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lunes, 4 de octubre de 2010

Persecución a pacifistas

American Curios
David Brooks

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Protesta frente a la Oficina Federal de Investigación (FBI) división Chicago por las redadas de septiembre, en las que fueron detenidos varios activistas a quienes interrogaron y les confiscaron fotografías, documentos y computadorasFoto Ap

Como cantaba el grupo rockero The Police: te estaré observando.

Parece que Big Brother sigue observando, interrogando y hasta deteniendo a todos los que las autoridades determinan que son sospechosos. Mientras la secretaria de Estado Hillary Clinton elogiaba la libertad de asociación como un derecho fundamental a nivel mundial, su gobierno persigue a asociaciones libres de activistas pro paz y críticos de sus políticas bajo sospecha de vínculos con las fuerzas del mal, hoy día definidas como terroristas.

El 30 de septiembre Clinton elogió a la Organización de Naciones Unidas (ONU) por aprobar la iniciativa del presidente Barack Obama de crear una posición nueva de relator especial sobre la libertad de asociación, al afirmar que una sociedad civil activa y vibrante es uno de los elementos esenciales de una nación libre. Subrayó que esta decisión de la ONU permite fortalecer la habilidad de activistas de la sociedad civil alrededor del mundo para llevar a cabo el cambio en sus países y aseguró que Estados Unidos seguirá encabezando la defensa de este derecho por todo el mundo.

Una semana antes, el 24 de septiembre, agentes de la FBI realizaron redadas armadas en Chicago y Minneápolis/St. Paul y detuvieron a activistas antiguerra en sus casas. Los interrogaron durante horas y les confiscaron documentos, computadoras, fotos y otros materiales, y fueron citados ante el gran jurado en Chicago. Algunos de los activistas habían sido organizadores de mítines, manifestaciones y marchas en rechazo a las guerras en Irak y Afganistán en años recientes.

Aún más preocupante fue que las redadas no sólo fueron contra activistas antiguerra, sino contra quienes han participado en actos que cuestionan y critican las políticas oficiales en torno al conflicto Israel-Palestina o Colombia, según confirmó la FBI a los medios sin ofrecer mayor detalle. Según la agencia Ap, el enfoque de la investigación es sobre posibles vínculos entre los activistas estadunidenses y grupos radicales en Medio Oriente y Colombia. Ninguno ha sido formalmente culpado, arrestado y encarcelado, pero están por presentarse y declarar ante autoridades.

Para la periodista y escritora Amy Goodman, todo esto “se trata del más reciente incidente en la actual ofensiva contra la disidencia en Estados Unidos, que persigue a activistas por la paz para acusarlos de apoyar a ‘organizaciones terroristas extranjeras’”.

De hecho, diversas organizaciones se movilizaron en varias ciudades para protestar por las redadas como actos de intimidación. Pero para complicar las cosas, Kosta Harlan, de 26 años, participante en una de estas protestas realizada frente a oficinas federales en Raleigh, Carolina del Norte, fue visitado en su casa horas después del acto por dos agentes de la FBI. Le dijeron que tenían mucha información sobre él y que deseaban hablarle de una investigación de terrorismo.

Yo creo que me persiguen por mi activismo antiguerra, comentó Harlan al periódico local Raleigh News & Observer. Harlan rehusó hablar sin tener un abogado presente, tal como marca la ley, y horas después se fue a tomar un café con otro activista en la ciudad de Durham. Poco después agentes de la FBI visitaron el colega de Harlan para preguntarle de qué había tratado la reunión con su amigo.

Justo días antes de las redadas, el inspector general de la FBI, Glenn Fine, emitió un informe en el cual concluyó que la agencia otorgó información imprecisa al Congreso como resultado de investigaciones erróneas de posibles vínculos terroristas de diversas organizaciones estadunidenses, entre ellas Greenpeace, la pacifista Centro Thomas Merton, y una de las principales agrupaciones nacionales enfocadas sobre el trato a los animales (PETA), así como la organización católica antiguerra y de apoyo a pobres Católica Worker. De hecho, el Centro Thomas Merton, que practica tácticas de no violencia, fue sujeto a vigilancia encubierta por la FBI en una de sus manifestaciones contra la guerra en 2002, ya que se sospechaba la presencia de un individuo ligado al terrorismo, algo que el inspector dijo que estaba basado en evidencia nula o muy débil, así como en muchos otros casos. El inspector general informó que la FBI a veces extendió sus investigaciones de estas organizaciones sin ninguna razón adecuada, y que a veces retuvo en sus archivos información relativa a estos grupos al clasificar la desobediencia civil no violenta como actos de terrorismo.

Para muchos ciudadanos de origen árabe o de la comunidad musulmana, poco de esto es sorprendente, ya que muchos fueron sujetos a interrogatorios y detenidos después del 11-S. Desde esas fechas, tanto la presidencia de Geroge W. Bush, como en la de Barack Obama, recurren a categorías muy amplias para justificar la vigilancia de agrupaciones opositoras o criticas de las políticas oficiales, todo dentro de la llamada guerra contra el terrorismo. Por cierto, ni se sabe qué tan extensa es esta vigilancia de agrupaciones en Estados Unidos, incluida no sólo la de activistas en actos públicos, sino en sus comunicaciones electrónicas privadas.

Pero nada de esto es muy nuevo en este país. La FBI y unidades policiacas han realizado monitoreos de actividades políticas durante décadas. Líderes del movimiento antinuclear, el movimiento antiguerra de Vietnam, las Panteras Negras y muchos más fueron espiados e intimidados. El macartismo y sus antecedentes también están registrados en la memoria colectiva de los activistas progresistas en este país. Los enemigos oficiales eran otros, pero la justificación era la misma.

Tal vez la primera misión del nuevo relator especial de la ONU sobre la libertad de asociación debería ser Estados Unidos.

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