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lunes, 11 de octubre de 2010

Dinamarca, Canadá, EEUU y Rusia se disputan las ricas reservas del Ártico

artico

Rusia quiere fortalecer sus aspiraciones sobre la región y ya colocó su bandera en el Polo Norte, a más de 4.000 metros de profundidad.

El Kremlin reclama un territorio que abarca 1,2 millones de kilómetros cuadrados en el Ártico e incluye el Polo Norte.

La imagen que recorrió el mundo hace tres años no podía ser más clara: una expedición rusa colocaba solemnemente su bandera en el fondo marino del Polo Norte, a más de 4.000 metros de profundidad. Sólo un año después Dmitri Medvédev confirmaba una vez más las aspiraciones de Rusia sobre el Ártico. El Presidente ruso estampó entonces su firma sobre un documento que establece que la región polar debe convertirse para 2020 en la más importante reserva estratégica de recursos de su país.

Rusia insiste en otorgar fuerza legal a su reclamo territorial frente a las Naciones Unidas desde 2001, por el momento sin éxito.

La tarea es tan clara como científicamente complicada, explica el presidente del Consejo del Ártico en la Federación Rusa, Anton Vasijev: “Tenemos que demostrar que el casquillo en el fondo del mar – incluida la cresta de Lomonósov – es una parte o, más precisamente, la continuación de la tierra firme. Eso es todo. Pero cuesta un tiempo y dinero increíbles”.

Intereses económicos

Dinamarca y Canadá, que ya han lanzado también su mirada a la cadena montañosa submarina, tienen otros argumentos: la cresta se halla más cerca de la isla canadiense de Ellesmere y de Groenlandia, regida por Dinamarca.

También Estados Unidos está enfrascado en obtener mediciones que le permitan pelear por el derecho de acceso a los recursos naturales de la región.

Estos países vecinos acordaron en 2008 resolver sus disputas territoriales de forma pacífica, pero el diálogo entre rusos, canadienses, estadounidenses, daneses y noruegos se presenta complejo, de cara a los lucrativos recursos que alberga el territorio. Junto a las inmensas reservas de petróleo y gas, otras considerables reservas de oro, diamante, cinc, hierro y carbón se presumen bajo el hielo eterno del Ártico.

Las consecuencias del cambio climático, comentaba Medvédev recientemente, aceleran la competencia por los recursos polares, pues el derretimiento del hielo puede hacerlos más rápidamente accesibles de lo esperado.

Seguridad nacional

Para el primer ministro Vladimir Putin se trata de mucho más que de intereses económicos. “No podemos olvidar que los intereses geopolíticos de Rusia están estrechamente ligados al Ártico. Se trata de la seguridad y la capacidad defensiva de Rusia. Aquí se encuentran nuestras más importantes bases militares y de la marina. Sobre el territorio vuelan nuestros bombarderos de largo alcance.

Aquí se encuentran importantes rutas de transporte como el Paso del Mar del Norte. Y éste es un emplazamiento importante para nuestra cooperación con otros Estados”, afirma Putin.

El objetivo fundamental del foro es sondear oportunidades de cooperación entre los representantes de los diferentes países involucrados, así como declarar el Ártico como “territorio de paz”, explicó de antemano el ministro ruso de Protección Civil, Sergei Schoigu.

El cambio climático, las consecuencias de la acción humana, los derechos de los pueblos originarios y las perspectivas de desarrollo del Ártico están en el centro de la agenda, dijo el ministro. Schoigu es además presidente de la Sociedad Geográfica Rusa, que organiza el evento, en el que participan unos 400 expertos de 15 países.

Las reglas vigentes

En la actualidad, los países ribereños del Ártico pueden explotar económicamente un área de 200 millas marinas. Pero sus reclamos van más allá. De acuerdo con la Convención de Derecho Marítimo de la ONU, aprobada en 1982, los Estados que aspiran a extender su soberanía tendrán que probar que la plataforma continental de sus territorios se adentra en la región.

No sólo Rusia, sino también Canadá y Dinamarca, se empeñan por lo tanto en demostrar que la dorsal de Lomonossov –una cadena de montañas submarinas que se extiende desde Siberia hasta Groenlandia, pasando por el Polo Norte– es la prolongación natural de sus respectivas plataformas continentales.

Hasta el año 2014 hay plazo para presentar los datos geológicos necesarios, que son por lo demás difíciles de obtener.

Pero eso probablemente no bastará para zanjar las potenciales disputas, máxime teniendo en cuenta que Estados Unidos ni siquiera ha ratificado la citada convención. En consecuencia, será necesario sentarse a negociar.

Y lo que pretende Dinamarca con la actual conferencia de Iluissat es por lo menos establecer las reglas básicas para que esas negociaciones puedan desarrollarse fructíferamente, sin que se imponga la ley de la selva en parajes tan poco selváticos.

A falta de acuerdos como el Tratado Antártico, que mantiene a raya las pretensiones de soberanía en el continente helado, los países ribereños del Ártico intentan acordar reglas para que no se imponga allí el más fuerte.

El Kremlin reclama un territorio que abarca 1,2 millones de kilómetros cuadrados en el Ártico e incluye el Polo Norte.

Revista 7 Días

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