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sábado, 26 de abril de 2008

La personalidad de Fidel

Lamberto García Zapata
lzapata39@yahoo.com.mx

Algo que pone de manifiesto el humanismo de Fidel, es que deja conocer fácilmente al ser humano que él encarna, por lo cual, de acuerdo al principio de que se ama lo que se conoce, es fácil amarlo.


Quizás en donde se expresa la mayor grandeza de Fidel, es en su capacidad para olvidarse de sí mismo y correlativa entrega, que entraña la capacidad para amar. En su actitud de entrega a la causa revolucionaria y a la justicia en el mundo, se evidencia lo anterior. No obstante, no es un asceta, un místico o un individuo carente de sensibilidad, es amante de las cosas de la vida de carácter humano, pero privilegiando siempre lo espiritual: la verdad, la libertad y el amor.

Todo lo ha hecho Fidel en forma muy intensa: servir al prójimo, luchar, aprender, amar, leer, enseñar, trabajar, reconocer los meritos de otros, tratar y conocer gente, interesarse en las mas diversas cuestiones desde cocinar hasta las escuelas filosóficas más complejas, pasando por el conocimiento de La biblia. También ha sido intensa su solidaridad con el prójimo, la practica de la honestidad, el análisis de los detalles de cada asunto, su iniciativa de acciones para la lucha, la práctica del deporte.

La Revolución cubana, gracias al asedio terrible de Estados Unidos, ha atravesado etapas desesperantes que se antojarían imposibles de superar para cualquier país. Es el caso de la crisis de octubre, de la crisis económica que produjo la cancelación de la cuota azucarera por parte de EU, de los errores cometidos por los dirigentes de la Revolución luego de 1975 que hicieron de la economía cubana un desbarajuste; y lo mas dramático: la caída de la URRS unida al reforzamiento del bloqueo yanqui, que provocaron el periodo especial a partir de 1990. Todas han sido situaciones trágicas. Parecería, en cada una de ellas, que para no morir de hambre, al país no le quedaría otra opción que renunciar a sus ideales revolucionarios y socialistas, volver al capitalismo y aceptar nuevamente el dominio de EU.

Sin embargo, no ha sido así y sin claudicar a uno solo de sus principios, la Revolución y el socialismo en Cuba han seguido adelante. Ello, sin duda, se debe al espíritu de lucha, a la fe y a la dignidad que Fidel le ha inyectado al pueblo cubano; y a la unidad que ha forjado en torno a él. En la crisis de octubre, el pueblo cubano veía ya todo perdido, menos la dignidad, con la que estuvo dispuesto a enfrentar las consecuencias de su libertad.

Fidel es un hombre sumamente apasionado, valiente y de emociones muy fuertes. Pero nunca por sus pasiones o instintos ha perdido la cabeza ni ha dicho o hecho cosas contrarias a la razón de las que luego se haya arrepentido. Detrás de sus discursos apasionados, está la razón guiando las pasiones.

“Quien cuide su vida la perderá”, nos enseña la máxima bíblica. Por ello Fidel no ha perdido su vida, porque nunca la ha cuidado. Amándola a la vez la desprecia, la sitúa muy por debajo de sus principios y de las cosas elevadas del mundo, que él ve, sobre todo, en la justicia.

No es posible imaginar otro ser humano que haya sido objeto de tantos atentados contra su vida por parte de las fuerzas más poderosas del mundo, y haya salido ileso. Nunca ni siquiera lo hirieron. EU planeó 634 asesinatos contra Fidel. Pero ninguno resultó exitoso.

Nunca por interés político, Fidel ha hecho una maniobra o una jugada perversa en perjuicio de alguien. En su lucha política, sus tácticas han sido siempre abiertas y honestas. Y ha sido el gobernante de un país pobre, más aclamado por las masas, más admirado y más respetado por los gobernantes de las naciones ricas.

En esa visión no estamos solos. Por inmensas y desmedidas que hayan sido las calumnias yanquis contra Fidel, los pueblos perciben la verdad. No es casual que en todas las ciudades del orbe donde Fidel se presentaba, las masas salían a aclamarlo. Sabían o al menos intuían que estaban ante el mayor representante de los humillados del mundo, lo cual explica también los odios y enconos en su contra de los poderosos y de intelectuales pequeñoburgueses, que ubican sobre la defensa de la Revolución valores convencionales muy inferiores a la justicia que ya Aristóteles concebía como la máxima virtud; que le recriminan a Fidel sus métodos para defender la Revolución y culpan de no aplicar los principios de la democracia liberal , aún encarnando Fidel, como nadie, al gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Frente a éstos, gran cantidad de pensadores del mundo, de diversas disciplinas, desde filósofos hasta políticos y escritores, pasando por ciudadanos comunes, han tenido también conceptos, que por el nivel de elogio, en ocasiones sorprenden: para el escritor de Sri Lanka, Dayan Jayatilleka, Fidel es, nada menos, que “lo más aproximativo que tenemos a lo que Nietzsche llamo el hombre superior”.

Por nuestra parte, así como Jayatilleka se vale de Nietzsche para ubicar a Fidel como hombre del porvenir, nosotros nos valemos de Marx para el mismo efecto. Para Marx la humanidad se encuentra en su prehistoria y serán necesarios el fin de la propiedad privada y de la enajenación para que entre a “su propia historia” o sea, que arribe plenamente a lo humano, que según concebimos Fidel prefigura. Por eso coincidimos plenamente con quien ha dicho que Fidel “viene del futuro”.

El presidente Lula de Brasil ha dicho que Fidel ha sido “El único mito viviente en la historia de la humanidad”; y para el gobierno de Nicaragua, Fidel “es un gigante” en esa historia.

Para la Madre Teresa de Calcuta, una de las cosas que más le agradecía a Dios en su vida, era haber conocido a Fidel Castro; para Armando Hart, la sabiduría de Fidel y el crisol de sus ideas, han contribuido de manera sustancial a concebir y avanzar hacía ese mundo mejor al que aspiran cientos de millones de personas en todo el planeta”.

De acuerdo a García Márquez, cuando Fidel está rodeado de la gente, “mas que en la intimidad, (es) cuando se descubre al ser humano insólito que el resplandor de su propia imagen no deja ver”; “Es el hombre más tierno que he conocido… incapaz de concebir ninguna idea que no sea descomunal”, nos dice el propio Gabo.

Para El che, Fidel despierta fanatismo en quienes están alrededor de él y a la hora de su muerte su último pensamiento sería para él. Otros también han dicho lo anterior. Guevara, símbolo de las más elevadas virtudes que la juventud persigue, cuya imagen ha sido la más difundida en la historia, siempre consideró a Fidel como su maestro, lo admiró, lo respetó y lo siguió. Para Tomas Borge, Fidel es: “el dirigente más atractivo y elocuente de la época contemporánea”. Para Lee Lockwood, periodista estadunidense: “No hay nadie en ninguna parte, como Fidel Castro”. Para Camilo Cienfuegos: “Más fácil me será dejar de respirar, que no serle fiel a su confianza”. Para Claudia Furiati: “Ningún líder ha ejercido tanta fascinación sobre multitudes de jóvenes esperanzados como Fidel”. Para Herbert Matthews: “Fidel Castro es uno de los hombres más extraordinarios de nuestra era” y para Ignacio Ramonet, “Fidel hace todo por amor”.

No sólo su personalidad es conmovedora. En consonancia con ello, su obra. Es conmovedor que solo, partiendo de cero, haya diseñado y dirigido la Revolución más profunda de la historia, el triunfo de su pequeño Ejército Rebelde sobre los enormes ejércitos de Batista y las tácticas y estrategias desplegadas para impedir durante casi 50 años que los yanquis acabaran con dicha Revolución. De igual forma, es conmovedor, el que solo, sin el apoyo de ningún grupo o partido político, haya combatido legal y políticamente el golpe de Batista, con tanta gallardía.

Nos conmueve el trato humano dado siempre a sus enemigos no asesinos, así fueran los soldados de Batista capturados en combate, los mercenarios de la invasión a Playa Girón o quienes a lo largo de 50 años han querido asesinarlo. Nos conmueve que un joven miliciano de 17 años de edad, instantes antes de morir en defensa de la Revolución, escribiera con su sangre el nombre de Fidel en un muro. Al igual que al Che, nos conmueve que con el apoyo resuelto de su pueblo defendiera la soberanía de Cuba frente a lo acordado por EU y la URSS, no permitiendo que potencias extranjeras inspeccionaran la salida de armas nucleares de la Isla: “nunca brilló más alto un estadista”, dice el propio Che.
Nos conmueve lo intenso de su “motor interior”, que ha hecho de él una “fuerza telúrica” y que bajo su impulso se hayan logrado increíbles avances científicos, en materia educativa y de salud en Cuba, pese al bloqueo norteamericano. Nos conmueve su radicalismo que implica el no quedarse en lo aparente y superficial de los asuntos sino en llegar siempre a su raíz; su capacidad organizativa, su genio militar; todo lo cual es en él extraordinario. Nos conmueve su forma de comunicarse con las masas a las que siempre hacía sentir que todos son uno y lo mismo, incluyéndose él entre ellas. Nos conmueve que quizás como nadie más, haya hecho realidad sus sueños por descomunales que parecieran. Nos conmueve la Segunda Declaración de La Habana pese a sus predicciones fallidas; el impulso enorme de Fidel a la solidaridad internacional; y el haber hecho el bien a millones de seres humanos.

Al haber llevado una existencia plagada de realizaciones inmensas, habría sido imposible que su obra la hubiera realizado sin errores. Falló en sus predicciones de las guerrillas latinoamericanas, en el tratamiento de la Revolución a los homosexuales y cristianos, en la aceptación del periodo gris de la cultura en Cuba entre 1971 y 1976, en el descuido de las políticas que dieron lugar al periodo de rectificación de errores y tendencias negativas en 1986. Aunque éstos hayan sido problemas de la Revolución y no de un solo hombre, sin duda, por su influencia tan grande, Fidel tuvo su parte de responsabilidad en ellos. No obstante, tal responsabilidad, ni con mucho obscurece su obra sublime de revolucionario, exaltada en el mundo durante décadas, como quizás, con excepción de Lenin, no lo haya sido ninguna otra obra en la historia.

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