Un continente lleno de recursos, incapaz de gobernarse a sí mismo
 Hay
 que comenzar por definir los términos, ya que de acuerdo con la 
Academia de la Lengua Española, soberanía es el “poder político supremo 
que corresponde a un Estado independiente” y Estado es “el conjunto de 
los órganos de gobierno de un país soberano”. Uno y otro interconectados
 en el concepto de independencia política como uno de los pilares 
fundamentales de cualquier sistema de gobierno. Por lo tanto, para 
presumir de pertenecer a un Estado soberano existen condiciones 
específicas que, cuando estas no se cumplen, vacía de contenido 
cualquier discurso emitido por un político en el poder.
Hay
 que comenzar por definir los términos, ya que de acuerdo con la 
Academia de la Lengua Española, soberanía es el “poder político supremo 
que corresponde a un Estado independiente” y Estado es “el conjunto de 
los órganos de gobierno de un país soberano”. Uno y otro interconectados
 en el concepto de independencia política como uno de los pilares 
fundamentales de cualquier sistema de gobierno. Por lo tanto, para 
presumir de pertenecer a un Estado soberano existen condiciones 
específicas que, cuando estas no se cumplen, vacía de contenido 
cualquier discurso emitido por un político en el poder.
 Ningún 
país latinoamericano posee ese rimbombante título. Condicionados y 
corrompidos en todos sus estamentos por el poder económico y político de
 países mucho más poderosos cuyos intereses siempre prevalecerán por 
sobre los de los pueblos sometidos a sus exigencias, han perdido desde 
hace mucho el derecho de ser soberanos. Baste retroceder a los archivos 
históricos para constatar la profunda injerencia extranjera en 
decisiones de orden estrictamente interno en todos y cada uno de 
nuestros países. La dependencia diseñada y construida como una 
herramienta de supuesto desarrollo se ha transformado en un lazo 
indeseable cuyo único resultado es la pobreza y la incapacidad de los 
gobiernos del continente para gobernar con independencia y un enfoque 
social de beneficio para sus pueblos.
 América Latina ha sido y 
continúa siendo el patio trasero de intereses totalmente ajenos a esta 
región. Las pugnas entre Estados Unidos y Rusia, entre Estados Unidos y 
los países productores de petróleo, entre Estados Unidos y la maquinaria
 comercial de China, siguen aplastando los intereses propios de cada 
Estado de nuestro continente en un perverso juego de presiones de todo 
tipo, sobornando a políticos puestos a conveniencia de las élites con el
 fin de impedir el empoderamiento de la ciudadanía y así garantizar la 
sumisión y el entreguismo.
 Así es que cuando un presidente 
latinoamericano empapa su discurso con palabras rimbombantes como 
soberanía, independencia y dignidad nacional, solo está vendiendo una 
pomada vieja y deslucida que ha perdido todo su efecto como motivador de
 masas, pero sobre todo ha perdido toda legitimidad. Ya nadie puede 
creer en ese cuento desde el momento que, para equilibrar un presupuesto
 de Estado asaltado por una burocracia ávida de enriquecerse, se recurre
 a la carísima limosna internacional disfrazada de cooperación. Toda esa
 farsa discursiva ha de provocar la burla de los poderosos círculos 
financieros del mundo toda vez que conocen muy al detalle los mecanismos
 creados por ellos mismos para apretar redes poderosas alrededor de 
nuestros países débiles y depredados.
 Mencionar la soberanía es,
 por lo tanto, más que una burla un insulto contra nuestros pueblos 
privados de mecanismos de defensa, sometidos al hambre y a un injusto e 
innecesario subdesarrollo. En América Latina no existe esa independencia
 con la cual se empapan discursos falsamente nacionalistas; no existirá 
mientras “la Embajada”, el Fondo Monetario Internacional o cualquier de 
esos foros del poder supremo mundial decida sobre los procesos 
políticos, sobre las políticas públicas en términos económicos, sobre 
las decisiones gubernamentales respecto de la salud, la educación y la 
explotación de recursos naturales. 
 Las debilidades 
institucionales han sido producto de una estrategia de larga data y no 
será con políticos improvisados y mediocres como se logrará –algún día, 
quizá- construir Estados sólidos capaces de defender los intereses 
nacionales.
Blog de la autora: www.carolinavasquezaraya.com
 
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario