David Brooks
▲ Manifestante afuera de oficinas de la policía que fueron incendiadas el fin de semana en Portland, donde se han agravado las protestas contra el racismo.Foto Ap
Escenas, declaraciones y órdenes recientes provocan traer a la memoria tantas películas, libros de historia, ensayos, testimonios que documentan los peligros y horrores del fin de las libertades y derechos civiles en tantos países a lo largo del último siglo. Muchas se autojustificaron al hablar de la amenaza del
caos, con frecuencia proveniente del
extranjero, y de la urgencia de restaurar
la ley y el ordenen defensa de
la patria. Al tomar el poder, toda señal de disidencia era considerada una
amenaza al puebloy
traición. Tropas de asalto y policía secreta secuestraban a los que se atrevían a desobedecer, se exigía la presentación de
papeles de identificación, se elaboraron bancos de datos sobre todo sospechoso, se atacaba a los medios y se construían campos de concentración.
Hoy día, esas escenas se repiten en otro país. Sólo en los últimos días, fuerzas federales en uniforme de camuflaje circulando en camionetas no identificadas de repente aparecen en las calles de una ciudad y secuestran a manifestantes jóvenes; después de horas los dejan salir sin presentar cargos. Las madres de algunos de ellos salen a protestar coreando:
dejen en paz a nuestros hijos; la fuerzas federales responden con gas lacrimógeno. Esto se repite durante días, a pesar de denuncias de la ilegalidad de tales operaciones. Una líder del partido opositor expresó su alarma: las “tropas de asalto no identificadas, vehículos no marcados, secuestros de manifestantes… estas no son acciones de una república democrática”.
El líder de tal país insiste en que está ordenando estos operativos para
salvaral país contra fuerzas que promueven la
anarquíay advierte que no se tolerará el desorden en las ciudades del país.
El régimen en el poder ha acusado que a su oposición política de cometer
traición; y afirma que existe una amenaza de la
izquierda radicalque busca
destruir a nuestro país(eso se repite cada día), y declara a todos los medios de comunicación no alineados a él
enemigos del pueblo.
El régimen en el poder presentó una nueva doctrina en la cual declara que los derechos humanos supremos son los de la
propiedad privaday la
libertad de religión.
El régimen persigue día y noche, y defiende el uso de la violencia contra cualquiera que no sea ciudadano blanco. Aterroriza a comunidades enteras con operativos de agentes armados, helicópteros y asaltos a hogares; hiriendo y matando con impunidad. Incita y aplaude a las agrupaciones armadas de sus simpatizantes mientras otros, que se oponen al líder, son declarados
extranjeros.
El régimen encarcela a familias con hijos menores de edad y amenaza con separarlos a la fuerza (igual que en los campos de concentración nazis).
El líder del régimen, en nombre de la defensa de la democracia, rehúsa comprometerse a respetar la legitimidad del proceso electoral de su país.
Como muchos han adivinado, ese país es Estados Unidos en el año 2020.
Un país donde casi 14 millones de niños no tienen suficiente para comer, donde unos 40 millones están desempleados y millones de familias están por perder sus hogares.
Y es un país cuyo líder declaró en estos últimos días que todas las encuestas que demuestran que está perdiendo
son falsas; confiesa que no le gusta
perder, y que rechaza todos los hechos que ponen en duda su versión de la realidad. Este líder acaba de repetir este fin de semana de que no está seguro si aceptará o no los resultados de la elección presidencial de noviembre.
En los años 30, James Waterman Wise comentó que el fascismo estadunidense probablemente
llegará envuelto en una bandera estadunidense y alabado como una súplica por la libertad y la preservación de la Constitución, recuerda Sarah Churchwell en el New York Review of Books.
Se repiten las lecciones del pasado, pero ¿se ha aprendido algo? En las calles sigue la resistencia, y aunque ha rescatado la esperanza, y las encuestas pronostican el fin del régimen... si es que respeta las urnas, aún no se sabe si todo esto será suficiente como para rescatar al país ante tanto déjà vu.
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