Víctor M. Toledo
La Jornada

Hoy, con el crecimiento desmesurado y obsceno de la especie (vamos
hacia los 8 mil millones), también se han multiplicado los monos y monas
dementes, y aunque son una minoría de minorías, detentan descomunales
fuerzas y poderes. Homo demens hay para rato. Los hay
explícitos e implícitos, conscientes e inconscientes, normales y
anormales, aunque tienden a concentrarse en dos ámbitos bien conocidos
de la modernidad: el poder político y el poder económico. Hay monos y
monas dementes de derecha, centro e izquierda, y por supuesto
apolíticos. En los pináculos de los poderes gubernamentales y de las corporaciones, en los congresos y en las iglesias, en los organismos internacionales y en los partidos, tras las ventanillas de las oficinas y especialmente en los ejércitos, que son los templos gigantescos de la imbecilidad humana. Pueden complicarle el trámite a un ciudadano o apretar el botón de un arma nuclear o acelerar la devastación ambiental planetaria. Ahí donde puedan mostrarán su músculo autoritario, sus genes egoístas y la pequeñez de su cerebro, no importa puesto, clase social, genealogía, ideología política, religión, etnia o pedigrí. En una sociedad en la que se celebra la libre competencia, un puñado de hombres y mujeres abandonan su sapiencia y prudencia, y ni la moral religiosa ni las reglas y leyes logran evitar que se conviertan en los dominadores del resto.
El problema, y este es el asunto supremo o central, lo que
realmente preocupa, es que hoy en día no está en juego solamente nuestra
banda o tribu, ni siquiera un reino, comarca o país. El peligro es
total y está cada vez más cerca. La insensibilidad de Donald Trump hacia
los marginados y explotados (minorías y migrantes) y en general hacia
los otros(los diferentes), y su negación del peligro que hoy representa el calentamiento planetario como consecuencia del modelo industrial*, constituyen dos actitudes demenciales en manos de un individuo todopoderoso. Lo que los monos dementes están construyendo es un carretera hacia el abismo, una corta carrera hacia el colapso de toda la humanidad y de su entorno planetario. Atrás irán quedando los conflictos de clases, imperios, razas o creencias. El mundo parece hoy una gigantesca jungla (¿o una jaula?) donde los individuos dominantes, violentos, soberbios y ególatras, forman la cima de una pirámide ordenada por las jerarquías. ¿Lograremos detener las tendencias destructivas? ¿ Homo sapiens u Homo demens?
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