Ángel Guerra Cabrera
Estados Unidos, desesperado
ante el fracaso de sus intentos por destruir la revolución bolivariana,
ha nombrado a un payaso como presidente de Venezuela. Equivalente a una
declaración de guerra, ha puesto nuestra región a las puertas de un
conflicto bélico de grandes proporciones. Juan Guaidó fue preparado en
Estados Unidos y en Serbia para el cambio de régimen bajo la supervisión
de la CIA y puesto en circulación hace unos meses hasta su ilegal
autoproclamación el 23 de enero.
Si Washington y sus satélites en el cártel de Lima y en la
Unión Europea logran consumar la anhelada intervención militar en
Venezuela, cualquier coalición imperialista podría, desde ese momento,
al margen del derecho internacional, hacer lo mismo contra gobiernos que
no sean de su agrado. Después de muchas intentonas golpistas, Venezuela
es sometida desde 2013 a una guerra híbrida: bloqueo financiero y
comercial, desabastecimiento selectivo de productos e inflación
comprobadamente inducida por los capitales externos y sus súbditos
internos de la oligarquía local, guerra mediática internacional y actos
terroristas focalizados.
En Venezuela no se necesita ayuda humanitaria. Bastaría que
Washington comenzara por liberar los aproximadamente 23 mil millones de
dólares que retiene al tesoro venezolano. Sólo con ellos, Venezuela
podría comprar los mil millones de dólares en medicamentos que necesita
durante un año y quedaría sobradamente para otras necesidades
apremiantes.
Venezuela mantiene la producción agropecuaria y en algunos renglones
la ha aumentado, su industria y minería continúan funcionando. La
producción petrolera ha caído debido a la falta de piezas de repuesto,
la resequedad financiera y la actividad contrarrevolucionaria en su
interior, pero ya sienta bases firmes para volver a crecer. Existe una
industria farmacéutica en manos de trasnacionales que intencionalmente,
para generar disgusto en la población, no produce ciertos medicamentos
críticos en cantidad suficiente y oportuna. En los últimos 7 años, el
país ha construido 2 millones 500 mil viviendas de calidad en entornos
urbanísticos amigables. Mantiene una escolarización de más de 7 millones
de infantes en escuelas primarias, ha aplicado 8 millones de vacunas en
coordinación con la Organización Mundial de la Salud. En resumen,
hablar de crisis humanitaria y de necesidad de ayuda no es más que un
pretexto para una intervención militar.
Es perverso calificar de ilegítimo al presidente Nicolás Maduro. Fue
electo en 2018 en comicios en los que votaron más de 8 millones de
ciudadanos, de los cuales, más de 6 millones lo hicieron por el
abanderado de la revolución, 67.84 por ciento. El ente electoral que
contó los votos fue el mismo que en 2015 certificó la importante
victoria de la oposición en los comicios parlamentarios. Numerosos
observadores no reportaron ninguna irregularidad de importancia. La
oposición tuvo presentes a sus técnicos, como siempre, en las numerosas
auditorías realizadas al sistema electoral. Dos pequeños partidos
políticos de extrema derecha se abstuvieron de competir, pero ello no
invalida la elección según la ley
Las organizaciones políticas que no presentaron candidatos seguían la
orden dada por Washington cuando, en el momento en que se firmaría el
acuerdo para una solución política al conflicto entre el gobierno
bolivariano y la oposición, se retiraron de la mesa de negociación ante
el asombro de los mediadores: el expresidente del gobierno español José
Luis Rodríguez Zapatero y el mandatario dominicano Danilo Medina.
Comenzaba así la recta final del nuevo plan imperialista para derrocar
al mandatario venezolano, apoderarse de los cuantiosos recursos de
Venezuela y aniquilar al chavismo como sujeto histórico a escala
latinocaribeña. En agosto de este año se realizó el fallido intento de
magnicidio contra Maduro, seguido de varios ataques terroristas
puntuales para dañar la infraestructura energética y agresiones a
pequeños cuarteles que buscan dividir a la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana (FANB).
Pero Caracas y todas las ciudades venezolanas permanecen tranquilas,
alegres y las pruebas de apoyo popular y lealtad de las FANB al
presidente son contundentes. Maduro ha participado en maniobras con las
principales unidades militares y navales. En una reunión en la que nos
habló de este tema, relató emotivamente su encuentro con los 200 pilotos
de combate partícipes de la defensa antiaérea.
Defender la soberanía y la integridad territorial de Venezuela es hoy
deber sagrado de todas las mujeres y los hombres amantes de la paz,
porque la patria bolivariana ha devenido epicentro de la disputa mundial
entre el orden unipolar defendido por Washington y el multipolar al que
aspiran China y Rusia con el apoyo de los gobiernos independientes. En
esta encrucijada se decidirá no sólo la soberanía venezolana, sino la de
todos los pueblos del mundo.
Twitter: @aguerraguerra

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