El complejo panorama 
político que vive Perú y la actuación de las autoridades de ese país en 
relación con Venezuela ponen en entredicho hoy que Lima sea la sede de 
la VIII Cumbre de las Américas, prevista a celebrarse en abril venidero,
 y cuyo tema central de debate será nada menos y nada más que la 
“gobernabilidad democrática frente a la corrupción”.
Analistas 
latinoamericanos coinciden en que actualmente en esa nación andina reina
 la ingobernabilidad, se enfrenta una grave crisis política y los hechos
 de corrupción son el pan de cada día, e involucran al ejecutivo del 
presidente Pedro Pablo Kuczynski, conocido por PPK.
Reportes de 
prensa adelantaron este miércoles que PPK corre el riesgo nuevamente de 
ser obligado a dimitir por el Parlamento nacional, y citan encuestas que
 señalan que más del 70 por ciento de los peruanos favorecen la renuncia
 del Jefe de Estado.
Recordaron que Kuczynski escapó 
recientemente de una moción de censura en el Congreso que pretendió 
sacarlo del poder, y consiguió mantenerse en la silla presidencial 
gracias a un “pacto secreto” con una parte de la oposición con la cual 
negoció el indulto ofrecido al exdictador Alberto Fujimori.
La 
excercalación de Fujimori generó a su vez numerosas protestas en casi 
todas las ciudades de Perú y el rechazo de la comunidad internacional, e
 hizo descender la cada vez más pobre popularidad de PPK, agobiado y 
estremecido por constantes sismos políticos. 
Hace pocas horas, 
el presidente de la Corte Suprema de Justicia del país sudamericano, 
Duberlí Rodríguez, informó que existe la probabilidad de que el 
exmandatario Fujimori, dos meses después de ser indultado, afronte en 
libertad un juicio por la matanza de seis campesinos en 1992 en la 
localidad de Pativilca, uno de los cinco distritos de la Provincia de 
Barranca del Departamento de Lima. 
Por su parte, un tribunal de 
la Corte Suprema determinó que el perdón concedido al exdictador, quien 
salió libre 15 años antes de cumplir una condena como autor mediato de 
25 asesinatos y dos secuestros agravados, no impide que sea procesado 
por delitos diferentes. 
En medio de ese enrevesado escenario, 
que nadie se atreve a augurar su futuro, Perú es el país designado para 
acoger la VIII Cumbre de las Américas que auspicia la Organización de 
Estados Americanos (OEA). 
Precisamente por el referido panorama,
 los mismos analistas latinoamericanos concuerdan en que existe una 
marcada incertidumbre acerca del hecho concreto de que Lima cumpla hoy 
las condiciones para recibir a los dignatarios de los 35 Estados 
miembros de la OEA, más la invitada Cuba.
Subrayan al mismo 
tiempo que para dudar todavía más de su condición de anfitrión, 
Kuczynski asumió la determinación del llamado “Grupo de Lima”, un 
“grupejo” minoritario alineado a Estados Unidos para atacar a la 
Revolución Bolivariana, de intentar excluir al presidente de Venezuela, 
Nicolás Maduro, de la cita de las Américas.
Tal actuación 
violatoria del Derecho Internacional, alentada por el secretario general
 de la OEA, Luis Almagro, y la oligarquía regional, ha sido criticada 
hasta por el diario peruano La República, nada sospechoso de ser 
progresista y muchos menos pro-Maduro, sino todo lo contrario.
El
 influyente cotidiano resaltó, en un reciente editorial, que con esa 
actitud hacia Venezuela se pone en riesgo el “prestigio de la política 
exterior de Perú, que precisa de acuerdos y amistades en el contexto de 
un proceso integrador en este hemisferio.”
Para conocedores de la
 siempre complicada situación interna peruana, PPK está utilizando a 
Venezuela con el propósito de recibir favores de Washington e intentar 
sobrevivir políticamente, pero los tiros le están saliendo por la 
culata, hasta el punto de poner en entredicho la celebración en su país 
de la Cumbre de las Américas.   
 

 
 
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