El presidente Donald 
Trump parece tener una política exterior que cambia constantemente. 
Muchos analistas han documentado que publica una cosa en Twitter y unas 
cuantas horas después dice o hace algo diferente.
Esta repetida incertidumbre acerca de lo que piensa o pretende hacer 
ha sido profundamente desconcertante para casi todo mundo. Al interior 
de Estados Unidos sus principales colaboradores designados parecen 
asumir posiciones que son diferentes de las de él. Y en cualquier caso, 
no se les previene de los virajes en la línea de acción. Aun algunos de 
sus más fieles simpatizantes populares encuentran los cambios confusos 
(aunque no encuentren razón para dejar de respaldarlo).
Fuera de Estados Unidos, presidentes, primeros ministros y 
diplomáticos parecen perturbarse por la impredictibilidad o la falta de 
claridad de los puntos de vista de Trump. Esto con frecuencia se expresa
 de la siguiente forma: Ahora sabemos X, pero esto es una posición 
táctica. ¿Cuál es la visión de largo alcance de Trump, si es que acaso 
tiene una?
Si uno se pone en los zapatos de Trump, el cuadro puede ser muy 
diferente. Primero que nada, si yo Trump, soy impredecible, tengo cierta
 fuerza extra en mi posición, dado que otros podrán intentar acomodar 
por adelantado lo que piensan que es mi postura.
Además, la incoherencia de mi posición es un modo de calibrar cuál es
 la posición que mejor sirve a mis intereses, que implican incrementar 
mi poder dentro y fuera de Estados Unidos. Mantener mi posición personal
 y en segundo lugar la de Estados Unidos es mi objetivo primordial. No 
tengo y no quiero tener una 
visiónde compromiso de largo plazo. No soy un ideólogo, sino una persona que busca una posición de dominación.
Ahora hagamos un viraje a la perspectiva de la mayoría de la 
población mundial que no son simpatizantes de Trump. De hecho, la 
mayoría teme la 
incoherenciade Trump pues, como presidente de Estados Unidos, controla el ejército estadunidense y su terrible armamento. Nosotros, la mayoría, tememos que no se halle en control de sí mismo. Tememos que es egoísta y susceptible, y que pueda lanzar acciones irreversibles en un arranque de irritación.
Por esta razón estaríamos relativamente más felices si de hecho 
tuviera una visión de largo plazo y, por tanto, un compromiso con 
ciertas actividades que contrarresten sus arranques de irritación. En 
suma, queremos que sea coherente. Queremos que se comprometa con algo, 
sean los derechos humanos o el control de la inmigración. Queremos una 
mayor certeza.
Así que así está. A casi todo mundo le disgusta la falta de 
una visión de largo plazo. Casi todos piensan que sería mejor, desde su 
punto de vista, que tuviera una visión así. Casi todo mundo quiere que 
sea un ideólogo. El principal disidente de esta esperanza es el mismo 
Trump.
Personalmente pienso que todo este modo de análisis está de cabeza. 
Pienso que sería peor, no mejor, si tuviera una visión, un compromiso, 
una ideología. Déjenme explicar. Tiene que ver con lo que podría 
minimizar el daño que Trump es capaz de hacer a Estados Unidos y al 
mundo en su doble capacidad como 1) líder incontrovertido de un 
movimiento social mundial y 2) presidente electo de Estados Unidos y 
líder del Partido Republicano.
Estoy interesado en lo que todos podamos hacer para afectar sus 
decisiones reales. Existen campañas de resistencia, ahora, en Estados 
Unidos y en otras partes. Hay potencias mundiales importantes (pienso 
particularmente en China, Rusia e Irán) que buscan forzarlo a modificar 
sus posiciones.
Hasta donde puedo entender, tanto las campañas de resistencia como 
los esfuerzos de otras potencias mundiales importantes han tenido, de 
hecho, un efecto, y lo han conducido, en varios puntos, a modificar su 
posición. Pienso que estas iniciativas tienen cierta oportunidad de 
mantener a Estados Unidos sin involucrarse demasiado en el pantano de 
Medio Oriente. No demasiado, no es cero. Pero reducir el involucramiento
 es mejor que nada.
La razón por la que estos esfuerzos pudieran forzar una modificación 
de su posición es precisamente porque no tiene un compromiso firme con 
nada. Su impredictibilidad es la sola arma que el resto de nosotros 
tenemos contra el Trump guerrero. Hacerlo menos impredecible significa 
hacerlo menos abierto al cambio. En cierta forma, esto nos condenaría.
Lo que tenemos que mantener en la mente en los próximos meses son sus
 ulteriores arreglos con China. La reciente reunión del presidente Xi, 
de China, y Trump, fue un buen comienzo y es evidencia de la postura que
 tomé hace poco, de que ambos países se acercarán en vez de alejarse. 
Debemos observar si se hace algo realmente serio para 
castigara Rusia o para romper con las mejoradas relaciones con Irán.
Sospecho que Trump terminará resultando el gran 
indeciso. Esto, por supuesto, debilitará su posición. Pero hacer cualquier otra cosa debilitará su posición aún más. ¡Hurra por la impredictibilidad!
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein
 

 
 
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