Guatemala
Cuando una estructura 
criminal logra controlar un organismo o institución del Estado, la 
entidad se orienta a facilitar las fechorías y el encubrimiento de los 
actos anómalos y criminales.
Esto fue lo que sucedió en el período 
2012-2015, cuando la estructura criminal —conocida como La Línea— logró 
organizarse como Partido Patriota, ganó la elección a la presidencia y 
orientó el Organismo Ejecutivo al logro de sus fines. También ocurrió en
 el Legislativo y en algunos ámbitos del Organismo Judicial durante los 
gobiernos del Frente Republicano Guatemalteco (FRG, 2000-2004) y de la 
Unión Nacional de la Esperanza (UNE, 2008-2012), lo cual se evidencia 
con el caso Transurbano, en el cual resultan comprometidos un 
expresidente y exministros. 
 En la actualidad, estamos frente a 
una articulación política que sigue actuando en el Estado para hacer uso
 de la política y de los recursos públicos en beneficio de unos pocos, 
tal como ha sido denunciado y sobre lo cual existen evidencias. Esta 
articulación política ha sido denominada pacto de corrupción e 
impunidad. 
 Los hechos que evidencian la existencia de dicho 
pacto informan que este está integrado por empresarios y empresas, 
políticos y partidos políticos, militares (activos o en retiro), 
funcionarios, medios de comunicación masiva, fundaciones y 
organizaciones propiamente mafiosas y criminales, entre otros actores 
que han hecho uso ilícito de las instituciones, las políticas y los 
recursos públicos para enriquecerse, lograr ventajas competitivas en el 
mercado, aumentar las ganancias de sus empresas y perpetrar violaciones 
de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad durante el conflicto 
armado. 
 A pesar de que no todos los que integran este pacto 
—algunos convictos o prófugos en proceso de enjuiciamiento o de 
investigación criminal— están relacionados directamente, comparten el 
haberse involucrado en hechos ilícitos, anómalos e inconstitucionales al
 tiempo que integraban un bloque político cada vez más nutrido y fuerte,
 con presencia y control principalmente en los organismos Ejecutivo y 
Legislativo y en los más importantes Gobiernos municipales. 
 El 
objetivo de este pacto es enriquecerse a través de prácticas corruptas y
 garantizarse impunidad. Su estrategia es compleja e incluye varias 
acciones: a) entorpecimiento y reversión de los procesos judiciales en 
su contra; b) detención de los procesos de investigación criminal, lo 
cual pasa por lograr la salida del jefe de la Comisión Internacional 
contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), pero también por poner fin a 
esta comisión y controlar finalmente la fiscalía general del Ministerio 
Público (MP); c) captura y control de instituciones públicas 
estratégicas como el Legislativo, dependencias como la Superintendencia 
de Administración Tributaria (SAT) y el Ministerio de Gobernación, donde
 han avanzado en su propósito, y d) aprobación de leyes que les 
beneficien y garanticen impunidad, como la modificación al Código Civil 
pretendida en septiembre de 2017 y la aprobación de leyes que 
criminalicen acciones de protesta social y limiten la libertad de 
emisión del pensamiento. 
 En este marco, es posible sospechar 
que el atentado contra la fiscal de Derechos Humanos ocurrido el 15 de 
febrero se trate de una acción para detener juicios e investigaciones en
 materia de violación de derechos humanos y de crímenes de lesa 
humanidad. Puede ser, asimismo, una amenaza velada a los funcionarios 
del MP y de la Cicig con el propósito de detener su labor, en especial 
en casos de alto impacto que han sido presentados ante tribunales o que 
podrían estar en proceso de indagación. 
 Así las cosas, el pacto
 de corrupción e impunidad tiene orígenes de larga data, pero emergió 
como tal en el 2015 y continúa avanzando en la actualidad. Su impacto se
 observa en materia de legislación y de políticas regresivas para 
facilitar el saqueo de los bienes comunes y la aplicación de medidas 
represivas. También se evidencia en avances en su propósito de 
entorpecer la labor de organismos a cargo de la investigación y el 
enjuiciamiento criminales. 
 Enfrentar dicho pacto requiere una 
acción decidida, organizada y articulada. Solo así se logrará detener su
 avance. En ese sentido, en este momento es esencial que dicha acción se
 oriente al sostenimiento y el desarrollo de los procesos de 
investigación y enjuiciamiento en marcha, así como a lograr una 
selección de un nuevo fiscal general del MP que no esté comprometido con
 ese pacto y cuente con la capacidad y la calidad ética indispensables 
para cumplir su mandato. 
Fuente original: www.plazapublica.com.gt
 

 
 
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