
El golpe militar en Chile, 1973
¿Qué
tienen en común Dwight Eisenhower, Lyndon Johnson y Richard Nixon? Los
tres siendo presidentes de EEUU organizaron campañas para derrocar
gobiernos democráticamente elegidos en países latinoamericanos. En el
caso de Eisenhower, organizó la invasión contra el gobierno de Jacobo
Arbenz en Guatemala en 1954. Johnson envió tropas a República Dominicana
para derrocar a Juan Bosch en 1965. Nixon y su asesor de Seguridad
Nacional, Henry Kissinger, intervinieron en Chile en 1973 para poner fin
al gobierno de la Unidad Popular y asesinar a Salvador Allende.
Son
tres ejemplos de una larga lista de invasiones e intervenciones por
parte de EEUU para interrumpir procesos políticos democráticos en la
región latinoamericana. Hay que agregar a la lista a los demás países –
con unas pocas excepciones – que han sufrido invasiones, golpes o
intervenciones a lo largo de más de un siglo. En el siglo XXI se pueden
agregar los golpes ‘parlamentarios’ contra presidentes electos
democráticamente en Paraguay y Brasil, así como el caso de Honduras.
En
la actualidad, Washington tiene tropas en la frontera de Colombia con
Venezuela mientras trata de estrangular económicamente al gobierno del
presidente Nicolás Maduro, electo democráticamente en 2018. Además del
bloqueo, EEUU ha reclutado una docena de países latinoamericanos y otros
4 gobiernos de Europa occidental en una ofensiva diplomática contra el
gobierno bolivariano. Las tropas en la frontera colombo-venezolana
responden a las amenazas del presidente Donald Trump de mantener sobre
la mesa la opción militar de una invasión.
Sería la
primera vez en la historia de las relaciones entre EEUU y América latina
que Washington lanza una invasión terrestre utilizando un país
latinoamericano. La modalidad siempre ha sido marítima o aérea. EEUU
siempre ha utilizado – previo a sus invasiones o golpes de Estado – un
sofisticado operativo de propaganda a escala mundial para legitimar sus
acciones. En la mayoría de los casos sólo han servido para dar el golpe
inicial y después se desmoronan. En Guatemala Arbenz fue descrito por
Eisenhower como un dictador sanguinario que seguía órdenes del comunismo
soviético. En realidad, Arbenz era un abogado de la burguesía nacional
quien quería que la United Fruit (bananera) pagara sus impuestos. En
Dominicana, Juan Bosch era un intelectual nacionalista que llegó al
poder después de la larga dictadura de Trujillo apadrinada por EEUU.
Bosch prometía una reforma agraria que afectaría a los grandes
cañaverales propiedad de los monopolios norteamericanos. Salvador
Allende, a su vez, era un socialista que creía en la democracia y en la
posibilidad de poner al servicio del desarrollo de Chile las enormes
riquezas minerales (cobre). El error lo pagó con su vida y Chile fue
sometido a la barbarie más espantosa durante 20 años de dictadura
militar.
En Venezuela, Nicolás Maduro es sometido a una
campaña de propaganda feroz a escala internacional que impregna todos
los medios de comunicación masivos y las redes sociales. Según la
máquina de propaganda de Washington, que reproduce los ‘fake-news’
diarios en EEUU, América latina y el mundo entero, Maduro es un
dictador, sanguinario, que hace pasar hambre al pueblo y tiene las
cárceles llenas de prisioneros políticos. En realidad, Maduro fue
elegido presidente, no reprime a sus adversarios políticos ni tiene
prisioneros políticos, tampoco hace pasar hambre a los venezolanos. Al
contrario, la oposición política se reúne en la Asamblea Nacional y
moviliza a los sectores opuestos al gobierno bolivariano en las calles.
Incluso, permite que un diputado de la Asamblea se auto-proclame
presidente ‘interino’ con el apoyo de EEUU.
Hace 17 años
el entonces presidente de EEUU, George W. Bush, avaló un golpe de Estado
contra el presidente Chávez que fracasó. Desde entonces, hasta la fecha
ha gastado ingentes recursos en poner fin al gobierno bolivariano.
Trump y sus asesores han puesto en marcha un operativo ideado por el
‘establishment’ norteamericano hace un par de décadas: la guerra
humanitaria. Aunque suene contradictorio, la idea es hacer la guerra con
un manto humanitario. El primer paso consistió en bloquear
económicamente a Venezuela creando caos en el mercado nacional. Segundo,
promover una campaña de ‘fake-news’ que creara un país no existente.
Tercero, ante el caos económico creado y la propaganda, levantar una
supuesta crisis humanitaria.
La respuesta sería enviar
‘asistencia’ humanitaria a Venezuela disimulando la presencia de tropas
norteamericanas y mercenarios de toda clase. Trump se agregaría a la
nefasta lista de presidentes norteamericanos que han violado una y otra
vez la soberanía de toda América latina.
7 de febrero de 2019.
Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.
https://www.alainet.org/es/articulo/198024
No hay comentarios:
Publicar un comentario