José Steinsleger
Imaginemos  que
 una suerte de Rip van Winkle latinoamericano, medio filosófico y algo 
negligente, se quedó dormido en 1975 y despertó 20 años después. ¿Con 
qué mundo se habría encontrado? Antes de seguir, recordemos al personaje
 retratado por Washington Irving (1783-1859) en una de sus mejores (y 
acaso no tan ficticia) alegorías.
Rip vivía al pie de las montañas Catskill (noroeste del estado de 
Nueva York), cuando aquel territorio era colonia de Inglaterra. Hombre 
bueno y sencillo, era servicial con las cosas de los demás, y vago con 
las propias. Su refugio era el club de los pintorescos filósofos del 
pueblo, que siempre debatían las mismas cosas.
En uno de sus paseos, Rip se cruza con un enano que lo invita a 
conocer a sus amigos que viven en un extraño paraje del bosque. Bebe de 
su licor y se duerme. Cuando despierta, busca en vano al enano. Y al 
regresar se halla con otro pueblo y su casa yace en ruinas. Los 
filósofos le advierten que ahora está mal visto hablar del rey, y por 
ahí ve el retrato de George Washington…
Nuestro Rip van Winkle es el que se quedó dormido en 1975. Fijemos 
este año, elegido al azar: dictadura fascista en Chile, golpe de Estado 
derechista en Perú, asesinato del poeta Roque Dalton en El Salvador, 
furia homicida de la Alianza Anticomunista Argentina y, como siempre 
desde su fundación, una Organización de Estados Americanos (OEA) 
manipulada por Estados Unidos.
Rip despierta en 1995, se encuentra con el mundo que vislumbró en sus
 pesadillas, y al que le resulta difícil adaptarse. El bloque socialista
 había dejado de existir, los niños le enseñan a manejar el sistema 
operativo Windows 95 y el navegador Explorer, y lee que en el 50 
aniversario de las Naciones Unidas William Clinton señala a Irán, Irak, 
Libia y Sudán como 
enemigos.
Aturdido, el desidioso Rip encuentra nuevamente al enano maldito, y 
le pide beber una vez más de su licor. Pero al despertar, 20 años 
después, se encuentra con otro mundo, imposible ya de entender. Los 
viejos filósofos le advierten que las noticias son ahora 
falsas noticias, y que la
posverdadocupa el lugar de la verdad. Cosa que lo desconcierta, pues él acostumbraba a dormir soñando con la realidad. Por consiguiente, decide mantenerse despierto para recordar a los viejos filósofos lo que parecían haber olvidado.
No recordaba todo, claro, pero sí que las 
noticias falsasy la
posverdadhabían sido inventadas por la OEA. Decía, por ejemplo, que el hecho de que Hugo Chávez ganase democráticamente una y otra vez las elecciones era para la OEA una verdad aparente, secundaria y más importante que la propia verdad.
Para sostener esa hipótesis, la OEA empezó por reconocer todos los 
puntos de vistaposibles con respecto a Venezuela, negando y dando por relativos los hechos objetivos. Aberración que fue considerada como el
derecho a pensar distinto. Así pues, en 2001 el organismo aprobó en Lima la llamada Carta Democrática, que Estados Unidos y Canadá no firmaron y en la que, para decirlo en corto, la verdad debía ser vista como algo menos importante de lo que aparentaba ser verdad.
¿Se entiende, no? Los viejos filósofos no entendían. Entonces, Rip 
explicó que en la propia Carta Constitutiva de la OEA se consagraba el 
principio de 
no intervención(artículo 15 fundacional de 1948, y 18 de la Carta de 1970), en tanto el artículo 5-D señala que sus ideales se rigen por la “democracia participativa…”
Rip recordó que en la 33 Asamblea General (Chile, 2003), la OEA 
recrudeció la ofensiva contra Venezuela, y que a instancias de Estados 
Unidos abogó por un 
plan antiterrorista para la región. Pero al año siguiente, a causa de la invasión del imperio a Haití, Washington quitó respaldo a la carta y la OEA se sumergió en un galimatías jurídico.
En todo caso, Rip gozaba narrando la 34 asamblea (Quito, 2004), 
cuando la OEA eligió a su nuevo secretario general por aclamación, el 
demócrata cristiano Miguel Ángel Rodríguez. Ex presidente de Costa Rica 
(1998/2002), Rodríguez abogó por 
la democracia en Cuba y Venezuela, y el tema central del cónclave fue la
lucha contra la corrupción. Diecisiete días después, acusado de corrupción, su carrera política estaba terminada, y el efímero secretario general ingresaba a una celda común en San José, despojado de cinturón, corbata, reloj y lapicero.
Rip van Winkle admite que en el periodo referido, los buenos sueños 
fueron más que las pesadillas: respuesta ejemplar del pueblo bolivariano
 cuando la oligarquía trató de voltear a Chávez (2002), tiro de gracia 
al ALCA en la Cumbre de presidentes de Mar del Plata (2005), llegada al 
poder de Lula da Silva, Néstor Kirchner, Evo Morales, Fernando Lugo, 
Rafael Correa, Manuel Zelaya…
El dormilón de Rip terminó su alocución, preguntando a los viejos 
filósofos que, supuestamente, habían permanecido en vigilia: ¿es verdad o
 
posverdadque sólo a los medios y la
crisis económicahay que achacar que aquellos avances se hayan caído al primer ventarrón, como un castillo de naipes?
 

 
 
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