Carolina Vásquez Araya
| Las violaciones a la ley suelen tolerarse como algo normal. Un arcoíris, no. | 
 La bandera multicolor 
del desfile del orgullo LGTBI en Guatemala -con el escudo patrio en el 
centro- ha levantado una tan esperada como sonora ola de protestas de 
los sectores conservadores. Esa reacción no deja de ser natural, ya que 
se trata de un símbolo de gran significado para cualquier pueblo del 
mundo. Sin embargo, entre quienes levantan su indignada voz se 
encuentran algunos conspicuos miembros de grupos sociales de gran poder 
económico, quienes en su momento enarbolaron la mismísima bandera con el
 rostro de su líder político-empresarial. La doble moral por donde se 
vea.
La bandera multicolor 
del desfile del orgullo LGTBI en Guatemala -con el escudo patrio en el 
centro- ha levantado una tan esperada como sonora ola de protestas de 
los sectores conservadores. Esa reacción no deja de ser natural, ya que 
se trata de un símbolo de gran significado para cualquier pueblo del 
mundo. Sin embargo, entre quienes levantan su indignada voz se 
encuentran algunos conspicuos miembros de grupos sociales de gran poder 
económico, quienes en su momento enarbolaron la mismísima bandera con el
 rostro de su líder político-empresarial. La doble moral por donde se 
vea.
Algo importante de subrayar es el papel de los símbolos en la 
identidad de una nación. Porque no se trata de banderas, escudos, aves, 
árboles, flores o sables cruzados. Se trata del mensaje de unidad de un 
pueblo; su identidad cultural y su respeto por todo lo que significa 
pertenecer a una comunidad humana dentro de un territorio limitado por 
fronteras y capaz de erigirse como país independiente y soberano. 
Quienes pisotean la bandera son, en realidad, quienes atentan contra 
esos valores –más sagrados aún que el símbolo que los representa- y 
traicionan a su pueblo.
 Por eso resulta indispensable repensar 
en el significado de la patria y sus símbolos. Porque patria, esa 
palabra tan rimbombante como irrespetada, no reside en símbolos ni 
ceremonias cuyo origen se ha perdido en la memoria, transformados con el
 tiempo en rituales vacíos de contenido. Patria es la comprensión 
profunda de la responsabilidad de cada quien en la construcción de una 
sociedad incluyente, unida por los mismos ideales, solidaria y vigilante
 del cumplimiento estricto y justo de sus leyes y postulados.
La 
patria reside en el hogar y el aula escolar, desde donde se transmite el
 conocimiento y los valores cívicos de cada generación de ciudadanos. Es
 en esos ámbitos primordiales en donde se cultiva la identidad de una 
nación, nutriendo el cuerpo y la mente de la niñez y la juventud con una
 visión impregnada de esa mística propia del apego a la tierra en donde 
se nació, pero partiendo de un sentido de pertenencia responsable y 
activo. No puede, por tanto, hablar de patria con autoridad quien ampara
 de modo activo o pasivo la violación de los derechos de la infancia y 
la condena al hambre y a una vida cargada de carencias.
Tampoco 
tiene derecho a elevar su voz contra la expresión de un sector de la 
ciudadanía quienes propician una cultura de odio y discriminación y, 
para eludir la acción de la ley, recurren a mañosos amparos y sobornos 
con el objetivo de obtener impunidad sobre sus crímenes. O quienes desde
 posiciones de privilegio social y económico se consideran moralmente 
superiores al resto de la ciudadanía, aun cuando esos privilegios los 
haya obtenido por medio de “delitos blancos”, aquellos cometidos al 
amparo de leyes dictadas por su propio círculo de poder. Patria –para 
ampliar el concepto- es la tierra natal o adoptiva a la cual una persona
 se siente ligada por vínculos históricos, culturales y jurídicos. En 
conclusión, la patria también tiene derecho a vestirse con los colores 
símbolo del respeto por la diversidad para todos sus integrantes.
Los
 mensajes de odio e intolerancia hacia quienes eligen una distinta 
expresión para su vida personal, solo generan división y violan el 
derecho humano en uno de los aspectos más sensibles para cualquier ser 
humano. La integración plena de la sociedad –algo esencial para vivir en
 paz- depende del respeto mutuo y la voluntad de ver, antes de la paja 
en el ojo ajeno, la viga en el propio.
Blog de la autora: www.carolinavasquezaraya.com
 
 
 
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