Fania Rodrigues*
El presidente de   
Brasil, Jair Bolsonaro, y el de Estados Unidos, Donald Trump, se 
reunieron esta semana en Miami. Entre los temas principales tratados 
estaba la situación actual de Venezuela y firma de un acuerdo de 
cooperación en el sector de la industria militar, llamado Acuerdo de 
Investigación, Desarrollo, Prueba y Evaluación de Defensa (RDT&E, 
por sus siglas en inglés). El mandatario brasileño también mantuvo 
encuentro con el líder del Comando Sur de la Marina de Estados Unidos, 
el almirante Craig Feller.
Pero, ¿cuáles son los principales intereses que están detrás de ese 
acuerdo? ¿Y qué representa esto para la América Latina (AL)? Lo primero 
que hay que saber es que la industria armamentística fue la principal 
donante de la campaña electoral de Bolsonaro, en los últimos comicios de
 Brasil. Y el presidente brasileño tiene como promesa de campaña 
aumentar las inversiones a la industria militar. El año pasado el sector
 recibió un incremento de 16 por ciento de las inversiones públicas.
Brasil hoy tiene la industria de armas más potente de AL. Exporta 
para 85 países y ha ganado 255 millones de dólares, en 2019. Pero aun 
así con absoluta desventaja delante de la gigante industria militar de 
Estados Unidos, que representa 39 por ciento de todos los gastos 
militares del mundo.
Como se trata de un acuerdo que prevé cambio de tecnología y 
fabricación de productos en conjunto, Estados Unidos vislumbra grandes 
intereses y el principal es desvelar la tecnología que utilizan los 
militares brasileños en la fabricación de turbinas nucleares.
En el mundo existen tres tipos de tecnologías en el tema de 
propulsión nuclear. La primera de ellas es liderada por los alemanes, 
conocida como técnica de Zippe, que utiliza un proceso mecánico para 
provocar la explosión de las partículas atómicas. Esta es la más 
utilizada hoy día en el mundo. El programa ruso lo ha usado durante años
 y Estados Unidos lo ha adoptado en la última década, porque ha 
demostrado ser más eficiente.
Pero, Brasil en los años 60 decidió desarrollar su propia tecnología y
 seguir un camino distinto. Es el único que utiliza la técnica con 
energía magnética, altamente sofisticada, donde la principal pieza 
dentro de la turbina queda flotando. Por eso es estratégico para el país
 mantener este secreto tecnológico. De hecho, el programa tecnológico 
brasileño más desafiante del momento es la construcción de su primer 
submarino de propulsión nuclear, utilizando esta técnica en la turbina 
de la embarcación. Es algo totalmente diferente de lo que tiene 
cualquier submarino nuclear en el mundo. El proyecto empezó durante el 
gobierno de Lula da Silva y hoy día se encuentra en etapa avanzada.
En 2017 el científico responsable del proyecto de creación y 
expansión de la tecnología nuclear brasileña, el almirante Othon Luiz 
Pinheiro da Silva, fue preso, acusado de corrupción, en un proceso 
cuestionado por políticos progresistas nacionalistas. Sus defensores 
afirman que él es víctima de persecución política por sectores cercanos a
 EU.
Brasil es el primer país latino a mantener este tipo de acuerdo con 
EU y permitirá el intercambios de información sobre tecnología de 
defensa y patentes conjuntas en relación con 
productos binacionales. Por tanto, el sector político más nacionalista prendió las alarmas sobre el peligro de que Brasil pierda su secreto tecnológico mejor guardado hasta el momento.
Además, hay un tercer interés detrás del acuerdo militar Brasil-EU: 
el tema Venezuela. A pesar de que el gobierno de Jair Bolsonaro ha 
reconocido al diputado Juan Guaidó como presidente interino, la verdad 
es que Brasil ha hecho poco y nada para desgastar al presidente de 
Venezuela, Nicolás Maduro.
Para la reunión con Trump, Bolsonaro llevó la primera acción concreta
 contra Venezuela. La semana pasada anunció el rompimiento diplomático 
con el gobierno Maduro y dio el plazo de dos meses a los diplomáticos 
venezolanos para salir de Brasil. Dijo que en el mismo plazo Brasil 
retirará su cuerpo diplomático de Venezuela.
Donald Trump dijo en la primera reunión con Bolsonaro, el año pasado,
 y lo reiteró ahora, que quiere un Brasil más activo en el combate al 
gobierno bolivariano de Venezuela. Bolsonaro encuentra fuerte 
resistencia entre los militares brasileños, que a pesar de tener una 
doctrina militar de derecha, son profundamente nacionalistas. No les 
interesa un conflicto en la frontera norte de Brasil, donde está la 
Amazonia, niña de los ojos de los militares brasileños. Este territorio 
salvaje sólo lo conocen las fuerzas armadas de Brasil.
Por tanto, este acuerdo es también un gesto de Trump para militares 
brasileños, puesto que el gobierno de EU está prometiendo financiar 
grandes proyectos tecnológicos en sector de la industria militar de 
Brasil.
Después de conocer estas implicaciones, los diputados y senadores 
progresistas ahora presionan para que el acuerdo pase por votación en el
 Congreso Nacional, pues alegan que Bolsonaro coloca el proyecto de 
defensa nacional a servicio de los intereses geopolíticos 
estadunidenses. Es que con esta firma, Brasil pasa también al grado de 
socio preferencial extra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
*Periodista brasileña
 
 
 
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