Nicaragua
| Exposición en el encuentro "Actualidad de las luchas sociales y políticas en América Latina y el Caribe", foro con intelectuales y movimientos sociales. | 
  1. A mediados de 
abril una pequeña protesta por la reforma a la  Seguridad Social, dio 
inicio a la más brutal represión contra  manifestantes desarmados, que 
ha conocido Nicaragua. Frente a los  crímenes, el pueblo se sublevó 
masivamente. La rebelión que se ha  prolongado ya por más de siete 
meses, ha sido reprimida  sistemáticamente. El saldo hasta hoy:535 
ciudadanos muertos, entre  ellos 24 policías; 4,353 heridos; 1,302 
ciudadanos secuestrados  por grupos paramilitares, 600 de ellos 
permanecen aún encarcelados.  Se han documentado torturas sistemáticas y
 violaciones sexuales a  los prisioneros y prisioneras. Y como prueba 
incontrovertible de la  represión, más de 40 mil nicaragüenses han 
tenido que salir  huyendo, abandonando forzadamente sus hogares, 
familias, sus  tierras y negocios.
 El terror desatado por el 
Estado, encabezado y dirigido por Daniel Ortega y su vicepresidenta y 
esposa, ha dejado perpleja a la comunidad internacional y a la gente 
decente del planeta. Y aquí una primera reflexión: Esta auto-proclamada 
“izquierda“del gobierno “cristiano socialista y solidario” de 
Nicaragua, ha sido capaz de ejecutar los crímenes más atroces, que nos 
recuerdan- por cierto, aquellos repudiables crímenes del estalinismo.
2.
 Primero fueron los estudiantes, luego pobladores de barrios y los  
campesinos quienes consolidaron los brotes de resistencia que se  fueron
 rápidamente multiplicando por todo el territorio nacional. A  más 
represión más resistencia popular. Así, a inicios del mes de  junio todo
 el país estaba paralizado y bajo el control directo de  las multitudes 
organizadas alrededor de tranques y barricadas. Nada  se podía mover sin
 la autorización de los representantes del  pueblo sublevado. El 
comercio terrestre entre los países de la  región quedó cerrado. El 
poder de Ortega se disolvió  momentáneamente ante la unidad de todo el 
pueblo. Ortega se quedó  solo, aislado. Sus bases partidarias 
desaparecieron de las calles y  se refugiaron en silencio en sus 
barrios. Nunca en la historia de  Nicaragua, ni siquiera en las jornadas
 de la insurrección final de  la lucha contra la dictadura somocista 
(1979), se había constatado  una movilización y participación popular 
tan generalizada. El país  entero se tiñó con los colores de la bandera 
patria. De ahí el  nombre de sus protagonistas: “los azul y blanco”.
3.
 Sitiado por las multitudes que marchaban derribando los símbolos de  su
 poder e imposibilitado de usar al Ejército frente a una  población 
desarmada, Ortega buscó a los obispos católicos como  mediadores de un 
Diálogo Nacional. La apertura de la negociación  fue trasmitida en 
directo por los medios de comunicación locales.  Los representantes 
estudiantiles, le gritaron al dictador: ¡Asesino,  Asesino!¡ Lo único 
que queremos negociar es tu salida!¡Que se  vaya, que se vaya! gritaban 
afuera los manifestantes. Desde sus  hogares la población aplaudía el 
coraje estudiantil, mientras  miraban salir al dictador con el rabo 
entre las piernas. Humillado.  Fue una verdadera catarsis nacional.  
Pero
 en medio de aquella crisis política sin precedente las consignas 
generales gritadas por los estudiantes, eran insuficientes para indicar 
los pasos y caminos concretos que pudieran conducir al objetivo de 
terminar con la dictadura.
4. Nadie había 
llamado a la sublevación nacional. El pueblo se había  auto convocado. 
Fue la insurrección de los auto-convocados. 
Desde
 los movimientos sociales en lucha contra el vanguardismo, el 
caudillismo y el verticalismo habíamos proclamado la importancia de la 
horizontalidad. La Nicaragua sublevada vivió entonces la plenitud de esa
 horizontalidad. No había jefes, ni caudillos, ni partidos, dirigiendo 
el movimiento. La energía y creatividad parecían no tener límites. La 
memoria histórica de jornadas pasadas floreció en cantos y consignas. 
Poetas, escritores, cantores, multiplicaron sus obras animando la 
rebelión. 
 Pero esta misma amplitud del movimiento no fue capaz, en 
el momento crucial, de dotarse de una dirección colectiva que orientara y
 potenciara la fuerza arrolladora de las masas. Una vez más la crisis 
revolucionaria no se podía resolver por la ausencia de una conducción. 
La permanencia de esta problemática se mantiene sin duda como un desafío
 a los movimientos sociales.
5. Al no existir ningún liderazgo 
visible para hacerlo responsable de  los acontecimientos Ortega recurrió
 sin escrúpulos al tenebroso  viejo fantasma de la CIA. Por cínico y 
tragicómico que parezca,  para Ortega y los suyos, la CIA sería el 
demiurgo, el organizador y  creador, de las más grandes movilizaciones y
 acciones de rebeldía,  de nuestra historia.
Cínicamente se montó en 
el argumento de la geopolítica, cuando hasta al 18 de abril Ortega era 
el mejor socio de los Estados Unidos y del FMI en la región, fiel 
cumplidor de sus políticas: económicas, migratorias, de seguridad 
nacional -con el pretexto del crimen organizado. ¡La CIA, quiere darme 
un golpe de estado! ¡Todo esto es golpismo!-, proclamó el régimen al 
borde del colapso. Nada más absurdo que hablar de golpe, ni duro ni 
blando, porque estos presuponen uso de fuerzas institucionales, 
militares o no, todas las cuales permanecen bajo el férreo control de 
Ortega. Aunque hay que decirlo. El pueblo tiene el derecho de rebelarse y
 de un solo golpe sacar del poder al opresor como ya lo hizo en muchas 
partes de América Latina.
 Desde el poder no se escuchó ninguna 
autocritica para reconocer que la insurrección de abril fue resultado 
del cumulado de inconformidades, por el cierre brutal de todos los 
derechos civiles y políticos a los nicaragüenses. Un acumulado de digna 
rabia por sus políticas neoliberales. La explosión de todo un pueblo 
sometido de pies y manos al libre mercado y a los intereses de las 
transnacionales, es decir, del capital. 
6. La explosión 
social de abril sorprendió a todos. La dictadura se  asentaba en un 
pueblo y una juventud que parecía hundirse en el  conformismo y la 
pasividad. Pero a decir verdad ya había un proceso  anterior, aunque 
molecular, de movilización y protesta.
El más significativo fue el 
Movimiento Campesino por la Defensa de la Tierra Lago y Soberanía, 
contra la concesión canalera (ley 840), protagonista de casi 100 
marchas. Pero también se destacaron, el movimiento por derechos de los 
ancianos, (Ocupa INSS) la demanda obrera contra los antiguos dueños de 
las bananeras y los cañales, por las secuelas de agro-tóxicos.
 La 
lucha de los periodistas, frente a un régimen que se adueñó de los 
principales medios de comunicación. Los defensores y defensoras de 
Derechos Humanos, no cejaban en sus denuncias y demandas. 
 
Movimientos contra concesiones mineras a cielo abierto. Una sublevación 
local en Mina El Limón. Sostenidas protestas de feministas, por los 
femicidios y los retrocesos en nuestras reivindicaciones; movimientos de
 los ecologistas. Indígenas defendiendo territorios frente a la invasión
 armada de colonos y las protestas por repetidos fraudes electorales, 
que ya habían dejado más de 10 muertos y más de 30 heridos entre 2008 y 
2017.
 La semilla sembrada por más de dos décadas por las más 
variadas expresiones del movimiento social germinó al unísono con la 
rebelión de abril. 
7. Ortega usó el Diálogo Nacional sólo 
para ganar tiempo y organizar  su contraofensiva del terror. A partir de
 junio, un ejército  paralelo de policías y grupos paramilitares dotado 
de armas de  guerra, fue lanzado contra la población desarmada de los 
tranques y  barricadas. Las ciudades del país, una a una fueron 
sometidas al  castigo infernal de los encapuchados de Ortega. Obvio: la 
 resistencia popular desarmada no tenía ninguna posibilidad frente a  
las hordas del Orteguismo. El asalto a las ciudades fue luego  
continuado con operaciones limpieza que sembraron hasta hoy, el  terror 
por todas partes. Hoy vivimos bajo permanentes operativos de  búsqueda y
 captura de todo aquel que haya participado de las  jornadas que 
comenzaron en abril, y cuya conclusión está por  verse. 
 Con una recién aprobada ley anti terrorista, criminalizan cualquier acto individual o colectivo de protesta.
8.
 Luego de siete meses de crisis las perspectivas de corto plazo lucen  
inciertas. Ortega está estratégicamente derrotado: No tiene  
posibilidades de re articular y recomponer las alianzas perdidas, no  
cuenta con recursos propios para resolver la grave crisis económica  y 
ha perdido el respaldo popular. Está totalmente aislado  
internacionalmente, pero parece decidido a quedarse usando a fondo  la 
represión y el respaldo de su base política fanatizada.
9. La 
Articulación de Movimientos Sociales, que reúne un importante  caudal de
 fuerza organizada, empuja una política de unidad nacional  por la 
democracia y la justicia, que permita mantener activa la  resistencia 
popular. Trabaja por re articular el liderazgo popular  golpeado por la 
represión y junto a las demás fuerzas preparan las  condiciones para el 
empuje final que pondrá a la dictadura de  Ortega en el basurero de la 
historia.
10. La comunidad internacional de manera casi unánime ha
 condenado a  Ortega por sus brutales violaciones a los Derechos Humanos
 de los  nicaragüenses. Algunos gobiernos anuncian sanciones contra 
Ortega.  Sin duda esas acciones lo debilitaran. Pero yo estoy convencida
 que  solo la acción decidida de nuestro pueblo puede resolver la 
crisis.  Estamos en contra de injerencias extranjeras. Nada puede 
sustituir  la verdad histórica de que sólo el pueblo salva al pueblo y  corresponde a los movimientos sociales de Nicaragua el desafío de  materializarla.
Mónica Baltodano. Comandante  Guerrillera de la Revolución Sandinista de 1979. Articulación de  Movimientos Sociales. 
 
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