contra la Triple Alianza” en las narrativas en torno al 
juicio político a Fernando Lugo Méndez en Paraguay (2012)», Estudios 
Paraguayos - Vol. XXXIV, Nº 1 - 2016, p 10.
24 Palau, Marielle, «Gobierno de Lugo: ¿escenario de construcción de alternativas?». En BASE-IS, Op. cit., p. 125.
25
 Palau, Marielle, Idem, p. 128. El resultado de las elecciones 
municipales mostró que los partidos conservadores mantenían el número de
 municipalidades con 95% intendentes de su signo político. Las 
candidaturas no tradicionales sumaron menos del 5% de los intendentes.
26
 El gobierno de Lugo tuvo dos documentos estratégicos, resaltando así la
 dualidad interna en su gabinete: el ministro de Hacienda Dionisio Borda
 lanzó su «Plan Estratégico Económico y Social, PEES» http://www.portalguarani.com/2036_fernando_armindo_lugo_mendez/19155_plan_
estrategico economico_y_social_pees_2008-2013__presidencia_de_fernando_lugo.html y el jefe de gabinete, Miguel López Perito, presentó su «Política Pública para el Desarrollo Social Paraguay para Todos y Todas» (http://www.portalguarani.com/detalles_museos_otras_obras.php?id=27&id_obras=2088&id_otras=302, sin que se intentara tener una coherencia estratégica entre ambos.
estrategico economico_y_social_pees_2008-2013__presidencia_de_fernando_lugo.html y el jefe de gabinete, Miguel López Perito, presentó su «Política Pública para el Desarrollo Social Paraguay para Todos y Todas» (http://www.portalguarani.com/detalles_museos_otras_obras.php?id=27&id_obras=2088&id_otras=302, sin que se intentara tener una coherencia estratégica entre ambos.
27 Marx, en El 18 Brumario de Luis Bonaparte: «Hegel dice en alguna parte que la historia se repite dos veces. Le faltó agregar: primero como tragedia y después como farsa».
    https://www.alainet.org/es/articulo/191895  
 

 
 
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