The Intercept (Intercepted)
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández |
El mundo se rio
de Donald Trump en las Naciones Unidas, pero las declaraciones
imperiales emitidas no eran cosa de risa. Puede parecer que Trump es un
bufón, pero su agenda global es consistente con la maquinaria imperial
bipartidista que maneja EE. UU. Esta semana, en Intercepted, el célebre
disidente Noam Chomsky analiza la presidencia de Trump, la derrota de
EE. UU. en Afganistán, la posición que considera justa respecto a la
guerra en Siria, así como la agenda de Vladimir Putin y Rusia. También
discute el impacto de las grandes compañías de las redes sociales y
explica por qué una vida de resistencia y lucha merece la pena.

Jeremy Scahill (JS):
Hoy tenemos en el programa a un invitado muy especial con el que
mantendremos una amplia conversación sobre diversos temas, desde la
guerra en Afganistán a Corea del Norte, Siria, Irán, Rusia y las
elecciones, las grandes compañías tecnológicas y el papel que desempeñan
en nuestras vidas, en la propaganda, etc. Nuestro invitado es el
legendario académico disidente estadounidense Noam Chomsky. Estoy seguro
de que casi todos nuestros oyentes están familiarizados con Chomsky,
aunque casi nunca podrán verle en las principales cadenas de televisión
de EE. UU. A nivel global, sí. Chomsky aparece todo el tiempo en las
televisiones de todo el mundo. Pero no sucede lo mismo aquí, en su país
de origen. Si no me equivoco, nunca ha estado en la NBC, ABC, CBS o Fox . Hizo algunas entrevistas a lo largo de los años en PBS , en el programa de Charlie Rose. Y creo que una vez estuvo en la CNN durante un par de minutos. Tal es el destino de los disidentes en el país de los valientes
. Una de las pocas veces en que se permitió a Noam Chomsky aparecer en
la televisión de los EE. UU. fue hace mucho tiempo atrás, el 3 de abril
de 1969, cuando debatió con el famoso conservador William F. Buckley. El
programa fue trasmitido bajo el título “Vietnam y los intelectuales”, y
formaba parte del programa "Firing Line" de Buckley…
Noam Chomsky (1969) (NC): Me
parece que un aspecto muy aterrador de nuestra sociedad y de otras
sociedades es la compostura y el desapego con los que las personas
sensatas, razonables y sensibles pueden observar tales acontecimientos.
Creo que eso es más aterrador que un ocasional Hitler, o LeMay u otro
que surja. Estas personas no podrían actuar si no fuera por esta apatía y
compostura; por lo tanto, creo que en cierto sentido son las personas
sensatas, razonables y tolerantes las que deberían compartir la carga
profunda de culpa que fácilmente arrojan sobre los hombros de otras
personas que parecen más extremadas y violentas.
William F. Buckley: Oh, estoy de acuerdo, pero, pero…
JS
: Noam Chomsky es uno de los pensadores políticos más populares e
influyentes en el mundo, sin embargo, en EE. UU. sólo podrán encontrarlo
en medios de comunicación independientes y alternativos. Miren a todos
esos expertos y bueno… criminales que aparecen constantemente en la
televisión hoy en día. Personas con una larga carrera pública en
matanzas masivas o mentiras masivas. Esto es parte del problema. Es gran
parte del problema en este país. ¡Qué diferente sería este país, y el
mundo, si Noam Chomsky y otros disidentes de principios aparecieran
regularmente en las principales noticias!
Chomsky es
actualmente un laureado profesor del Departamento de Lingüística de la
Universidad de Arizona y profesor emérito en el Instituto de Tecnología
de Massachusetts, donde estuvo enseñando durante más de medio siglo.
Entre sus últimos libros figuran: “Global Discontents: Conversations on
the Rising Threats to Democracy” y “Requiem for the American Dream: The
10 Principles of Concentration of Wealth & Power”. Es asimismo
coautor, junto con el difunto Ed Herman, del clásico “Manufacturing
Consent: The Political Economy of the Mass Media”.
JS: Noam Chomsky, bienvenido a Intercepted .
NC: Estoy muy contento de estar aquí contigo.
JS: Si miras, y sé que no eres precisamente un fan de las noticias por televisión, pero si miras sobre todo la MSNBC o la CNN
justo ahora o lees los principales periódicos en EE. UU., puedes sacar
la impresión de que Donald Trump y su administración, su presidencia,
representan una gran desviación de cómo se han hecho las cosas
históricamente en este país.
¿Cuál es la diferencia entre la
presidencia de Trump y el consenso bipartidista del imperio de
Washington, la forma en la que se ha gobernado en EE. UU. a lo largo de
su historia?
NC: Hay algunas diferencias y muchas
continuidades. En el escenario interno, Trump está manejando de forma
muy eficaz a ambos electorados.
Existe una auténtica
circunscripción del poder corporativo y la riqueza privada que está
siendo magníficamente servida a través de las órdenes del ejecutivo y de
los programas legislativos que se están impulsando, que representan el
ala más salvaje de las políticas republicanas tradicionales: atender los
intereses privados y la riqueza privada, desestimando al resto como
irrelevante y fácilmente desechable.
Al mismo tiempo, está
consiguiendo mantener su electorado de votantes pretendiendo, muy
eficazmente, ser la única persona en el mundo que les defiende contra
las odiadas élites. Y este trabajo supone una estafa impresionante.
¿Cuánto tiempo podrá mantenerlo? No lo sé. En la escena internacional
está actuando de forma mucho más interesante.
Están
criticándole por tomar posiciones que, en mi opinión, son bastante
razonables. Por ejemplo, en el caso de Corea: El 27 de abril pasado, las
dos Coreas presentaron una declaración histórica, en la que anunciaron
planes bastante explícitos para avanzar hacia la reconciliación, la
integración y la desnuclearización de la península.
Presentador de informativos: Kim
Jong-un hizo historia hoy al convertirse en el primer líder norcoreano
en pisar el Sur desde que comenzó la guerra de Corea en 1950. Prometió
un nuevo comienzo al reunirse con Moon Jae-in, de Corea del Sur, en la
zona desmilitarizada entre los dos países. La reunión marca la primera
cumbre entre las Coreas en más de una década.
NC:
Eso significa que EE. UU. les permite que procedan, según han
manifestado, en función de su propia voluntad. Y hasta ahora Trump no ha
interferido mucho en esto, suspendiendo, temporalmente al menos, las
maniobras militares que son altamente provocativas, según dijo de forma
acertada. Ha sido criticado por eso, pero creo que es una posición
correcta. En este momento, el presidente Moon está en Corea del Norte;
pueden hacer movimientos positivos por su propia cuenta que resultan
beneficiosos.
El caso de Rusia es más complejo. De hecho, las
políticas de Trump tienen un doble cariz. Su administración ha
proseguido la política de reforzar las fuerzas militares en la frontera
rusa, realizando ejercicios militares y aumentando las tensiones en
partes extremadamente peligrosas del mundo.
Por otra parte, ha
dado también pasos un tanto conciliatorios para reducir la tirantez. Y
por eso le han vapuleado otra vez. Sin embargo, creo que es lo correcto.
En cuanto a otros asuntos, ha roto importantes acuerdos
internacionales, el más importante ha sido el acuerdo nuclear con Irán.
Donald J. Trump (DJT): Estoy
anunciando hoy que EE. UU. se retirará del acuerdo nuclear con Irán.
Dentro de unos momentos, firmaré un memorando presidencial para comenzar
a restablecer las sanciones nucleares estadounidenses contra el régimen
iraní. Vamos a implantar el nivel más alto de sanciones económicas.
NC:
En este caso, supone aislarse del mundo entero. Y eso es muy grave y lo
peor de todo, que supera con mucho a todo lo demás, es su abandono de
las negociaciones de París.
DJT: El Acuerdo
del Clima de París es sencillamente el ejemplo más reciente de un
acuerdo suscrito por Washington que pone en desventaja a EE. UU. en
beneficio exclusivo de otros países. Deja a los trabajadores
estadounidenses, a quienes amo, y a los contribuyentes, absorber el
coste en términos de pérdida de empleos, salarios más bajos, fábricas
cerradas y una producción económica enormemente reducida. Por lo tanto, a
partir de hoy, EE. UU. dejará de cumplir el Acuerdo de París en sus
aspectos no vinculantes y las draconianas cargas financieras y
económicas que impone a nuestro país.
NC: Eso
convierte a EE. UU. en el único país del mundo que se niega oficialmente
a dar incluso pequeños pasos para enfrentar la verdadera crisis
existencial, y eso se combina con programas nacionales para aumentar
rápidamente el uso de los combustibles fósiles más peligrosos,
reduciendo las regulaciones económicas sobre los automóviles, eliminando
las protecciones de seguridad para los trabajadores, etc. Todo eso es
sólo una carrera hacia el desastre y esa es, con mucho, la más seria de
las iniciativas para socavar lo que se conoce, en líneas generales, como
el orden internacional.
Por ejemplo, plantear preguntas sobre
la OTAN es algo bastante razonable. Ciertamente, uno podría preguntarse
por qué existe la OTAN tras el colapso de la Unión Soviética; no es que
no se haya cuestionado antes, sino que la historia oficial fue que la
OTAN estaba ahí para defender a Occidente contra las hordas rusas.
Aparte de la validez de esa afirmación, esa era la posición oficial.
Noticiario:
El cínico bloqueo ruso de Berlín había llevado a Europa al borde de la
guerra. Por fin quedó claro que sólo una alianza fuerte podría
disuadirlos de nuevas aventuras. El 4 de abril de 1949, el Tratado del
Atlántico Norte fue firmado por Noruega, Dinamarca, los Países Bajos,
Bélgica, Luxemburgo, Francia, Italia, Portugal, el Reino Unido,
Islandia, Canadá y los Estados Unidos. Esta unión de doce naciones se
conoció como la Organización del Tratado del Atlántico Norte o más
simplemente como la OTAN .
NC: Tras el colapso de
la Unión Soviética, surgió esa pregunta justa sobre las razones para que
la OTAN sobreviviera. Pero lo que en realidad hizo fue expandirse. Se
amplió hasta la frontera rusa, inicialmente bajo el primer Bush, luego
en gran medida bajo Clinton, y más tarde en 2008, ofreciendo incluso que
Ucrania se uniera a la OTAN, eso es un ataque a los intereses
geoestratégicos rusos que ningún líder ruso podría aceptar fácilmente.
Todo esto aumenta las amenazas y las tensiones de manera bastante
innecesaria, al mismo tiempo que la OTAN cambiaba su misión oficial para
incluir lo que ellos llaman “control de salvaguarda” del sistema
internacional de la energía, los oleoductos y las vías marítimas que,
aunque no se menciona, sirve esencialmente como fuerza de intervención
para EE. UU. Tenemos un buen indicio de cómo el mundo vio ese orden
internacional. La agencia de encuestas Gallup lleva a cabo encuestas
internacionales de opinión cada año; en 2013, por primera vez, hicieron
una pregunta interesante.
Y la pregunta que hicieron fue: ¿qué
país representa la mayor amenaza para la paz mundial? Estados Unidos
quedó en primer lugar. Ningún otro país llegó siquiera a estar cerca;
muy atrás, en segundo lugar, estaba Pakistán, sin duda inflado por el
voto indio. Los países que se llaman la mayor amenaza para la paz
mundial aquí en EE. UU., como Irán, apenas se mencionaron. Curiosamente,
Gallup nunca volvió a hacer esa pregunta de sondeo, y de la respuesta
no se informó en la prensa general.
JS: Usted aborda el
tema de la OTAN y ahora mismo, en EE.UU., cuando se discute sobre
Vladimir Putin se está en gran medida resucitando la imaginería de la
Guerra Fría. Hay libros que se publican con una "R" invertida, que ni
forma parte del alfabeto cirílico ni equivale a la letra "R", pero hay
una representaci ó n de Putin como, m á s o menos, que los bolcheviques
están en ascenso y esa idea de que Rusia está tratando de apoderarse de
EE. UU., y que Rusia es responsable de que Donald Trump sea el
presidente porque “piratearon” nuestras elecciones. ¿Qué es verdad y qué
es una hipérbole/propaganda/exageración sobre Rusia y Putin, teniendo
en cuenta específicamente la postura de EE. UU. hacia Ucrania y la OTAN,
pero también el tema de la interferencia electoral?
NC:
Lo que es cierto es que después del colapso de la Unión Soviética en
1990-1991, hubo un período bajo Yeltsin en el que EE. UU. dominó en gran
medida lo que estaba sucediendo en Rusia y en la región a su alrededor.
Se amplió la OTAN. La economía rusa se derrumbó totalmente bajo las
duras reformas impuestas por el mercado. Hubo un colapso radical de la
economía, un fuerte aumento en la tasa de mortalidad. Rusia quedó
realmente devastada. Cuando Putin entró -no es un buen tipo, no me
gustaría cenar con él, pero puedo comprender sus políticas-, sus
políticas consistieron en intentar restaurar algún papel para Rusia, al
menos en su propia región del mundo, que deberíamos recordar que eran
las rutas tradicionales de invasión a través de las cuales se había
atacado a Rusia, que fue prácticamente destruida en varias ocasiones en
el pasado siglo.
Así pues, no se trata de un tema menor. Y sí,
Putin intenta recuperar algún grado del poder ruso en el mundo, algún
grado de autoridad rusa. Y una extensión de eso, y de hecho la única, es
la posición rusa en Siria, que consigue ganarle terreno al dominio
global estadounidense y, de forma secundaria, a sus aliados, lo cual se
considera en cierto modo como la norma. La norma es: “nosotros lo
gobernamos todo” y si alguien más trata de controlar una zona
considerada como propia, eso es perjudicial para el sistema
internacional. Y así es, desde determinado punto de vista.
La
potencia rusa en comparación con la de EE. UU. resulta irrisoria. Veamos
un dato: el aumento de Trump del presupuesto de defensa equivale
prácticamente a todo el presupuesto militar ruso. Entonces, la idea de
que Rusia se está apoderando del mundo es ridícula. Lo que sucede es que
están intentando, a menudo en formas que merecen condena, restaurar
cierto grado de influencia rusa en la región que rodea a Rusia, más en
Siria, donde se halla su única base mediterránea. Y que están tratando
de establecer un lugar para Rusia en el sistema mundial, porque es mucho
más débil que Estados Unidos y más débil que China. De hecho, uno de
los problemas internacionales de Rusia es que el poderío chino le
resulta abrumador. Ese es el tipo de alteración del orden internacional
que se atribuye a Rusia.
JS: Ha planteado la cuestión
de Rusia en Siria. Desde luego, ahí tenemos también a EE. UU., Irán,
Turquía, Qatar, toda la lista de países implicados activamente justo
ahora en la denominada, digamos genéricamente, guerra de Siria. Y ahí
tenemos aislacionistas, o libertarios, o antiimperialistas que han
asumido la posición de: “No intervenir en Siria porque se trata de una
guerra civil”. Creo que si somos honestos deberíamos decir que,
evidentemente, Bashar al-Asad es un criminal de guerra. Es un asesino
masivo que está en conflicto con muchos asesinos masivos y muchos
criminales de guerra.
¿Cuál cree Noam Chomsky que sería la
posición justa a adoptar respecto a la guerra en Siria? ¿Qué la gente
defienda a Bashar al-Asad en la idea de que es la opción menos mala?
¿Qué se trata de una cuestión que incumbe a los sirios? ¿Hay alguna
implicación internacional que se considere tendría algún sentido o que
pudiera justificarse tanto bajos principios morales como legales?
NC:
Bien, el primer punto a tener en cuenta, que ya ha mencionado, es que
Asad es un horrible criminal de guerra. La mayor parte de las
atrocidades, que son inmensas, son responsabilidad suya. No hay
justificación para Asad. Por otra parte, la verdad es que básicamente
controla ahora gran parte de Siria gracias sobre todo al apoyo ruso y,
de forma parcial, al iraní.
Los rusos entraron de hecho en
Siria después de que la CIA proporcionara a las fuerzas rebeldes, que en
su mayoría están dirigidas por elementos jihadistas, misiles
antitanques avanzados que bloqueaban al ejército sirio; fue en ese
momento cuando los rusos entraron con su poder aéreo y machacaron a la
oposición. La situación actual es que Asad ha ganado prácticamente la
guerra. Nos guste o no. En las primeras etapas hubo una oposición
demócrata y laica muy respetable, que se vio superada muy rápidamente
por los elementos jihadistas, apoyados desde el exterior por Arabia
Saudita, Qatar, EE. UU. y otros. Hay una catástrofe humanitaria
pendiente en Idlib, la provincia donde han estado los yihadistas, el
lugar al que han sido expulsados o han huido. Si hay un ataque
ruso-sirio, podr í a producirse una cat á strofe humanitaria total. Hay
algunos indicios de que a los rusos y los turcos se les puede haber
proporcionado una zona segura a la que tal vez puedan huir algunos
civiles, pero parece estar desarrollándose una monstruosidad. Si hay
alguna manera de contrarrestar ese ataque, debería hacerse por medios
diplomáticos.
La otra cuestión fundamental es el estatuto de
las zonas kurdas, de Rojava. En mi opinión, tiene sentido que EE. UU.
mantenga una presencia que impida un ataque sobre las áreas kurdas.
Tienen la única parte de Siria que logró mantener una sociedad en
funcionamiento con muchos elementos decentes. Y ante la idea de que
puedan ser atacados por sus amargos enemigos, los turcos, o por el
régimen asesino de Asad, creo que debe hacerse algo para intentar
evitarlo.
JS: Déjeme preguntarle algo sobre ese punto
porque es una de las personas destacadas en el mundo que constantemente
está recordando que EE. UU. siempre ha adoptado la postura de que
determinados kurdos son los kurdos buenos y que otros son los kurdos
malos. EE. UU. ha vertido dinero y armas en los cofres de, por ejemplo,
el ejército turco para que se dedique explícitamente a proseguir el
genocidio contra los kurdos. Por lo tanto, tengo curiosidad por saber
cómo se concilia eso con la posición de que EE. UU. sería básicamente el
protector de los kurdos en el contexto de la guerra de Siria.
NC:
Estados Unidos, como el resto de grandes potencias, no persigue
objetivos humanitarios. Persigue determinados objetivos por
consideraciones de poder que conducen a diferentes posiciones con
respecto a los kurdos u otros en diferentes momentos.
Por
ejemplo, en la década de 1970 hubo un momento en que Estados Unidos
apoyó a los kurdos contra Sadam Husein. Poco después se llegó a un
acuerdo por el que se sacrificó a los kurdos. Esto motivó el famoso
comentario de Henry Kissinger de que no deberíamos confundir la política
exterior con la actividad misionera.
Es totalmente cierto que,
especialmente en la década de 1990, Clinton estuvo vertiendo armas en
Turquía con el propósito de llevar a cabo ataques masivos, asesinos y
enormemente destructivos contra la población kurda turca en el sudeste.
Eso no cambia el hecho de que ahora EE. UU. podría, con una presencia
relativamente pequeña, disuadir de los ataques contra los kurdos en
Siria, que podrían destruir la parte de Siria que en realidad está
funcionando de manera decente. No esperamos coherencia, en términos
humanitarios, de una gran potencia porque esos no son sus principios
rectores.
JS: Respecto a Afganistán, llevamos ya más de
17 años allí en el contexto del 11-S, ¿no deberíamos hablar de
Afganistán como una guerra que, obviamente, Estados Unidos nunca debió
haber comenzado y en la que hemos sido realmente derrotados militar y
políticamente?
NC: Bien, en mi opinión, como recordarán
en aquella época, el uso de la fuerza militar en Afganistán fue
inapropiado e ilegítimo. Había opciones diplomáticas que se podrían
haber perseguido, pero EE. UU. quería utilizar la fuerza. Creo que la
descripción más precisa de lo que hizo EE. UU. fue la de Abdul Haq -uno
de los activistas antitalibán afganos más respetados y honrados que fue
asesinado en Afganistán-, que se opuso enérgicamente al bombardeo
estadounidense, al igual que hicieron los disidentes afganos,
argumentando que EE. UU. estaba bombardeando sólo porque quería
demostrar su fuerza e intimidar a todos los demás, socavando los
esfuerzos de la resistencia afgana antitalibán para resolver el problema
por su cuenta.
Presentador de informativos:
Dos hombres se esforzaban aquella mañana en ofrecer al gobierno
estadounidense un plan para derrocar al régimen talibán en Afganistán,
expulsar a Al-Qaeda de sus bases terroristas y capturar a Osama bin
Laden. Ese plan fue elaborado por Abdul Haq, uno de los líderes más
respetados de Afganistán, y constituía la culminación de su lucha para
salvar a su país.
JC: Creo que su análisis es
correcto. Llevamos ya 17 años de intentos fallidos para imponer un
sistema dominado por EE. UU. Hay un movimiento de paz afgano. No es
enorme, pero es significativo. Está allí presente desde hace varios
años. Deberíamos estar haciendo cuanto podamos para apoyarlo, para
llevarles a encontrar una solución interna en Afganistán, reconciliando
en la medida de lo posible las facciones enfrentadas en conflicto, ya
estén divididas por razones étnicas o en función de otros aspectos.
Es un problema extraordinario. Lo mejor que podemos hacer es tratar de
facilitar los esfuerzos entre los afganos. No creo que Estados Unidos
pueda esperar algo más allá de eso, y la idea de imponer una solución
militar parece estar fuera de discusión.
JS: ¿Piensa que es acertado decir que EE. UU. ha sido derrotado militarmente en Afganistán?
NC:
En realidad no ha conseguido ninguno de sus objetivos después de un
gasto enorme. Por tanto, puede darle el nombre que quiera. Quiero decir
que una gran potencia como EE. UU. no sale realmente derrotada. Aunque
puede que no consiga sus objetivos máximos.
Por ejemplo,
consideremos el caso de Vietnam. Se describe casi universalmente como
una derrota estadounidense. Pero si miras hacia atrás al plan original,
que se remonta a principios de los años 50, la razón por la cual EE. UU.
se involucró en Vietnam, esa guerra no resultó una derrota completa.
EE. UU. no logró sus objetivos máximos de convertir a Vietnam en algo
así como Filipinas, pero sí consiguió su objetivo principal de evitar
que un Vietnam del Sur independiente se convirtiera en un modelo que
otros podían seguir hacia un desarrollo independiente exitoso,
erosionando tal vez todo el orden del sudeste asiático, que es lo que
preocupaba a los planificadores estadounidenses a principios de los años
cincuenta. Y eso, de hecho, se paró. Es poco probable que potencias
como Estados Unidos tengan que hacer frente a algo que suponga una
derrota real, quizás un fracaso.
JS: También quería preguntarle sobre la masacre en curso en Yemen. Recientemente, la CNN
y algunas otras cadenas han comenzado a mostrar imágenes de partes de
misiles los misiles estadounidenses, de la munición que, por ejemplo,
acabó con la vida de todos los niños en edad escolar que viajaban
recientemente en un autobús.
Presentador de informativos :
Este video de trozos de metralla se filmó tras el ataque y fue enviado a
la CNN a través de un contacto que se lo entregó posteriormente a un
camarógrafo que trabajaba para la CNN. Los expertos en municiones nos
han dicho que se trataba de una bomba Mark MK 82 fabricada en EE. UU.
que pesa unos 230 kilos. Los primeros cinco dígitos corresponden al
número de la caja, all número comercial y a la entidad del gobierno.
Este número de aquí indica Lockheed Martin, uno de los principales
contratistas de defensa estadounidenses.
JS: Había
gran escasez de informes de ese tipo cuando Obama estaba librando lo
que comenzó como una campaña secreta de bombardeos que podía negarse.
Comenzó en diciembre de 2009, con un ataque con bombas de racimo que
mató a tres docenas de mujeres y niños en la aldea de al-Majala, en
Yemen. Y después se pasó a atacar regularmente al Yemen con aviones no
tripulados, pero a menudo también se describe como un ejemplo del apoyo
de Trump a los saudíes, cuando en realidad EE. UU. bombardeó ya el Yemen
en noviembre de 2002. Esto ha venido sucediendo a lo largo de bastante
tiempo, ¿cuál es la motivación de los Estados Unidos para esta matanza
en masa en Yemen en este momento que está siendo llevada a cabo
principalmente por aviones de guerra saudíes que EE. UU. les ha
entregado? Y, por supuesto, EE. UU. está aportando toda la asistencia en
asuntos de inteligencia, en reabastecimiento de combustible y en el
suministro de las municiones. Pero, para Vd. ¿cuál es la agenda de EE.
UU. en el Yemen?
NC: Tiene razón al rastrear este
aspecto hasta Obama, de hecho, incluso antes. Estados Unidos quiere
asegurarse de que Yemen se incorpore al sistema de Estados árabes
reaccionarios que domina y controla en gran medida: Arabia Saudita,
Emiratos Árabes Unidos, que tienen un poder militar bastante importante
para los estándares de la región y son bastante crueles y brutales.
Presumiblemente, los hutíes cuentan con algún grado de apoyo iraní.
Considerarles, al igual que a Irán, como la principal amenaza en la
región es ridículo. EE. UU. y, en segundo lugar, Gran Bretaña han estado
armando, desarrollando y apoyando a las fuerzas militares y acciones de
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos con las consecuencias que
usted describe. Se está convirtiendo en uno de los peores desastres
humanitarios en el mundo, el ataque sobre el puerto de Hodeidah…
Presentador de informativos
: Las fuerzas de la coalición se están acercando y los combates en el
aeropuerto han bloqueado una salida clave de la ciudad, lo que dificulta
el transporte de la tan necesaria ayuda alimentaria a Hodeidah, el
puerto más grande del país, al resto del mismo. 8,4 millones de yemeníes
están ya en riesgo de morir de hambre. La guerra ha creado la peor
crisis humanitaria del mundo.
NC: Si lo desea,
podemos rastrear esto mucho más lejos. A principios de la década de 1960
hubo una guerra, una guerra por poderes, que se desarrolló en Yemen
entre Arabia Saudita y Egipto. En aquel momento, Egipto era el centro
del nacionalismo árabe laico bajo Naser, que era considerado como el
principal enemigo de los Estados Unidos. Arabia Saudí era el centro del
Islam radical y, al igual que los británicos antes que nosotros, EE. UU.
tendía sistemáticamente a apoyar el islamismo radical contra el
nacionalismo laico. Esa guerra se estuvo librando a través de los años
60. Fue una guerra importante. Israel resolvió ese problema para EE. UU.
y Arabia Saudí al destruir el nacionalismo árabe laico en 1967. Y, de
hecho, ese es el principal punto de inflexión en las relaciones
israelíes con EE. UU., Israel realizó un gran servicio a los Estados
Unidos y a su aliado Arabia Saudí y al islamismo radical, que tuvo su
epicentro allí al eliminarse la alternativa nacionalista laica. Y desde
entonces, las relaciones de EE. UU. con Israel han sido un tanto únicas,
incluso históricamente, pero ciertamente en el mundo moderno. Y esto es
ahora otra continuación de lo mismo con diferente reparto de
personajes. Se ha considerado al Yemen como el más pobre de los Estados
árabes, el más miserable en muchos aspectos, desgarrado por todo tipo de
conflictos internos. Y EE. UU. sigue comprometido a garantizar que sus
estrechos aliados, los Estados islamistas radicales (Arabia Saudí, EAU)
mantengan el control sobre cualquier adversario. Egipto en aquel
momento, Irán ahora, que es de hecho un partícipe menor, no como Egipto,
que tenía allí un ejército importante.
JS: Estoy
seguro de que ha prestado mucha atención a las informaciones sobre el
discurso del asesor de seguridad nacional, John Bolton, en la Federalist
Society, en la que lanzó un feroz ataque contra la Corte Penal
Internacional, la CPI .
Por supuesto, John Bolton ha
estado siempre en contra del derecho internacional y su aplicación en
EE. UU. Pero Bolton señaló algo en ese discurso que creo que es
importante que la gente entienda y que sea preciso. Bolton describió
cómo, en 2002, el Congreso estadounidense, de manera bipartidista,
aprobó una legislación conocida en los círculos de derechos humanos como
la Ley de Invasión de La Haya.
John Bolton:
Esta ley, que ha contado con un amplio apoyo bipartidista, autoriza al
presidente a usar todos los medios necesarios y apropiados, incluida la
fuerza, para blindar a nuestros miembros en servicio y a las fuerzas
armadas de nuestros aliados del procesamiento ante la CPI. También
prohíbe varias formas de cooperación entre Estados Unidos y la Corte.
JS:
Y derechistas radicales como Hillary Clinton, Joe Biden y muchos
poderosos senadores demócratas votaron realmente a favor de esa
legislación. Sin embargo, cuando Bolton atacó a la CPI, se le representó
con un: “Oh, Dios mío, mira cómo esta gente de Trump está tan fuera de
las leyes”. Pero la realidad es que, ¿no es verdad que este ha sido el
consenso de poder bipartidista desde el principio? Que ninguna ley
internacional se aplique realmente a Estados Unidos y tanto republicanos
como demócratas, incluido el candidato demócrata en 2016, creen que
tenemos derecho a intervenir militarmente para evitar el enjuiciamiento
de los crímenes de guerra de cualquiera de sus empleados.
NC:
Tiene toda la razón. En Europa, como ha dicho, se llamó la Ley de
Invasión de los Países Bajos: autoriza al presidente a hacer uso de la
fuerza militar para rescatar a cualquier estadounidense que sea llevado a
juicio en cualquier lugar. Por tanto, tiene toda la razón en lo que
dice. Es injusto culpar a Trump y a Bolton de una posición que se
remonta a muchos años atrás.
Por ejemplo, vayamos a 1984, la
Corte Penal ordenó a Estados Unidos en 1984, que pusiera fin a lo que se
denominó uso ilegal de la fuerza, que significa terrorismo
internacional, contra el Estado de Nicaragua y que pagara sustanciosas
indemnizaciones.
Presentador de noticias: Acoplarse a la Corte mundial suscitó también duras críticas en el hemiciclo.
Congreso:
Sr. presidente, muchos de nosotros sabemos desde hace algún tiempo que
las políticas de la administración Reagan en Centroamérica no podrían
soportar la luz del día, pero ahora la administración está admitiéndolo
al negarse a aceptar la jurisdicción de la Corte Penal Internacional
sobre el minado de puertos nicaragüenses por la CIA. La administración
ha demostrado que sabe que sus políticas no pueden resistir una
investigación de un organismo internacional objetivo imparcial.
NC:
Estados Unidos rechazó la autorización de la Corte mundial y lo hizo
con el firme apoyo de los liberales estadounidenses. Así, el New York Times , por ejemplo, publicó un editorial que condenaba a la Corte llamándola foro de albergue y, por lo tanto, ilegítimo.
Era un foro hostil porque condenó a Estados Unidos. Tres años antes, el New York Times
había elogiado a la Corte mundial como foro maravilloso porque apoyó a
EE. UU. en una reclamación contra Irán, pero ahora era un foro hostil y,
por lo tanto, ilegítimo. Así pues, EE.UU. no tenía necesidad de
obedecer sus órdenes.
En realidad, EE. UU. llegó incluso aún
más lejos vetando una resolución del Consejo de Seguridad que exigía
básicamente a los Estados que respetaran el derecho internacional; no
mencionaba a EE. UU. pero la intención resultaba obvia. Todo esto con el
apoyo de la opinión liberal en todos los ámbitos. En aquel momento, EE.
UU. era el único en desafiar a la Corte mundial.
Creo que
Libia y Albania habían rechazado también sus decisiones, aunque más
tarde las aceptaron. Por tanto, EE. UU., por lo que yo sé, está ahora en
un espléndido aislamiento al rechazar una decisión de la CPl en
coherencia con la legislación de 2002, que autoriza al ejecutivo a usar
la fuerza militar para bloquear cualquier acto contra estadounidenses
por parte de la CPI, si es que puede concebirse algo así.
JS:
Bien, entre paréntesis y no quiero entrar ahora en ese tema, pero sí
creo que vale la pena mencionarlo: cuando las víctimas del programa de
tortura de EE. UU., el llamado programa de entregas extraordinarias, o
las personas que fueron llevadas a Guantánamo o a los agujeros negros
presentaron demandas en los Estados Unidos contra Donald Rumsfeld, el
presidente George W. Bush, Dick Cheney u otros funcionarios por las
torturas o el secuestro que sufrieron, intervino en esos casos el
Departamento de Justicia utilizando la llamada Ley Westfall, que en
realidad tiene que ver con la legislación laboral estadounidense, e
incluso el fiscal general Eric Holder presentó, con Obama, escritos en
esos juicios contra criminales de guerra de la era de Bush que habían
sido acusados, diciendo que aunque hubieran cometido genocidio, su
actuación se enmarcaba dentro del alcance oficial de sus deberes. Y, por
lo tanto, desaparecieron de las acusaciones en todos esos casos y
fueron reemplazados por el gobierno de los Estados Unidos que tiene
inmunidad soberana, por lo que fueron liberados.
Así pues, no
es sólo a nivel de guerra internacional o conflicto. También es a nivel
individual con los funcionarios de EE. UU. La posición del Departamento
de Justicia, incluida la de Obama, era que aunque hasta Donald Rumsfeld
estuviera involucrado en el genocidio, habría quedado dentro del ámbito
oficial de sus funciones y, por ello, no puede ser considerado
responsable individualmente por ello.
NC: Sí, es una
especie de equivalente al hecho de que EE. UU. sí agregó una reserva
cuando firmaron la Convención sobre el Genocidio, diciendo finalmente
que éramos inmunes. Por cierto, no se ha dicho todo sobre el programa de
torturas. Alfred McCoy - un destacado historiador que llevó a cabo
algunos de los principales trabajos, entre otras cosas, sobre la
historia de la tortura- ha estudiado el tema a fondo…
JS:
Es un gran amigo de este programa y ha estado con nosotros en varias
ocasiones. También fue profesor mío cuando era estudiante de grado en la
Universidad de Wisconsin.
NC: OK , entonces no hace falta que lo elogie contigo. Hizo un trabajo excelente.
En cuanto a la tortura, señaló que cuando EE. UU. firmó la Convención
internacional sobre la Tortura, creo que fue alrededor de 1984, el
Senado reescribió la Convención para excluir los modos de tortura
llevados a cabo por la CIA, y eso fue entonces instituido por ley bajo
Clinton. Por lo tanto, se podría argumentar que gran parte de la tortura
perpetrada bajo la administración de Bush en realidad no violaba la ley
de los Estados Unidos, como también señala McCoy, la diferencia
significativa entre la tortura en Guantánamo/ Bagram/Abu Ghraib y los
períodos anteriores es que en esos períodos anteriores, EE. UU.
supervisó la tortura y entrenó a los torturadores en América Latina, el
sudeste asiático, pero durante estos últimos tiempos, el personal
estadounidense estuvo real y directamente involucrado en las torturas,
en lugar de sólo supervisarlas y entrenar a los torturadores. Ese es un
cambio leve pero, desde un punto de vista moral, no es un cambio muy
significativo.
JS: Quiero saber qué opinión tiene de lo
que está sucediendo en estos momentos con respecto a EE. UU. y
Venezuela. Tenemos a Nicolás Maduro sobreviviendo supuestamente a un
ataque con aviones no tripulados. Y, por otro lado a unos generales
amotinados que parecen reunirse con la administración de Trump para
trazar ¿o coordinar? un golpe de Estado. No está claro qué está
sucediendo exactamente, pero parece que EE. UU. está tratando, una vez
más, de fomentar un golpe de Estado o la destitución de Nicolás Maduro,
el sucesor de Hugo Chávez.
NC: Mi opinión es que EE.
UU. hubiera apoyado un golpe de Estado, pero no que esté tratando
realmente de instigarlo. Después de todo, en el año 2002, hubo un golpe
militar en Venezuela que derrocó brevemente al gobierno, eliminó al
Parlamento, al Tribunal Supremo, que fue revertido por un levantamiento
popular. Pero durante el momento del golpe, los Estados Unidos apoyaron
abiertamente y de manera bastante pública el golpe militar, al igual que
la prensa liberal. Hubo un tiempo en los años sesenta y setenta en que
EE. UU. estaba, de hecho, en condiciones de implementar y apoyar
firmemente los golpes militares en todo el continente; esto se remonta a
la decisión de John F. Kennedy en 1962 de transformar la misión del
ejército latinoamericano de lo que se llamó “defensa hemisférica” -que
era un vestigio del anacronismo de la Segunda Guerra Mundial- a la
“seguridad interna”. Y en el contexto latinoamericano, “seguridad
interna” significa la guerra de los militares y paramilitares contra la
población civil.
Ahora bien, en 1962, EE. UU. estaba en
condiciones de cambiar la misión de los militares latinoamericanos y
preparar esencialmente lo que se convirtió en el primer golpe militar
importante: 1964 en Brasil, y luego en otros lugares, un país tras otro.
Chile, Uruguay y, finalmente, Argentina, el peor de ellos, que contaron
con el firme apoyo de Kissinger y Reagan, pero EE. UU. ya no tiene ese
poder.
Algo que ha venido sucediendo en los últimos años ha
sido que América Latina, hasta cierto punto, se ha liberado del
imperialismo, es decir, del control de Estados Unidos, lo cual se
muestra de muchas maneras, como por ejemplo expulsando al FMI, que en
América Latina se había convertido en una rama del Departamento del
Tesoro, eliminando las bases militares formales de los Estados Unidos.
Por tanto, EE. UU. está sin duda implicado y continuará apoyando las
políticas tradicionales, pero no con el grado de poder que en otro
tiempo tuvo. En el caso de Venezuela, si llegara a producirse un golpe
militar, no dudo de que EE. UU. lo apoyaría, quizá con un chasquido de
lengua de que no es algo agradable, pero poco más puedo decirle. Es
probable que prosiga con la subversión, el sabotaje y el apoyo a los
elementos de la derecha. Por otro lado, debe señalarse que Venezuela es
un gran desastre en este momento. En parte por razones externas, pero
también en gran medida por razones internas.
Noam Chomsky
nos habla ahora sobre el impacto de las empresas de redes sociales y
explica por qué una vida de resistencia y lucha vale la pena
JS:
Este año se cumplen treinta años desde que usted y el difunto Ed Herman
publicaron “Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass
Media” [“Los guardianes de la libertad”, en lengua castellana] y me
gustaría conocer su opinión sobre el papel que desempeñan las grandes
compañías de medios sociales en nuestra sociedad, dado que están
reemplazando a muchas organizaciones de noticias, o la forma en que las
personas cambian al consumir la información de Google, Facebook,
Twitter, etc. Se habla mucho de esto, se han celebrado vistas en el
Capitolio. Hay un montón de alegatos respecto a los multimillonarios
para que se saquen a ciertas personas de las redes sociales y se
eliminen sus cuentas .
¿Qué hay acerca de la forma en
que estas entidades (Facebook, Google, Twitter) que nos han cambiado
como personas, han cambiado a nuestra sociedad y la forma en que
procesamos, difundimos y absorbemos información?
NC:
Bien, tus palabras procesar y difundir y absorber son correctas. Pero no
producir. Las fuentes de información siguen siendo los principales
medios de comunicación, los corresponsales sobre el terreno, que a
menudo realizan un trabajo excelente, valiente y muy valioso. Facebook y
el resto pueden filtrar la información que obtienen de esas fuentes y
presentarla de manera que a una gran parte del público le sea más fácil
digerirla. No creo que ese sea un desarrollo saludable, pero está
sucediendo. Y eso significa, esencialmente, convertir a gran parte de la
población esto en crisálidas, en burbujas, en las que sólo reciben la
información favorable a sus propios intereses y compromisos.
Si lees un periódico importante, por ejemplo, el New York Times
, tiene cierta gama de opiniones. Limitadas. Puede ir desde el centro a
la extrema derecha, pero al menos tiene una gama de opiniones. Quienes
son más adictos a las redes sociales tienden a recurrir directamente a
lo que apoye sus propios puntos de vista para no escuchar otras cosas, y
eso no es algo bueno. Google, Facebook y el resto son instituciones
comerciales. Sus miembros son básicamente anunciantes y les gustaría
establecer el tipo de control sobre sus consumidores que sea beneficioso
para su modelo de negocio y que les permita conseguir publicidad. Eso
tiene efectos de distorsión muy graves. Y sabemos que proporcionan
información masiva al sistema corporativo, que utilizan en sus propios
esfuerzos para tratar de moldear y controlar el comportamiento y la
opinión. Todo esto es un desarrollo peligroso del poder de estas
corporaciones privadas para dirigir a las personas, en particular, las
direcciones, etc., es un problema grave que requiere una atención y
reflexión considerables.
JS: En todas estas décadas
debatiendo estos temas y haciendo campaña por los derechos humanos y
contra las guerras de Estados Unidos: ¿Han cambiado las cosas? ¿Y vale
la pena pasar toda una vida haciendo lo que Vd. ha hecho? Para los
jóvenes que están escuchando…
NC: Creo que si miramos a
lo largo de estos años, podemos ver que ha habido logros considerables
en el cambio de las actitudes del público con respecto a la agresión,
los derechos humanos, los derechos civiles, etc. No pretendo atribuirme
esos logros, hay mucha gente involucrada, muchos activistas, muchos de
ellos jóvenes, pero los cambios son muy significativos.
Volvamos a la década de 1960. En la década de 1960, Kennedy intensificó
la guerra en 1961-1962, que fue cuando autorizó que la fuerza aérea
estadounidense comenzara a bombardear directamente las zonas rurales de
Vietnam del Sur, autorizó el uso del napalm, la guerra química para
destruir los cultivos y el ganado, organizó programas masivos para
llevar a gran parte del campesinado a lo eran campos de concentración,
aldeas estratégicas, una gran escalada. ¿Cuál fue la reacción del
público? Cero.
Si en aquel momento, hubiera querido dar una
charla sobre eso, tendría que haberlo hecho en la sala de estar de
alguien, o algo así. Eso no fue una protesta. De hecho, durante años,
fue difícil, o incluso imposible, tener reuniones públicas. En Boston,
que es una ciudad liberal, las reuniones públicas se rompieron
violentamente con el apoyo de la prensa, las iglesias fueron atacadas,
etc.
De hecho, no fue hasta aproximadamente 1967 cuando se
desarrolló una oposición a gran escala a la guerra, y en ese momento
Vietnam del Sur prácticamente había sido destruida y la guerra se había
ampliado al resto de Indochina. Bueno, finalmente la gente reaccionó.
NC:
En 1988 entró la administración Reagan e intentó duplicar lo que
Kennedy había hecho a principios de los sesenta. Casi paso a paso.
Pretendían esencialmente invadir Centroamérica, el Libro Blanco, culpar a
los comunistas internacionales, una enorme campaña de propaganda, etc.
Fue casi instantáneamente abortada por la oposición popular.
Hubo tal oposición popular masiva de los grupos populares, de las
iglesias y otros grupos, que tuvieron que dar marcha atrás. Lo que
sucedió fue bastante horrible, pero no fue como Vietnam. Tuvieron que
recurrir a otros Estados como Taiwán, Israel, los neonazis argentinos
para intentar llevar a cabo las atrocidades. Estados Unidos no pudo
hacerlo directamente. Eso es muy significativo.
Vayamos a 2003,
cuando EE. UU. invadió Iraq. El peor crimen de este siglo. Fue la
primera guerra en la historia del imperialismo recibida con masivas
protestas antes de que se lanzara oficialmente. Eso nunca había sucedido
antes.
Gritos de protesta: ¡No a la guerra! ¡No a la guerra!
NC:
Ahora suele decirse que la oposición fracasó pero no estoy de acuerdo.
Esas protestas limitaron el tipo de acciones militares que Estados
Unidos pudo llevar a cabo, que fueron bastante horribles, pero nada como
Vietnam. Bueno, todos estos son indicios de cambio, y hay muchos otros,
en las actitudes populares hacia la agresión, la intervención, las
violaciones de los derechos humanos, etc., que marcan la diferencia. No
han ido lo suficientemente lejos, pero hay una mejora considerable.
JS: Noam Chomsky, muchas gracias por ser tan generoso con su tiempo. Realmente apreciamos mucho que esté con nosotros en Intercepted .
NC: Encantado de estar aquí estar contigo.
Jeremy Scahill es un periodista de investigación estadounidense. Es autor del bestseller “Blackwater: The Rise of the World's Most Powerful Mercenary Army”, sobre el auge de la empresa militar privada más poderosa del mundo, con el que ganó el premio George Polk. The Intercept es una publicación de First Look Media que se puso en marcha el 10 de febrero de 2014.
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