Caracol y RCN…ya era hora.
Fernando Buen Abad Domínguez
Instituto de Cultura y  Comunicación UNLa
Decidida como está Venezuela a ratificar  su rumbo socialista y revolucionario con la dirección suprema de su Asamblea Nacional  Constituyente, es hora de que los grandes temas y las grandes debilidades ocupen  un lugar privilegiado en ese recinto del Poder Originario, poder popular antimperialista,  para regresar al orden aquello que el terrorismo ha puesto "patas arriba". Eso  incluye al terrorismo mediático. 
Han desaparecido sensiblemente  los episodios de "gurimbas" en aquellas calles donde la derecha decidió montar  su farsa "democrática" a punta de golpes, balazos, cámaras fotográficas e  incendio de personas, pero no ha cedido ni un minuto el "gurimbeo" mediático  que recorre el mundo y que se ha especializado en insuflar odio contra  Venezuela revolucionaria y contra su presidente Nicolás Maduro. El daño  político, social y humanístico es de magnitudes hoy imposibles de medir y tiende  a profundizarse desde que la oposición derechista de Venezuela acogió a Donald  Trump como su líder.  
Hay víctimas mediáticas de todo  tipo y hay que hacerse cargo de ese tema con todo rigor y con toda precisión. Niños  y niñas, adolecentes, jóvenes y adultos, de todas las edades, han recibido un  baño de sangre y miedo mediático que tiene consecuencias psicológicas, a corto  y mediano plazo, de tipo muy diverso. Al respecto ha producido trabajo importantísimos  el psiquiatra Heriberto González, profesor titular de la ULA. 
Hay personas que viven y  vivirán durante mucho tiempo aterradas. Caminan y caminarán por las calles  llevando tatuadas en sus memorias las imágenes infernales de aquellos que,  acusados de chavistas, fueron incinerados vivos en la vía pública. Para hoy y  para mucho tiempo la "opinión pública" mundial tendrá en el imaginario sobre Venezuela  un cuadro dantesco en el que todo tipo de aberraciones es posible porque la impunidad del gobierno "dictador" les da  cobijo. Están llenas las páginas de los "principales diarios" del planeta; están  saturados de esa operación los noticieros y los programas de debate escritos  por los servicios de inteligencia pro-imperialistas. Todo eso a la vista de  todos y ante la impotencia generalizada. La "pos-verdad" y la "plus mentira" se  nos pasean ante las narices con toda impudicia y la cosa no es nueva.
Hace algunos años (22/06/2007)  publiqué un texto llamado "13 debilidades venezolanas en materia de  Comunicación…RCTV ¿pasó la tormenta?"[1]  En aquel momento ya era un reclamo "hacer algo" para que el Estado ejerciera  sus responsabilidades como rector del espacio radio-eléctrico y como garante de  la legislación referida a los contenidos que se difunden en las señales concesionadas.  Se habían excedido todos los márgenes de la "libertad de expresión", todos los  márgenes del a "crítica aguda", todos los márgenes de la cordura y todos los márgenes  de la paciencia. Se usaban los medios concesionados para llamar a la rebelión armada,  a la desestabilización y al golpismo. Y la "tolerancia" comenzó a parecer  debilidad de un gobierno incapaz de poner los límites que la ley le exige. Por  suerte no se les renovó la concesión.  
Ya se habían tardado, como se  dice coloquialmente en México. Hoy la salida de RCN y Caracol del espectro  comunicacional en Venezuela es una decisión correcta que debió asumirse hace mucho,  mucho, tiempo. Debió asumirse como resultado de una acción colegiada de  gobierno entrelazando responsabilidades y obligaciones legales desde sectores gubernamentales  pertinentes, por ejemplo,  el ministerio  de Educación; los responsables de la salud mental de la población; el sector responsable  de la defensa de la cultura, el pensamiento y los valores nacionales y desde  luego el sector responsable de vigilar el buen uso de las concesiones que el  Estado otorga a particulares para que contribuyan con el desarrollo de país y no  son su destrucción. No debe ser una decisión sólo de la Comisión Nacional de  Telecomunicaciones sin el concurso profesional y estratégico del Ministerio de  Salud y de los comités de ética en comunicación que aun necesitamos.  
Este no es un problema de "libertad  de expresión", es una lucha a muerte en el campo simbólico donde se produce sentido y dónde venimos peleando con  muchas debilidades. Lo sabemos todos. Hay que recordar que se vive una situación  de Guerra Económica con su correspondiente Guerra Mediática. Que los llamados "medios  de comunicación" no son sino aparatos de perturbación de la salud mental de los  venezolanos y máquinas de Guerra Ideológica y que es un clamor del pueblo  venezolano poner freno a las "guarimbas" mediáticas que no cesan ni un centímetro  de diarios, ni un segundo de medios electrónicos. Incluyendo las "redes sociales"  invadidas por laboratorios especializados en espionaje e inteligencia burguesa.   
La Guerra Mediática está  abierta de par en par, se lucha en lo objetivo y en lo subjetivo. Dispara a mañana  tarde y noche, miente, miente y miente para que algo quede en los imaginarios  cuando se trata de denostar un proyecto revolucionario y ofrecerlo en "charola  de plata" para la invasión imperial. Es una Guerra asimétrica, despiadada y  criminal como no se vio antes. Hay víctimas a granel y la ofensiva tiene a  empeorar. ¿Qué hacemos? ¿Derramamos una lágrima por la decisión de impedir  transmisiones de RCN y Caracol en Venezuela? ¿Nos acogemos al liberalismo  volteriano y decimos "no es momento"? o simple y francamente redoblamos compromisos  con la "Batalla de las Ideas" que viene librando Venezuela contra sus verdugos mediáticos  y acompañamos el clamor de su pueblo que no quiere más canalladas trasmitidas a  todos color por el poder supra nacional de las mafias mediáticas. 
Ya se habían tardado, como se  han tardado otras muchas decisiones y tareas en materia comunicacional en situación  de Guerra Mediática y Guerra Económica, por eso es hora de profundizar la revolución,  ensancharla y completarla. Hoy más que nunca de la mano de la Asamblea Nacional  Constituyente que hará de la Comunicación un baluarte si no quiere que se  convierta en una derrota. Ahí debe vernos unidos -internacionalmente- el Poder  Originario. Es urgente.  
 

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