New England Journal of Medicine
La pandemia explosiva de la infección del virus del Zika/1
 que se extiende por toda Sudamérica, Centroamérica y el Caribe y que 
amenaza con penetrar en EE UU, es la más reciente de cuatro invasiones 
inesperadas de enfermedades víricas transportadas por artrópodos en el 
hemisferio occidental durante los últimos 20 años. Sigue al dengue, que 
llegó a este hemisferio a hurtadillas durante décadas y después más 
agresivamente en los años noventa del siglo pasado, al virus del Nilo 
Occidental, que apareció en 1999, y al chikungunya, detectado por 
primera vez en 2013. ¿No tienen nada que ver entre sí las sucesivas 
migraciones de estos virus, o tal vez reflejan importantes patrones 
nuevos de surgimiento de enfermedades? ¿Tiene esta pandemia de arbovirus/2 consecuencias secundarias para la salud que la diferencian de otras?
“Arbovirus” es un término descriptivo que se aplica a cientos de virus ‒en su mayoría del tipo ARN/3‒
 que son transmitidos por artrópodos, especialmente mosquitos y 
garrapatas. A menudo, los arbovirus se mantienen en ciclos complejos que
 incluyen vertebrados como mamíferos y aves y vectores que se alimentan 
con sangre. Hasta hace poco, tan solo algunos arbovirus han causado 
enfermedades humanas clínicamente significativas, entre ellos los 
alfavirus transportados por mosquitos, como el chikungunya, y los 
flavivirus, como el dengue y el Nilo Occidental. El más importante 
históricamente de todos ellos es el virus de la fiebre amarilla, la 
primera causa vírica reconocida de fiebre hemorrágica epidémica mortal.
El
 del zika, que se descubrió por casualidad en Uganda en 1947 durante una
 operación de vigilancia de mosquitos y primates (1), era hasta ahora un
 virus casi desconocido, confinado en una estrecha franja que atraviesa 
África y penetra en Asia. El virus habitaba principalmente en primates 
salvajes y mosquitos arbóreos como el Aedes africanus, y rara vez
 causó infecciones “indirectas” en humanos, ni siquiera en zonas en 
donde es altamente endémica en animales (2). Por consiguiente, su 
resurgimiento pandémico explosivo actual es un fenómeno realmente 
notable (3). Hace décadas, investigadores africanos observaron que las 
epizootias (epidemias en animales) causadas por el zika transmitido por aedes solía venir inexplicablemente detrás de las epizootias y epidemias causadas por el chikungunya transmitido por aedes.
 En 2013 comenzó a operar un patrón similar, cuando el chikungunya se 
propagó pandémicamente de oeste a este, seguido más tarde por el zika. 
Este último ha dado ahora la vuelta al globo, llegando no solo a 
América, sino también, en septiembre, a Cabo Verde, en África 
Occidental, cerca de su supuesto origen ancestral.
Salvo el virus del Nilo Occidental, que se expande principalmente a través de los mosquitos del género culex, los arbovirus que han penetrado recientemente en el hemisferio occidental han sido transmitidos por mosquitos aedes, sobre todo por el mosquito A. aegypti,
 vector de la fiebre amarilla. Estos virus comenzaron a surgir hace 
miles de años, cuando los campesinos africanos empezaron a almacenar 
agua en sus viviendas. El A. aegypti arbóreo se adaptó entonces 
para depositar sus huevos en recipientes domésticos que contenían agua y
 alimentarse de humanos, lo que condujo a la adaptación de los arbovirus
 para infectar a humanos. Los virus de la fiebre amarilla, dengue y 
chikungunya desarrollaron ciclos de transmisión humanos–A. aegypti–humanos
 totalmente nuevos (4). Ahora, 5 000 años después, podemos observar los 
peores efectos de esta cascada evolutiva en la aparición repetida de 
arbovirus en nuevos ecosistemas que implican a humanos. Además, los 
arbovirus transmitidos por diferentes mosquitos se han adaptado 
paralelamente a los animales domésticos de los humanos, como los 
caballos en el caso de la encefalitis equina en Venezuela y los cerdos 
del virus de la encefalitis japonesa, o a huéspedes vertebrados y 
mosquitos distintos del aedes que se han encontrado en zonas de 
residencia humana, como fue el caso del virus del Nilo Occidental. La 
posibilidad de que el zika todavía pueda adaptarse a la transmisión por 
el mosquito A. albopictus, una especie cuya distribución es mucho
 más amplia y que se encuentra en por lo menos 32 Estados de EE UU, 
también causa preocupación.
Sobre la base de unos estudios 
tempranos de vigilancia epidemiológica y amenazas para los seres 
humanos, el zika se caracterizó como una enfermedad leve o inaparente, 
similar al dengue, acompañada de fiebre, dolores musculares y oculares, 
postración y exantema maculopapular/4. En más de 60 años de observación no se ha constatado que el zika causara fiebre hemorrágica o la muerte. No hay pruebas in vitro
 de que el virus del zika provoque un agravamiento dependiente de 
anticuerpos de una infección, un fenómeno que se observa en el caso de 
la fiebre hemorrágica del dengue; sin embargo, el significado clínico de
 este hallazgo es incierto.
La pandemia en curso confirma que el 
zika es predominantemente una enfermedad leve o asintomática, parecida 
al dengue. Sin embargo, en la Polinesia Francesa se ha documentado una 
epidemia concomitante de 73 casos de síndrome de Guillain-Barré y otros 
estados neurológicos en una población de aproximadamente 270 000, que 
pueden representar complicaciones del zika. Más preocupante es la 
epidemia explosiva brasileña de microcefalia, puesta de manifiesto por 
un aparente aumento de 20 veces de la incidencia entre 2014 y 2015, que 
algunos responsables de la sanidad pública consideran causada por 
infecciones del virus del zika en mujeres embarazadas. Aunque no consta 
que algún flavivirus tenga efectos teratógenos, la epidemia de 
microcefalia no se ha asociado todavía a ninguna otra causa, como un 
aumento de los diagnósticos o de las notificaciones, un mayor número de 
ecografías en mujeres embarazadas y otros agentes infecciosos o 
ambientales. Pese a la falta de alguna prueba definitiva de cualquier 
relación causal (5), algunas autoridades sanitarias de las regiones 
afectadas recomiendan que las mujeres embarazadas tomen toda clase de 
precauciones para evitar las picaduras de mosquitos e incluso a las que 
no están embarazadas que aplacen el embarazo. Tiene una importancia 
crítica confirmar o descartar la relación causal entre la infección de 
zika de las mujeres embarazadas y la incidencia de la microcefalia 
mediante una mayor cantidad de investigaciones en profundidad, 
incluyendo estudios de casos y controles cuidadosamente diseñados y 
otros estudios epidemiológicos, así como el intento de replicar este 
fenómeno en modelos animales.
En una epidemia “pura” de zika, el 
diagnóstico se puede realizar de modo fiable sobre bases clínicas. 
Lamentablemente, el hecho de que tanto el dengue como el chikungunya, 
que dan lugar a cuadros clínicos similares, hayan sido epidémicos en 
América, confunde los diagnósticos clínicos. No siempre se dispone de 
tests específicos para el dengue y el chikungunya y todavía no se han 
comercializado tests para el zika. Además, puesto que el zika está 
estrechamente relacionado con el dengue, las muestras serológicas pueden
 experimentar reacciones cruzadas en los tests a cualquiera de los dos 
virus. Las pruebas de detección genética, como el ensayo de reacción de 
la cadena de polimerasa, permiten diferenciar fiablemente los tres 
virus, pero los tests específicos para el zika todavía no están 
ampliamente disponibles.
El manejo de la enfermedad consiste 
principalmente en reposo en cama y cuidados de apoyo. Cuando circulan 
simultáneamente múltiples arbovirus, un diagnóstico vírico específico, 
si está disponible, puede ser importante para anticipar, prevenir y 
manejar las complicaciones. Por ejemplo, en el caso del dengue, conviene
 evitar el uso de aspirina y hacer un seguimiento de los pacientes para 
detectar un eventual aumento del hematocrito, el cual predice una fiebre
 hemorrágica inminente, con el fin de aplicar de inmediato un 
tratamiento que asegure potencialmente la supervivencia. Los pacientes 
infectados por el virus del chikungunya deben ser controlados y tratados
 contra artralgias agudas y artritis crónica postinfecciosa.
No 
existen vacunas contra el zika en estado de desarrollo avanzado, aunque 
se supone que podrían adaptarse algunas plataformas de vacunas contra 
flavivirus que ya existen, inclusive quimeras/5 de flavivirus o 
tecnologías de subunidades de glicoproteína. Sin embargo, las vacunas 
contra el zika tendrían que afrontar el mismo problema que las vacunas 
contra el chikungunya (4), el Nilo Occidental, la encefalitis de San 
Luis y otros arbovirus: puesto que las epidemias aparecen esporádica e 
inesperadamente, la vacunación preventiva de poblaciones amplias para 
anticiparse a posibles brotes puede comportar un coste prohibitivo y 
resultar ineficiente, pero el almacenamiento de vacunas seguido de un 
despliegue rápido puede ser demasiado lento para contrarrestar epidemias
 explosivas repentinas. A pesar de que históricamente se ha prevenido 
completamente la fiebre amarilla mediante un control agresivo de los 
mosquitos, modernamente el control de los vectores resulta problemático a
 causa del gasto, la logística, la oposición del público y los problemas
 generados por la masificación de los centros urbanos y el saneamiento 
deficiente. Entre las mejores medidas preventivas contra el virus del 
zika figuran las mosquiteras domésticas, el aire acondicionado y la 
eliminación de los residuos domésticos y de jardín y de los recipientes 
que puedan servir de lugares de cría de mosquitos, medios que a menudo 
no están a disposición de los residentes pobres de viviendas urbanas 
atestadas, donde estas epidemias golpean con más fuerza.
Con su 
reciente aparición en Puerto Rico, el virus del zika nos obliga a 
afrontar un nuevo fenómeno potencial de surgimiento de enfermedades: la 
expansión pandémica de arbovirus múltiples, hasta ahora relativamente 
poco importantes y que antes estaban confinados en nichos ecológicos 
remotos. Para responder a este reto urge investigar estos virus y los 
factores ecológicos, entomológicos y de hospedaje que determinan el 
mantenimiento y el surgimiento de los virus. También es preciso mejorar 
las estrategias de salud pública para controlar la propagación de los 
arbovirus, incluidas las plataformas vacunales contra los flavivirus, 
los alfavirus y otros grupos de arbovirus que puedan modificarse 
rápidamente para expresar antígenos inmunogénicos de nuevos virus 
emergentes. Con respecto al tratamiento, la pandemia de arbovirus indica
 que el enfoque de un medicamento para cada virus es insuficiente y que 
necesitamos urgentemente antivirales de amplio espectro eficaces contra 
grupos enteros de virus.
Tal como se descubrió hace más de 50 
años, cuando la propagación enzoótica del virus de zika se relacionó con
 la actividad humana, los arbovirus evolucionan continuamente y se 
adaptan a nichos ecológicos que se ven cada vez más perturbados por los 
humanos. La del zika todavía es una pandemia en progresión y muchas 
cuestiones importantes que plantea, como la de la teratogenicidad, aún 
esperan respuesta. No obstante, ya ha subrayado una lección importante: 
en nuestro mundo dominado por el ser humano, la masificación urbana, los
 constantes viajes internacionales y otros comportamientos humanos, 
combinados con las microperturbaciones del equilibrio ecológico causadas
 por los humanos, pueden dar pie al surgimiento inesperado de agentes 
infecciosos latentes. Para responder a ello, sin duda es necesario 
redoblar nuestros esfuerzos en una investigación amplia e integrada que 
nos permita profundizar la comprensión de los complejos ecosistemas en 
los que evolucionan agresivamente los agentes de futuras pandemias.
Notas:1/ Su nombre procede de su descubrimiento por primera vez en el bosque de Zika, en Uganda.
2/ La palabra “arbovirus” viene de la expresión “arthropode-borne virus” (virus transportado por artrópodos).
3/ Los virus ARN son los que tienen ácido ribonucleico como material genético.
4/ Erupción de la piel que aparece de forma aguda
5/ Microorganismo híbrido creado a partir de la unión de fragmentos del ácido nucleico de dos o más virus.
Referencias
1. Dick GW, Kitchen SF, Haddow AJ. Zika virus. I. Isolations and serological specificity. Trans R Soc Trop Med Hyg 1952;46:509-520
2. Pierson TC, Diamond MS. Flaviviruses. In: Knipe DM, Howley PM, Cohen IC, et al., eds. Fields virology. 6th ed. Vol. 1. Philadelphia: Wolters Kluwer, 2014:746-794
3. Marcondes CB, Ximenes MF. Zika virus in Brazil and the danger of infestation by Aedes (Stegomyia) mosquitoes. Rev Soc Bras Med Trop 2015 December 22 (Epub ahead of print)
4. Morens DM, Fauci AS. Chikungunya at the door — déjà vu all over again? N Engl J Med 2014;371:885-887
5. European Centre for Disease Prevention and Control. Microcephaly in Brazil potentially linked to the Zika virus epidemic: ECDC assesses the risk. Solna, Sweden: European Centre for Disease Prevention and Control, November 25, 2015 (http://ecdc.europa.eu/en/press/news...)
Anthony S. Fauci y David M. Morens son investigadores del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Bethesda, EE UU. Fuente: http://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMp1600297
Traducción: VIENTO SUR
 
 
 
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