El Desconcierto
Algunos partidos y 
movimientos sociales han comenzando a confluir en torno a ideas comunes.
 El proceso ha sido transversal e, incluso, involucra a jóvenes 
políticos de Estados Unidos. Este, de acuerdo a analistas del sector, es
 el tiempo de consolidación de estos nuevos liderazgos y de aquellas 
promesas que aparecieron justo en la debacle de la izquierda 
tradicional; aquella que encabezó la promesa del socialismo del Siglo 
XXI.
 El cambio en el eje político latinoamericano desde gobiernos 
progresistas hacia conservadores parece haberse consolidado tras las 
últimas elecciones de Jair Bolsonaro en Brasil e Iván Duque en Colombia.
 Ambos se suman a líderes regionales ya consagrados de derecha, como el 
argentino Mauricio Macri y el chileno Sebastián Piñera, convirtiendo al 
subcontinente en un enclave reformista y pro mercado. 
 Atrás 
quedaron las políticas sociales implementadas por gobiernos como el de 
Cristina Fernández, en Argentina; Dilma Rousseff, en Brasil; y Michelle 
Bachelet, en Chile. Las tres mandatarias formaron un eje progresista
 relevante en la región, que se vio fortalecido por la labor de otros 
presidentes, como Lula da Silva, Néstor Kirchner, José Mujica, Rafael 
Correa, Fernando Lugo, Evo Morales y el propio Hugo Chávez, en los 
inicios de la revolución bolivariana. 
 Pero l a hegemonía 
regional ahora está en las manos de Piñera, Bolsonaro y Duque. A ellos 
se suma un alicaído Macri, y otros mandatarios como Abdo Benítez, d e 
Paraguay; Martín Vizcarra, de Perú; e incluso el otrora progresista 
Lenín Moreno, d e Ecuador. ¿El factor común de todos estos gobiernos?: 
su disposición a alinearse con las políticas que impulsa Estados Unidos,
 hecho que parece materializarse a través de las periódicas visitas que 
realiza el vicepresidente de ese país al subcontinente, Mike Pence; o el
 jefe del Departamento de Estado, Mike Pompeo (o Rex Tillerson antes de 
él). 
 La izquierda latinoamericana ha quedado impávida ante esta 
ola de gobiernos conservadores, siendo incapaz de reorganizarse de 
manera exitosa y de interpretar correctamente las necesidades sociales 
modernas. O, al menos, de proponer mecanismos eficaces ante la actual 
coyuntura. Sin embargo, algunos partidos y movimientos sociales han 
comenzando a confluir en torno a ideas comunes. El proceso ha sido 
transversal e, incluso, involucra a jóvenes políticos de Estados Unidos.
 Este, de acuerdo a analistas del sector, es el tiempo de consolidación 
de estos nuevos liderazgos y de aquellas promesas que aparecieron justo 
en la debacle de la izquierda tradicional; aquélla que encabezó la 
promesa del socialismo del Siglo XXI. 
Chile,  el futuro entre el FA y el PC
La
 renovación de la izquierda en Chile tiene rostros y también su propio 
bloque. Se trata del Frente Amplio (FA), el conglomerado que irrumpió 
con fuerza en las últimas elecciones, aunque ha moderado el andar 
conforme se adapta a la burocracia de un sistema político 
presidencialista. 
 Una desgastada Nueva Mayoría (ex 
Concertación), el conglomerado que apoyó el gobierno de Michelle 
Bachelet, permitió que surgiera por su izquierda el FA, con una figura 
política prometedora, que reúne atributos positivos similares a los de 
Bachelet: Beatriz Sánchez (48), una dirigente independiente que en la 
última presidencial estuvo cerca de pasar al ballotage con Piñera. 
 Pero el liderazgo de Sánchez no ha sido suficiente para encausar al conglomerado.
 Conflictos derivados de agendas políticas particulares lo han llevado a
 quebrarse en votaciones y a enfrentarse por líos comunicacionales 
menores, pero de alto impacto reputacional. 
 Sánchez compite
 por el liderazgo en el FA con figuras como Giorgio Jackson (32) y 
Gabriel Boric (33), ex líderes estudiantiles de alta valoración social. A
 ellos se une Jorge Sharp (33), el joven alcalde de Valparaíso que lucha
 por proyectar su gestión más allá de la V región. 
 La ex Nueva 
Mayoría, en todo caso, también cuenta con cartas jóvenes, nacidas al 
alero del mismo movimiento estudiantil de 2011. Las comunistas Camila 
Vallejo (31) y Karol Cariola (32) encabezan esa camada, ya en su segundo
 periodo como diputadas. Pero de cerca aparece otro comunista: Daniel 
Jadue (51), el alcalde de Recoleta que ha revolucionado la gestión 
municipal con sus medidas sociales. 
Argentina, aún a la sombra del kirchnerismo
 Pese a que la candidatura de Cristina Fernández (66 años) parece ser el
 plan A del kirchnerismo y de parte importante del peronismo sindical, 
empieza a surgir como alternativa un nombre que podría asumir la posta 
incluso si la líder de Unidad Ciudadana no es inhabilitada por la 
justicia. 
 Se trata de Axel Kicillof (47), ministro de 
Economía durante los dos últimos años de mandato de Cristina y actual 
diputado nacional, representante de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
 El corto currículum político de este economista neokeynesiano quizás no
 explique por qué él ya es al menos la carta kirchnerista para competir 
por la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, y por qué ha causado
 alboroto en algunas de sus intervenciones en actos kirchneristas en los
 últimos tiempos.  
 S u poco reconocimiento fuera de Buenos Aires
 lo aleja como opción a nivel nacional, pero en la Provincia de Buenos 
Aires el economista incluso supera en algunas encuestas (aunque pierde 
en otras tantas) a la actual gobernadora María Eugenia Vidal (45), que 
es la figura macrista menos rechazada en este momento. De hecho, también
 hay quienes creen que Vidal debiera reemplazar a Mauricio Macri (60) 
como la carta de la coalición Cambiemos para mantenerse en la Casa 
Rosada, por lo que una posible pelea entre ella y Kicillof todavía no 
tiene un escenario definido. 
 Lo cierto es que la frente 
kirchnerista Unidad Ciudadana guarda a Axel Kicillof como un comodín 
mientras espera las decisiones judiciales que definirán si la senadora y
 ex presidenta, Cristina Fernández, podrá ser candidata. El riesgo es 
que termine presa, como Lula da Silva en 2018, y en ese sentido la idea 
es que si hay que apostar en Kicillof, habría que trabajarlo mejor de 
cómo lo hizo el Partido de los Trabajadores (PT) con Fernando Haddad, en
 Brasil. 
 Además de Kicillof, otras figuras que han ganado 
espacio entre los sectores progresistas son el activista social Juan 
Grabois (35), vocero de la CTEP (conocido por su cercanía con el Papa 
Francisco), la también economista kirchnerista, Delfina Rossi (30), 
quien fue nombrada directora del Banco Nación por Kicillof en 2015, 
siendo la más joven a ocupar el cargo, y las dos figuras parlamentarias 
más destacadas del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, Nicolás 
del Caño (39) y Myriam Bregman (47). 
Brasil,  a la izquierda del PT
 La renovación en la izquierda brasileña se encuentra dividida por las 
dos realidades distintas vividas por los partidos más representativos de
 ese sector: el PT y PSOL (Partido Socialismo y Libertad). 
 El 
más antiguo y emblemático partido progresista de ese país es el PT, que 
estuvo por 13 años en el poder con Lula da Silva (73 años) y Dilma 
Rousseff (71), pero que ahora se encuentra entrampado en la situación de
 tener que defender a su líder histórico, condenado por la justicia. 
 El PT se ha mantenido fiel a Lula, pero no olvida que debe seguir 
adelante en su lucha por el poder. El que propuso una renovación de 
liderazgo y estrategia dentro del PT fue Lindbergh Farias (49), un ex 
senador que perdió las elecciones internas del partido, por lo que 
todavía no ha sido capaz de ser el cambio que muchos anhelan. 
 Mientras el PT sufre internamente, el PSOL, partido que nació desde una disidencia del PT, demuestra muchísimo más optimismo. 
 El partido logró duplicar su bancada en la Cámara de los Diputados y 
además cuenta con la juventud de muchos de sus nuevos parlamentarios, 
como Áurea Carolina (35), Sâmia Bonfim (29), David Miranda (34), 
Fernanda Melchionna (35), Talíria Petrone (33) y Gláuber Braga (36), 
como una señal de renovación que puede fortalecerse aún más entre los 
sectores progresistas que defienden una izquierda que de ahora en 
adelante sea diferente de lo que ha hecho el PT, aún cuando reconocen lo
 que se hizo en los gobiernos de Lula y Dilma. 
 Entre sus líderes
 más destacado tiene a l activista social Guilherme Boulos (37), qu ien 
se convirtió el año pasado en el presidenciable más joven de la historia
 de Brasil. Vocero del principal movimiento social por la vivienda en 
São Paulo (MTST, sigla de Movimiento de los Trabajadores Sin Techo), 
Boulos ha empezado este año a recorrer el país, emulando al Lula en los a
 ños 80, cuando el entonces sindicalista de São Bernardo también buscaba
 pasar de líder regional a figura de proyección nacional. 
 
También hay una corriente feminista muy fuerte creciendo dentro del 
PSOL, impulsada por la memoria de Marielle Franco, la concejala del 
partido que fue asesinada en marzo de 2018. Esa corriente inspira a 
cuatro diputadas que además vienen de cuatro grandes capitales 
brasileñas: Áurea Carolina (de Belo Horizonte), Sâmia Bonfim (de São 
Paulo), Fernanda Melchionna (de Porto Alegre) y Talíria Petrone (de Rio 
de Janeiro). 
 El origen de las diputadas también revela el punto 
débil del PSOL para consolidarse como partido más representativo de la 
izquierda: es un fenómeno creciente en las grandes capitales y centros 
urbanos, pero no ha logrado resultados similares en los sectores rurales
 y selváticos del país, en el Brasil profundo. 
 Fuera del eje 
PT-PSOL también está Manuela D´Ávila (37), la principal líder del 
Partido Comunista y que fue candidata a vicepresidenta en la fórmula con
 Fernando Haddad. 
Estados Unidos,  socialismo demócrata
 Muchos y muchas podrían desconfiar al leer la expresión “izquierda 
estadounidense”. Pero la corriente sí existe y ha sido impulsada por una
 renovada ola de jóvenes demócratas progresistas, que han visto al 
“socialista democrático” Bernie Sanders (77 años), precandidato 
presidencial en 2016, como un referente a seguir. 
 Sanders ya 
anunció que postulará nuevamente en las primarias del Partido Demócrata 
en 2020. Pero detrás de él hay gigantesca onda de militantes y 
representantes millennials ocupando espacios en la política. 
 El nombre que destaca entre todos esos nuevos líderes norteamericanos 
es el de Alexandria Ocasio-Cortez (29), un muchacha del Bronx, hija de 
inmigrantes puertorriqueños, que servía tacos en un restaurante de Nueva
 York hasta fines de 2017 y que hoy es la más taquillera integrante de 
la Cámara de Representantes, con un perfil en Twitter que, dentro de un 
ranking de figuras políticas, sólo es superado por el del presidente 
Trump en cantidad de visualizaciones.
 Al igual que Sanders, 
Ocasio-Cortez no tartamudea cuando hay que defender el concepto de 
socialismo democrático con el cual define el grupo del que son parte (el
 DSA, sigla de Democratic Socialists of America), con el cual tratan de 
imponer una hegemonía de izquierda dentro del Partido Demócrata, todavía
 comandado por los liberales, como el también joven (pero no tanto) Beto
 O´Rourke (46), quien se asoma como el primer gran contendor del 
sanderismo en las primarias, y que suele repetir en campaña que “soy 
capitalista”, para desmarcarse de su principal contendor. 
 Además
 de Alexandria, el DSA también se ha destacado por líderes jóvenes 
negros, inmigrantes o descendientes de ellos, como Andrew Gillum (39), 
alcalde de Tallahassee (y que estuvo a muy cerca de ganar la gobernación
 de Florida el año pasado, perdió por menos de 0,5% tras un proceso 
bastante cuestionado); la somalí-estadounidense Ilhan Omar (37), 
representante por el Estado de Minnesota; y Ayanna Pressley (45), 
representante por el Estado de Massachusetts. 
Perú,  dividida en dos bloques
 En otro país donde la izquierda ha tenido dificultades históricas 
surgió también un resultado inesperado en las presidenciales de 2016, a 
través d el Frente Amplio, liderado por la antropóloga francoperuana 
Verónika Mendoza (38 años), cuyo ascenso meteórico en la política se 
asemeja al de Camila Vallejo en Chile. 
 Mendoza y el Frente 
Amplio reunieron 18,7% de los votos en primera vuelta, lo que los ubicó 
en un auspicioso tercer lugar, y a menos de 3% de Pedro Pablo Kuczynski 
(80), el candidato que terminó ganando el ballotage, pero que ya no es 
más presidente desde hace casi un año, luego que renunciar a bajo 
presión por su conexión a hechos de corrupción. 
 Sin embargo, 
divergencias internas llevaron Mendoza a dejar el Frente Amplio peruano 
en 2017 y crear un nuevo referente llamado Nuevo Perú, con una 
plataforma que describen como “ecosocialista, feminista, indigenista y 
mariateguista”. Por su parte, el Frente Amplio sigue su camino, ahora 
liderado por el congresista jefe de su bancada en el Legislativo, Marco 
Arana (56). 
 Pese a la debacle de la derecha fujimorista en el 
país luego de los escándalos de los últimos dos años, no hay certeza si 
la izquierda, dividida ahora en dos bloques, logrará aprovechar esa 
situación. 
Bolivia,  bajo la sombra de Evo
 
Renovación en la izquierda Bolivia es algo que no parece ser una 
prioridad. Mientras Evo Morales (59 años) pueda seguir siendo el líder 
indiscutido de la coalición oficialista, a lo máximo que los jóvenes que
 se destacan en el Movimiento al Socialismo (MAS) pueden postular, es a 
ser legisladores y dirigentes regionales. 
 La omnipresencia de 
Morales en la política boliviana, sin embargo, no ha logrado opacar el 
surgimiento de nuevos liderazgos, como el de la presidenta del Senado, 
Adriana Salvatierra (29), una académica chileno-boliviana, hija de la 
psicóloga chilena Luisa Arriaza Zúñiga, quien fue militante de las 
Juventudes Comunistas en su juventud. 
 El ascenso de Salvatierra 
fue meteórico: se tituló como politóloga en 2012, se eligió senadora por
 el MAS en 2015 y asumió la presidencia de la Cámara Alta en el pasado 
mes de enero, convirtiéndose en la persona más joven en ocupar este 
cargo. 
 Otros nombres que hay que mirar con atención son los de 
Andrónico Rodríguez (29), líder cocalero que recientemente asumió la 
vicepresidencia de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba; y el
 de Ademar Valda (34), recién elegido presidente de la Brigada 
Parlamentaria del MAS. 
Colombia  y la esperanza
 
El surgimiento de liderazgos en la izquierda colombiana a nivel nacional
 siempre ha enfrentado el problema de los asesinatos de líderes 
populares y dirigentes sociales, desde el atentado a Jorge Eliécer 
Gaitán en 1948, pasando por la serie de magnicidios de los 80, hasta el 
reciente 2018, en el que fueron ejecutados más de 170 voceros y 
representantes de movimientos a lo largo del país. Casi la mitad de los 
casos se dieron antes de las elecciones presidenciales (mayo y junio del
 año pasado). 
 Sin embargo, la izquierda resiste y quizás con 
algunas buenas noticias, sobretodo después de que logró del hito 
histórico que significó llevar un candidato presidencial al ballotage: 
Gustavo Petro (58 años), quizás el menos joven de los ejemplos citados. 
Pero Petro es el futuro de la izquierda en Colombia, con una buena 
votación en las presidenciales del año pasado (25% en primera vuelta y 
42% en segunda) y una fuerte posibilidad de que pueda mantenerse como 
referente político de la coalición Colombia Humana, para quizás hacer 
historia nuevamente en 2022. 
 El otro nombre que tiene la 
izquierda es el de Iván Cepeda (56), conocido como el senador que puso a
 Álvaro Uribe (66) contra las cuerdas, obligándolo a enfrentar a la 
Corte Suprema, a responder por delitos de soborno y falsos testigos, en 
julio de 2018. Sin embargo, en el mismo año fue diagnostica do de 
cáncer de colon en fase temprana, justamente cuando se levantaba como 
uno de los principales nombres del partido Polo Democrático Alternativo.
 
Cuba  y su renovación por dentro
 La renovación 
en la isla donde los hermanos Castro gobernaron por 60 años ya está. El 
propio Miguel Díaz-Canel (58 años), al asumir el poder en abril de 2018,
 se convirtió en ese nuevo aire que esperaba la isla desde que Raúl 
Castro prometió una modernización de las relaciones económicas entre los
 ciudadanos. 
 Pero además, el proceso de reforma constitucional 
impulsado por él y recientemente concluido, también fue un marco 
importante, permitiendo que nuevas figuras se destacaran, como Susely 
Morfa (36), primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de 
Jóvenes Comunistas (UJC) y reelegida como miembro del Consejo de Estado;
 o el poeta y periodista Yoerky Sánchez Cuellar (35), director del 
diario Juventud Rebelde y también miembro del Consejo de Estado. 
 Otro nombre que se destaca en Cuba es el de Jennifer Bello (27), ex 
presidenta de la Federación de Estudiantes Universitarios de Cuba, ex 
miembro del Consejo del Estado (al que ingresó en su momento como la más
 joven en su historia, a los 23 años), hoy diputada de la Asamblea 
Nacional. 
Venezuela,  entre maduristas y chavistas
 Al igual como lo hizo Hugo Chávez con Nicolás Maduro (56 años), 
preparándolo como su sucesor natural para cuando él no pudiera ser el 
líder de su proyecto político, el actual mandatario está trabajando para
 promover sus reemplazantes. 
 No es secreto para nadie que la 
persona mejor posicionada en ese sentido es la vicepresidenta Delcy 
Rodríguez (49), qu i e n ya tiene en su currículum el cargo de ex 
presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente y el de canciller del 
primer gobierno de Maduro, por tres años (entre 2014 y 2017). 
 
Pero Venezuela es un caso muy complejo, donde ya existe una disputa 
entre el chavismo tradicional y el chavismo-madurista que está en el 
poder. Fuera del chavismo-madurista hay otros nombres que no cuentan 
tanto con la bendición presidencial, pero sí han ganado espacio. E ntre 
ellos se destaca el del joven gobernador del Estado de Miranda, Héctor 
Rodríguez Castro (37). 
 En su momento, Rodríguez Castro también 
fue un consentido de Hugo Chávez, qu ien lo nombró ministro en 2008 y lo
 apadrinó para que fuera, a los 26 años, el más joven miembro de la 
directiva nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). 
Durante el gobierno de Maduro, fue ministro de la Juventud en 2013, y 
luego ministro de Educación, entre 2014 y 2015. 
 Al salir de este
 último cargo, se alejó del círculo de confianza del madurismo, aunque 
sin dejar de ser una de las figuras destacadas del partido chavista. 
Tanto es así que logró elegirse gobernador del Estado de Miranda, uno de
 los más importantes del país, derrumbando la hegemonía de la derecha 
que era ejercida por Henrique Capriles (46), el rival de Maduro en 2013 y
 que gobernaba el Estado desde 2008. 
 

 
 
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