“El viejo mundo se muere.
El nuevo tarda en aparecer.
Y en ese claroscuro surgen los monstruos.
A. Gramsci
Mientras
la gran mayoría de la población en América Latina y el Caribe se
encuentra en cuarentena y con distanciamiento social, cumpliendo con el
que parece ser el mejor método para frenar la propagación del COVID-19;
en el mundo se libra una gran disputa geopolítica por la reconfiguración
del orden mundial.
Estamos frente a una crisis del dominio y del
orden Angloamericano, tanto del modelo más financierista especulativo,
como del modelo planteado por los sectores del continentalismo de EE.UU.
Toda
crisis es una oportunidad y es condición necesaria para que se muera lo
viejo y lo nuevo pueda nacer. Un mundo que vuelva a tener por eje lo
productivo, multipolar y pluriversal, encabezado por la dinámica de la
Ruta de la Seda impulsada por China, parece ser más posible que nunca;
en tanto la decadencia de los proyectos anglosajones no nos lleven a
situaciones de no retorno y pongan en jaque a la humanidad toda. Cómo se
dará la transición, con cuánta inestabilidad mundial, y el resultado de
la misma, es lo que se encuentra en juego.
En este marco
geopolítico, se reconfiguran las relaciones internacionales y los
Estados Nación vuelven a tener una centralidad en el debate social, por
ser los únicos actores capaces de dar respuesta a la crisis de salud que
plantea esta pandemia, y de poner un freno a la Gran Depresión del
Siglo XXI, para que impacte lo menos posible en los sectores más
vulnerables.
Se re jerarquiza el rol de los Estados, el cual
estuvo bastardeado por décadas de modelo neoliberal. Los Estados se
valoran socialmente para el manejo de la economía, de la salud, de la
educación… ¿y qué pasa con la comunicación y la tecnología?
En
tiempos de distanciamiento social, de cuarentenas más absolutas o
administradas, el uso de las Tecnologías de la Información y la
Comunicación en la vida cotidiana ha aumentado, también
exponencialmente.
¿Cuál es el debate social respecto al uso y
consumo de estas nuevas herramientas, y al uso y abuso de los Datos y
Meta Datos personales? Prácticamente es nulo.
Muchas veces nos
preguntamos acerca de cómo sería una cuarentena sin internet, que sería
de la educación o de muchos trabajos sin poder realizarlos a la
distancia gracias a las tecnologías; pero estas nuevas mediaciones,
aparecen como un hecho dado, y por lo tanto son invisibilizadas.
Estas
mediaciones están influyendo, moldeando comportamientos y
subjetividades. Los programas que usamos para comunicarnos, como
Facebook, Instagram, WhatsApp, Zoom, Jitsi; son programas que no solo
facilitan la comunicación, sino que también proponen una “forma” y un
“contenido” posible para la comunicación y socialización virtual; y esto
hace la diferencia ética y política.
Uso y abuso de Datos y Meta Datos. ¿Hacia dónde van?
¿Qué
pasa con los Datos que en la vida con distanciamiento social,
producimos masivamente? Es frecuente escuchar “no me importa que usen
mis datos, no tengo nada que ocultar” (y muchas derivaciones, como “mi
vida es bastante rutinaria o aburrida, no van a encontrar nada”, etc.,
etc.). Este es el primer problema: no sabemos qué pasa con nuestros
datos… y no nos interesa!
Trataremos de graficar el recorrido de nuestros Datos.
En cuarentena nos pasamos prácticamente todo el día atrás del teléfono
celular o de la computadora. Poniendo me gusta a publicaciones de otros
en Redes Sociales; sacando fotos posibles de ser publicadas; escribiendo
comentarios en las Redes; viendo y compartiendo videos, memes, flyers;
usando aplicaciones como Tik Tok; discutiendo con algún familiar o
conocido; mandándole algún mensaje de amor a alguien…cada una de estas
interacciones está siendo grabada y monitoreada en tiempo real. A esto
hay que sumarle que, si voy a hacer las compras, hay un geolocalizador
de movimiento, que sabe a dónde voy, cual es mi rutina, cada cuanto
salgo y cada cuanto no, si asisto a un centro de salud o a una farmacia.
También se registra lo que buscamos en la Red: si “googleo” “centros de
salud cerca”, o como “sacarme el maquillaje” todo esto también queda
grabado y monitoreado; también queda registrada en la red nuestros pagos
de servicios, nuestras cuentas, nuestras deudas, etc.
Hasta ahora
no parece nada muy controvertido. Pero la siguiente pregunta que
podemos hacer, es ¿Quién guarda (acapara) nuestros Datos y Meta Datos?
¿Acaso están guardados en un lugar público, cuidados por alguna agencia
pública de los Estados? No parece ser la situación. Para describir quien
guarda nuestros datos hay que separar las aguas, primeramente tenemos a
las corporaciones dominantes en la cadena de valor de la tecnología,
las cuales son unas pocas empresas de Tecnología, la mayoría de EE.UU.,
nacidas en el calor de California, en el Silicón Valley (las famosas
G.A.F.A.M.: Google (Alphabet), Apple, Facebook (Instagram y WhatsApp),
Amazon y Microsoft); y en segundo lugar tenemos a “las Telcos” muy pocas
empresas que poseen los soportes físicos de Internet. Estas
corporaciones son las únicas que tienen a capacidad de conseguir y
acaparar todos nuestros Datos y Meta Datos.
¿Para qué se usan
estos Datos (los nuestros, de los que tenemos una vida aburrida sin
ninguna novedad? Bueno, para varias cosas. Primero hay un monitoreo
general, constante e invisible acerca de nuestros comportamientos
sociales, que luego se procesa en función de diferentes objetivos.
Una
vez que saben nuestros gustos, se nos vende la mercancía “que
queremos”. A todos ya nos pasó que buscamos un producto y al instante se
nos aparece la propaganda de productos similares en las demás Redes
Sociales que usamos. Esto es porque se comparten los Datos y Meta Datos y
son vendidos (si, vendidos) a otras compañías y empresas que nos venden
mercancías. Pero incluso si no buscamos un producto, se nos aparecen
posibles mercancías que en función de muchos Datos procesados intuyen
(con Inteligencia Artificial) qué podemos llegar a necesitar; y el paso
posterior es que inducen a que nos guste y a comprar determinado
producto en función de nuestro perfil psico-social.
Esta situación
se fue construyendo socialmente mientras, como plantea Van Dijck,
negociamos comodidad por Datos, cedimos, muchas veces conscientemente,
nuestra información, pública y privada, por la comodidad que otorga que
estas corporaciones nos ofrezcan lo que “nos gusta” o lo que
“necesitamos” en el momento indicado. Esta situación que se desencadenó
masivamente no hace más de una década, encubre un modo de producción de
lo social, en donde nuestros datos son una parte esencial de la
valorización de estas corporaciones y consolida una dependencia
tecnológica a las empresas del Silicón Valley. Esto se construyó de la
mano del ideario de la bondad del mercado, el cual está para servirnos;
mitos que la Gran Depresión del Siglo XXI y la Pandemia del COVID-19
implosionaron.
Ya nos podemos hacer varias preguntas más ¿no?
¿Porque una corporación hace negocios con mis Datos? Dentro de la lógica
capitalista podríamos hacer los negocios nosotros mismos. ¿Cuánto
costarían mis Datos si las corporaciones tendrían que pagarnos cada dato
extraído? En este tiempo de aumento de la desocupación y de una alta
concentración de las empresas de tecnología y cuyos dueños figuran entre
las personas más ricas del mundo, es una alternativa a considerar.
Bueno,
todavía hay más. Como decía anteriormente, las corporaciones de la
tecnología son las únicas que tienen la escala y la capacidad
tecnológica suficiente para procesar en tiempo real miles de millones de
Datos acerca de millones de personas (Inteligencia Artificial que
requiere de Centros de Procesamientos de Información). Son hegemónicas
en lo que respecta a la capacidad de acaparar Datos y Meta Datos y
procesarlos en tiempo real.
El siguiente grafico nos muestra la
capitalización de estas empresas, que a pesar de la Gran Depresión del
Siglo XXI no paran de crecer; esto no se debe al crecimiento en su
capacidad instalada, sino a sus otras cualidades, ya que ser hegemónicas
en acaparar Datos y en el procesamiento de información produce una
valorización con características específicas; les permite ser únicas en
la venta de servicios, en la construcción de grandes nichos de consumo,
en tener la capacidad de instalar candidatos políticos, influenciar en
miles de indecisos en una elección; instalar ideas fuerza y avanzar en
la manipulación social.
Estas
empresas producen un gran extractivismo de datos en casi todos los
países occidentales y muchos de oriente, esto permite su valorización
financiera y la subordinación de territorios, intentando generar una
nueva dependencia. Esto se puede producir gracias a la falta de
soberanía comunicacional y tecnológica de la mayoría de los países y a
la falta de regulaciones de las corporaciones de las TIC.
Cuando
Facebook se congració con Cambridge Analytica para que ésta pudiera usar
sus Datos y así influir en las elecciones de EE.UU. del 2016 y empujar
el Brexit en Inglaterra, estaban haciendo algo más que vender Datos.
Vendían el éxito de una elección, lo cual cotiza mucho más, porque
otorga la posibilidad de mantenerse en el poder o de cambiar una
correlación de fuerza político electoral, esto muchas veces no se hace
solo por dinero. Poder hacer que un político gane una elección o generar
paranoias mundiales, comportamientos a futuro, es un poco más caro que
vender una base de datos para que nos vendan heladeras. No solo estamos
hablando de economía, sino de Geopolítica.
Volviendo al relato del
flujo de datos, Podemos observar como los Datos, los tuyos, los míos,
los de un montón de gente común, que no tiene nada que ocultar, son la
base en la cual se estructura este nuevo régimen de acumulación. La
clave es que sean grandes masas de información y monopolizar la
capacidad de procesamiento.
Y esto no es todo. Luego del 11S[1]
esta tecnología se inscribió bajo la lógica de la “guerra contra el
terrorismo”; y se expandió hacia el control social, esto es lo que
denunció Edward Snowden. Estas denuncias mostraron cómo estas
tecnologías se usan para el control social y para marcar objetivos,
ahora sí, con nombre y apellido, y proceder a eliminarlos o construirles
una catarata de “fake news” que desacredite su participación social,
comunitaria, científica o política. Esto lo podemos analizar en la
vigilancia a presidentes de la región como en el caso de Dilma Rousseff,
cuya denuncia de espionaje sale a la luz en el 2013.
Este régimen
de acumulación desarrolla toda una estructura económica de pequeñas
empresas de servicios tecnológicos a partir de la llamada “Economía de
los Datos” (o “Capitalismo de la Vigilancia”[2])
basadas en el deslumbramiento de lo que parece ser la solución para
cualquier empresa y cualquier político: el manejo del Big Datismo. Estas
empresas necesitan comprar Datos no nominales; y al igual que las
grandes corporaciones, permiten el desarrollo de un conjunto de
desarrolladores que arman programas que viven de la extracción y reventa
de Datos. América Latina y el Caribe se inscriben en esta estructura,
permitiendo su reproducción, cuya cabeza son las grandes corporaciones
de las TIC.
Es decir que nuestra región tiene tres funciones
fundamentales: permitir el extractivismo de Datos y proveer de un
conjunto de “terciarizadas” pequeñas y medianas empresas dependientes de
estas corporaciones; y por ultimo consumir los servicios de IA
desarrolladas por las grandes corporaciones implicando una transferencia
de riqueza y una consolidación de la dependencia.
La
monopolización de los Datos (“nuevo oro”) es estratégico para el
capitalismo neoliberal Anglosajón. Desarrolló un sistema de
extractivismo que posibilita el sostenimiento de una Economía de Datos
hegemonizada por las corporaciones de la Tecnología; pero también
permite la manipulación de sociedades, usando el conocimiento de sus
gustos, miedos, etc. Estas empresas de Tecnología tienen un devenir
histórico entrelazado con la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.;
con el Departamento de Estado; pero también con los Grandes Fondos
Financieros de Inversión, como Black Rock, Templeton, etc.,
entretejiendo una estructura de poder y acumulación.
También China
tiene una mirada respecto de la utilización de los Datos sociales, muy
ligada al control social, pero hay que decir que los Datos son manejados
por el Estado, cuyo Gobierno es elegido de manera representativa y
soberana, por lo tanto se inscribe dentro de las leyes de la Democracia,
a diferencia de las corporaciones de EE.UU. Este detalle lo obvian
muchos intelectuales cuya preocupación ordenadora parece ser la posible
pérdida de las libertades individuales en este proceso de pandemia[3],
libertades individuales que se perdieron hace rato para grandes
sectores de la población debido a la gran exclusión económica y los
crecientes grados de desigualdad. Este necesario debate acerca de las
libertades individuales no puede inscribirse por fuera de la necesaria
participación social en la construcción de lo comunitario y social,
enmarcado en un proyecto social.
La propuesta de América Latina
está lejos de constituirse, y sus primeros pasos implican un debate
ético social comunitario respecto de la utilización de los Datos y la
soberanía comunicacional y tecnológica; debate que va acompañado de una
responsabilidad social y del Estado. Sin una conciencia social, es
prácticamente imposible que se respeten las leyes de protección de Datos
(en Argentina data del año 2000). Este debate social y el desarrollo de
Políticas Públicas es imprescindible para no caer en la copia de
modelos como el anglosajón Modelo de “Solucionismo tecnológico”[4]
que deslumbra a políticos y técnicos, y nos hace caer en la
contratación de cualquier empresa que haga Big Data, sin preguntarnos
acerca de cuál es la ética que sostiene el procesamiento de la
información. Esta reproducción nos subordina a la estructura de negocios
de las grandes corporaciones de la tecnología; e impide el desarrollo
de una tecnología pensada desde nuestras necesidades.
La disputa por la Inteligencia Artificial (IA)[5]
Hace
décadas que la IA está presente entre nosotros. En el ámbito de las
TIC, gracias a la IA podemos buscar fotos, audios, textos, etc.; y como
recopila Joanna Bryson, “Podemos traducir, trascribir, leer labios,
interpretar emociones (incluidas las mentiras), falsificar firmas y
otros tipos de escritura manual y manipular vídeos. Podemos —y esto es
crucial—falsificar audios o vídeos durante retransmisiones en directo,
lo que nos permite elegir las palabras de las que serán «testigos»
millones de personas, sobre todo en el caso de famosos, como los
políticos, sobre los que ya existe gran cantidad de datos para componer
modelos precisos.”[6].
También la IA se utiliza para el desarrollo de la Robótica, en forma,
por ejemplo, de los Vehículos, armas, drones, altavoces inteligentes o
videojuegos.
Esta tecnología, pos Segunda Guerra Mundial, se
desarrolló de manera desigual, siendo EE.UU., uno de los ganadores de la
Guerra, el único país en poseerla y desplegarla. Esta situación
histórica llevó a un manejo exponencialmente desigual de las capacidades
de la IA, y a que, por parte del modelo anglosajón se utilice como
herramienta para su poderío económico, político y militar. Esto penetró
a los avances de IA de una lógica mercantil y de control social,
impidiendo que florezcan otros usos donde la comunidad y la humanidad
sean sus banderas.
Esto a su vez generó tensiones entre lo
Transnacional y lo Nacional (o Regional) y entre lo público y privado
(Privado en su doble dimensión: lo público como lo Estatal, y privado
como lo corporativo; y en la dimensión moderna de separación entre el
ámbito de lo público – social y privado – íntimo).
El desarrollo de la IA y el desarrollo del 5G[7],
es uno de los factores centrales en la disputa del Poder en la
actualidad, en las últimas décadas se produjo un gran desarrollo de
China y, en algunos nichos, de Rusia. Como plantea Argumedo: “Una de
las áreas centrales de la disputa hegemónica de Estados Unidos frente a
China, se centra en el campo de la inteligencia artificial y las
tecnologías de quinta generación 5G, donde los chinos han alcanzado una
marcada ventaja.”[8]
Las
corporaciones norteamericanas se encuentran en una crisis estructural,
debido a los avances chinos, principalmente en el 5G y al rompimiento
del intercambio tecnológico entre ambos países. Manejar esta tecnología
permite, como despliegan Formento y Dierckxsens, el control del proceso
de la producción social, económica, política e ideológica cultural[9].
En
este marco, la situación de dependencia tecnológica de América Latina y
el Caribe adquiere una significación distinta. Estas empresas necesitan
avanzar en la dependencia de nuestra región a su tecnología, así como
de la Unión Europea. Y a su vez, a nuestra región, nos abre la
posibilidad de constitución de acuerdos comerciales con otros socios,
como China y los BRICS. Pero, esta situación objetiva nos encuentra con
fuertes divisiones internas en la región y con una dependencia
tecnológica muchas veces reproducida por las anteojeras de los mismos
actores político institucionales, estas anteojeras hacen que solo
podamos creer en los beneficios del “solucionismo tecnológico” planteado
bajo la lógica del Silicón Valley.
La extracción de Datos en tiempos de Pandemia
La
pandemia del COVID-19 y el consiguiente distanciamiento social como la
más fuerte salida sanitaria para frenar su expansión produce que grandes
masas de población utilicen considerablemente más internet; con el
crecimiento del teletrabajo, la educación online, la televisión a
demanda, los videojuegos online, el uso de las Redes Sociales y otras
muchas aplicaciones y programas de la Red. Hay especialistas que se
preguntan si puede soportar la Red este crecimiento del flujo de
información (con el gasto energético que conlleva), pero hasta ahora,
aguanta.
El uso de internet en Italia y otros países aumentó
alrededor de un 70%; la utilización de VPN alrededor de un 250%. (Si
bien hay datos muy dispares entre países y no hay estadísticas globales,
en todos los países puede visualizar un gran aumento del consumo).
Esto
produce un crecimiento de la circulación de información de manera
exponencial. Si bien el aumento del flujo de información es una
constante, sin duda los meses de marzo y abril quedarán como grandes
picos.
La situación de cuarentena en la que se encuentran más de
un tercio de la población mundial implica una gran acumulación de Datos y
Metadatos por parte de las grandes corporaciones de la tecnología
occidental. No solamente son más Datos, sino que son Datos distintos
cualitativamente, ya que hacen a todas las relaciones sociales que puede
tener una persona: las familiares, amistades, laborales, sus sesiones
con el psicólogo, clases de yoga y gimnasia, etc.; podríamos decir que
como nunca antes en la historia de la humanidad cerca del 100% de los
vínculos sociales, para una gran cantidad de población, se establecen
desde la virtualidad.
Esta situación está produciendo que las
corporaciones del Silicón Valley y su red de negocios y estructura de
poder tengan la posibilidad de dar saltos cualitativos en el
procesamiento de la información y el desarrollo tecnológico; quedará por
verse si esta lógica de acumulación y de valorización logra sortear la
decadencia estructural en la que se encuentra el proyecto
angloamericano.
Soberanía de tecnología de comunicación y de Datos
En
América Latina y el Caribe tenemos un gran atraso tecnológico y en
específico en las TIC, por eso nuestra infraestructura física y el
contenido que usamos es principalmente de EE.UU. Esto nos lleva a que
necesitemos dar un debate social ético urgente acerca del uso de
nuestros Datos.
Necesitamos reflexionar acerca de las mediaciones,
que es una reflexión acerca de quién debe manejar las TIC; si estas
deben encuadrarse en la lógica del mercado o en la lógica del desarrollo
de los Estados.
Como intentamos graficar, la lógica bajo la cual
las corporaciones utilizan nuestros Datos y las TIC es la de la
extracción para maximizar la ganancia, bajo esta “no-ética” solo hay
espacio para la ganancia, la mercantilización, la manipulación y el
control social.
Claro que nos cuesta verla, ya que es muy difícil
cuestionar mediaciones que están en nuestro uso cotidiano y se nos
aparece debajo de cada piedra como la solución de nuestras vidas. A lo
cual hay que sumarle el gran aparato ideológico que instala el
“solucionismo tecnológico” y los grandes gestos de solidaridad de estas
corporaciones, a través de sus ONG y sus Fundaciones, que muestran el
“costado humano” de dicha tecnología; esta consolidación de un nuevo
fetichismo es lo que tenemos que deconstruir como sociedad.
Este
debate implica tocar el concepto moderno y liberal de la libertad de
expresión, la cual enmarcada en la lógica del mercado siempre es la
libertad de los más fuertes; atravesarlo implica poder discutir del rol
social de la tecnología, de sus dueños, de la necesidad de construir
soberanía y democracia, requisitos indispensables para la edificación de
un mundo más igualitario y equilibrado que permita que los que hoy no
tienen más voz que la de ser meros consumidores, y los que están afuera
del sistema, puedan reencontrarse en la construcción y participación
social.
¿Cuál es el rol de los Estados y de los Organismos
Regionales? ¿Cómo los Estados hacen un uso social y popular de los Datos
y bajo que lógica y ética se encuentra enmarcado este uso? Son
preguntas necesarias para la construcción de un pueblo participativo y
consciente.
Imaginemos el uso de la tecnología y los Datos en
función de fortalecer la Unidad en la diversidad de la Patria grande.
Puede permitir unir productores con consumidores, construyendo un gran
mercado interno latinoamericano, sin mediaciones. Podría liberarse el
uso de datos de internet para ciertos sectores sociales, permitiendo
achicar la brecha digital. Permitiría pensar y diseñar programas que
posibiliten conectarnos entre nosotros sin necesidad de la
hiper-exposición del cuerpo, ni imponiendo estéticas y culturas
hegemónicas…y muchas más cosas, inventadas en función de nuestras
necesidades geopolíticas.
- Verónica Sforzin. Socióloga. Doctoranda en Comunicación Social. Docente Titular UNLP. Investigadora CIEPE.
* Nota sobre el antetítulo:
“Las penas y las vaquitas
se van par la misma senda.
Las penas son de nosotros,
las vaquitas son ajenas.”
Es una estrofa de la famosa y popular canción "El arriero" de Atahualpa Yupanqui.
Fuentes:
Argumedo y Olsson (13/04/2020). “Interrogantes sobre el origen del coronavirus y el futuro del planeta”. Localización: https://nacionalypopular.com/2020/04/16/interrogantes-sobre-el-origen-del-coronavirus-y-el-futuro-del-planeta/
Bryson.
(2018). "La última década y el futuro del impacto de la IA en la
sociedad", en ¿Hacia una nueva Ilustración? Una década trascendente,
Madrid, BBVA. Localización: https://www.bbvaopenmind.com/articulos/la-ultima-decada-y-el-futuro-del-impacto-de-la-ia-en-la-sociedad/
Byung-Chul
Han (17/04/2020). “El coronavirus bajo el liberalismo. Vamos hacia un
feudalismo digital y el modelo chino podría imponerse”. En Clarín.
Fuente: https://www.clarin.com/cultura/byung-chul-vamos-feudalismo-digital-modelo-chino-podria-imponerse_0_QqOkCraxD.html
Formento
y Dierckxsens (14/03/2020). “Coronavirus y Guerra de Big Data Crisis
Mundial Biológica, Petrolera y Financiera Hacia un Mundo Multipolar en
2020”. Localización: http://ciepe.com.ar/wp-content/uploads/2020/03/2020-03-14-Coronavirus-y-Guerra-de-Big-Data.pdf
Morozov, Evgeny (2016). La locura del solucionismo tecnológico. Ed. Katz. Buenos Aires.
Politika: Nota Editorial (2019). “Shoshana Zuboff y la lógica del capitalismo de la vigilancia”. Localización: http://www.politika.cl/2019/03/04/shoshana-zuboff-y-la-logica-del-capitalismo-de-la-vigilancia/
Van Dijck, José (2016). La cultura de la conectividad: una historia critica de las redes sociales. Siglo Veintiuno Editores. Argentina.
[1] Se hace referencia a la caída de las Torres Gemelas en EE.UU.
[3] Según el Nor Koreano, Byung - Chul Han, en China
“Ni un solo momento de la vida cotidiana escapa a la observación. Se
monitorea cada clic, cada compra, cada contacto, cada actividad en las
redes sociales. Se utilizan 200 millones de cámaras de vigilancia con
reconocimiento facial. Quien cruza un semáforo en rojo, tiene contacto
con personas opositoras al régimen o publica comentarios críticos en las
redes sociales vive en peligro. Quienes, en cambio, compran comida sana
o leen los periódicos oficialistas, son recompensados con créditos
baratos, seguros de salud o visas de viaje. En China esta vigilancia
total es posible porque no existe restricción alguna al intercambio de
datos entre los proveedores de internet y de telefonía móvil y las
autoridades. Así que el Estado sabe dónde estoy, con quién me encuentro,
qué estoy haciendo en este momento, qué ando buscando, en qué pienso,
qué compro, qué cómo.” (Chul Han 17/04/2020). Esta situación, es
visible, palpable; pero el poder biopolítico que se fue desarrollando en
las últimas décadas en Occidente fue mucho más sutil e invisibilizado
gracias a un aparato ideológico cultural hegemónico que instalo los
valores fundantes que permiten el autodisciplinamiento y la construcción
de una cultura favorable a sus intereses.
[4] Ver: Morozov, Evgeny (2016). La locura del solucionismo tecnológico. Ed. Katz. Buenos Aires.
[5] “IA: cualquier artefacto que amplíe nuestras capacidades de percepción y acción”. Bryson (2018).
[6] Bryson (2018).
[7]
El 5G es un gran salto de conectividad, que permite el desarrollo del
Internet de las Cosas, y permite el desarrollo sin precedentes de la IA.
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