Los grandes medios de comunicación apenas lo han contado, pero los
43 estudiantes desaparecidos en Iguala, Guerrero, provienen de
Ayotzinapa, una de las escuelas más revolucionarias de México con un
amplio recorrido de lucha social.
En sus paredes abundan pinturas y murales con la imagen de Ernesto
“Che” Guevara, Fidel Castro y otros líderes de izquierda. Al caminar
por sus pasillos, se puede escuchar música de Silvio Rodríguez, que
parece combinar con banderas rojinegras que cuelgan en algunas aulas.
Es la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa Raúl Isidro Burgos, de la
que salió el grupo de estudiantes que fue atacado el 26 de septiembre
por la policía de Iguala, en el estado de Guerrero.
Seis personas murieron en la agresión, entre ellas tres alumnos de
la Normal, pero otros 43 de sus compañeros están desaparecidos desde
entonces.
Algunos definen el ataque como el mayor escándalo en lo que va del
gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, quien se ha comprometido a
castigar a los responsables de la tragedia.
“No habrá ningún resquicio para la impunidad”, insiste.
Hasta el momento las autoridades han encontrado nueve fosas
clandestinas en el municipio de Iguala. En las primeras cinco
aparecieron 28 cuerpos calcinados, pero de las restantes no hay
información oficial.
La desaparición de estudiantes ha provocado una ola de protestas no
sólo en México, sino en varios países. La Organización de Estados
Americanos, Naciones Unidas y parlamentarios europeos demandan que el
caso se aclare lo antes posible.
Y al mismo tiempo muchos se preguntan de dónde provienen las
víctimas y por qué en este país la Normal de Ayotzinapa es sinónimo de
rebeldía y compromiso social.
La historia
La escuela nació en 1926 como parte de un proyecto gubernamental
para formar maestros que combatieran el analfabetismo en el país y al
mismo tiempo reducir la pobreza en las comunidades rurales. En ese
entonces se creó una red de 29 normales de las que sólo 13 sobreviven.
El concepto original era formar profesores que atendieran
específicamente las necesidades educativas de las zonas más pobres de
México, donde los maestros no sólo imparten clases sino que
virtualmente se convierten en líderes comunitarios.
Desde que se fundaron estos planteles, los alumnos no sólo reciben
educación, sino también alimentos y un espacio para dormir mientras
duren sus cursos.
Para ingresar a estas escuelas es necesario comprobar que no tienen
dinero para estudiar en otra parte. El único requisito es ser pobre.
Durante el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) en la
filosofía de estos planteles se incorporó una formación socialista, que
se ha mantenido desde entonces.
Ese cariz es uno de los aspectos más revolucionarios de las normales rurales.
Desde 1940 hasta la fecha, los distintos gobiernos capitalistas han
tenido una relación difícil con las normales, a tal grado que cada año
los estudiantes y maestros realizan movilizaciones y protestas para
conseguir que se mantenga el presupuesto público para su existencia.
“Desde la presidencia de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) fueron
abandonadas y sobrevivieron gracias a las movilizaciones de sus
alumnos”, señaló la investigadora Tanalís Padilla en un artículo
publicado en el diario La Jornada.
Guerrilla
Pero en el caso de la Normal de Ayotzinapa la historia de su fundación es sólo una cara de la moneda.
La escuela cobró fama porque allí se graduaron dos de los
principales líderes de movimientos guerrilleros en México, los
profesores Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas. Los
personajes marcaron a la Normal.
Algunos como Elba Esther Gordillo, expresidenta del oficialista
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), han dicho
que la escuela es un “semillero de la guerrilla”.
Pero otros creen que la escuela es un proyecto distinto para educar
a jóvenes en situación de pobreza y alejarlos de las filas del
narcotráfico.
Más allá de la polémica, lo cierto es que los alumnos de la Normal
de Ayotzinapa tienen una formación distinta al del sistema de formación
de maestros del país.
“Los muchachos que estudian allí son militantes, tienen mayor
conocimiento político que otros. Al menos así lo ve el gobierno”, dice
Juan Carlos Pérez, corresponsal de BBC Mundo en México, quien visitó
recientemente el plantel.
“Lo que han hecho continuamente los estudiantes de las normales
rurales, y lo que hacían los normalistas de Ayotzinapa el pasado 26 de
septiembre, es defender con empeño un derecho histórico”, insiste la
académica Tanalís Padilla.
LibreRed/BBC
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