
Damien  Millet - Sophie Perchellet -
Eric Toussaint (especial para ARGENPRESS.info)
Eric Toussaint (especial para ARGENPRESS.info)
Desde hace dos años aparece una cuestión recurrente, pero nunca efectivizada: la reglamentación financiera mundial. Esta vez tampoco se logró, como era de prever, llegar a un resultado concreto. Ante una población que está pagando muy caro los efectos de la crisis, de cuyo estallido no tiene ninguna responsabilidad, los gobiernos simulan el deseo de animarse a redefinir las normas del juego mundial, a pesar de que, desde hace décadas, abogan por el abandono de cualquier regla que proteja a los pueblos.
Reglamentación del mercado de productos derivados  -innovaciones financieras de pura especulación sin ninguna utilidad  social-, normas sobre los fondos propios impuestas a los bancos,  limitación de los bonus de los dirigentes de los grandes bancos que por  ahora se reparten sin ton ni son, impuesto a los grandes bancos o a las  transacciones financieras, temas que mostraron las fuertes divergencias  que existen en el seno del G20, que es muy cómodo como excusa para no  decidir nada. El «tema de la reglamentación bancaria» se ha trasladado a  la próxima cumbre del G20, convocada para Seúl en noviembre 2010. Un  medio como cualquier otro para no avanzar sobre este problema, que sin  embargo, es fundamental.
En cada uno de estos  shows mediáticos sigue siendo entonada la misma cantinela contra el  proteccionismo. En todo el planeta, la Organización Mundial del Comercio (OMC), apoyada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional  (FMI), se autoconcedió la misión de destruir todas las protecciones  nacionales decretadas obstáculos al libre comercio. Haciendo esto, los  derechos fundamentales de los pueblos, tales como el derecho a la  soberanía alimentaria, son sacrificados en el altar del crecimiento y  del beneficio de las corporaciones transnacionales.
Sin  embargo, las diferentes crisis que sacudieron al mundo estas últimas  décadas tienen sus raíces en esta liberalización del comercio y de los  flujos de capitales esencialmente especulativos. La gran  desreglamentación financiera de los años noventa, la desestructuración  de sectores completos de las economías nacionales y la disgregación del  Estado prepararon el terreno a la feroz ofensiva de los tenedores de  capitales contra las poblaciones del mundo entero, primero las del Sur y  luego también las del Norte.
La crisis actual y  los planes de salvataje de los bancos aumentaron las deudas públicas de  los países del Norte. El huracán de austeridad que se cierne sobre los  países europeos provoca drásticas reducciones de los gastos públicos,  mientras se mantienen las rentas del capital. Así es como el G20 se  comprometió a «reducir a la mitad los déficit de aquí al 2013 y a  disminuir la deuda pública respecto al PIB antes de 2016».
Estas acciones van en contra de los intereses de las clases populares y en pro de las clases sociales más favorecidas. Las recetas fraudulentas aplicadas a partir de los años ochenta están de vuelta: reducción o congelación de los salarios, aumento del IVA, liberalización del mercado de trabajo, privatizaciones de empresas públicas, reforma del sistema  de pensiones son medidas de austeridad cuyas primeras víctimas están  entre las poblaciones con mayor grado de precariedad. Desde 2008, el FMI  abrió líneas de crédito a una decena de países europeos. En Islandia,  la población dejó bien claro que no pagará por los errores y los  despropósitos del sector bancario y financiero. En Rumania, la reducción  de un 15 % en las jubilaciones fue juzgada como anticonstitucional a  pesar de las presiones del FMI. En Ucrania, las relaciones entre el FMI y  el gobierno están bloqueadas después de la decisión unilateral de este  último de aumentar un 25 % el salario mínimo. En Grecia, hubo cinco  huelgas generales. Numerosas manifestaciones populares tuvieron y tienen  lugar en los países víctimas de estas políticas, y también en Toronto  donde las manifestaciones contra el G20 fueron brutalmente reprimidas.
 trabajo, privatizaciones de empresas públicas, reforma del sistema  de pensiones son medidas de austeridad cuyas primeras víctimas están  entre las poblaciones con mayor grado de precariedad. Desde 2008, el FMI  abrió líneas de crédito a una decena de países europeos. En Islandia,  la población dejó bien claro que no pagará por los errores y los  despropósitos del sector bancario y financiero. En Rumania, la reducción  de un 15 % en las jubilaciones fue juzgada como anticonstitucional a  pesar de las presiones del FMI. En Ucrania, las relaciones entre el FMI y  el gobierno están bloqueadas después de la decisión unilateral de este  último de aumentar un 25 % el salario mínimo. En Grecia, hubo cinco  huelgas generales. Numerosas manifestaciones populares tuvieron y tienen  lugar en los países víctimas de estas políticas, y también en Toronto  donde las manifestaciones contra el G20 fueron brutalmente reprimidas.
Estas acciones van en contra de los intereses de las clases populares y en pro de las clases sociales más favorecidas. Las recetas fraudulentas aplicadas a partir de los años ochenta están de vuelta: reducción o congelación de los salarios, aumento del IVA, liberalización del mercado de
 trabajo, privatizaciones de empresas públicas, reforma del sistema  de pensiones son medidas de austeridad cuyas primeras víctimas están  entre las poblaciones con mayor grado de precariedad. Desde 2008, el FMI  abrió líneas de crédito a una decena de países europeos. En Islandia,  la población dejó bien claro que no pagará por los errores y los  despropósitos del sector bancario y financiero. En Rumania, la reducción  de un 15 % en las jubilaciones fue juzgada como anticonstitucional a  pesar de las presiones del FMI. En Ucrania, las relaciones entre el FMI y  el gobierno están bloqueadas después de la decisión unilateral de este  último de aumentar un 25 % el salario mínimo. En Grecia, hubo cinco  huelgas generales. Numerosas manifestaciones populares tuvieron y tienen  lugar en los países víctimas de estas políticas, y también en Toronto  donde las manifestaciones contra el G20 fueron brutalmente reprimidas.
 trabajo, privatizaciones de empresas públicas, reforma del sistema  de pensiones son medidas de austeridad cuyas primeras víctimas están  entre las poblaciones con mayor grado de precariedad. Desde 2008, el FMI  abrió líneas de crédito a una decena de países europeos. En Islandia,  la población dejó bien claro que no pagará por los errores y los  despropósitos del sector bancario y financiero. En Rumania, la reducción  de un 15 % en las jubilaciones fue juzgada como anticonstitucional a  pesar de las presiones del FMI. En Ucrania, las relaciones entre el FMI y  el gobierno están bloqueadas después de la decisión unilateral de este  último de aumentar un 25 % el salario mínimo. En Grecia, hubo cinco  huelgas generales. Numerosas manifestaciones populares tuvieron y tienen  lugar en los países víctimas de estas políticas, y también en Toronto  donde las manifestaciones contra el G20 fueron brutalmente reprimidas.Esta cumbre del G20 sólo fue un hito más en el camino hacia  la salida capitalista de la crisis. Para aquellas y aquellos que luchan  por la justicia social, este G20 es más bien...un G20 superficial, que  repite sin cesar las mismas e injustificables exigencias, y que vuelve a  sacar las antiguas «soluciones», que en realidad no lo son. O sea, que  ni G8, ni G20, sino atacar la raíz del problema y para ello: expropiar  los bancos para transferirlos al sector pública bajo control ciudadano,  realizar una auditoría ciudadana de la deuda pública con el fin de  anular la deuda ilegítima, instaurar una verdadera justicia fiscal  general y una redistribución más justa de la riqueza, luchar contra el  fraude fiscal masivo, reglamentar los mercados financieros mediante la  creación de un registro de propietarios de títulos y por la prohibición  de ventas al descubierto, reducir radicalmente el tiempo de trabajo para  crear empleos aumentado los salarios y las jubilaciones. Por lo tanto,  es urgente actuar en pro de una gran movilización popular, para llegar a  la convergencia de las luchas locales en el plano internacional y  conseguir acabar con las políticas de regresión social.
Eric Toussaint es  portavoz y vicepresidente del CADTM Francia y presidente del CADTM  Bélgica, respectivamente.
Traducido:  Griselda Pinero y Raul Quiroz
Foto:  Canadá - Imagen oficial de la Cumbre del G20.
 
 
 
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