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viernes, 10 de abril de 2020

Trump ante tres crisis históricas




Al final de su mandato presidencial, tres crisis estallaron en manos de Trump: la pandemia del coronavirus (Covid-19), el desplome del petróleo y la caída de Estados Unidos y el mundo capitalista en la primera Gran Depresión del siglo XXI. Y, como suele suceder en las grandes crisis, en él y en todos los seres humanos está aflorando lo que se trae en la piel o se ha pulido en cuanto a humildad, solidaridad, generosidad, sabiduría, inteligencia, valentía, soberbia, ignorancia, mediocridad, cobardía y miedos.
Frente a la crisis histórica mundial de salud pública por el Covid-19, que exigió aplicar, desde el primer momento de su notificación, medidas de emergencia para proteger la salud y la vida de su pueblo, Trump quedó paralizado por su soberbia, ineptitud y desprecio por la vida de la gente; aceptando que morirán entre 100 y 200 mil estadunidenses, como declaró su asesor en salud, Anthony Fauci. Su respuesta tardía colocó al pueblo de Estados Unidos ante la peor catástrofe epidemiológica de su historia; desbordando la velocidad de la propagación del contagio, la disponibilidad de materiales, medicamentos, hospitales y personal médico necesarios para responder a la emergencia.
Frente al desplome histórico del precio del petróleo, en porcentajes semejantes a lo que sucedió durante la Gran Depresión de 1929, su respuesta ha sido ordenar el envío de buques de guerra hacia el Caribe, rumbo a Venezuela, así como el arribo de tropas y mercenarios en Colombia. Estados Unidos está amenazado de una sensible reducción de su producción petrolera interna por las pérdidas que agobian a sus productores de fracking. La solicitud de amparo que presentó la petrolera de shale, Whiting Petroleum Corporation, conforme al capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos, esgrimiendo incapacidad para solventar sus deudas, es el anticipo de la ola de quiebras en puerta de empresas petroleras y relacionadas con esta actividad y que superará sus experiencias de 2015.
No sólo las compañías petroleras de fracking están siendo cimbradas por la magnitud de la caída de los precios del petróleo. Al colocarse el precio del barril West Texas Intermediate ( WTI) a 14.71 dólares en el mercado spot el pasado 30 de marzo, la mayoría de los productores petroleros estadunidenses operaron con pérdidas, por lo que comenzó a declinar la producción de los estados de Texas, Dakota del Norte, Nuevo México, Oklahoma y Colorado, lo cual representa 70 por ciento de la producción petrolera estadunidense.
La caída de Estados Unidos en su primer Gran Depresión económica del siglo XXI, martillada por el Covid-19, disminuirá la demanda interna de hidrocarburos y amortiguará su apremio inmediato de volúmenes importantes de importación, pero no podrá recuperar los niveles de producción petrolera que alcanzó durante 2019. Un escenario posible es que al extenderse el impacto de la Gran Depresión a la mayor parte de las economías capitalistas del mundo, la contracción de la demanda petrolera provocará sobreoferta y será una barrera para que los precios recuperen pronto el nivel promedio de 57 dólares el barril del WTI y de 64 dólares el Brent a que llegaron en 2019.
Canadá y México, países que en 2019 vendieron a Estados Unidos 3 millones 800 mil barriles diarios y 600 mil, respectivamente, al operar con pérdidas respecto a sus costos de producción no podrán incrementar sus exportaciones. Es probable, por el contrario, que ambos países reduzcan su producción o, como lo anunció AMLO, México tratará de aumentar su consumo en el mercado interno recuperando la capacidad de proceso de sus refinerías que aún es inferior a 50 por ciento, ante la incompetencia para contratar con rapidez y eficiencia los trabajos de mantenimiento de sus plantas.
Frente a la Gran Depresión, que está paralizando la actividad industrial, comercial y financiera de Estados Unidos, Trump asume, como ya se advierte, decisiones tardías para proteger al pueblo estadunidense de la escasez, desempleo y carestía de los produc-tos básicos. Sin embargo, dará mayor impulso a sus planes guerreros para prevenir la potencial amenaza a la seguridad energética, en particular al petróleo, de Estados Unidos. Una de sus opciones será incrementar sus importaciones petroleras desde los lejanos países del Medio Oriente. Otra es apoderarse del manejo del petróleo de Venezuela, apoyando con su ejército y mercenarios a opositores al gobierno de Nicolás Maduro, sin cejar en su tentativa de asesinato, como ha significado poner precio a su arresto y pretender juzgarlo bajo la falaz acusación de operaciones de narcotráfico dirigidas a Estados Unidos, que constituye el mayor mercado de consumo de estupefacientes del planeta.
Sin duda, ensayará una combinación de unas y otras, como lo hará sentir en el proyecto futuro del petróleo mexicano, tratando de aprovechar la crisis que también atraviesa a México.

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