El gobierno de Mauricio
Macri, más allá del tiempo que se pueda quedar gobernando, está
terminado. Sus políticas antipopulares, sus cortas miras puestas en
beneficios personales o de su círculo, más el estilo impuesto por su
asesor de imagen Durán Barba, se le han vuelto en contra y ya no son
soportables. Macri, pensando en sus intereses y Cristina Fernández de
Kirchner, se “olvidó” de la realidad. Y ahora... parece que ya es tarde.
Decir que el gobierno de Mauricio Macri está terminado no significa
que ya se vaya, tampoco que es imposible –aunque sí improbable- que lo
reelijan. El mensaje de la sociedad es otro. Le está diciendo que este
gobierno muy difícilmente logre aceptación y respeto. La realidad indica
que esta sociedad comienza a recorrer el camino de una franca rebeldía,
la que ya se atisba en las calles y en los caminos, a lo largo y ancho
dl país.
Cuando una franja importante de la sociedad decide
renegar de sus gobernantes es muy difícil que éstos logren revertir
rápidamente esa situación. De ello se deduce que si –por esas artes de
la propaganda- lograra ser reelecto su perspectiva futura es aún más
oscura. En ese caso esa rebeldía, hoy amortiguada por la esperanza que
las urnas logren desplazarlo, perdería esos límites y la bronca asomaría
bajo otras formas.
Macri está metido en la encerrona de los
efectos de sus propias políticas, de la estrategia preparada por el
ecuatoriano Jaime Durán Barba y sus respuestas a una crisis social e
institucional que se extiende por gran parte del mundo. Por ello su
propuesta más audaz es pedir el voto por el “Macri que vendrá…” como si
estos largos tres años y pico no hubieran alcanzado para que se lo
conozca.
Macri paga las facturas por los efectos de sus políticas
Al iniciar su mandato, Macri se plantó –ante una realidad crítica- con
medidas económico-sociales semejantes a las adoptadas por Alfredo
Martínez de Hoz, el super Ministro de Economía de la dictadura
instaurada el 24 de marzo de 1976. El ajuste que se puso en marcha
afectó a los sectores más humildes, a los trabajadores; se destruyó a la
industria nacional, a las economías regionales y se desarticuló el
mercado interno.
Todo ello en pos de una “lluvia de inversiones”
que nunca llegó. Cuando, el asombro por esa frustración, el tamaño de
la crisis y el endeudamiento, se lo comía, Macri optó por dejar el
manejo de la economía argentina en manos del FMI.
Los datos
sobre la crisis desatada y sus efectos sociales, que se vienen
publicando de un modo reiterado, son harto evidentes y conviene tener
presente lo que está pasando en la sociedad como consecuencia de esas
políticas. Por todos lados brota la multiplicación de los merenderos y
comedores para paliar mínimamente el hambre que azota a un sector
importante de argentinos.
Nada de ello es gratuito, se lo puede
corroborar en los diarios reproches y escraches a funcionarios del
gobierno nacional. Ello motivó que suspendieran los “timbreos”, su
principal estrategia comunicacional, limitando al máximo sus apariciones
públicas.
La estrategia de tapar esas nefastas políticas con la
denunciada corrupción de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner
y parte de su equipo de funcionarios, ya no alcanza. Por el contrario
la magnitud de la crisis colocó a Cristina en el centro del escenario y
hoy es la gran protagonista de la próxima contienda electoral.
Esta situación desconcierta al gobierno y parece no percibir que su
insistencia en ese tema, en lugar de debilitar, fortalece a su
contrincante. En esta semana se han publicado encuestas de opinión donde
se observa que es Cristina la que se impondría a Macri, también en una
eventual segunda vuelta.
En esos informes el Presidente encabeza
el podio de los dirigentes que son vistos más negativamente por la
sociedad. En el camino a su derrota también la arrastró a la gobernadora
de Buenos Aires María Eugenia Vidal, presionándola para que no desdoble
las elecciones. Pero eso tampoco lo salvará y terminará de hundir a
Vidal.
El macrismo –en lo que imaginaba como su mejor jugada-
quería colocarla a Cristina como su principal contrincante, lo
consiguió, pero ahora ella también lo derrotaría.
El “corto aliento” y las cínicas respuestas de Durán Barba
Tiempo atrás Durán Barba hizo un comentario que vale la pena recordar porque prueba el cinismo de su campaña:“Si
un candidato dice un disparate sobre cómo pagar la deuda externa, tal
vez no pierda votos, porque es complicado, pero si el candidato adopta
un perro y lo patea y sale en facebook, pierde las elecciones”, dijo.
Este mensaje del principal asesor comunicacional del macrismo da cuenta
de la situación de hastío político de una parte importante de la
sociedad. No cabe duda que las actuales políticas comunicacionales del
“sistema” apuntan en esa dirección, ello facilita que el poder económico
pueda actuar sin limitaciones en el logro de sus objetivos: aumentar
sus ganancias.
El objetivo de Durán Barba, no es mejorar la vida
de las personas, hacerlas más felices o elevar su nivel de conciencia o
solidaridad. No, él sólo se ocupa de ayudar a ganar elecciones. Para
ello apela –además de la “campaña sucia”- a un mensaje antipolítico, de
“buenas ondas”, de candidatos “cercanos” al pueblo, todo eso formulado
en tono optimista.
Eso le ha servido para sostener carreras
cortas como la que hizo para que Francisco de Narváez superara a Néstor
Kirchner en el 2009. Pero el paso del tiempo agota rápidamente esas
campañas y entonces aflora la realidad y sus broncas, con un peso mayor a
la pasividad que le proponen.
Por eso es tan ostensible que
ayudó a que Macri pudiera encaramarse en el poder como para que ahora
–cascoteado- lo bajen del mismo.
La guerra de espías y su uso político
El choque, entre sí, de distintas camadas de espías es un clásico. Pero
el mismo no trascendía mucho más allá de los corrillos especializados y
algunas confiterías donde se compartía información buena y también de
la otra. En ese juego el polifacético Jorge Asís era y es un maestro, lo
documentó en libros y notas periodísticas, en diferentes tiempos.
Pero ahora la cosa cambió. A falta de serios debates políticos la
guerra de espías se transformó en una parte sustancial de la vida
política cotidiana. Y, además engrosa los expedientes judiciales de
distintas oficinas de la Justicia Penal.
Lo dicho vale como
antecedente de un breve comentario sobre la complejidad de intereses que
se entrecruzan en las cuestiones que hoy ocupan a la mayor parte de la
prensa. Es imposible en pocas líneas encerrar la multiplicidad de
intereses en juego.
Ya se ha dicho hasta el cansancio, que Macri
intentó acorralar a Cristina Fernández con el tema de la corrupción:
con ello pretendía tenerla ocupada en las respuestas judiciales,
mientras la presentaba como su contracara. Los mentados “Cuadernos de la
corrupción” y los Tribunales Federales de Comodoro Py (en la Capital
Federal) fueron los principales instrumentos de esa política, las
declaraciones de los “arrepentidos” completaron ese panorama.
Esa política sigue en pie, pero en muchos casos con vida propia
–sirviendo a otros intereses- como el tema de las acusaciones contra
grandes empresarios. También ha merecido largos comentarios las
limitaciones de esa política ante el desastre que provocaban las medidas
económico-sociales del gobierno.
Pero desde hace algunas
semanas otra novedad se ha incorporado a este enfrentamiento. El
cristinismo ha diseñado un juego propio en esa guerra. Sus instrumentos
más importantes son el Tribunal Federal de Dolores, con Alejo Ramos
Padilla a la cabeza; la denuncia por extorsión al Fiscal Carlos
Stornelli, clave en los “Cuadernos”; la aparición de personajes de los
servicios de inteligencia y seguridad”, al servicio de intereses
contrapuestos.
Y también de otras figuras, que se ofrecen como
“arrepentidos” en la causa que lleva en Dolores Ramos Padilla –entre
ellos, un fiscal de Mercedes-, que el Juez quiere convalidar y el fiscal
de la causa, no.
Ramos Padilla dejó en claro la comunión entre
servicios de inteligencia y justicia que atentan contra el sistema
democrático utilizando extorsiones, coacciones, carpetazos, causas y
abogados falsos para exigirle dinero a ciudadanos para armar y dirigir
causas judiciales, con el apoyo de organismos estatales estadounidenses y
quizá también israelíes.
Todo ello configura una trama
prácticamente imposible de desentrañar y que acompañará a los argentinos
hasta las elecciones presidenciales de octubre o noviembre (primera o
segunda vuelta de ser necesario), sin descartar que se continúe con el
próximo gobierno.
Lo cierto es que el macrismo perdió el dominio
total que tenía sobre estos temas y ahora también debe defenderse de
los ataques que recibe desde la otra vereda del poder judicial. Todo
esto es barro puro.
Juan Guahán. Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE,www.estrategia.la)

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