Prensa Rural
Se cumplen 10 años 
del caso que destapó unos de los peores crímenes del Estado contra el 
pueblo colombiano, los llamados desde entonces como Falsos Positivos. En
 febrero de 2008 varios jóvenes del municipio de Soacha desaparecieron 
desconociéndose su paradero. Fue hasta octubre de ese mismo año, cuando 
aparecieron como “guerrilleros muertos en combate”.
Rubiela Giraldo, madre de Diego Armando Marín, narra cómo desapareció su hijo la semana del 6 de febrero de 2008:
“Diego
 tendría hoy 31 añitos, a él se lo llevaron de 21 años (…) a Diego lo 
llamaron a las 7:00 a.m. que había un trabajo, se arregló y se fue, y el
 hermano lo vio salir, ya iba con el reclutador. Él salió con Daniel 
Martínez, que fue el otro chico que mataron con él”. [1]
Igualmente,
 María Sanabria, madre de Jaime Estiven Valencia Sanabria, dijo que hace
 10 años a las 11 del día se llevaron a su niño de 16 años, al cual la 
Brigada XV del Ejército Nacional engañó, secuestró, asesinó y luego hizo
 pasar como “guerrillero muerto en combate”, en la época de la 
tristemente célebre política de la Seguridad Democrática, del gobierno 
de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010).
Lo lamentable es que estos 
fueron solo dos casos de las 5.265 vidas de jóvenes, hombres y mujeres 
de procedencia humilde, que terminaron en ejecuciones extrajudiciales, 
cometidas en Colombia entre los años 2002 y 2010 de acuerdo al Centro de
 Investigación y Educación Popular (CINEP). En 2015, el Centro Nacional 
de Memoria Histórica y Naciones Unidas registró un porcentaje de 
impunidad del 95 por ciento en los casos de ejecuciones extrajudiciales 
en el país. [2]
“Los resultados se miden en litros de sangre”
El
 presidente Uribe prometió “exterminar la guerrilla en 18 meses”. 
Ospina, su Ministro de Defensa, expidió la Directiva 29 de 2005, donde 
ofreció 3 millones 800 mil pesos por el cadáver de cada guerrillero. Así
 se originó la cacería de colombianos humildes e inocentes, por parte de
 las Fuerzas Militares, para matarlos y presentarlos como “guerrilleros 
muertos en combate”… matanza nombrada en Colombia, como Falsos 
Positivos.
En los niveles medios y bajos del Ejército estatal, las órdenes fueron estas:
“Cada
 comandante de Compañía me debe responder por un muerto en combate cada 
mes y la Sección Segunda [B2: Inteligencia Militar] me debe responder 
por tres muertos al mes. En este momento la guerra se mide por litros de
 sangre, el comandante que no tenga resultados de muertos por mes tendrá
 la sanción correspondiente y se verá reflejado en su folio de vida”.
Estas
 eran las órdenes que daba a sus tropas el teniente coronel Wilson 
Ramírez Cedeño, en la Brigada XIV del Ejército, con sede en el municipio
 de Puerto Berrío, Antioquia. Las cita el teniente que las recibió, 
Edgar Iván Flórez Maestre, en una diligencia de queja presentada en 
Medellín, a la Procuraduría General de la Nación el 15 de diciembre de 
2009. El teniente Flórez Maestre estaba siendo procesado por el 
asesinato en estado de indefensión de un campesino inocente, en la 
vereda Jabonal Alto, en Yondó, Antioquia, el 8 de julio de 2008.
Este
 Falso Positivo demuestra cómo perpetraron miles de asesinatos bajo una 
modalidad siniestra y por la que sus ideólogos y determinadores se 
niegan a responder.
Impunidad al desnudo
Un informe
 de la Corte Penal Internacional (CPI) de 2016, afirmó que la Fiscalía 
sigue recibiendo casos de Falsos Positivos y que, según los datos 
aportados por parte del gobierno de Colombia, a esa fecha había 817 
sentencias condenatorias contra 961 miembros de las Fuerzas Armadas por 
Falsos Positivos, y para julio de ese año, se investigaban 2.241 casos 
de asesinatos extrajudiciales, con un total de 4.190 víctimas de estos 
crímenes. Las condenas únicamente apuntan a miembros de las Fuerzas 
Militares de rangos bajos y medios, dejando a un lado a generales y 
altos mandos, quienes son los que orientan que “la guerra se mida en 
litros de sangre” [3].
En julio de 2017 la Fiscal jefe de la CPI visitó a Colombia y expresó, que:
“Los
 Falsos Positivos son crímenes de Lesa Humanidad, porque se trata de 
asesinatos y desapariciones forzadas cometidos de manera sistemática 
contra la población civil”.
En esa misma visita Fabricio Guariglia, Director de la División de enjuiciamiento de la CPI, manifestó, que:
“Las
 investigaciones de la Justicia colombiana sobre los Falsos Positivos, 
apenas llegan hasta los mandos intermedios de la cadena de mando”.
Tres casos de enero pasado
Esta
 práctica sigue vigente como fue denunciado recientemente con la muerte 
de dos cazadores en Arauca Luis y Miller Díaz López, indígenas de la 
comunidad de Betoy, que fueron presentados como bajas al ELN por el 
Ejército, el mes pasado. Y los falsos combates en Valdivia, Antioquia, 
donde presentaron a una pobladora como cabecilla y a dos mototaxistas 
como guerrilleros, y anunciaron unas bajas que nunca aparecieron. Y el 
campesino Miguel Eduardo Parra, quien el 25 de enero fue asesinado por 
el Ejército, el cual intentó hacerlo pasar por guerrillero, cuando en 
realidad era líder campesino de la Asociación Municipal de Juntas de 
Acción Comunal de Chitagá (Asojuntas), Santander. [4]
Crecen los Falsos Positivos Judiciales
Hoy
 en día, muchos inocentes son criminalizados en los noticieros, y 
seguidamente encarcelados y asesinados. Como son los casos de los Falsos
 Positivos Judiciales, donde han encarcelado a líderes sociales y 
estudiantiles acusándolos de pertenecer a la insurgencia, con pruebas 
falsas o sin ninguna prueba como fue el caso de los 13 estudiantes 
universitarios en 2015; y los ahora acusados por supuestamente 
pertenecer al MRP. Los perfiles que tienen los estudiantes de 
universidad pública, en muchos casos activistas y pensadores críticos, 
se han vuelto el “chivo expiatorio” perfecto para el Estado.
Estas
 prácticas se han hecho sistemáticas, y más aún en temporada electoral. 
Presionan a militares y policías a mostrar un resultado positivo en 
bajas y capturas. Inclusive, en otro caso, se llegó al punto de 
encarcelar a varios líderes campesinos en el Sur de Bolívar solamente 
con el argumento de “promover marchas contra el gobierno”. Esto es 
claramente terror de Estado para impedir la movilización de la 
población. Después de 8 meses en prisión, “el juez Primero penal del 
Circuito de Cartagena, ordenó la libertad inmediata de Milena Quiroz y 5
 líderes que habían sido retenidos en el Sur de Bolívar, debido a que no
 existió una investigación seria por parte de la Fiscalía, que los 
testimonios eran contradictorios y que este caso es asociado con los mal
 llamados “Falsos Positivos Judiciales””. [5]
No
 hay nada más peligroso que militares y policía buscando “resultados 
positivos”, bajo presión de sus superiores jerárquicos. Aunque la mayor 
parte de las muertes por Falsos Positivos se presentaron durante la 
época de Seguridad Democrática de Uribe, esta modalidad operativa 
persiste y se ha convertido en política de Estado.
Las grandes 
empresas de comunicación se han encargado de ser jueces, y exigir 
castigo, “mano dura” y persecución militar a la criminalidad, a la 
insurgencia e incluso a la protesta social o cualquier tipo de oposición
 política… pero se torna muda ante la impunidad de los crímenes 
estatales, como los Falsos Positivos. ¿Hasta cuándo?
Notas
[4] Revista Insurreccion 618 / Artículo: Reaparece el fantasma de los falsos positivos http://eln-voces.com/index.php/voce...
Fuente original: http://prensarural.org/spip/spip.php?article22745
 

 
 
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