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domingo, 31 de mayo de 2020

El estudiantado: ¿protocolo de una agonía?

Ilán Semo

Una vez más, Giorgio Agamben ha despertado el asombro, el encono y, hasta cierto punto, un sentimiento de extrañeza en la opinión pública del viejo continente. Se trata de un texto publicado en el sitio del Instituto Italiano per gli Studi Filosofici el pasado 23 de mayo bajo el título: Requiém por los estudiantes. Con las medidas de confinamiento impuestas para impedir la diseminación del Covid-19, las universidades de todo el mundo –y no sólo ellas, también los sistemas escolares básicos– optaron por trasladar el conjunto de sus actividades –clases, seminarios, exámenes, congresos, conferencias– a las plataformas privadas en línea. En su mayor parte, las que vuelven disponibles los grandes conglomerados estadunidenses de las industrias de la hightech y los bigdata (Google, Facebook, Hotmail, Gmail, Whatsapp, etcétera).
Al principio se trataba de una respuesta imaginativa y llena de voluntad para no dejarse abatir por las condiciones del aislamiento impuestas por la epidemia. Las universidades se revelaron como una de las fuerzas que, en el momento más álgido del confinamiento, decidieron optar por otro camino para mantener en vida la reflexión colectiva, incluso sobre la sociedad que deberá emerger de la situación actual de crisis.
Pero lo que apareció como una solución de emergencia –sustituir la universidad presencial por un cúmulo de actividades educativas y administrativas virtuales suplementarias (en su mayor parte inconexas y rudimentarias por la prisa impuesta por el momento)– ha devenido gradualmente un esquema que muchas universidades en el mundo, como Harvard, por ejemplo, han empezado a adoptar como un formato que llegó para quedarse. Asistimos probablemente a una mutación de consecuencias aún impredecibles en el ámbito de la educación superior, y que habrá de transformar a la Universidad de una vez y para siempre. Esta es la primera tesis del texto de Agamben, a la cual respaldan muchos de los debates actuales que se desarrollan, no por casualidad, en la intimidad de las cerradas cúpulas administrativas y tecnocráticas que dirigen los centros de estudio o los ministerios de educación nacional. Algunas universidades han anunciado que permanecereran en el modo virtual hasta 2022, ya sin importar las constricciones que imponga o no el Covid-19.
Lo que hoy ya podría empezar a llamarse la agonía de la universidad presencial marca el fin gradual de la universidad tal y como la conocimos, tal y como aparece en una larguísima historia que se remonta al siglo X.
¿Cuál fue la función que cumplió la universidad en esa longeva historia? Antes que nada fue una institución que congregó bajo un solo techo la formación de estudiantes, propició las con-diciones elementales para el desarrollo de la investigación y los nuevos saberes –seminarios, bibliotecas, laboratorios, etcétera– y, sobre todo, emergió como un poder propio capaz de proteger la capacidad crítica y reflexiva de una sociedad sobre sí misma. Fue en el seno de las universidades teológicas de París y Amsterdam en los siglos XVI y XVII donde surgió el cartesianismo como una de las críticas más formidables a la concepción teológica del mundo. Las universidades ilustradas de los siglos XVIII y XIX harían posible la proliferación de teorías y críticas a las desigualdades sociales y la arbitrariedad del poder político características del mundo moderno. Y la universidad de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI se convirtió en el centro por excelencia de visiones críticas de las experiencias totaltarias, el capitalismo, la desigualdad de géneros, el racismo y ahora la amenaza del higienismo.
La condición esencial de esta autonomía relativa de la universidad con respecto a los poderes fácticos –fundamento de lo que llamamos la autoreflexividad de las sociedades occidentales– fue la transformación del estudiantado en una forma de vida. Un extenso grupo de jóvenes dedicando una parte de la primera parte de su vida no sólo a estudiar y formarse, sino a convertir a su propia comunidad en la franja central de la re-flexividad, la rebeldía y la crítica que requiere toda sociedad para atenuar sus peores males. A la universidad se acudía también a formar grupos intelectuales y políticos, a promover innovadoras vanguardias artísticas y filósoficas, a tratar de vincular lo aprendido con una praxis inmediata o a emprender iniciativasde investigación científica impensables en las normas de cada época. De ello resultaba frecuentemente que esa comunidad se enfrentara a los requerimientos del mercado y el Estado para domesticar las mentes de una sociedad.
Con la universidad virtual nada de esto sucederá. No habrá más estudiantado como forma de vida. Dejará de existir esa comunidad crítica que en muchos momentos atenuó los lados más lúgubres de la vida moderna. Los estudiantes se convertirán en átomos aislados a merced de la tecnocracia educativa, absortos en sus pantallas individuales sin capacidad alguna para constituirse en un poder propio: el poder de la reflexión que da una colectividad basada en las relaciones que permiten su propia sobrevivencia como comunidad. La universidad virtual no será una voz en el horizonte de la sociedad, sino una institución sin alma, desalmada, dedicada a producir el nuevo proletariado que ya caminaba en los últimos años por sus pasillos. En ella se educarán técnicos y fuerza dócil de trabajo, ya no pensadores.
Sólo las universaidades que se alejen de la tentación de la virtualización total, lograrán preservar la encomienda que dio vida (y seguirá dando) al espíritu de la universidad.

EU: racismo de Estado

Editorial La Jornada


George Floyd fue asesinado el lunes pasado por un policía en la ciudad de Minneapolis, Minnesota, después de que un negocio lo denunciara con los uniformados por presuntamente pagar con un billete falso. La suya habría sido una más de las cerca de 280 muertes de afroamericanos a manos de elementos policiacos que ocurren cada año en Estados Unidos, pero ha desatado una oleada de multitudinarias protestas en varias ciudades desde que se difundió un video en el que se observa cómo el agente Derek Chauvin asfixia a Floyd manteniendo una rodilla sobre su cuello durante 8 minutos y 46 segundos.
Es difícil imaginar que el arresto de Chauvin, efectuado ayer, y el despido de los tres agentes que se encontraban con él cuando asesinó a Floyd sea la conclusión de este deplorable episodio. Primero, porque el caso ha revivido la indignación existente entre amplios sectores de la sociedad estadunidense por la liberalidad con que los supuestos guardianes del orden público hacen uso de sus armas de fuego, y en particular por la altísima proporción con que disparan contra hombres negros: de acuerdo con un estudio conducido por la Universidad de Rutgers, 57 por ciento de las personas muertas a manos de la policía en 2017 no representaba una amenaza con armas de fuego, mientras la organización MappingPoliceViolence (Cartografía de la Violencia Policiaca) registra que las personas negras tienen tres veces más probabilidades de morir a manos de la policía que las blancas.
Pero la razón más importante por la que la detención del homicida no presagia el fin de los disturbios y la rabia ciudadana, reside en la impunidad sistemática con que los tribunales protegen a los asesinos cuando éstos portan el uniforme de alguna corporación policíaca. No se trata de meras elucubraciones, pues ya existen antecedentes en los que los agentes fueron absueltos, pese a la presentación de videos en los que se les observa causando la muerte a hombres afroamericanos que no suponían ninguna amenaza para ellos, como sucedió en los casos de Eric Garner (2014), SamuelDuBose (2015) y Alton Sterling (2016).
Si acaso faltaran pruebas de esta complicidad entre juzgadores y departamentos de policía,las declaraciones del ex fiscal general, Jeff Sessions, despejan toda duda acerca de la posición oficial en el tema: en su primer discurso como encargado del Departamento de Justicia en febrero de 2017, con la absolución del asesino de Alton Sterling como contexto inmediato, Sessions pidió que en vez de dictar a las policías locales cómo hacer su trabajo o malgastar los escasos recursos federales para denunciarlas en los tribunales, deberíamos usar nuestro dinero, investigación y experiencia en ayudarlas a descubrir qué está pasando y determinar las mejores formas de luchar contra la delincuencia.
Episodios como los referidos, y muchos más de la misma gravedad, motivaron el nacimiento de iniciativas como Black LivesMatter (Las vidas negras importan), las cuales han denunciado de manera incesante el círculo vicioso de brutalidad policíaca e impunidad, así como la indiferencia oficial ante un fenómeno de racismo institucionalizado que se manifiesta de manera cotidiana y a plena luz del día. En el mismo sentido se han manifestado instancias como la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, la cual expresó desde 2016 su profunda preocupación ante un patrón reiterado de impunidad frente a los asesinatos de afrodescendientes a manos de la policía en Estados Unidos, y señaló que la inefectividad de la respuesta estatal propicia la repetición crónica de estos crímenes.
Lo cierto es que será imposible erradicar el racismo y el desdén por los derechos humanos que marcan la actuación de un número alarmante de agentes policíacos estadunidenses, en tanto estas conductas sean minimizadas e incluso justificadas desde las más altas esferas del poder público.

Aumenta la ira en Minneapolis; Trump amenaza a manifestantes

Cuando comiencen los saqueos, comienzan los disparos

Protestas se extienden a 10 ciudades de todo el país
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▲ Un manifestante sostienen un cartel frente a la Casa Blanca.Foto Afp
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▲ Un hombre intenta apagar el fuego en un auto incendiado durante las protestas por la muerte de George Floyd.Foto Ap
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▲ Manifestantes recorren las calles de Minneapolis pidiendo justicia.Foto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 30 de mayo de 2020, p. 24
Nueva York. Una vez más estalla la ira ante la violencia oficial sistemática contra la comunidad afroestadunidense, con otro grito de ya basta escuchado desde Minneapolis a varias ciudades del país.
El presidente Donald Trump amenazó con enviar tropas y disparar contra los amotinados.
“Hay una revuelta porque la policía no nos protege como dicen que hacen… Estamos perdiendo a seres queridos todos los días. No somos nosotros, es la policía, esta es la locura que ellos provocaron. Si quitas (la vida) a un ser querido, tienes mucha gente adolorida. Y esto no se acaba hoy. Nosotros no somos los que no estamos matando, esos son ustedes. No podemos hacer un cambio si ustedes no cambian”, declaró un joven adolescente en las calles de Minneapolis durante la revuelta de furia la noche del jueves y madrugada del viernes en entrevista con videorreporteros.
El caso que detonó la nueva ola de furia –sólo uno de incontables– ocurrió el lunes pasado en Minneapolis cuando un policía blanco, acompañado por tres oficiales más, arrestó a George Floyd, un hombre afroestadunidense acusado de un delito no violento, sujetándolo con esposas en un estacionamiento donde lo hizo tirarse al piso, se hincó sobre su cuello por varios minutos, mientras el detenido exclamaba: no puedo respirar. Murió poco después. Fue una ejecución pública, declaró un observador.
Aunque los cuatro policías fueron despedidos, el culpable no fue arrestado hasta este viernes y sólo después de las revueltas y demandas por todo el país. Derek Chauvin, cuya imagen con su rodilla sobre el cuello de Floyd se hizo viral, fue acusado de homicidio; su tres colegas están aún bajo investigación.
Las protestas estallaron por tercer día el jueves y la madrugada del viernes en Minneapolis, las cuales fueron enfrentadas con gases lacrimógenos y balas de goma de la policía provocando una revuelta civil que el jueves culminó con la ocupación de un cuartel policial en uno de los barrios más afectados por la violencia oficial, que fue incendiado mientras las fuerzas de seguridad huyeron.
Las autoridades declararon un estado de emergencia en la ciudad, y se desplegaron elementos de la Guardia Nacional. El alcalde Jacob Frey declaró un toque de queda de las 20 horas el viernes a las 6 de la mañana del sábado.
Poco después de la una de la mañana del viernes, Trump emitió un tuit –el cual fue parcialmente oculto por Twitter al considerar que violaba sus normas por glorificar la violencia– en el que amenazó con disparar contra los manifestantes, a los que llamó matones (thugs, en inglés); criticó al alcalde de ser un débil radical de izquierda, quien no logra imponer control, y dijo estar dispuesto a enviar tropas de la Guardia Nacional, advirtiendo que cualquier dificultad y asumiremos el control; cuando empieza el saqueo, empiezan los disparos.
El mensaje fue denunciado como racista por una amplia gama de figuras (la frase sobre el saqueo es exacta a una que usó un famoso jefe de policía de Miami a finales de los años 60 para amenazar a manifestantes), llevando a que Trump intentara rectificar sin lograrlo.
Mientras miles se manifestaban en Minneapolis, protestas estallaron en más de 10 ciudades incluyendo Nueva York, Los Ángeles, Memphis, Columbus, Phoenix, Atlanta y Louisville, algunas de las cuales continuaron hoy con reportes de más arrestos esta noche. La pancarta más común es no puedo respirar.
Hubo brotes de violencia y decenas de arrestos, entre ellos un equipo de periodistas de CNN en Minneapolis que fue rápidamente liberado con disculpas del gobernador.
Con todo esto se renovó el debate de un tema obviamente sin resolver después de repetidas promesas y compromisos a lo largo de los últimos años.
El ex presidente Barack Obama declaró que “esto no puede ser ‘normal’ en el Estados Unidos de 2020”, y pidió un esfuerzo para crear una nueva normalidad, pero no asumió ninguna responsabilidad por su fracaso para lograrlo durante sus ocho años en la Casa Blanca.
El ex vicepresidente y candidato presidencial demócrata Joe Biden denunció las palabras de Trump y declaró que esto es una crisis nacional que requiere de un verdadero liderazgo para abordar las heridas abiertas históricas del racismo en el país.
El senador Bernie Sanders emitió un mensaje: No podemos esperar más para actuar de manera firme y audaz para sacar el cáncer del racismo sistémico y violencia policiaca contra gente de color. Esto tiene que parar.
En Minneapolis, sindicatos y agrupaciones sociales se unen en apoyo a los manifestantes y las demandas por justicia en el caso. Choferes sindicalizados de autobuses municipales bajo las órdenes de la policía rehusaron transportar arrestados en las protestas a las cárceles. Algunos sindicatos nacionales, como el siderúrgico (USW) deploraron los hechos como parte de un patrón de violencia racista en Estados Unidos.
No creo que la gente haya sido tan violenta como el sistema ha sido contra ellos, explicó Michael McDowell, un fundador de Black Lives Matter en Minneapolis. “Están reaccionando a un sistema violento… Ya no lo van a tolerar. Por eso está ardiendo Minneapolis”, indicó al Washington Post.
Aunque el caso de Floyd detonó esta ola de protestas contra la brutalidad policiaca y la violencia racista contra minorías, su caso es sólo el más reciente. En semanas recientes se registró el caso de Breonna Taylor, una técnica médica de emergencia de 26 años quien fue muerta a balazos por policías en Louisville que entraron por la fuerza a su hogar durante una investigación antinarcóticos en marzo. En febrero, Ahmaud Arbery, de 25 años, fue asesinado por un par de hombres blancos cuando estaba haciendo ejercicio en un suburbio de Georgia.
Son incontables los casos anteriores, entre ellos el de Eric Garner, quien también fue sujetado por policías en Nueva York en 2014 de tal manera que sus últimas palabras fueron iguales a las de Floyd esta semana: no puedo respirar y generaron el surgimiento de nuevos movimientos de derechos civiles, incluyendo Vidas Negras Valen (Black Lives Matter), entre otros.
Soñamos una utopía pero nos despertamos gritando, dice una nueva pinta sobre una barda en Minneapolis.

Una derecha que nos quiere sin memoria



Franco murió en la cama, pero el franquismo murió en la calle. El franquismo sabía que, pese a sus deseos, no podía continuar después de que el dictador falleciera. La presión de las calles, las fábricas, las universidades empujaban a una salida democrática y los jerarcas de la dictadura, incluido el mortecino Franco, iban a quitar esa idea a tiros y garrote vil.
Los tres últimos años de Franco estuvieron acompañados de sus enfermedades, sus esperanzas y sus miedos, de la ejecución de su sucesor, Carrero Blanco, en un atentado de ETA, de las sustituciones en la jefatura del Estado por el entonces príncipe Juan Carlos, de los estados de excepción que aumentaban la represión y la impunidad policial, de los sesenta demócratas asesinados por los grupos fascistas y los cuerpos policiales, que muchas veces eran lo mismo.
Años en donde se veía el fin de la dictadura. Al tiempo que se alentaba el compromiso democrático de mucha gente, especialmente jóvenes, aumentaba el modus operandi del régimen, aquel que inauguró con el golpe de Estado del año 1936 y que se zanjó con 200 mil fusilados, 500 mil exiliados, 350 mil presos y una cifra total de 600 mil muertos.
Los últimos años del franquismo agitaron la Resistencia. Los franquistas asesinaban a gente que repartía un folleto en una fábrica, que hacía una pintada en un muro, que estaba en el trabajo, que se había reunido en una iglesia, que participaba en una protesta en la universidad.
El 3 de marzo de 1976, la Policía asesinó a cinco personas en una huelga en Vitoria. Manuel Fraga era el ministro de Gobernación. Fraga firmó sentencias de muerte como miembro de Gobiernos de Franco. En el caso de Julián Grimau, no solamente dio el enterado a la condena, sino que se encargó de la tarea propagandística para justificar ese asesinato. Fraga fundó el Partido Popular, del que Cayetana Álvarez de Toledo, marquesa de Casa Fuerte, es portavoz. Fue uno de los padres de la Constitución española. Una persona que firmó sentencias de muerte bajo la dictadura. Álvarez de Toledo, una aristócrata de familia esclavista, ayer llamó al vicepresidente Pablo Iglesias hijo de terrorista. Porque su padre, Javier Iglesias, había luchado contra la dictadura, e incluso le habían detenido, por el agravado delito de repartir folletos a favor del 1 de mayo.
En Alemania, los que atentaron contra Hitler son considerados héroes nacionales. La canciller Angela Merkel, de la CDU, un partido de derechas, así los ha considerado en cada aniversario. En Francia, los republicanos españoles de La Nueve, que fueron los primeros en entrar en París a liberarla de los nazis, son héroes nacionales, están condecorados, los celebran el día nacional y tienen un parque en su honor en la ciudad. En España casi ni se les conoce. El rey Felipe VI les hizo un homenaje. En París. No en España.
España se acostó franquista y se levantó demócrata. El Parlamento español nunca ha condenado en el pleno del Congreso el golpe del 18 de julio de 1936. La derecha nunca ha querido y ha defendido que bastaba con hacerlo en una comisión.
Franco nombró en 1969 al príncipe Juan Carlos de Borbón su sucesor a título de rey. En 1975 fue nombrado rey de España. El rey, que tiene el mando supremo de las fuerzas armadas, siempre ha sido el tapón que evitaba el desagüe del franquismo. El 15 de marzo de 2020, el rey Felipe VI le quitaba la asignación a su padre, el rey emérito Juan Carlos I por un escándalo de fondos en Suiza provenientes de Arabia Saudita. Además, reconocía en un comunicado, que Juan Carlos I había realizado actividades cuyo origen, características o finalidad pudieran no estar en plena y estricta consonancia con la legalidad o con los criterios de transparencia, integridad y ejemplaridad que informan su actividad institucional y privada. Después del golpe del 23F, el rey Juan Carlos pidió públicamente que no se castigara a los militares golpistas. El golpe del 23F se fraguó en la casa real.
La derecha española sólo juega a la democracia con las cartas marcadas. Cree, como Franco, que los que defendieron la Constitución de 1931 fueron los rebeldes. Retóricamente pueden defender a la Resistencia francesa contra los nazis, pero se niegan a entender que los antifranquistas fueron la Resistencia española. Gracias a esa Resistencia, la marquesa de Casa Fuerte puede subir al estrado del Congreso de los diputados a insultar a los luchadores antifranquistas y llamarles terroristas. Al tiempo que conspiran con oficiales opusdeístas de la Guardia Civil para crear un clima pregolpista, acompañados por peticiones directas de un golpe de Estado por parte de diputados del partido ultraderechista Vox con el que parece en competencia el Partido Popular. Que regresa a sus orígenes, cuando lo fundó Manuel Fraga, ministro de Franco.
Durante muchos años, España era el único país de Europa donde podías ser demócrata sin ser antifascista. Y eso debilita fuertemente a una democracia. La derecha se cree con legitimidad para no aceptar que Unidos Podemos esté en el gobierno. Como si los dictados de la Guerra Fría siguieran vigentes. ¿Entendemos por qué la derecha nos quiere sin memoria?
* Profesor de Ciencia Política (UCM)
Instituto 25MUna derecha que nos quiere sin memoria
F
ranco murió en la cama, pero el franquismo murió en la calle. El franquismo sabía que, pese a sus deseos, no podía continuar después de que el dictador falleciera. La presión de las calles, las fábricas, las universidades empujaban a una salida democrática y los jerarcas de la dictadura, incluido el mortecino Franco, iban a quitar esa idea a tiros y garrote vil.
Los tres últimos años de Franco estuvieron acompañados de sus enfermedades, sus esperanzas y sus miedos, de la ejecución de su sucesor, Carrero Blanco, en un atentado de ETA, de las sustituciones en la jefatura del Estado por el entonces príncipe Juan Carlos, de los estados de excepción que aumentaban la represión y la impunidad policial, de los sesenta demócratas asesinados por los grupos fascistas y los cuerpos policiales, que muchas veces eran lo mismo.
Años en donde se veía el fin de la dictadura. Al tiempo que se alentaba el compromiso democrático de mucha gente, especialmente jóvenes, aumentaba el modus operandi del régimen, aquel que inauguró con el golpe de Estado del año 1936 y que se zanjó con 200 mil fusilados, 500 mil exiliados, 350 mil presos y una cifra total de 600 mil muertos.
Los últimos años del franquismo agitaron la Resistencia. Los franquistas asesinaban a gente que repartía un folleto en una fábrica, que hacía una pintada en un muro, que estaba en el trabajo, que se había reunido en una iglesia, que participaba en una protesta en la universidad.
El 3 de marzo de 1976, la Policía asesinó a cinco personas en una huelga en Vitoria. Manuel Fraga era el ministro de Gobernación. Fraga firmó sentencias de muerte como miembro de Gobiernos de Franco. En el caso de Julián Grimau, no solamente dio el enterado a la condena, sino que se encargó de la tarea propagandística para justificar ese asesinato. Fraga fundó el Partido Popular, del que Cayetana Álvarez de Toledo, marquesa de Casa Fuerte, es portavoz. Fue uno de los padres de la Constitución española. Una persona que firmó sentencias de muerte bajo la dictadura. Álvarez de Toledo, una aristócrata de familia esclavista, ayer llamó al vicepresidente Pablo Iglesias hijo de terrorista. Porque su padre, Javier Iglesias, había luchado contra la dictadura, e incluso le habían detenido, por el agravado delito de repartir folletos a favor del 1 de mayo.
En Alemania, los que atentaron contra Hitler son considerados héroes nacionales. La canciller Angela Merkel, de la CDU, un partido de derechas, así los ha considerado en cada aniversario. En Francia, los republicanos españoles de La Nueve, que fueron los primeros en entrar en París a liberarla de los nazis, son héroes nacionales, están condecorados, los celebran el día nacional y tienen un parque en su honor en la ciudad. En España casi ni se les conoce. El rey Felipe VI les hizo un homenaje. En París. No en España.
España se acostó franquista y se levantó demócrata. El Parlamento español nunca ha condenado en el pleno del Congreso el golpe del 18 de julio de 1936. La derecha nunca ha querido y ha defendido que bastaba con hacerlo en una comisión.
Franco nombró en 1969 al príncipe Juan Carlos de Borbón su sucesor a título de rey. En 1975 fue nombrado rey de España. El rey, que tiene el mando supremo de las fuerzas armadas, siempre ha sido el tapón que evitaba el desagüe del franquismo. El 15 de marzo de 2020, el rey Felipe VI le quitaba la asignación a su padre, el rey emérito Juan Carlos I por un escándalo de fondos en Suiza provenientes de Arabia Saudita. Además, reconocía en un comunicado, que Juan Carlos I había realizado actividades cuyo origen, características o finalidad pudieran no estar en plena y estricta consonancia con la legalidad o con los criterios de transparencia, integridad y ejemplaridad que informan su actividad institucional y privada. Después del golpe del 23F, el rey Juan Carlos pidió públicamente que no se castigara a los militares golpistas. El golpe del 23F se fraguó en la casa real.
La derecha española sólo juega a la democracia con las cartas marcadas. Cree, como Franco, que los que defendieron la Constitución de 1931 fueron los rebeldes. Retóricamente pueden defender a la Resistencia francesa contra los nazis, pero se niegan a entender que los antifranquistas fueron la Resistencia española. Gracias a esa Resistencia, la marquesa de Casa Fuerte puede subir al estrado del Congreso de los diputados a insultar a los luchadores antifranquistas y llamarles terroristas. Al tiempo que conspiran con oficiales opusdeístas de la Guardia Civil para crear un clima pregolpista, acompañados por peticiones directas de un golpe de Estado por parte de diputados del partido ultraderechista Vox con el que parece en competencia el Partido Popular. Que regresa a sus orígenes, cuando lo fundó Manuel Fraga, ministro de Franco.
Durante muchos años, España era el único país de Europa donde podías ser demócrata sin ser antifascista. Y eso debilita fuertemente a una democracia. La derecha se cree con legitimidad para no aceptar que Unidos Podemos esté en el gobierno. Como si los dictados de la Guerra Fría siguieran vigentes. ¿Entendemos por qué la derecha nos quiere sin memoria?
* Profesor de Ciencia Política (UCM)
Instituto 25M

Declara Donald Trump terminada la relación de su país con la OMS

Pandemia
El organismo, títere de China
No han realizado las reformas solicitadas y muy necesarias, argumenta el mandatario

Washington. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio ayer por terminada la relación de Estados Unidos con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que acusa de estar bajo el control total de China desde el inicio de la pandemia de Covid-19.
Debido a que no han realizado las reformas solicitadas y muy necesarias, hoy terminaremos nuestra relación con la OMS, dijo Trump a la prensa. El mandatario ya había suspendido la entrega de fondos a la agencia de la Organización de Naciones Unidas hace un mes, acusándola de un mal manejo de la crisis sanitaria.
Diez días atrás, el magnate acusó al organismo de ser un títere de China desde que estalló la pandemia, y dijo que la congelación de fondos se volvería permanente a menos que la agencia realizara mejoras sustanciales.
Trump, cuyo país registró ayer más de 102 mil 700 muertos por el coronavirus, acusó que ese organismo no reaccionó de manera adecuada ante el brote, porque China tiene el control total sobre ella.
La OMS, que aún no se ha pronunciado sobre el asunto, se encuentra en una difícil posición. Su director, Tedros Adhanom Ghebreyesus, tuvo que aceptar una evaluación independiente sobre su gestión que no fue suficiente para mantener en el seno de la organización al que era su principal contribuyente, Washington.

Serán 450 mdd menos
Trump subrayó que Estados Unidos aporta unos 450 millones de dólares al organismo mundial y China unos 40 millones. Señaló que podría reorientar el dinero a otras necesidades globales urgentes de salud pública que lo ameriten y tengan alcance mundial, pero no dio detalles.
El presidente aseguró que las autoridades chinas ignoraron sus obligaciones de informar a la OMS y la apremiaron a que engañara al mundo cuando el virus fue descubierto.
Estados Unidos, el más afectado del mundo con más de 1.7 millones de casos, registró menos de 700 muertes diarias durante tres días, pero la curva volvió a subir el miércoles, jueves y viernes, con mil 401, mil 297 y mil 201 decesos, respectivamente.
Por otra parte, hospitales estadunidenses indicaron que habían reducido el uso de la hidroxicloroquina, el antipalúdico promovido por el presidente Donald Trump como tratamiento para el Covid-19, después de que varios estudios sugirieron que no es efectivo y que puede representar un riesgo significativo.
Las esperanzas iniciales en el fármaco se basaron en parte en experimentos de laboratorio y en sus propiedades antinflamatorias y antivirales. Pero su eficacia hasta ahora no ha funcionado en ensayos en humanos, y al menos dos estudios sugieren que puede aumentar el riesgo de muerte.
El doctor Thomas McGinn, subdirector médico de Northwell Health, el sistema de salud más grande de Nueva York, informó a Reuters que decidió dejar de recetar hidroxicloroquina en sus 23 hospitales a mediados de abril, después de que comenzaron a surgir datos clínicos.
Los pedidos del medicamento han caído a una décima parte del máximo de fines de marzo, a unas 125 mil píldoras la semana pasada, indicó Vizient Inc, proveedor de aproximadamente la mitad de los hospitales.
Decenas de científicos expresaron en una carta abierta su preocupación por la metodología empleada en el estudio publicado en la revista médica The Lancet sobre la hidroxicloroquina, cuyas conclusiones llevaron a la OMS a suspender los ensayos clínicos con esta molécula.
El estudio se basa en los datos de unos 96 mil pacientes ingresados entre diciembre y abril en 671 hospitales del mundo y compara la evolución de quienes recibieron este tratamiento y de quienes no. Sus autores concluyeron que la clo­roquina y su derivado, la hidroxi­cloroquina, no sólo no son beneficiosas, sino que además aumentan el riesgo de morir entre los enfermos de Covid-19.
El impacto de este trabajo condujo a muchos investigadores en el mundo a examinar minuciosamente la publicación, escriben los autores de la carta abierta, entre ellos médicos y científicos de distintas instituciones como Harvard y el Imperial College de Londres.
Este examen suscitó a la vez preocupación por la metodología y por la integridad de los datos, subrayaron, al detallar una larga lista de puntos problemáticos, desde el rechazo de los autores a dar acceso a la información de base y a la ausencia de un examen ético.

Periódico La Jornada

Alista EU al ejército para contener disturbios por la muerte de Floyd

Trump acusa a manifestantes de saqueadores y anarquistas
Nuevo video muestra a 3 policías sobre el hombre ya esposado

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▲ Una persona graba los vehículo en llamas durante las protestas en Seattle por la muerte de George Floyd. Las ciudades de Atlanta, Los Angeles, Filadelfia, Denver, Chicago, Pittsburgh, Cleveland, Portland y Miami, entre otras, impusieron ayer el toque de queda.
Washington. Donald Trump denunció ayer las revueltas de la noche anterior en las ciudades de Minneapolis, Nueva York, Washington y otras en todo el país, en protesta por la muerte del afroestadunidense George Floyd, a manos de un policía blanco en Mi-nneapolis. El mandatario atribuyó las protestas a saqueadores y anarquistas y a grupos profesionales contratados para sembrar el caos, al tiempo que miles de elementos de la Guardia Nacional eran desplegados en dicha ciudad, donde murió Floyd y se originaron las protestas, y en otras partes del país.
Hasta el cierre de esta edición se impusieron ayer toques de queda en las ciudades de Minneapolis, Atlanta, Los Angeles, Filadelfia, Denver, Chicago, Pittsburgh, Seattle, Cleveland, Columbus, Portland, Rochester, Miami y Milwaukee. En Oakland, California, se investiga un incidente durante las protestas en el que un agente federal murió y otro resultó herido.
Desde el jueves y hasta anoche fueron arrestadas al menos mil 400 personas en 17 ciudades del país.
Más de 2 mil 500 elementos de la Guardia Nacional permanecen desplegados en Minneapolis. La muerte de George Floyd (...) es una tragedia grave, declaró el presidente pero sostuvo que su memoria fue deshonrada por los revoltosos, los saqueadores y los anarquistas y llamó a la reconciliación, no al odio, a la justicia, no al caos. Trump criticó en un tuit a propósito de las protestas antirracistas las medidas de confinamiento para prevenir la propagación del Covid-19.
En Washington, la policía y los agentes del Servicio Secreto se desplegaron alrededor de la Casa Blanca antes de que docenas de manifestantes se reunieran al otro lado de la calle en Lafayette Square.
El presidente asfirmó que muchos agentes del Servicio Secreto estaban esperando entrar en acción y listos para soltar los perros más feroces y usar las armas más amenazantes que yo haya visto si los manifestantes cruzaran la valla de seguridad de la Casa Blanca.
El pasado martes, cuatro policías acudieron al llamado de una tienda en Minneapolis que acusó a Floyd, de 46 años, de pagar con billete falso, Según testigos, el hombre parecía bajo los efectos de alcohol o drogas y se resistió al arresto, pero una vez que fue esposado por la espalda y sometido boca abajo sobre el suelo, el policía blanco Derek Chauvin, de 44 años, le puso la rodilla sobre el cuello y lo oprimió contra el pavimento mientras Floyd suplicaba que lo soltara porque no podía respirar. El detenido perdió el conocimiento por lo que se llamó a una ambulancia y falleció en el hospital.
Todo fue videograbado por un transeúnte. Ese día, tras las primeras protestas, los cuatro agentes fueron suspendidos con goce de sueldo. Al día siguiente se les despidió de sus puestos y apenas el viernes, Chauvin fue arrestado acusado de asesinato en tercer grado y homicidio involuntario de segundo grado.
Los incendios ardían sin control y miles de personas protestaban a pesar del toque de queda que rige en Minneapolis desde ayer. Los disturbios rebasaron a las autoridades en la ciudad y el gobernador de  Mi-nnesota, Jacob Frey, reconoció que no contaba con fuerzas suficientes para contener el caos.
Los disturbios, que se han extendido a otras ciudades del país, continuaron a pesar de que el gobernador de Minnesota, Tim Walz, prometió medidas más enérgicas que las que tomaron las autoridades municipales el día anterior. La mañana de ayer Walz dijo que no tenía suficientes efectivos, aunque movilizó a 500 de la Guardia Nacional. Tanto Walz como Frey, pidieron a la población permanecer en sus casas, y para ello recordaron el riesgo de contagio del coronavirus.
El Pentágono ordenó ayer al ejército que ponga a varias de sus unidades de la policía militar en servicio activo, listas para desplegarse a Minneapolis y otras ciudades tan pronto Trump lo ordene.
Un hombre murió baleado en Detroit, varios autos policiales fueron destruidos en Atlanta, y en la ciudad de Nueva York hubo choques entre manifestantes y agentes.
A medida que avanzaba la noche, se registraron incendios en el sur de Minneapolis incluyendo un restaurante de comida japonesa, una sucursal del banco Wells Fargo y un establecimiento de Office Depot.
Walz aseguró que movilizará rápidamente a más de mil efectivos más, para un total de mil 700, y que estudiaba la posible oferta de la policía militar federal, pero advirtió que incluso esto no podría ser suficiente y que esperaba otra noche complicada del sábado para domingo.
No todas las protestas fueron violentas. En el centro de la ciudad, miles de personas rodearon una comisaría de policía protegida después del toque de queda. ¡Procesen a la policía!, cantaban algunos, además de Digan su nombre: ¡George Floyd!. Otros realizaron pintadas sobre el edificio.
Una mujer lanzó una bomba molotov al interior de un vehículo de la policía ocupado por cuatro agentes en Nueva York. Tras una primera manifestación, de relativamente baja concurrencia, en el sur de Manhattan, varios miles de personas se reunieron en la tarde del viernes ante el Barclays Center, una sala de espectáculos de Brooklyn. Se reportaron varios heridos.
A lo largo de varias horas, pequeños grupos de manifestantes se enfrentaron entonces a la policía, que procedió a más de 200 detenciones. Otras manifestaciones están previstas todo este fin de semana, entre ellas una en Harlem la tarde de ayer.
Las protestas estallaron en varias ciudades, como Boston, Dallas, Denver, Des Moines, Houston, Las Vegas, Memphis y Portland.
En Chicago hubo enfrentamientos entre manifestantes y policías durante la noche del viernes al sábado. En Columbus, Ohio, el gobernador Mike DeWine pidió que la Guardia Nacional y la policía de carreteras que guarden las calles de esta capital y la otra gran ciudad del estado, Cleveland.
En Texas, mil 500 agentes estatales fueron desplegados en las principales ciudades del estado para vigilar a manifestantes que se concentraban frente a comisarías.
En Denver, Colorado, se impuso un toque de queda y se solicitó apoyo a la Guardia Nacional tras disturbios durante dos noches consecutivas. En Talahassee, Florida, un camión de redilas intentó atropellar a manifestantes sin causar heridos y su conductor fue arrestado.
Los abogados de la familia de Floyd pedirán una autopsia independiente para asegurarse de que la muerte se debió a la acción policial.

Por favor, por favor
Ayer circuló un video en redes sociales en que se ve que no fue sólo un policía, sino tres, los que se arrodillaron sobre Floyd, reportó CNN. Estas imágenes están tomadas desde un ángulo diferente, que muestran las espaldas de los policías arrodillándose sobre el cuerpo del hombre, mientras Chauvin mantiene su rodilla en el cuello del detenido. El cuarto oficial permanece parado junto al vehículo observando todo.
En este nuevo documento, se aprecian claros y desgarradores los gritos de Floyd que suplica Por favor, por favor.

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Periódico La Jornada

sábado, 30 de mayo de 2020

Detienen en Venezuela a empresario implicado en la Operación Gedeón


El gobierno venezolano detuvo a otro integrante de la fallida Operación Gedeón, con la que la oposición a Caracas, apoyada por los gobiernos de Estados Unidos y Colombia, intentó una ofensiva marítima para secuestrar al presidente Nicolás Maduro el pasado 3 de marzo, según un reportaje publicado por el diario Panam Post. El detenido es el empresario chavista Franklin Durán, quien según el medio prestó un avión de su propiedad para la operación dirigida a derrocar al mandatario venezolano.
Aunque Durán es señalado de estar vinculado con el intento para derrocar a Maduro, fue cercano al sector petrolero venezolano y al chavismo con su empresa Perforaciones Albornoz, que fue numerosas veces contratada por la estatal Pdvsa para operaciones de exploración, perforación y extracción de hidrocarburos.
El empresario es muy cercano al general Clíver Alcalá Cordones, detenido en Estados Unidos, y presuntamente uno de los líderes de la operación, quien se entregó a la justicia estadunidense que lo acusa de delitos de narcotráfico.
Como los demás participantes en la Operación Gedeón, Durán deberá enfrentar cargos de financiamiento del terrorismo, conspiración con gobierno extranjero y traición a la patria.
En 2008 Durán fue imputado en Estados Unidos por sus vínculos en un escándalo de financiamiento político que impulsó Hugo Chávez para los ex presidentes argentinos Néstor Kirchner y su esposa, Cristina Fernández y que se centraba en una maleta con 800 mil dólares en efectivo.
Durán, junto con su socio, el también empresario Carlos Kauffmann, fueron condenados a cuatro años de prisión y una multa de 175 mil dólares por la justicia estadunidense por haber actuado como agentes de inteligencia de la Marina venezolana.
Durán y Kauffmann crearon empresas en paraísos fiscales. En 2011 constituyeron una empresa llamada Klim Foundation Fides en Curazao, que se dedicaba a otorgar cartas de referencia a venezolanos para recomendarlos y ayudarlos en el proceso de registro de compañías en las Islas Vírgenes.
Ese mismo año Durán también habría sido cliente de Mossack Fonseca, empresa protagonista del escándalo de los Panama Papers.

Periódico La Jornada

Aumenta la ira en Minneapolis; Trump amenaza a manifestantes

Cuando comiencen los saqueos, comienzan los disparos

Protestas se extienden a 10 ciudades de todo el país


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▲ Un manifestante sostienen un cartel frente a la Casa Blanca.Foto Afp
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▲ Un hombre intenta apagar el fuego en un auto incendiado durante las protestas por la muerte de George Floyd.Foto Ap
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▲ Manifestantes recorren las calles de Minneapolis pidiendo justicia.

Nueva York. Una vez más estalla la ira ante la violencia oficial sistemática contra la comunidad afroestadunidense, con otro grito de ya basta escuchado desde Minneapolis a varias ciudades del país.

El presidente Donald Trump amenazó con enviar tropas y disparar contra los amotinados.
“Hay una revuelta porque la policía no nos protege como dicen que hacen… Estamos perdiendo a seres queridos todos los días. No somos nosotros, es la policía, esta es la locura que ellos provocaron. Si quitas (la vida) a un ser querido, tienes mucha gente adolorida. Y esto no se acaba hoy. Nosotros no somos los que no estamos matando, esos son ustedes. No podemos hacer un cambio si ustedes no cambian”, declaró un joven adolescente en las calles de Minneapolis durante la revuelta de furia la noche del jueves y madrugada del viernes en entrevista con videorreporteros.
El caso que detonó la nueva ola de furia –sólo uno de incontables– ocurrió el lunes pasado en Minneapolis cuando un policía blanco, acompañado por tres oficiales más, arrestó a George Floyd, un hombre afroestadunidense acusado de un delito no violento, sujetándolo con esposas en un estacionamiento donde lo hizo tirarse al piso, se hincó sobre su cuello por varios minutos, mientras el detenido exclamaba: no puedo respirar. Murió poco después. Fue una ejecución pública, declaró un observador.
Aunque los cuatro policías fueron despedidos, el culpable no fue arrestado hasta este viernes y sólo después de las revueltas y demandas por todo el país. Derek Chauvin, cuya imagen con su rodilla sobre el cuello de Floyd se hizo viral, fue acusado de homicidio; su tres colegas están aún bajo investigación.
Las protestas estallaron por tercer día el jueves y la madrugada del viernes en Minneapolis, las cuales fueron enfrentadas con gases lacrimógenos y balas de goma de la policía provocando una revuelta civil que el jueves culminó con la ocupación de un cuartel policial en uno de los barrios más afectados por la violencia oficial, que fue incendiado mientras las fuerzas de seguridad huyeron.
Las autoridades declararon un estado de emergencia en la ciudad, y se desplegaron elementos de la Guardia Nacional. El alcalde Jacob Frey declaró un toque de queda de las 20 horas el viernes a las 6 de la mañana del sábado.
Poco después de la una de la mañana del viernes, Trump emitió un tuit –el cual fue parcialmente oculto por Twitter al considerar que violaba sus normas por glorificar la violencia– en el que amenazó con disparar contra los manifestantes, a los que llamó matones (thugs, en inglés); criticó al alcalde de ser un débil radical de izquierda, quien no logra imponer control, y dijo estar dispuesto a enviar tropas de la Guardia Nacional, advirtiendo que cualquier dificultad y asumiremos el control; cuando empieza el saqueo, empiezan los disparos.
El mensaje fue denunciado como racista por una amplia gama de figuras (la frase sobre el saqueo es exacta a una que usó un famoso jefe de policía de Miami a finales de los años 60 para amenazar a manifestantes), llevando a que Trump intentara rectificar sin lograrlo.
Mientras miles se manifestaban en Minneapolis, protestas estallaron en más de 10 ciudades incluyendo Nueva York, Los Ángeles, Memphis, Columbus, Phoenix, Atlanta y Louisville, algunas de las cuales continuaron hoy con reportes de más arrestos esta noche. La pancarta más común es no puedo respirar.
Hubo brotes de violencia y decenas de arrestos, entre ellos un equipo de periodistas de CNN en Minneapolis que fue rápidamente liberado con disculpas del gobernador.
Con todo esto se renovó el debate de un tema obviamente sin resolver después de repetidas promesas y compromisos a lo largo de los últimos años.
El ex presidente Barack Obama declaró que “esto no puede ser ‘normal’ en el Estados Unidos de 2020”, y pidió un esfuerzo para crear una nueva normalidad, pero no asumió ninguna responsabilidad por su fracaso para lograrlo durante sus ocho años en la Casa Blanca.
El ex vicepresidente y candidato presidencial demócrata Joe Biden denunció las palabras de Trump y declaró que esto es una crisis nacional que requiere de un verdadero liderazgo para abordar las heridas abiertas históricas del racismo en el país.
El senador Bernie Sanders emitió un mensaje: No podemos esperar más para actuar de manera firme y audaz para sacar el cáncer del racismo sistémico y violencia policiaca contra gente de color. Esto tiene que parar.
En Minneapolis, sindicatos y agrupaciones sociales se unen en apoyo a los manifestantes y las demandas por justicia en el caso. Choferes sindicalizados de autobuses municipales bajo las órdenes de la policía rehusaron transportar arrestados en las protestas a las cárceles. Algunos sindicatos nacionales, como el siderúrgico (USW) deploraron los hechos como parte de un patrón de violencia racista en Estados Unidos.
No creo que la gente haya sido tan violenta como el sistema ha sido contra ellos, explicó Michael McDowell, un fundador de Black Lives Matter en Minneapolis. “Están reaccionando a un sistema violento… Ya no lo van a tolerar. Por eso está ardiendo Minneapolis”, indicó al Washington Post.
Aunque el caso de Floyd detonó esta ola de protestas contra la brutalidad policiaca y la violencia racista contra minorías, su caso es sólo el más reciente. En semanas recientes se registró el caso de Breonna Taylor, una técnica médica de emergencia de 26 años quien fue muerta a balazos por policías en Louisville que entraron por la fuerza a su hogar durante una investigación antinarcóticos en marzo. En febrero, Ahmaud Arbery, de 25 años, fue asesinado por un par de hombres blancos cuando estaba haciendo ejercicio en un suburbio de Georgia.
Son incontables los casos anteriores, entre ellos el de Eric Garner, quien también fue sujetado por policías en Nueva York en 2014 de tal manera que sus últimas palabras fueron iguales a las de Floyd esta semana: no puedo respirar y generaron el surgimiento de nuevos movimientos de derechos civiles, incluyendo Vidas Negras Valen (Black Lives Matter), entre otros.
Soñamos una utopía pero nos despertamos gritando, dice una nueva pinta sobre una barda en Minneapolis.

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Corresponsal
Periódico La Jornada

Colombia anuncia la llegada de tropas de EU para ayudar en el combate al narcotráfico

Esconden planes contra caracas: FARC
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▲ Los habitantes de un vecindario en Bogotá que necesitan alimentos colocaron pedazos de tela roja en sus ventanas para que los empleados del ayuntamiento los consideren a la hora de entregar de manera gratuita bolsas de comida, en medio de la cuarentena para ayudar a frenar la propagación del nuevo coronavirus.
Bogotá. El ministro colombiano de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, informó ayer que un grupo del Comando Sur de Estados Unidos llegará al país en junio para asesorar al ejército en la lucha contra el narcotráfico, lo que fue rechazado por el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (la antigua guerrilla de las FARC), que aseguró se trata de una estrategia de agresión contra Venezuela.
En ningún momento habrá tránsito de tropas extranjeras ni participarán en operaciones militares; éstas las desarrollan exclusivamente las fuerzas colombianas. Se trata de un grupo élite de carácter netamente técnico y de asesoría para mejorar la efectividad en la lucha contra el narcotráfico, explicó.
Trujillo destacó que Colombia y Estados Unidos suscribieron hace varias décadas un acuerdo de cooperación militar y recordó que la lucha contra el tráfico de drogas ilícitas es una responsabilidad compartida, por eso para Colombia es fundamental la cooperación con las naciones aliadas.
La embajada de Estados Unidos indicó antier en un comunicado la llegada al país de una brigada estadunidense de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB, por sus siglas en inglés), que viene para ayudar a Colombia en su lucha antidrogas. Se trata de una unidad especializada del ejército de Estados Unidos formada para asesorar y ayudar en operaciones de naciones aliadas.
A su vez, el comandante de las fuerzas militares, Luis Navarro, indicó que los asesores castrenses estarán en el país durante cuatro meses en cuatro zonas y al llegar cumplirán todos los protocolos de prevención, contención y aislamiento establecidos por el Ministerio de Salud para evitar la propagación del nuevo coronavirus que ha contagiado a 24 mil 104 colombianos y ha dejado 803 muertos.
Se recibe la alarmante noticia de la puesta en marcha de un plan de desestabilización de la paz del continente... Nadie pone en duda que esta situación se desarrolle como parte de la estrategia de agresión militar del gobierno de Donald Trump contra Venezuela, advirtió el Consejo Político Nacional de la FARC en un comunicado.
Iván Cepeda, senador del partido de izquierda Polo Democrático, agregó: esto forma parte de toda una estrategia de intervención militar en la región, en particular en Venezuela, por la cual está siendo funcional el gobierno colombiano.
Según las fuerzas militares, desde enero pasado los decomisos de cocaína aumentaron 7 por ciento respecto del mismo periodo del año anterior, para totalizar 169 toneladas de cocaína. Además, se han erradicado más de 22 mil hectáreas de cultivos ilícitos.

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Periódico La Jornada

Arde Minnesota tras el asesinato de Floyd perpetrado por policía blanco

Gobernador de Minnesota llama a la Guardia Nacional
Ingresan manifestantes al cuartel de Minneapolis y causan incendios
Los disturbios se multiplican en Nueva York y California

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▲ Un grupo de bomberos combate el fuego en un negocio sobre la Avenida Universitaria, en San Paul, Minnesota, al incrementarse las protestas contra el racismo y los abusos policiacos tras la muerte de George Floyd.
Minneapolis. Manifestantes furiosos por la muerte de George Floyd, un hombre negro que estaba bajo custodia policial, ingresaron anoche al cuartel de la policía de Mineapolis y provocaron incendios en la tercera noche consecutiva de violentas protestas que se extienden más allá de la ciudad.
En un video transmitido en vivo se apreciaba cómo los manifestantes irrumpieron en la sede policial, donde sonaron las alarmas antincendios. Al parecer, la policía había abandonado el lugar, no muy lejos de donde Floyd murió el lunes pasado. Un portavoz de la corporación no respondió a los llamados de Ap.
Horas antes, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, convocó ayer a la Guardia Nacional en medio de crecientes protestas por la muerte de Floyd, un afroestadunidense de 46 años, quien fue arrestado el lunes. Un policía blanco lo obligó a tenderse en el suelo boca abajo y mantuvo una rodilla sobre su cuello durante casi ocho minutos, y pese a que el sospechoso insistía en que no podía respirar, fue hasta que perdió el conocimiento cuando los agentes llamaron a una ambulancia.
El malestar de la comunidad negra arrasó ayer con varias cuadras del vecindario Longfellow y había protestas dispersas que se extendieron por kilómetros en toda la ciudad.
Al mediodía, la violencia se propagó a una tienda de Target, en el vecindario Midway de St Paul, donde la policía indicó que entre 50 y 60 personas trataron de llevarse mercancía.
Más tarde, patrullas estatales bloquearon la entrada al almacén, pero los saqueos se extendieron a lo largo de la aledaña avenida University, uno de los principales corredores comerciales de St Paul, y a otras partes de la ciudad.
Las autoridades acudieron ayer a atender disturbios en aproximadamente 20 zonas de la ciudad.
En los próximos días haremos un esfuerzo absoluto por restaurar la paz y la seguridad en nuestra ciudad, declaró el alcalde Jacob Frey, quien exigió el arresto del oficial responsable de la muerte de Floyd.
La protesta que culminó la madrugada de ayer incluyó choques con la policía, que disparó balas de goma y gas lacrimógeno, así como saqueos e incendios. Los uniformados trataron de evitar la toma de la comisaría donde trabajaban los cuatro agentes involucrados en la muerte de Floyd, que ya fueron despedidos.
También se reportó un muerto por herida de bala; la policía informó del arresto de un sospechoso e investiga si el disparo provino del dueño de un comercio en el área donde hubo disturbios.
En el lugar donde Floyd fue arrestado los inconformes colocaron ramos de flores.
El hermano de George Floyd, Philonise, señaló en entrevista para CNN que los agentes que participaron en la detención fueron despedidos, pero necesitan ser arrestados y responsabilizados por todo.
Madaria Arradondo, jefe de la policía, aclaró que apoya el derecho a las protestas pacíficas, pero advirtió que no permitirá la violencia.
La ira por la muerte de Floyd y el trato policial que reciben los negros también provocó protestas en Los Ángeles, donde el miércoles hubo una marcha hacia el centro de la ciudad que bloqueó brevemente la autopista 101. Algunos manifestantes rompieron ventanas de patrullas y uno de ellos resultó herido.
Las protestas evocaron los disturbios de 2014 en Ferguson, Misuri, luego de que un policía mató a tiros a un negro sospechoso de robo. También recuerdan el caso del neoyorquino Eric Garner, a principios del mismo año, quien fue detenido por venta ilegal de cigarros y murió a causa de un estrangulamiento que fue filmado.
El caso repercutió en todo el país con encendidas protestas de numerosas personalidades del mundo de la política, medios de comunicación y el deporte, resurgiendo el movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan).
La Casa Blanca dio a conocer que el presidente Donald Trump estaba muy preocupado tras ver las atroces y espantosas imágenes del asesinato de Floyd, y exigió una investigación.
La alta comisaria de la Organización de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, instó a Estados Unidos a adoptar medidas serias, luego de este último caso que se suma a una serie de asesinatos de afroestadunidenses desarmados, cometidos por policías.
Ilhan Omar, legisladora negra de origen somalí que representa a Minneapolis en el Congreso, llamó a la calma, pero admitió que había una frustración extrema y que la ira sigue porque aún no se ha hecho justicia.
El basquetbolista LeBron James publicó en Instagram la imagen del policía con su rodilla sobre el cuello de un esposado Floyd junto a otra fotografía del ex mariscal de los 49ers de San Francisco Colin Kaepernick, arrodillado durante la interpretación del himno antes de un juego en señal de protesta por la violencia policial contra los negros.
El líder de Los Ángeles Lakers escribió: ¿Entiendes ahora o todavía es confuso para ti?
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Periódico La Jornada

Marx, Piketty y los ladrones de conceptos

Maciek Wisniewski

Louis Althusser tras ejecutar su famoso –y problemático− corte epistemológico que en su obra tardía mutó en una “tensión permanente entre el ‘joven’ y el ‘viejo’ Marx” (bit.ly/2Ad2ruS), reformuló también famosamente dentro del marxismo – and with a little help of hisfriends”: Freud & Spinoza (P. Anderson, Considerations on western marxism, 1976, p. 84-85)− el concepto de la ideología.
Viéndola más allá de la falsa consciencia como un campo en que las prácticas e instituciones materiales del Estado están representadas de forma imaginaria con tal de asegurar la reproducción de estructuras socioeconómicas existentes, Althusser argumentaba que 1. La ideología representa una relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de vida y que 2. La ideología tiene una existencia material (véase: On the reproduction of capitalism. Ideology and ideological state apparatuses, 1970, 288pp).
Pese a deficiencias, su modelo se mantiene. Comprender como formamos nuestras ideas influenciados por nuestras instituciones –aparatos ideológicos del Estado− es crucial para comprender por qué seguimos reproduciendo el sistema que nos está explotando (bit.ly/3cQ5A23).
Los que piensan que algo de esto –en forma de refutación, debate de un marxista al otro (p.ej. Miliband vs Poulantzas) e incluso un ataque (p.ej. E. P. Thompson vs Althusser)− estaría en el nuevo y “monumental opus magnum” del “gran economista super star” –todas las comillas son como siempre muy intencionales− Thomas Piketty titulado El capital y la ideología (2019, 1200pp.), seguramente pensaban y/o siguen pensando que Piketty en su anterior y “monumental opus magnumEl capital en el siglo XXI (2013, 696pp) “actualizaba a El capital”, “avanzaba la teoría marxista para ‘la era de las desigualdades’” o que incluso era el moderno sucesor de Marx −no, no estoy inventando estos absurdos−, mientras ni él ni sus libros no tienen nada que ver con Marx ni marxismo (bit.ly/3goikzn , bit.ly/2Z8GqrF), son una decepción intelectual y política apoyada por los medios (bit.ly/35XowJQ) o, en el mejor de los casos −sin tener idea del concepto del capital introducido por Marx y poniéndolo en la portada de su libro e ignorar cuestiones como la explotación del trabajo, el valor o la tasa de ganancia− un robo de título (véase: Marx, Piketty y los ladrones de títulos, bit.ly/367YqUp).
Tras más de seis años, Piketty no sólo continúa sin entender el concepto del capital (una relación social, no un conjunto de bienes, propiedades y riqueza), sino − ¡suprise, suprise!− tampoco entiende el concepto de la ideología (véase: Althusser, no un conjunto de ideas que profesamos conscientemente). Tras no haber leído El capital –como él mismo ha asegurado (bit.ly/2B2Ux7K)− para hablar del capital en el siglo XXI, ahora − ¡suprise, suprise!− Piketty no ha leído nada sobre la ideología para hablar del capital y la ideología.
“Lo más alucinante –le decía Frédéric Lordon debatiendo con él “de un economista marxista a un mainstream− es la manera en la que te lanzas lleno de entusiasmo a uno de los temas más populares en ciencias sociales en los pasados 150 años sin ninguna referencia y sin citar a un solo autor...” (¡sic!) ¿Marx y Engels con su Ideología alemana? ¿Adorno, Horkheimer y la Escuela de Frankfurt? ¿Alguien otro de la tradición marxista de la ideología (de ‘A’ como Althusser a ‘Z’ como Zizek)? ¿Weber? ¿Bourdieu con su violencia simbólica con la que “sustituía el concepto de la ‘ideología’, pero para preservarlo”? Pero no, no hay nada. Nada. Y esto es muy desconcertante... –le decía (bit.ly/2LurMTr).
En vez de esto hay un festival de lugares comunes y confusiones (y por supuesto una impresionante masa de datos). Dándole la espalda al materialismo y retrocediendo a posiciones idealistas –¡vaya sucesor de Marx...!− Piketty ve a las ideas, no p.ej., ¡ejem...!, la lucha de clases, como el motor del mundo. Para él las desigualdades son ante todo ideológicas y justificadas por la ideología −como hoy por la sacralización de la propiedad− una explicación que se queda dolorosamente en la superficie. Proponiendo la circulación de bienes para superar el capitalismo (sic) y una suerte de socialismo participativo (sic) para, mediante los impuestos, “compartir ‘el capital’ (la riqueza) acumulado por los ricos” y... generado por el mismo sistema sin expropiarlos o sustituirlo con otro modo de producción, Piketty no nota como su remedio reproduce la misma lógica capitalista y desemboca en mero reformismo revelando inconscientemente como el propio concepto de la desigualdad en vías de absorción por intelectuales, políticos e instituciones dominantes, y lejos de ser ya algo subversivo se vuelve parte orgánica de la ideología burguesa para ir oscureciendo los verdaderos mecanismos del capitalismo y salvarlo de sí mismo.
“La desigualdad −bien apunta G. M. Tamas− es un problema sociológico, mientras la explotación (algo que ningún gobierno ni la clase capitalista puede remediar como quieren p.ej. los socialdemócratas), no. Transformar la reificación, el fetichismo de la mercancía, la explotación en ‘desigualdad’ (o sea, ‘un problema político posible de solucionar gradualmente’), es, desde el punto de vista marxista, un absurdo” (bit.ly/2ZDi35r). Igual lo es hablar de la ideología sin entender la hondura del concepto.

Teorías conspirativas y visión desconfiada (crítica)… ¿Por qué no?


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Todo poder es una conspiración permanente”.
Honoré de Balzac

Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que, gracias al consumo y al entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre” .
Aldous Huxley

El peligro mayor al que nos enfrentamos no es que las cosas «se queden como estaban», sino que vayan a bastante peor”.
Jorge Riechmann y Adrián Almazán

I

Pese a que se hable hasta el cansancio de “democracia” (palabra manoseada que da para todo: para invadir países, asesinar impunemente, torturar, mentir, manipular), lo que menos hacen “los pueblos” es justamente eso: decidir su futuro, gobernarse. El mundo moderno, el capitalismo surgido en Europa desde el Renacimiento en adelante que hoy día se globalizó aplastando otras opciones, tiene en la “democracia” y en la “libertad” sus íconos por antonomasia. Íconos, sin embargo, que no pasan de una deslucida opacidad muy engañosa.

Lo que hacemos, pensamos, consumimos, cómo nos divertimos, nuestra forma de relacionarnos con el mundo, en otros términos: nuestra vida en general, cada vez más está digitada por poderes que nos sobrepasan en manera inconmensurable. Inmediatamente hay que hacer una imprescindible y capital aclaración: decir esto no es ninguna conducta paranoica, una delirante visión de conspiraciones que obran en nuestra contra.

La paranoia, llamada por Freud “demencia paranoide” a inicios del siglo XX, hoy día preferiblemente conocida, según los manuales de psicopatología al uso, como “Trastorno de ideas delirantes”, es un “Grupo de trastornos caracterizado por la aparición de un único tema delirante o de un grupo de ideas delirantes relacionadas entre sí que normalmente son muy persistentes, y que incluso pueden durar hasta el final de la vida del individuo. El contenido del tema o conjunto de ideas delirantes es muy variable. A menudo es de persecución, hipocondríaco o de grandeza, pero también puede referirse a temas de litigio o de celos o poner de manifiesto la convicción de que una parte del propio cuerpo está deformada o de que otros piensan que se despide mal olor o que se es homosexual”.

El delirio paranoico existe, sin lugar a dudas; de hecho, en muchos casos esa “desconfianza” patológica (las celotipias extremas, por ejemplo) puede llevar al asesinato. El otro, el “perseguidor”, es vivido como enemigo: antes que me agreda, lo aniquilo. Lamentablemente, dada la precariedad del abordaje de los “problemas mentales” que se sigue padeciendo (el Psicoanálisis aún es resistido y prima la Psiquiatría manicomial), los “enfermos paranoicos” suelen terminar en el loquero (donde, por supuesto, nadie se cura).

El mundo, sin dudas, está atravesado por una serie de ideas de talante paranoico, muchas veces tomadas con cierta seriedad o, al menos, presentadas con un grado de credibilidad, pero absurdas e insostenibles, en definitiva: “los judíos o ciertas sectas esotéricas (Illuminati, masones, etc.) manejan el mundo”, “los extraterrestres están entre nosotros”, “las vacunas son un experimento en masa que provocan autismo”, “la actual enfermedad COVID-19 se activa por las emisiones de ondas 5G”, “la aparición de un comenta anuncia el fin de nuestro planeta”, “las pirámides de Egipto fueron construidas por alienígenas”, y un largo etcétera.

Por supuesto que la dinámica de las sociedades no puede explicarse por estas elucubraciones, sin base ni sustento científico. El delirio, definitivamente, está entre nosotros, a veces medianamente tolerado, lo cual evidencia que la “normalidad” es siempre una pregunta abierta, una cuestión de grado. Es decir: no hay una normalidad definitiva, dada de una vez, única e inamovible (Hitler era un loco que creía en la eugenesia, aunque no debe olvidarse que el pueblo alemán masivamente lo siguió). Pero ni la historia de la humanidad ni el mundo actual no se mueven por ideas delirantes, por fuerzas sobrenaturales ni mensajes apocalípticos de seres extraordinarios: son las relaciones sociales, concretas y materiales, que establecemos los seres humanos para asegurar nuestra existencia (individual y colectiva) las que explican la arquitectura general de las cosas. De ahí que el materialismo histórico, por ejemplo, y su concepto de lucha de clases da mucho más en el blanco para entender las sociedades y sus conflictos, que la apelación a poderes malignos o conjuras de grupos ocultos en las sombras. Dicho de otro modo: una clase social, detentadora de los medios de producción (tierra, maquinaria, dinero) explota la fuerza de trabajo de una mayoría, la otra clase social, la clase trabajadora, con lo que se genera una riqueza que queda mayoritariamente en la clase explotadora.

Ahora bien: esa clase beneficiada, que asienta su riqueza y poderío en el trabajo de enormes mayorías a las que sojuzga, hace lo imposible para mantener sus privilegios. Para ello, apela a los mecanismos más sórdidos, más perversos, más sanguinarios llegado el caso. Como sin miramientos lo dijo uno de los más connotados intelectuales orgánicos de esa clase dominante, el polaco-estadounidense Zbigniew Brzezinsky, miembro de connotados tanques de pensamiento de Estados Unidos y catedrático en la Universidad Johns Hopkins: “La sociedad será dominada por una elite de personas libres de valores tradicionales que no dudarán en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirán en el comportamiento del pueblo y controlarán con todo detalle a la sociedad, hasta el punto que llegará a ser posible ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos del planeta. (…) Esta elite buscará todos los medios para lograr sus fines políticos tales como las nuevas técnicas para influenciar el comportamiento de las masas, así como para lograr el control y la sumisión de la sociedad”.

Pensar, entonces, que hay grandes, inconmensurables grupos de poder que le dan forma al mundo en que vivimos, que nos obligan a seguir siendo esclavos (asalariados), mundo “en el que, gracias al consumo y al entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre”, como agudamente dijera Aldous Huxley, no es ningún delirio paranoico. Es la constatación de una cruda y descarnada realidad: hacemos, pensamos y actuamos según lo que poderes determinados nos dicen. No importa si esos grupos son judíos, católicos, musulmanes, ateos, hombres, mujeres, bisexuales, amantes del samba brasileño o la salsa colombiana: son grupos de poder que tienen en sus manos monumentales decisiones. Eso ¿es paranoico?

II

Para ejemplificar lo anterior, dos rápidos ejemplos.

1) En Guatemala, Centroamérica, pequeño país “bananero” con una gran riqueza acumulada (onceava economía latinoamericana) injustamente distribuida (grandes familias que viven como magnates de Wall Street con una inmensa población precarizada -el salario mínimo cubre apenas un tercio de la canasta básica-), la corrupción es una constante histórica. Corrupción e impunidad son parte absolutamente normalizada del paisaje social. Pero en ese escenario sociopolítico y cultural surgió hacia el 2015 una fabulosa “cruzada contra la corrupción”. Eso resultó altamente llamativo, por cuanto Guatemala se caracteriza -como todos los países de Latinoamérica- por una inveterada cultura de corrupción que alcanza todos los niveles. Para ese entonces, llamativamente todos los medios de comunicación comerciales (de derecha, conservadores, grandes empresas privadas lucrativas al fin, corruptas en muchos casos) pusieron en la agenda pública como tema totalmente dominante la lucha contra la corrupción. Por unos meses no se hablaba de otra cosa: la corrupción pasó a ser la peor plaga bíblica sufrida, causa última de todos los males del país. Queda claro ahora que eso fue un muy sofisticado mecanismo geoestratégico de Washington, probado en estas tierras para luego iniciar su trabajo de reversión (roll-back) de gobiernos que no le eran muy afines (el PT en Brasil, Cristina Fernández en Argentina).

Esa desatada “lucha monumental contra la corrupción” (se llegó a decir que “Guatemala daba un ejemplo al mundo”) trajo como consecuencia una relativa movilización de la sociedad, terminando en una crisis política que finalizó mandando a la cárcel al por entonces binomio presidencial (Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti). Pero luego de esa bien manejada crisis (asegurando “gobernabilidad” con la llegada a la presidencia de un candidato idóneo para seguir el guión: Jimmy Morales, supuestamente no tachado de corrupto) la corrupción salió de escena. Años después corrupción e impunidad siguen marcando el pan nuestro de cada día, y no volvieron a aparecer en la agenda mediática. ¿Es paranoico pensar que hubo allí una bien montada operación de “psicología militar de masas”? ¿Por qué sería delirante? ¿Qué argumento científico de peso puede oponérsele? ¿Movilización popular espontánea? Nada lo indica, porque las clases oprimidas siguieron tan oprimidas como siempre.

2) Hasta hace unos años, las mujeres occidentales solían pintarse las uñas de las manos con los cinco dedos llevando el mismo color. De pronto, cuatro dedos empezaron a mostrar un color, y un quinto dedo -preferentemente el anular- otro. Se hizo moda, y una enorme cantidad de mujeres empezó a hacerlo así. Puede parecer superficial la pregunta, pero pretende no serlo, en absoluto: ¿quién marcó esa pauta? Seguramente no fueron los platos voladores, los masones ni los Illuminati. Sin dudas, alguien lo decidió (así como se deciden las modas). ¿Es paranoico, delirante, es apelar a teorías conspirativas considerar que alguien estableció una pauta de consumo determinado? ¿No es eso la moda acaso?

Estos dos ejemplos intentan poner en evidencia que las conductas de las masas, del grueso de la población, no son -en general- producto de una reflexión sopesada, de actitudes críticas. Esto no significa que las masas sean “tontas”, que la población sea felizmente una esclava silenciosa que “gracias al consumo y al entretenimiento, amaría su servidumbre”. Las masas a veces reaccionan, se enardecen, revolucionan lo existente, y el mundo cambia. Eso, y no otra cosa, es la lucha de clases. El mundo sigue cambiando (de la Edad de Piedra o la época de los faraones a la fecha hubo muchos cambios), pero justamente los grupos detentadores del poder hacen lo imposible para que las cosas no cambien. Y desde las sombras elucubran cómo mantener el estado de cosas. ¿O acaso es distinta la historia de la Humanidad?

¿Por qué ahora la Embajada de Estados Unidos en Guatemala, según un paper secreto recién filtrado, está tan sumamente preocupada por la situación de la pandemia del COVID-19? No por la salud de la población, sino por la posibilidad real de estallidos sociales a que el hambre podría dar lugar. Si algo se busca a toda costa, es la “gobernabilidad”, es decir: que nada cambie (que los privilegios de la clase dominante se mantengan). Un estallido social puede encender mechas que luego se vuelven inmanejables (por eso, por ejemplo, Mike Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos, pudo decir refiriéndose a las protestas populares de Chile del año pasado: “América del Sur se nos puede embrollar de modo incontrolable si no tenemos siempre a la mano un líder militar, y en el caso de Chile, esto reclama un jefe de la calidad solidaria del general Augusto Pinochet”). ¿Es acaso paranoico pensar que la recomendación de la Embajada de Estados Unidos en Santiago a las fuerzas armadas trasandinas se cumplió al pie de la letra? Cada explicación alternativa a los discursos oficiales (siempre mentirosos, manipuladores, que trastocan los hechos), cada explicación que contradice el “mundo feliz” que nos transmiten los medios masivos de comunicación, ¿es un delirio paranoico, es ver marcianos y conspiraciones? Pero… en Chile mucha gente perdió la vista por la represión de los carabineros. Alguien dio esa orden, ¿verdad? ¿Por qué Pompeo diría eso en una reunión en Washington? No parece muy delirante pensar que unos cuantos funcionarios en Estados Unidos deciden lo que debe pasar en Latinoamérica. ¿O hay que mandar al manicomio a quien denuncie algo así?

III

La marcha del mundo tiene una lógica. Lo que hacemos cada día, responde en muy buena medida a planes trazados. Y esos planes no los traza la mayoría en decisiones populares, en asambleas abiertas. ¡En absoluto! Eso que se nos presenta como democracia es la más artera mentira, manipulada muy eficientemente. Por supuesto que sí, hay formas auténticas de democracia de base, de poder popular donde se deciden las líneas por donde transitará una comunidad. Pero, a todas luces, esas son de momento expresiones muy embrionarias. Solo las experiencias socialistas las han permitido en parte, de ahí que el socialismo siga siendo la única esperanza real de un mundo más justo. Este mito de la democracia parlamentaria actual no es sino eso: mito, ficción, fantasía, burda manipulación.

El orden del mundo no lo decide el “ciudadano” votando cada cierto tiempo. Eso es patéticamente absurdo. Los presidentes -todos, de todos los países- son, en definitiva, empleados de los verdaderos tomadores de decisiones. ¿Quién establece el precio del petróleo, lo que un país debe producir, el inicio de las guerras, el entretenimiento para mantener “felices a los esclavos”? La gente, el ciudadano de a pie, la persona que está leyendo este mediocre opúsculo: ¡no! Eso se decide a puertas cerradas entre muy pocas personas en el mundo. En las sociedades de clase, siempre fue así: el rey y su séquito, el faraón, el sumo sacerdote, los mandarines, la gente que maneja el Fondo Monetario Internacional o los que se sientan en un lujoso pent house climatizado con enormes jacuzzis, esos a los que “la plebe” no puede acceder jamás, esos de quienes ni siquiera conocemos sus nombres, esos son los que deciden (¿quiénes son los dueños de la Exxon-Mobil, o de la Coca-Cola Company, o del JPMorgan Chase & Company?). ¿Cuándo cambiará eso? …, no lo sabemos ni lo estamos previendo. Lo que sí está por demás de claro, como dijo el francés Honoré de Balzac, que “todo poder es una conspiración permanente.” Las leyes, lo sabemos, no son justas ni equitativas, y no las deciden las mayorías: “La ley es lo que conviene al más fuerte”, expresó Trasímaco de Calcedonia en el siglo IV antes de nuestra era. “Las leyes están hechas para y por los dominadores, y conceden escasas prerrogativas a los dominados”, dijo Sigmund Freud en 1932.

¿Por qué ahora los Estados, a partir de las políticas neoliberales vigentes en estas últimas décadas, se adelgazaron terriblemente siendo reemplazados por la “beneficencia” de eso que se llama “cooperación internacional”, o sustituidos por grandes mecenas? ¿Una forma de precarizar cada vez más la vida de la clase trabajadora global, para someterla más y más? Los servicios básicos los debe brindar el Estado y no bienhechores magnánimos. Daniel Espinosa nos informa que “Los “Silicon Six”, como se conoce a Microsoft, Google, Apple, Facebook, Netflix y Amazon, son expertos en elusión tributaria, una realidad que han sabido ocultar tras su imagen de modernidad, de empresas “cool” (y muchos millones en donaciones “caritativas” a medios de comunicación). De acuerdo con una investigación reciente de Fair Tax Mark, esas seis compañías lograron ahorrarse cerca de 100 mil millones de dólares en impuestos entre 2010 y 2019”. ¿Qué mortal de a pie decidió acabar con los Estados nacionales y precarizar sus servicios básicos: salud, educación, infraestructura, seguridad? ¿Es una elucubración delirante pensar que esa desaparición del estado de bienestar se hizo para explotar más aún a los explotados de siempre?

¿Por qué sería un “trastorno de ideas delirantes” típico del Presidente Schreber (caso de psicosis teorizado por Freud a partir de la lectura de “Memorias de un neurópata”) pensar que grupitos minúsculos de poderosos magnates deciden lo que pasa en el mundo?

De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una elite de técnicos y de financieros mundiales”, pudo decir el recientemente fallecido David Rockefeller, nieto del legendario John Davison Rockefeller, en su momento la persona más acaudalada del mundo, fundador de la mítica dinastía de banqueros e industriales petroleros de Estados Unidos. “Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial”, agregó en su momento, él, que  fuera uno de los más grandes conspiradores, arquitecto de la política mundial, factótum de importantes grupos “selectos” que deciden la marcha de la sociedad planetaria, donde no puede llegar “la chusma”, instancias por el Grupo Bilderberg, o la Comisión Trilateral (Estados Unidos, Europa Occidental, Japón), según su propio decir, “altas personalidades” que deciden lo que ha de suceder en la humanidad: “el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el mundo haya conocido nunca”. ¿Es ver fantasmas pensar que todo eso existe? El 1% de la población mundial detenta el 50% de la riqueza mundial; y de ese mínimo porcentaje, solo el 0.01% es el que da las órdenes a los presidentes. Decir eso, ¿es ser paranoico?

No es ninguna novedad (¿o es un delirio paranoico, una voz alucinada?) constatar que infinidad de hechos políticos que suceden están pergeñados en oficinas de la más alta secretividad, sin que las poblaciones tengan la más remota idea: Pearl Harbor, el asesinato de Kennedy para continuar con la guerra de Vietnam a la que él se oponía, la caída de las Torres Gemelas, las supuestas armas de destrucción masiva en Irak, el ataque a Nicaragua antes de que el sandinismo -cuando aún era revolucionario- “invadiera Texas”, el financiamiento de la Ford Motors Company al nazismo en sus inicios -para que invadiera y terminara con la Unión Soviética-, los experimentos sobre la sífilis hechas, sin conocimiento de las autoridades, con población guatemalteca en la década de 1950, armas bacteriológicas desconocidas por el público, los secretos revelados por la crisis de conciencia del ex espía estadounidense Edward Snowden, y la lista puede continuar interminable. El medicamento cubano Interferón alfa 2B recombinante sirvió para parar la epidemia en China, ¿por qué no se dijo una palabra de eso en el “mundo libre”? ¿Es ser un desubicado psicótico preguntarse el porqué de ese silencio? ¿Son todas elucubraciones paranoicas, afiebradas visiones conspirativas del mundo, delirios insanos para mandar al manicomio a quien exprese preguntas sobre todo esto?

IV

Hoy día cursamos una pandemia de un virus nuevo, desconocido en todo su potencial, el coronavirus.

La nueva neumonía por coronavirus no es tan grave como otras enfermedades contagiosas de clase A (peste y cólera) todavía. Sin embargo, debido a que es una enfermedad recién descubierta, con un riesgo relativo considerable para la salud pública, todos deben estar atentos y bien protegidos. Tomar las medidas de control de Clase A genera notificaciones y publicidad más rápidas; Esto facilita a los trabajadores de la salud en la prevención y el control de la enfermedad, así como al público en la adquisición de la información más reciente para una mejor respuesta a la epidemia”, puede leerse en el Manual de prevención del coronavirus puesto a circular por el gobierno de la República Popular China recientemente, al aparecer el brote en la ciudad de Wuhan.

Efectivamente, no es tan grave, pues según el grado de letalidad, tenemos que hay afecciones mucho más dañinas: Peste (Yersinia pestis): 100%, peste pulmonar: 100%, VIH-SIDA: 100%, leishmaniasis visceral: 100%, rabia: 100%, viruela hemorrágica: 95%, carbunco: 93%, ébola: 80%, viruela en embarazadas: 65%, MERS (Síndrome respiratorio de Oriente Medio): 45%, fiebre amarilla: 35%, dengue hemorrágico: 26%, malaria: 20%, fiebre tifoidea: 18%, tuberculosis: 15%. El índice de letalidad del COVID-19 está alrededor del 4% (puesto en entredicho, incluso, por estudiosos del tema, que estiman que es menor).

Como es un agente patógeno nuevo, no se sabe mucho acerca de él. Lo que sí ya se ha podido ver es que tiene un potencial de contagio muy alto, de ahí que las autoridades sanitarias recomendaron confinamientos. De todos modos, hay algo llamativo en esta cuarentena militarizada que vivimos. El mundo se detuvo prácticamente, cuando hay voces -tan autorizadas como quienes dicen lo contrario- que alientan sobre lo llamativo del pánico creado. El destacado inmunólogo colombiano Manuel Elkin, quien trabajara en una vacuna contra la malaria, llama la atención sobre “la desproporción que supone que la malaria aflige entre 230 a 250 millones de personas al año y, de ellos, mueren de 1.250 a 1.500 al día”. Nos llama a reflexionar: “Paremos un poco esa histeria colectiva. Desde el principio de la enfermedad del coronavirus nos metieron un pánico excesivo; es una enfermedad a la que hay que ponerle cuidado, pero no para una histeria colectiva que no sirve para nada”.

Del mismo modo Johan Giesecke, destacado epidemiólogo consejero del gobierno sueco y miembro del Grupo Asesor Estratégico y Técnico para Riesgos Infecciosos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dijo que “Esta enfermedad se propaga como un incendio y lo que uno hace no cambia demasiado. Todos se van a contagiar, todo en el mundo al final”.

Lo curioso es que una enfermedad que no es especialmente letal (el 96% de infectados se recupera), que ataca mortalmente solo a un segmento pequeño (ancianos, gente con inmunodeficiencias, población que se puede reinfectar muchas veces como el personal sanitario), ha causado un revuelo sin precedentes, paralizando el mundo. El epidemiólogo británico de la Universidad de Oxford, Christopher Fraser, considera que la proporción de casos sin reportar podría ser del 50%, por lo que “la tasa de letalidad rondaría el 1%”. El experto en virus, el español Adolfo García-Sastre, investigador del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, piensa que “existen de cinco a diez veces más infectados que lo que se está contabilizando actualmente, lo cual reduce mucho su letalidad”.

Considerando que la curva epidemiológica comenzó a aplanarse en los países que mayor número de contagios presentaron -con tasas de mortalidad diversas, pero siempre manteniendo una tasa de letalidad similar, que no supera el 5% (o quizá mucho menos)- la proyección en muertes nos muestra que al final del año el número total de decesos podría ser similar a la de la gripe estacional: entre 600 y 700 mil. Seguramente las medidas de confinamiento podrán haber evitado más muertes. Pero allí es donde se abre la pregunta.

Acusar de paranoia a quien se plantee preguntas críticas puede ser peligroso. Como dijo Luis Tuchán: “Llamar teoría conspirativa a toda explicación alternativa a la del poder, es ahora la forma de satanizarla”. La crisis actual, sanitaria en principio, abre preguntas. No es ninguna novedad -porque está reportado hasta el cansancio, incluso por las mismas Bolsas de Valores de distintas partes del mundo-, que el sistema capitalista en su conjunto entró en una terrible, tremenda, catastrófica crisis, similar -o peor- que la Gran Depresión de 1930. “No solo la crisis financiera estaba latente desde hacía varios años y la prosecución del aumento de precio de los activos financieros constituían un indicador muy claro, sino que, además, una crisis del sector de la producción había comenzado mucho antes de la difusión del COVID, en diciembre de 2019. Antes del cierre de fábricas en China, en enero de 2020 y antes de la crisis bursátil de fines de febrero de 2020. Vimos durante el año 2019 el comienzo de una crisis de superproducción de mercaderías, sobre todo en el sector del automóvil con una caída masiva de ventas de automóviles en China, India, Alemania, Reino Unido y muchos otros países”, anunciaba una voz autorizada como el economista Erick Toussaint. Es ahí, entonces, donde entran las preguntas críticas, acusadas de delirio paranoico por algunos.

Sabemos que el sistema capitalista, o más aún, quienes disfrutan los beneficios de ser la clase dirigente allí, están dispuestos a hacer lo imposible para mantener sus prebendas: ¿no alcanza todo lo dicho para entenderlo? ¿Habrá que agregar dos millones y medio de muertos en Irak y más de un millón para mantener, respectivamente, el petróleo y el gas/negocio de la heroína? ¿Habrá que agregar Guantánamo? ¿Habrá que agregar dos bombas atómicas arrojadas impunemente sobre población civil no combatiente en Japón cuando la guerra ya estaba decidida? ¿Habrá que agregar todos los golpes de Estado en Latinoamérica, y su cohorte de muertos, torturados y desaparecidos, aconsejados por “expertos” estadounidenses? (recuérdese la cita anterior de Mike Pompeo). El sistema está dispuesto a hacer cualquier cosa para mantenerse: por eso miente, embauca, distorsiona. Las enseñanzas de Goebbels (“Una mentira repetida mil veces se transforma en una verdad”) fueron amplificadas en un grado sumo en la tierra “de la democracia y la libertad”. Se nos vive mintiendo todo el tiempo, y eso no parece un delirio paranoico. En Guatemala se hizo creer que la “ciudadanía” sacaba del poder a un presidente corrupto…. Y no era así. ¿Quién dijo que la uña del dedo anular de una mujer es más bonito y que hay que seguir el dictado de la moda pintándoselo de otro color? ¿Los marcianos? ¿Los masones? ¿Los Rosacruces? ¿O quienes fijan la moda, y venden las mercaderías correspondientes?

Pensar que hay “gato encerrado” en las políticas que digitan nuestras vidas parece muy sano, porque demuestra una actitud crítica, algo más que la feliz y pasiva aceptación del entretenimiento con que se mantiene a la esclavitud. El tratamiento militarizado y compulsivo que se le da a la actual pandemia, según se puede pensar, perfectamente podría entenderse como “honrosa” salida del capitalismo global ante una crisis fenomenal. La desocupación y el hambre son “culpa” de este agente patógeno entonces.

¿Estaba todo esto ya pergeñado? ¿Hay agendas ocultas trazadas? Como son temas álgidos, complejos, con infinidad de aristas en juego, se hace difícil -con la orfandad de datos que existe todavía- expedirse categóricamente. Las ciencias, por otro lado, nunca se expiden “categóricamente”: formulan saberes, que son siempre cambiantes, relativos (la física newtoniana no alcanza para ciertas cosas, por lo que surge la física cuántica; la descripción psiquiátrica no alcanza, por lo que surge el Psicoanálisis, la geometría euclidiana es ampliada por la geometría fractal, etc.). No puede aún darse una visión globalizante del fenómeno de esta pandemia, pero quedan cabos sueltos.

¿Es realmente necesaria la militarización de la vida cotidiana, o hay allí otras perspectivas en juego? ¿Un ensayo de lo que vendrá? “La crisis sanitaria ha sido la oportunidad perfecta para reforzar nuestra dependencia de las herramientas informáticas y desarrollar muchos proyectos económicos y políticos previamente existentes: docencia virtual, teletrabajo masivo, salud digital, Internet de las Cosas, robotización, supresión del dinero en metálico y sustitución por el dinero virtual, promoción del 5G, smart city A esa lista se puede añadir los nuevos proyectos de seguimiento de los individuos haciendo uso de sus smartphones, que vendrían a sumarse a los ya existentes en ámbitos como la vigilancia policial, el marketing o las aplicaciones para ligar en internet. En conclusión, el peligro mayor al que nos enfrentamos no es que las cosas «se queden como estaban», sino que vayan a bastante peor”, razonan Jorge Riechmann y Adrián Almazán.

Definitivamente hay manejos en todo esto que dejan interrogantes. Hay una crisis sanitaria, porque la enfermedad existe y los muertos ahí están, pero también existe el peligro real que las cosas vayan a bastante peor, y no por el coronavirus precisamente. ¿Es paranoico pensar que el mundo que seguirá a la pandemia (vigilancia absoluta, distanciamiento de las personas, control omnímodo de nuestras vidas) puede ser aterrador? ¿Ya no más apretones de manos ni besos en la mejilla? Pero peor aún: ¿quién manejará esa información total, completa, omnímoda de nuestras vidas, información a la que no podremos resistirnos suministrar? Más aún: ni siquiera habrá que suministrarla, porque las técnicas de control la obtendrán de otra manera, sin esfuerzo, sin violencia. ¿Ese es el mundo post pandemia?

Está claro que se ha creado un pánico monumental, evidentemente desproporcionado en relación a lo que es la enfermedad del COVID-19 propiamente dicha. Ningún otro hecho colectivo había causado tamaño estupor. Y como los números lo indican, la nueva enfermedad no es sinónimo de muerte inmediata y masiva (según algunas voces autorizadas, muchísima gente la cursa asintomáticamente, o se cura sola. Solo población en riesgo -tercera y cuarta edad e inmunodeprimidos- tiene posibilidades reales de fallecer). ¿Por qué tanto pánico? ¿Está inducido? Recuérdese el manejo sobre la corrupción en Guatemala antes citado. Los climas sociales, esto no es ninguna novedad, se crean. ¿Por qué masivamente se piensa que “los musulmanes son terroristas”, o que “los colombianos son narcotraficantes”? ¿Por qué nos la pasamos hablando de fútbol o de series chabacanas y no podemos pensar críticamente en otros asuntos? ¿Alguien lo decide? ¿Es delirante pensar que allí hay agendas de grandes poderes que digitan la vida colectiva? “La televisión es muy instructiva, porque cada vez que la encienden, me voy al cuarto contiguo a leer un libro”, dijo Groucho Marx. ¿Delirio paranoico?

Luego de la pandemia de coronavirus todo indica que viene la vacunación masiva. Bill Gates, uno de los mayores magnates actuales del planeta -propietario de una de esas empresas antes citadas, campeonas de la evasión fiscal- es uno de los más grandes filántropos en el mundo y promotor de esa vacunación. “Las próximas guerras serán con microbios, no misiles”, dijo repetidamente. De hecho, él y su cónyuge Belinda constituyen uno de los principales sostenes financieros de la Organización Mundial de la Salud -OMS-, mecenas preocupado por la salud de la humanidad. ¿Seremos paranoicos si nos abrimos preguntas al respecto, si desconfiamos de tanta bondad? (porque alguien que evade impuestos da que pensar, ¿no?). La sociedad global cada vez más se encamina hacia tecnologías de vanguardia, revolucionarias (en las que China ya le está tomando la delantera a Estados Unidos). Las fortunas más grandes se van acumulando ahora en las empresas ligadas a la cibernética, la inteligencia artificial, la informática, la robótica. Como ejemplo representativo, el cambio que se ha venido dando en la dinámica económica de la principal potencia capitalista, Estados Unidos: para 1979, una de sus grandes empresas icónicas, la General Motos Company, fabricante de ocho marcas de vehículos, tenía un millón de trabajadores -daba trabajo a la mitad de la ciudad de Detroit, de tres millones de habitantes-, con ganancias anuales de 11,000 millones de dólares. Hoy día Microsoft, en Silicon Valley, mientras Detroit languidece como ciudad fantasma con apenas 300 mil pobladores, ocupa 35 mil trabajadores, con ganancias anuales de 14,000 millones de dólares. El capitalismo está cambiando. En el año 2017 la familia Rockefeller se alejó del negocio petrolero. ¿Vamos hacia las energías renovables? ¿Las próximas guerras serán por el agua? ¿Quién decide eso?

Llama la atención que un mecenas como Gates (que no parece tan “trigo limpio”, si es tamaño evasor fiscal y destructor de los Estados nacionales -la beneficencia no puede suplir al Estado-) se preocupe tanto de las vacunaciones. Quizá deba incluirse también en los negocios de futuro (¿el petróleo dejará de serlo?) a la gran corporación farmacéutica, la Big Pharma. Según datos que llegan dispersos, representantes de la GAVI, la Global Alliance for Vaccines and Immunization, y su fundador y principal financista, Bill Gates con su benemérita Fundación, insisten cada vez más en la necesidad de una inmunización universal. Como todo esto de la pandemia está aún muy confuso, nadie puede asegurar categóricamente nada.

¿Seguirá a toda esta parafernalia una vacunación obligatoria con insumos que habrá que pagar? ¿Será toda esta militarización de la vida cotidiana una muestra de cómo es el futuro inmediato? China, con un “socialismo” en el que no puede mirarse la clase trabajadora mundial -por ser un capitalismo desaforado disfrazado de socialismo-, al igual que las potencias occidentales -o más aún-, desarrolla un hipercontrol monumental sobre su población. Las tecnologías informáticas sirven para eso (y no hay duda que en eso llevan la delantera, pues ya están en la 5G, preparando la 6G). ¿Ese es el modelo a seguir?

“¡Los marcianos existen, son verdes y con antenitas!” Asegurar con toda convicción cosas de las que no se tiene pruebas es patológico: “aparición de un único tema delirante o de un grupo de ideas delirantes relacionadas entre sí que normalmente son muy persistentes”, según la oportuna descripción psiquiátrica. Pero abrirse preguntas críticas no es enfermizo: es muestra de salud. Definitivamente la pandemia nos ha venido a conmover. Dado que las cosas están confusas, nadie tiene la verdad con certeza ni puede predecir con exactitud qué continúa ahora. Lo que está claro es que seguirá más capitalismo (socialismo no se ve cercano por ahora), quizá más reconcentrado en menos manos y más controlador (¿alguien puede explicar por qué Estados Unidos reacciona tan desesperadamente anta la delantera china en la 5G?). La organización popular para plantearse cambios no parece muy en alza hoy. Si estamos antes la presencia de grandes poderes que deciden sobre la vida de la Humanidad con planes a largo plazo de los que nada sabemos, preguntarse por todo ello no es un delirio enfermizo: es casi una obligación.

Marcelo Colussi
Analista político e investigador social, autor del libro Ensayos
 https://www.alainet.org/es/articulo/206737