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miércoles, 18 de marzo de 2020

Desaprendiendo la demencia

                 Preguntas que la oposición de Nicaragua debería responder
Fuentes: Tortilla con sal

La falsa creencia occidental más fundamental, reproducida a escala industrial global, es que América del Norte y Europa son cultural y moralmente superiores al resto del mundo. Cualquiera que defienda activamente a las víctimas de la agresión de EE.UU. y sus aliados, desde Palestina e Irán hasta Cuba y Venezuela, estará familiarizado con los inquietantes síntomas de ese complejo de superioridad. Su loco prejuicio impregna prácticamente todos los medios de información y noticias norteamericanos y europeos. Sus falsas premisas convierten en irremediablemente defectuoso prácticamente cualquier informe de las instituciones occidentales gubernamentales, no gubernamentales y multilaterales de todo tipo que trate de los asuntos internacionales.
En los últimos veinte años, el progresivo declive del poder y la influencia de América del Norte y Europa en el mundo ha llevado las falsas creencias originales aceleradamente a niveles de irracionalidad sin precedentes. Más recientemente, los tipos de comportamiento demencial desplegados por los líderes políticos y económicos occidentales y sus sirvientes de los medios de comunicación promueven:
  • una insistencia interminable en presuposiciones absurdas como «los EE.UU. y la Unión Europea promueven la libertad, la democracia y los derechos humanos» cuando, evidentemente, los EE.UU. y la UE promueven su codicia e interés propio
  • el apoyo hipócrita a aliados cuestionables de EE.UU. y Europa, por ejemplo, simpatizantes nazis en Ucrania, terroristas asesinos en masa en Costa de Marfil, Libia y Siria, o bandas violentas de derecha en Venezuela, Nicaragua y Bolivia;
  • dependencia servil en los informes metodológicamente defectuosos de las instituciones y ONGs cooptadas por las corporaciones y los gobiernos de EE.UU. y la UE
  • aceptación sin crítica de informes deshonestos e incorrectos de los medios de comunicación locales partidarios de Occidente;
  • distorsión sistemática u omisión absoluta de fuentes de noticias e información que cuestionan esos informes falsos.
En el caso de Nicaragua, los partidarios de quienes promovieron el fallido intento de golpe de Estado de 2018 contra el gobierno sandinista de Nicaragua siguen presentando las acciones violentas de la oposición nicaragüense como «protestas pacíficas». Atribuyen prácticamente todas las muertes durante la crisis de 2018 a la policía o a los partidarios sandinistas. Aunque de hecho las pruebas en relación a algunos de los graves incidentes ocurridos en 2018 son confusas, es más que claro que los activistas de la oposición fueron responsables de muchos delitos muy graves.
Ellos y sus partidarios evitan abordar ese hecho, con la complicidad de prácticamente todos los medios de noticias e información occidentales. Esto permite a las y los representante de la oposición política en Nicaragua y sus partidarios en otros países esquivar la responsabilidad por sus crímenes atroces, confiando en el comportamiento demencial, ahora normalizado, aplicado para encubrir los crímenes de las fichas occidentales en otras partes del mundo. Una breve reseña de los incidentes que tuvieron lugar en Nicaragua durante abril-julio de 2018, muestra cómo el indiscutible testimonio de testigos presenciales confirma que la oposición de Nicaragua cometió atrocidades criminales. Con frecuencia, este testimonio de los testigos se confirma mediante vídeos autoincriminatorios publicados por los propios activistas de la oposición en los medios de comunicación social.
Los partidarios de la oposición nunca abordan estos incidentes porque son incapaces de asimilar una crítica racional basada en las normas de prueba generalmente aceptadas. Si aceptan que los activistas de la oposición efectivamente cometieron delitos de asesinato, secuestro y tortura, entonces su descripción de las protestas de la oposición como pacíficas se desmorona. Tienen el dilema adicional de quedar mal si no condenan los atroces delitos cometidos por los activistas de la oposición. Un corolario de ese dilema es que el reconocimiento de esos delitos hace insostenible la afirmación de que los autores detenidos por ellos eran «presos políticos».
He aquí diez incidentes en los que la implicación de la oposición nicaragüense en los crímenes violentos es prácticamente irrefutable
1. La quema de las históricas alcaldías de Masaya y Granada el 12 de mayo y el 4 de junio, de la fiscalía de Masaya el 28 de mayo y de las casas de varios funcionarios sandinistas en Masaya.
2. El ataque que incendió y destruyó la Nueva Radio Ya con 22 trabajadores de la radio en su interior el 28 de mayo en Managua (condenado por el Comité para la Protección de los Periodistas).
3. El bloqueo de más de 400 furgones en un tramo de 7 km de la Carretera Panamericana al sur de Diriamba durante más de un mes a partir del 5 de junio, privando a cientos de conductores de alimentos y agua, haciendo demandas de extorsión e ignorando las demandas internacionales para su liberación.
4. El secuestro e intento de asesinato el 13 de junio del líder estudiantil Leonel Morales, miembro del Diálogo Nacional para las autoridades gubernamentales, por las bandas que ocuparon la UPOLI en Managua.
5. El secuestro de dos camiones cisterna de combustible en Jinotepe el 19 de junio, que estaban llevados a estar estacionado junto a la estación de policía principal, seguido de intentos de provocar una explosión masiva disparando morteros y lanzando cócteles molotov contra las cisternas.
6. La tortura de Sander Bonilla por activistas de la oposición en una iglesia católica de León el 21 de junio, en presencia de un sacerdote católico local y un pastor protestante.
7. La tortura y asesinato de Bismarck Martínez, un trabajador municipal de Managua, secuestrado por activistas de la oposición cuando se dirigía a visitar a sus familiares en Jinotepe el 29 de junio.
8. El ataque del francotirador que mató con ráfagas de fusil automático a los policías Faber López Vivas e Hilario de Jesús Ortiz Zavala, hiriendo a otro oficial de policía en Jinotepe el 8 de julio.
9. La masacre en el pequeño pueblo de Morrito el 12 de julio en la que activistas de la oposición mataron a cuatro policías y un maestro de primaria y luego secuestraron y abusaron a nueve policías más.
10. El secuestro, tortura y asesinato por activistas de la oposición del policía desarmado y fuera de servicio Gabriel de Jesús Vado Ruíz los días 14 y 15 de julio en Masaya
Muchas otras atrocidades y crímenes igualmente atroces de la oposición en Nicaragua durante 2018 se detallan en el informe independiente Rechazando la Verdad, publicado en octubre de 2018.
Una deconstrucción más amplia de las falsedades y tergiversaciones de la oposición está disponible en el análisis exhaustivo del fallido intento de golpe de Estado de la oposición nicaragüense, «Nicaragua 2018: ¿Levantamiento popular o golpe de Estado?«
Los medios de comunicación e información o las organizaciones no gubernamentales si fueran genuinamente independientes reconocerían estos extremadamente graves delitos y por ende tambien reconocerían, en primer lugar, la responsabilidad de la oposición nicaragüense por haberlos cometido y, en segundo lugar, su propia complicidad al encubrirlos.
Pero la demencial irracionalidad y sesgo ideológico que domina actualmente el debate público en América del Norte y Europa hace ese resultado sumamente improbable.

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