Pemex, a espaldas de un Congreso negligente y de los muy caros cuan disfuncionales reguladores
, ya abrió una quinta división –Pemex-Las Vegas–, tan ineficiente como las otras cuatro (por cierto, un invento de Zedillo para venderlas una a una a sus controladores de EU): hoy consagrada a apostar sus enormes ganancias (las mayores del país todavía), al estilo de lo que expone la película Wall Street: El dinero nunca duerme.
Hechos: Javier Blas y Gregory Meyer, del The Financial Times (27/9/10), anunciaron que México se cubre (sic) contra una caída (sic) del precio del petróleo
. La dupla comenta que México tomó una política de seguros contra la caída (sic) de los precios del petróleo para 2011 y cubrió (nota: apostó) sus exportaciones petroleras entre 65 y 70 dólares el barril
, debido a que adoptó una visión precavida (¡súper-sic!) sobre la recuperación global
¡Ya estuvo que perdieron por enésima vez! ¿Pues no que el catarrito
ya pasó y la recuperación toca a la puerta?
Primera mentira: México ha venido apostando
en entornos tanto favorables como desfavorables desde hace bastante tiempo.
La dupla británica Blas-Meyer confiesa que México apostó
para 2010 un precio de 57 dólares el barril. ¡Se equivocaron once more time!
Hasta donde llevo la cuenta (nueve años) en forma muy superficial (si me dan acceso a las inescrutables cuentas, la puedo hacer más profunda
), Pemex-Las Vegas siempre ha perdido sus apuestas
lúdicas, con la salvedad muy extraña del año pasado que habría que analizar: dicen
haber ganado
5 mil millones de dólares.
Si la apuesta con Goldman Sachs y Barclays Capital (hoy quebrada) fue por mil 500 millones de dólares (Calderón y Carstens contribuyen al desplome del petróleo, Bajo la Lupa, 23/11/08), ¿Cómo, entonces, pudieron ganar 5 mil millones de dólares?
La dupla Blas-Meyer reconoce, mediante metáforas literarias, que México perdió su apuesta este año por mil 700 millones de dólares (¡extra-súper-sic!): Improbablemente cosechará beneficio alguno debido a que los precios del petróleo se han cotizado por arriba de su seguro (sic)
. De entrada: dudo del monto, pero si alguien perdió, entonces alguien ganó. A propósito, el hijo de un controvertido ex director de Pemex festejó alocadamente la pérdida anunciada que habíamos advertido (Bajo la Lupa, 5/8/09).
¿Qué bancos israelí-anglosajones le tomaron el pelo a Pemex-Las Vegas? ¿Habrá inculpación criminal de los responsables o se dará un legendario carpetazo al estilo panista?
La dupla Blas-Meyer comenta que el programa de México es la mayor cobertura (nota: apuesta) del mercado de materias primas en el mundo (¡extra-súper-sic!) y una de las pocas (¡súper-sic!) implementadas por una entidad soberana (¡súper-sic!), y no por una compañía
.
¿Es Calderón quien realiza las apuestas a través de la Secretaría de Hacienda, la verdadera controladora de Pemex-Las Vegas? ¿Lo sabe el disfuncional Congreso? ¿Por qué las grandes potencias petroleras del planeta –desde la OPEP pasando por Rusia hasta Brasil– no apuestan? ¿Es un secreto
único del gobierno panista neoliberal, nacido para siempre perder?
La respuesta hay que buscarla en los bancos organizadores
, dos de ellos muy pestilentes: Goldman Sachs, JP Morgan Chase y Deutsche Bank. ¿Quiénes son las contrapartes
supuestamente suicidas que apuestan al revés? ¿No serán los propios bancos aludidos que se preparan a realizar sus pletóricas ganancias el año entrante usando como cobayo de Indias al sempi-eterno perdedor gobierno panista?
Si alguien ha enfatizado un alza del petróleo a 200 dólares (¡así con tres dígitos!) el barril es precisamente Goldman Sachs (The Daily Telegraph,7/5/08). ¿Cómo acepta, entonces, Goldman Sachs el acrobático acto temerario de Calderón y Pemex-Las Vegas
? ¿Prepara Goldman Sachs (señalada como la causal de la crisis griega y, por extensión, del euro, ya no se diga de múltiples calamidades globales) un golpe similar al México neoliberal
para hipotecar sus hidrocarburos?
¿A cuánto asciende la apuesta del año entrante? La dupla británica Blas-Meyer filtra que a menos de 200 millones de barriles
. No cuadra la apuesta
tal como la estamos leyendo a 70 dólares por barril, pero siempre se salen por la tangente aduciendo la complejidad técnica
de la operación.
Perorar sobre derivados financieros
contablemente invisibles
equivale a discutir bizantinamente la eternidad de los dípteros.
De por sí la mezcla mexicana se cotiza 5 dólares por debajo del patrón texano (benchmark WIT
, que por cierto el año pasado osciló entre 70 y 80 dólares el barril ), lo cual no obstó para que México haya pagado un premio extra (¡extra-súper-sic!) entre 5 y 6 dólares (Nótese la precisión) por barril
para su apuesta, debido a las tendencias alcistas (¡súper-sic!) del mercado. ¡Santo Dios!
Los neoliberales mexicanos hace mucho que rebasaron la fase de alta-letalidad criminal sumada de vesania incoerciblemente intratable.
El problema no consiste más en que Calderón, la Secretaría de Hacienda y Pemex-Las Vegas hayan dilapidado 20 mil millones de pesos (aceptando sin conceder que ese sea el quebranto) en momentos de profunda austeridad recesiva, sino que, pese a sus incontables (literal) pérdidas, hayan colocado nuevamente su cabeza a decapitar con otro tanto el año entrante y, peor aún, hipotequen sin pudor 200 millones de barriles. Porque sin garantías tangibles, dudo que los malignos bancos, como Goldman Sachs, acepten las apuestas de un gobierno quebrado como el calderonista, aunque fuese su íntimo instrumento
.
Viene el máximo sofisma de Pemex-Las Vegas: la apuesta para el año entrante representa un seguro (sic) contra un resultado verdaderamente (sic) malo, más que una apuesta en la dirección del mercado
.
¿A qué apuestan, entonces, los panistas? ¿A una revolución que detenga la producción? Una revolución
, al contrario, elevaría geopolíticamente el precio. ¿Alguien del gobierno panista podría explicar que significa un resultado verdaderamente malo
?
La dupla Blas-Meyer aporta otro inigualable sofisma del imponderable Carstens, quien expectoró que aún perdiendo (Nota: estamos hablando de una pérdida por 20 mil millones de pesos este año) está satisfecho (¡extra-súper-sic!) por la transacción porque significa que los precios se mantuvieron elevados
. ¡Ah caray!
Definitivamente el manicomio gobierna al México neoliberal
, en su fase panista.
Conclusiones: no se puede soslayar que el efecto Tequila
fue instrumentado por Goldman Sachs en colusión con el israelí-argentino Martin Werner Wainfeld (hoy codueño del banco comunitario Mifel), quien ni siquiera era mexicano
, lo cual desembocó en la calamidad del Fobaproa/Ipab que todavía pagamos inequitativamente los mexicanos.
¿Se tropieza hoy el neoliberal Calderón, como ayer Zedillo, con la misma piedra de Goldman Sachs?
Lo peor radica en que el México neoliberal
no cesa de dilapidar obscenamente el erario, en un perido de austeridad obligada, para seguir beneficiando exclusivamente a la banca israelí-anglosajona que causó la crisis financiera global.
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