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miércoles, 23 de julio de 2008

Cómo la CIA puso uno de sus agentes en la presidencia de la República Francesa


La verdadera historia del presidente galo

Operación Sarkozy:

Como niños que han hecho una gran travesura, los franceses están hoy demasiado ocupados buscando cómo disculparse como para tener tiempo de reconocer su propia ingenuidad y la envergadura de los daños. Y también se niega a hacer algo que tenían que haber hace mucho tiempo: admitir quién es realmente NIcolas Sarkozy.

Es verdad que estamos hablando de un hombre muy hábil. A la manera de un ilusionista, ha logrado desviar la atención del público hacia su vida privada,
ofreciéndola como espectáculo y posando en las revistas de sociedad hasta hacer olvidar su trayectoria como político.

El objetivo de este artículo no es reprocharle a NIcolas Sarkozy sus relaciones familiares, sus amistades o sus relaciones profesionales. Lo que sí le reprochamos es haberle ocultado a los franceses los vínculos que lo atan, cuando
sus compatriotas creían, erradamente, que estaban eligiendo a un hombre libre.

Para poder entender cómo fue que un hombre en el que todos ven hoy a un agente de Estados Unidos y de Israel logró convertirse en jefe del partido gaullista y después en presidente de la República Francesa, es necesario mirar hacia el pasado. Tenemos que abrir un amplio paréntesis para presentar a los protagonistas que hoy están concretando su revancha.

Secretos de familia

En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, los servicios de inteligencia de Estados Unidos recurren al padrino italo-estadounidense
Lucky Luciano para garantizar la seguridad de los puertos estadounidenses y preparar el desembarco de los Aliados en Sicilia. El responsable de los contactos de Luciano con los servicios estadounidenses es Frank Wisner Sr. Más tarde, cuando el «padrino» es liberado y se exila en Italia, el encargado de mantener los contactos en su «embajador» corso, Etienne Leandri.

En 1958, Estados Unidos, preocupado ante la posibilidad de la victoria del FLN en Argelia, hecho que abriría la puerta a la influencia soviética en el norte de África, decide planificar un golpe de Estado militar en Francia. En la organización de esta operación participan de conjunto la Dirección de Planificación de la CIA –teóricamente bajo la dirección de Frank Wisner Sr.– y la OTAN. Pero Wisner ha sucumbido ya ante la demencia así que quien supervisa el golpe no es otro que su sucesor: Allan Dulles. Desde Argel, un grupo de generales franceses crean un Comité de Salvación Pública, que presiona al poder civil –en París– y lo obliga a otorgar plenos poderes al general De Gaulle, sin tener que recurrir a la fuerza.

Pero Charles De Gaulle no es el peón que los anglosajones esperaban poder manejar. Al principio, De Gaulle trata de resolver la contradicción colonial concediendo una amplia autonomía a los territorios de ultramar en el seno de la Unión Francesa. Pero, es ya demasiado tarde para salvar el imperio francés porque los pueblos han dejado de creer en las promesas de la metrópoli y exigen la independencia. Luego de dirigir exitosamente feroces campañas represivas contra los independentistas, De Gaulle acepta lo que ya resulta evidente. Haciendo gala de una sabiduría política poco común, se decide a conceder la independencia a todas las colonias.
Aquellos que lo habían conducido al poder interpretan este brusco viraje como una traición. La CIA y la OTAN apoyan entonces todo tipo de conspiraciones para eliminarlo, entre ellas un golpe de Estado que fracasa y unos 40 intentos de asesinato. Pero algunos de sus partidarios aprueban su evolución política y crean el SAC, una especie de milicia destinada a protegerlo, alrededor de Charles Pasqua.

Pasqua es simultáneamente truhán corso y ex combatiente de la Resistencia Francesa contra los nazis. Casado con la hija de un traficante canadiense que se hizo rico en la época de la Ley Seca, Pasqua dirige la firma
Ricard que, luego de haber comercializado una bebida prohibida –el ajenjo– se hace de una reputación de respetabilidad vendiendo anís. Sin embargo, la firma sigue sirviendo de pantalla para todo tipo de tráficos relacionados con la familia italo-newyorkina de los Genovese –la familia del propio Lucky Luciano. No resulta entonces sorprendente que Pasqua recurra a Etienne Leandri (el «embajador» de Luciano) para reclutar a los esbirros que conformarán la milicia gaullista. Un tercer hombre desempeña también un papel protagónico en la formación del SAC: el ex guardaespaldas de De Gaulle, Achille Peretti –otro corso.
Bajo esa protección, De Gaulle traza con elegancia una política de independencia nacional.
Confirma su permanencia en el bando atlántico a la vez que pone en tela de juicio el liderazgo anglosajón. Se opone a la entrada del Reino Unido en el Mercado Común (1961 y 1967); rechaza el despliegue de las tropas de la ONU en el Congo (1961); estimula a los Estados latinoamericanos a liberarse del imperialismo estadounidense (discurso de México, en 1964); expulsa a la OTAN de Francia y se retira del Comando Integrado de la alianza atlántica (1966); denuncia la guerra de Vietnam (discurso de Phnon Penh, en 1966); condena el expansionismo israelí durante la guerra de Seis Días (1967); se pronuncia a favor de la independencia de Québec (discurso de Montreal, en 1967); etc.

Simultáneamente, De Gaulle consolida el poderío de Francia al dotarla de un complejo militaro-industrial que incluye la fuerza de disuasión nuclear y garantizando su aprovisionamiento energético. A los incómodos corsos, los aleja de su entorno confiándoles misiones el extranjero. Etienne Leandri se convierte así en el corredor del grupo Elf (conocido hoy como
Total, tercer grupo petrolero en el mundo), mientras que Charles Pasqua se convierte en el hombre de confianza de los jefes de Estado del África francófona.
Consciente de que no puede desafiar a los anglosajones en todos terrenos a la vez, De Gaulle se alía con la familia Rothschild. Designa como primer ministro al apoderado del banco Rothschild, Georges Pompidou. Ambos forman un eficaz equipo. La audacia política de De Gaulle no pierde nunca de vista el realismo económico de Pompidou.

Al dimitir De Gaulle, en 1969, Georges Pompidou ocupa brevemente la presidencia antes de morir víctima de un cáncer. Los gaullistas históricos no admiten su liderazgo y se inquietan de su tendencia anglófila. Lo denuncian como traidor cuando Pompidou, con el apoyo del secretario general de la presidencia francesa Edouard Balladur, permite la entrada de «la pérfida Albión» en el Mercado Común Europeo.
La fabricación de Nicolas Sarkozy

Después de describir la escenografía, volvamos a nuestro personaje principal: Nicolas Sarkozy. Nacido en 1955, es hijo de un noble húngaro, Pal Sarkosy de Nagy-Bocsam, que llegó a Francia huyendo del Ejército Rojo, y de Andrée Mallah, judía proveniente en Tesalónica. Después de tener tres hijos (Guillaume, Nicolas y Francois), la pareja se divorcia. Pal Sarkosy de Nagy-Bocsa se casa de nuevo con Christine de Ganay, una aristócrata con la que tendrá dos hijos (Pierre-Olivier y Carolina). En vez de ser educado solamente por sus padres, Nicolas se verá sometido a los vaivenes de esta familia “reconstruida”.

Su madre se convierte en secretaria de Achille Peretti. Después participar como cofundador en la creación del SAC, el guardaespaldas de De Gaulle había hecho una brillante carrera política. Resultó electo diputado y alcalde de Neuilly-sur-Seine, el más rico suburbio de París, y más tarde, presidente de la Asamblea Nacional.

Sin embargo, en 1972 Achille Peretti enfrenta graves acusaciones. La revista Time revela en Estados Unidos la existencia de una organización criminal secreta, «la Unión Corsa» que controla gran parte del tráfico de estupefacientes entre Europa y Estados Unidos. Se trata de la celebre
«french connexion» que Hollywood llevará posteriormente a la pantalla. Basándose en audiencias del Congreso y en sus propias investigaciones, la revista Time menciona el nombre de un jefe mafioso, Jean Ventura, arrestado en años anteriores en Canadá y que no es otra cosa que el delegado comercial de Charles Pasqua en la firma Ricard. Se mencionan los nombres de varias familias como dirigentes de la «Unión Corsa», entre ellas el de la familia Peretti. Achille desmiente, pero se ve obligado a renunciar a la presidencia de la Asamblea Nacional francesa y sobrevive incluso a un «suicidio»....

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