Como sucede en las problemáticas
políticas del convulsionado tiempo que se vive en el ámbito planetario,
en el caso venezolano se enfrentan fundamentalmente dos perspectivas
ideológicas. Por un lado, quienes apoyan la soberanía y el derecho de
autodeterminación de la República Bolivariana de Venezuela reconocen a
Nicolás Maduro como el único y legítimo presidente constitucional; se
congratulan de la voluntad irreductible de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana de permanecer leales a su comandante en jefe y de negarse a
dar un golpe de Estado; y quienes, en el otro polo equidistante, se
posicionan en favor del injerencismo de Estados Unidos, abierto y
declarado, apoyan su guerra no convencional de amplio espectro,
económica, política, mediática y militar contra el pueblo y su gobierno;
niegan la vigencia del estado de derecho y el orden institucional del
país, y los que rigen internacionalmente; buscan desesperadamente
hacerse del poder por medio de la violencia terrorista, el sicariato, el
paramilitarismo, el golpe de Estado, o por medio de una intervención
militar extranjera. No hay que confundirse, no son el
conflicto políticoy el supuesto
autoritarismo de Madurolos factores explicativos de la actual coyuntura. En Venezuela, las antípodas claves son: revolución, patria, poder popular versus contrarrevolución, imperialismo, poder oligárquico.
Cuando se observa el actual asedio de los imperialistas
estadunidenses y sus aliados subalternos de Europa, América Latina y
otras latitudes contra Venezuela, en complicidad con una oposición
apátrida, servil y obsecuente a los intereses de Estados Unidos, surge
la interrogante: ¿Por qué no ha sido derrocado el gobierno del
presidente Nicolás Maduro? La respuesta la encontramos en la conciencia
política de la mayoría del pueblo venezolano.
Precisamente, uno de los legados del comandante Hugo Chávez fue
restituir y fortalecer el sentimiento de patria, tan aberrante para las
derechas colaboracionistas y pro imperialistas del mundo entero. Se han
recobrado la dignidad nacional y el sentido de pertenencia a una
Venezuela rescatada por el proyecto emancipador chavista-bolivariano que
ha propiciado grandes transformaciones sociopolíticas. A dos décadas de
iniciado el proceso revolucionario, éste ha calado en amplitud y
profundidad en sectores importantes de la sociedad de ese país hermano,
y, de manera particular, en sus fuerzas armadas. Se ha logrado
consolidar la unidad cívico-militar, que incluye la conformación de las
Milicias Bolivarianas que movilizarían a dos millones de efectivos en el
caso de una invasión o emergencia extraordinaria. Que no se equivoquen
los golpistas locales y foráneos en cuanto a desestimar los cambios
experimentados en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana durante el
chavismo y su papel protagónico en la definición: revolución versus contrarrevolución, patria versus imperialismo.
A partir de la base nacional, el comandante Chávez rescató también el
concepto de socialismo. Provee una perspectiva de clase a un movimiento
nacionalitario que se desarrolla a pesar de la crisis de los paradigmas
en torno al socialismo real. Con estas dos estrategias
teórico-ideológicas, patriotismo y socialismo, se fortalece el
antimperialismo, que, en su interrelación, constituyen causas nodales
que explican la sobrevivencia de la Revolución Bolivariana; se
constituye el sustrato articulador de esta gesta revolucionaria y uno de
los aportes políticos más importantes de Chávez junto con su propuesta
de construir el poder comunal.
La dirección político-militar bolivariana ha comprendido que la
unidad de los diferentes sectores del polo revolucionario debe
consolidarse en el poder comunal, en la participación activa de todos
los sectores sociales organizados en los distintos niveles del gobierno y
toma de decisiones; la revolución en la revolución que señala Maduro
continuamente; la lucha contra la corrupción y el burocratismo se
expresan en el ejercicio efectivo y creciente del poder popular desde
las comunas, los sindicatos, las organizaciones de trabajadores, de
productores, de los pueblos indígenas, y de la acción permanente de la
intelectualidad orgánica revolucionaria enraizada en el proceso, en la
lucha ideológica.
La alianza imperialismo/burguesía deberá analizar las condiciones de
la situación política venezolana, la correlación de fuerzas interna y
externa antes de provocar una aventura similar a las que ha llevado a
cabo en otras latitudes, como las de Medio Oriente. Venezuela no es
Libia ni será una Siria.
Más allá de críticas estériles y sin fundamento desde la exterioridad del
conflicto, el factor determinante que garantiza la victoria de la revolución bolivariana contra la ofensiva golpista es el blindaje del poder popular democrático y autónomo que signifique un ejercicio pleno de la ciudadanía y una superación de los alcances limitados y heterónomos de la democracia neoliberal.

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