El futuro de Kuczynski en Perú
Nueva Sociedad
| Kuczynski está contra las cuerdas. El indulto a Fujimori y el escándalo del Lava Jato amenazan su futuro. ¿Lo seguirá acompañando la buena fortuna? | 
El presidente de Perú, 
Pedro Pablo Kuczynski (PPK), ganó la segunda vuelta en 2016 por 0,25% de
 diferencia con respecto a Keiko Fujimori. La campaña fue intensa y 
bastante crispada. Un mal reflejo de alguno de los candidatos pudo haber
 cambiado la historia electoral. Hacia el final de la campaña, PPK 
atrajo el voto antifujimorista, asociando a Keiko Fujimori con la 
dictadura, el autoritarismo y la corrupción. Este voto le permitió 
sobrepasar a Keiko Fujimori y sacar ese estrecho margen de victoria.
El
 antifujimorismo es una fuerza viva en la sociedad. En la elección de 
2011 fue determinante en la victoria de Ollanta Humala contra la misma 
Keiko Fujimori. Se trata de un grupo heterogéneo de votantes, de 
izquierda, liberales y jóvenes, que enarbolan las banderas de la memoria
 de las épocas de Alberto Fujimori y reaccionan a la amenaza del 
autoritarismo de Fuerza Popular, el actual partido de su hija Keiko.
Desde
 el inicio del gobierno, Fuerza Popular mostró dientes contra el 
gobierno. La amplia mayoría lograda en el Congreso (73 de 130 curules) 
le permitía desafiar al Ejecutivo. El primer enfrentamiento serio se 
produjo a finales de 2016 por la interpelación y censura del entonces 
ministro de Educación Jaime Saavedra, un reconocido técnico que fue el 
único ministro que tuvo continuidad desde el gobierno anterior. 
El
 sector de ciudadanos y líderes de opinión antifujimoristas le pedía 
desde ese entonces a PPK que se enfrentara abiertamente con el 
fujimorismo, planteando una cuestión de confianza a todo el gabinete. El
 contragolpe de esta jugada es que, según la Constitución peruana, si el
 Congreso censura a dos gabinetes, el presidente está facultado 
constitucionalmente para cerrarlo. Sin embargo, un par de días antes de 
la interpelación al ministro, el presidente anunció que no haría la 
cuestión de confianza.
En enero de 2017 se produjo el segundo 
choque. Esta vez el fujimorismo puso en la mira al entonces ministro de 
Economía Alfredo Thorne, uno de los cargos con mayor poder en el 
Ejecutivo. Luego de la presentación de Thorne en el Congreso, se le 
exigía su renuncia, pero, por el contrario, el ministro hizo un pedido 
de confianza a nivel personal. El congreso le negó la confianza por lo 
que Thorne tuvo que renunciar. El tercer choque se dio por una potencial
 moción de censura contra el ex ministro de Transporte y Comunicaciones y
 vicepresidente Martín Vizcarra. Ante la arremetida de la oposición, 
Vizcarra prefirió renunciar.
El enfrentamiento más fuerte se dio 
por un nuevo pedido de censura contra la ex ministra de Educación Marilú
 Martens en octubre de 2017. El entonces primer ministro Fernando Zavala
 solicitó cuestión de confianza a todo el gabinete, el congreso le negó 
la confianza y todo el gabinete tuvo que renunciar. 
En todos 
estos enfrentamientos, la corriente antifujimorista clamaba por un 
enfrentamiento directo del presidente con el fujimorismo. Con la 
cuestión de confianza planteada por Zavala parecía que por fin PPK se 
animaba a frenar los arrebatos de Fuerza Popular. Se pedía que coloque 
como primer ministro a alguien abiertamente contrario a Keiko Fujimori. 
PPK actuó conservadoramente y nombró a su vice presidente Mercedes Aráoz
 como primer ministro.
Desde un comienzo, los líderes de opinión 
antifujimoristas proponían que las constantes censuras de ministros eran
 pasos previos para el objetivo final. Según esta versión, Keiko 
Fujimori, con ánimos revanchistas, tenía en mente la vacancia de PPK y 
la convocatoria anticipada a nuevas elecciones.
Cuando las cosas 
parecían ir en esta dirección, diversos hechos que excedían al gobierno 
le daban un respiro al Ejecutivo. El Fenómeno del Niño, por ejemplo, fue
 un desastre natural de gran magnitud que reunió a los peruanos bajo el 
objetivo de la ayuda humanitaria y calmó las arremetidas de la 
oposición. Otro hecho, más fortuito, fue la clasificación de Perú al 
mundial de fútbol, que inspiró un ánimo optimista aunque pasajero, pero 
que resultó muy útil para el gobierno. Este año, la visita del Papa 
Francisco también jugó un papel para calmar las tensiones políticas. A 
PPK se le han aparecido varios salvavidas a lo largo de su gestión.
Algunas
 voces indican que el presidente tiene estrella. La fortuna de PPK 
radica en salir bien parado de situaciones difíciles, muchas veces 
gracias a hechos fortuitos. Su fortuna se pondría a prueba en el último 
choque con Fuerza Popular.
 A mediados de diciembre 2017, la 
comisión del congreso encargada del caso Lava Jato presentó documentos 
donde Odebrecht, una de las empresas involucradas, reportaba pagos a 
Kuczynski por asesorías, cuando fue ministro de Economía y primer 
ministro durante el gobierno de Alejandro Toledo. El Congreso presentó 
una moción de vacancia y la sesión de deliberación se programó para el 
21 de diciembre. Un día antes, el presidente apareció en un mensaje a la
 nación donde se lamentó de no haber presentado una cuestión de 
confianza al primer intento de censura de sus ministros y calificó la 
vacancia como un golpe de estado. Este mensaje iba dirigido frontalmente
 al fujimorismo atacando uno de sus flancos débiles: sus raíces 
antidemocráticas. Con este mensaje el presidente se vestía nuevamente 
con el traje antifujimorista, con la esperanza de torcer el rumbo de la 
vacancia, como le funcionó en la elección. 
Para vacar al 
presidente se necesitan un mínimo de 87 votos en el Congreso, más de los
 que tenía Fuerza Popular. Si en la votación para la presentación de la 
moción de vacancia, proceso inicial dado unos días antes, 93 
congresistas votaron a favor, en esta oportunidad los votos eran 
contados uno a uno. 
El antifujimorismo le permitió a Kuczynski 
ser presidente. Sin embargo, esta corriente de opinión, fuerte en las 
urnas, no tiene una presencia formal en el Congreso. El antifujimorismo 
no garantizaba votos en contra de la vacancia. La estrella de PPK no 
podía contar con esta ayuda.
La votación final depararía una gran
 sorpresa. Kenyi Fujimori, congresista de la república, acompañado de 
otros nueve parlamentarios, votaron en contra de la vacancia restando 
votos vitales a Fuerza Popular, partido dominado por su hermana Keiko. 
La fortuna del presidente Kuczynski no vino del antifujimorismo sino, 
vaya ironía, desde el mismo fujimorismo y ahí dentro, desde el mismísimo
 Alberto Fujimori, quien se dio el trabajo de llamar uno a uno a estos 
disidentes de Fuerza Popular que había congregado su hijo menor. 
Kenyi
 Fujimori, congresista electo con la mayor votación en el actual 
Parlamento, tenía en la liberación de su padre el punto principal (y 
casi único) de su agenda legislativa. Al ver que dentro de Fuerza 
Popular no había avances para lograr la libertad de su padre, optó por 
vías alternativas. Kenyi Fujimori le pidió directamente al presidente 
por la libertad de su padre. El hecho es que tres días después de la 
frustrada vacancia, Kuczynski devolvió el favor y concedió el indulto 
humanitario a Alberto Fujimori. 
A pesar de haber negado una 
negociación, la concatenación de eventos ha atado la vacancia al 
indulto. PPK tuvo la habilidad de usar este salvavidas en el momento 
oportuno y la fortuna del enfrentamiento entre hermanos Fujimori por la 
libertad de su padre. 
Para el sector antifujimorista, el indulto
 fue un límite que PPK no debió cruzar. De aquí en adelante, el 
presidente ya no puede contar con este sector. Por el contrario, los 
sectores de izquierda asociados al antifujimorismo están impulsando una 
nueva moción de vacancia en el congreso. En la calle, donde el 
antifujimorismo es fuerte, diferentes colectivos se unieron para 
impulsar una serie de marchas contra el indulto.
El futuro del 
presidente es oscuro, pero era aún más sombrío en diciembre. Ahora, la 
nueva moción de vacancia no tiene la fuerza de la anterior. Las marchas 
en las calles se han desinflado. No queda claro si nuevas revelaciones 
del caso Lava Jato podrían afectar al presidente. La oposición 
fujimorista ha perdido fuerza y votos con la salida de la facción de 
Kenyi Fujimori de Fuerza Popular. 
En el corto plazo, la estrella
 de PPK parece que juega a su favor, pues aparecen un par de salvavidas.
 Se vienen la Cumbre de las Américas en abril y sobre todo el inicio del
 mundial de fútbol en junio. Esos eventos pueden ser nuevos respiros a 
un gobierno conectado al respirador artificial.
Sin embargo, la 
debilidad del gobierno es tal que un cambio en alguna de estas 
condiciones inestables podría precipitar la caída de Kuczynski. El día 
de mala suerte de PPK podría llegar pronto si Jorge Barata, implicado en
 el caso Lava Jato, declara hechos graves con respecto al presidente y 
eso desencadena protestas masivas, unifica a la oposición y quiebra al 
Ejecutivo. Para gobernar, un presidente no puede depender demasiado de 
su buena fortuna. Requiere, sobre todo, de la virtud de hacer política, 
aspecto que PPK relega. O bien podríamos repetir el caso del ex 
presidente Alejandro Toledo: un gobierno permanentemente inestable y con
 baja aceptación ciudadana.
 

 
 
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