Omarosa monetiza su paso por la Casa Blanca
Desde que el magnate llegó a la presidencia florecen las agrupaciones supremacistas en Estados Unidos
Durante varios días, y a pesar de noticias mucho más importantes, la 
atención de la opinión pública estadunidense se ha ocupado en el 
enfrentamiento de la ex asesora y afroestadunidense de más alto rango de
 la Casa Blanca, quien acusó de racista a su ex jefe Donald Trump.
No fue una gran revelación. Como comentó uno de los observadores más influyentes del país, Stephen Colbert, el conductor del Late Show, era 
la noticia menos sorprendente posible, agregando con sarcasmo: “por fin tenemos pruebas de que el cuate que rehusó rentar departamentos a inquilinos negros, que dijo que un mitin nazi-klan había algunas ‘personas finas’ y llamó a África hoyo de mierda ¡es racista! Destruyan sus libros de historia, reescriban los textos. ¡No lo sabíamos!”
Trump, quien se refirió a su ex colaboradora en términos de 
esa perra, el pasado martes, sabe bien que su ex empleada Omarosa Manigault Newman no se acaba de dar cuenta de que su jefe es racista. Ella impulsó este debate con fines de lucro: está promoviendo su nuevo libro sobre la vida dentro de la Casa Blanca de Trump. Aprendió de él, a quien conoció como concursante en su reality show El Aprendiz, sobre cómo monetizar todo (incluyendo estancias en la Casa Blanca).
Manigault Newman, nutriendo el debate, acusa que hay grabaciones de 
Trump usando la palabra más denigrante para los afroestadunidenses (nigger),
 algo que primero fue rechazado tajantemente por el propio Trump, pero 
que esta semana la vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, se 
vio obligada afirmar: 
no puedo garantizarque el presidente nunca haya usado esa palabra.
Estas exhibiciones verbales racistas manchan a esta presidencia desde
 sus inicios. Trump arrancó su campaña electoral acusando a mexicanos de
 ser criminales y violadores, impulsó medidas antimusulmanas entre sus 
primeros actos presidenciales y más recientemente ha atacado a atletas y
 periodistas afroestadunidenses.
Cuando la famosa estrella de basquetbol profesional LeBron James, 
entrevistado por Don Lemon, periodista de CNN, la semana pasada, hizo un
 par de comentarios críticos sobre el presidente, Trump tuiteó: 
LeBron James acaba de ser entrevistado por el hombre más tonto en la televisión, Don Lemon. Hizo que Lebron se viera inteligente, lo cual no es fácil de hacer. Ambos son afroestadunidenses.
“Esto es aparentemente lo que el presidente de Estados Unidos siente 
que es necesario compartir con el mundo… es una desgracia. Es racista. Y
 es el producto de odios pequeños pero peligrosos”, respondió incrédulo 
el veterano periodista Dan Rather.
Anteriormente, Trump también acusó de 
poca inteligenciaa la representante federal Maxine Waters, feroz crítica del presidente, y también afroestadunidense.
“Cuando Donald Trump menosprecia a afroestadunidenses con eso del 
‘bajo IQ’ y deshumaniza a mujeres negras como ‘esa perra’, está hablando
 el idioma de la supremacía blanca”, comentó el columnista Eugene 
Robinson, del Washington Post.
Trump se ha obsesionado con los jugadores de futbol americano 
profesional que se han hincado o elevado un puño durante el himno 
nacional antes de todo partido, a manera de protesta contra la violencia
 policiaca hacia afroestadunidenses, acusándolos casi de traidores a la 
patria.
Al mismo tiempo, hace un año, después de una manifestación de 
militantes neonazis y del Ku Klux Klan en Charlottesville, Virginia, que
 acabó en actos de violencia hacia una contramanifestación que repudiaba
 el acto, y en la muerte de una activista antirracista, Trump provocó la
 ira nacional al afirmar que ambos lados eran responsables de los 
incidentes y que había 
gente finaen las dos partes. Muchos de los líderes de organizaciones supremacistas blancas y fuerzas antimigrantes festejaron la elección de Trump y hasta hoy día lo continúan elogiando.
Pero el racismo no es sólo verbal sino que se expresa en acciones 
políticas impulsadas por la presidencia, como las medidas contra 
inmigrantes y refugiados de América Latina, el Caribe y África, en el 
desmantelamiento de programas de asistencia social, educación, salud 
como el respaldo a la mano dura en la aplicación de leyes que afectan 
dramáticamente a comunidades afroestadunidenses y latinas y, por otro 
lado, medidas para la supresión del voto de estos sectores minoritarios.
Aún más peligroso, agrupaciones de ultra derecha han florecido más 
abiertamente desde que Trump llegó a la Casa Blanca, con lo cual se han 
incrementado los casos de crímenes de odio. El Southern Poverty Law 
Center, que vigila estas actividades, registra más de 100 personas 
asesinadas o heridas por integrantes de estos grupos o los que han sido 
influenciados por ellos durante el último año.
Vale recordar que la primera aparición de Trump ante el público –la 
primera vez que fue noticia– fue en 1973, cuando el gobierno federal lo 
acusó, junto con su padre, de discriminación racial contra inquilinos 
afroestadunidenses en los edificios del negocio de su familia. Hasta el 
gran cantautor Woody Guthrie hizo una canción sobre el “el viejo Trump”.
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 16 de agosto de 2018, p. 27
Nueva York
 

 
 
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