Unas 27 mil personas se congregaron la semana pasada en Washington 
Square, en Manhattan, para escuchar al precandidato demócrata Bernie 
Sanders. Había representantes de diversos gremios sindicales, defensores
 de inmigrantes, activistas pro derechos civiles, estudiantes, veteranos
 de guerra y másFoto Afp       
Más de 800 personas 
fueron arrestadas por actos de desobediencia civil en el Capitolio, en 
Washington, la semana pasada, durante cinco días de protestas como parte
 de una iniciativa llamada Primavera democrática (Democracy Spring), que afirma que las elecciones estadunidenses han sido corrompidas por el 
gran dinerode intereses especiales financiados por multimillonarios y por leyes que limitan o suprimen el voto.
“Hoy nuestra democracia está en crisis. Las elecciones estadunidenses
 están dominadas por multimillonarios e intereses del gran dinero… 
mientras casi la mitad de los estados de la unión han promulgado leyes 
nuevas para descalificar a votantes comunes, especialmente a las 
personas de color y a los pobres. Esta corrupción viola el principio 
básico de la democracia estadunidense: una persona, un voto”, afirma la 
iniciativa. Decenas de organizaciones –desde sindicatos, ambientalistas,
 derechos civiles y religiosos– respaldaron las acciones, en las que 
participaron actores como Kathleen Turner y Rosario Dawson, legisladores
 federales como Raul Grijalva, el gran comentarista y líder popular Jim 
Hightower, la legendaria lideresa del UFW Dolores Huerta y activistas de
 33 estados del país.
Por otro lado, unos 27 mil se congregaron en Washington Square la semana pasada para escuchar al precandidato demócrata –y 
socialista democrático– Bernie Sanders (superando la cifra establecida por Obama en el mismo sitio en 2007). Al presentarlo, el actor Tim Robbins insistió en que se tiene que luchar contra los políticos de la cúpula y los grandes medios que afirman que Sanders es demasiado idealista y poco pragmático en sus propuestas, y aseguró:
ellos tienen un gran problema: no se han dado cuenta de que los tiempos han cambiado, y ya estamos hartos de aceptar lo que nos dicen que tenemos que aceptar, de ceder nuestros ideales. Agregó:
ya no queremos ser entrampados con la disfunción del pasado. Apremió a apoyar a Sanders no sólo por su oposición a las guerras, al fracking, a los acuerdos de libre comercio, sino por su apoyo a los trabajadores, a los pobres, a los gays y otras minorías, y por ser el único candidato con
una línea moral básica; eso es lo radical. Añadió: “este es el momento para un idealismo desenfrenado… es tiempo de soñar”.
Ahí estaban agremiados de los sindicatos de telefonistas, de 
transporte público de Nueva York, enfermeras, maestros. Ahí estaban 
algunos de los veteranos de las luchas por los derechos civiles de los 
gays, pero sobre todo estaba una amplia gama del futuro: los jóvenes. 
Ahí se conocieron estudiantes y sindicalistas, ahí hubo encuentros entre
 diversos movimientos, desde veteranos de guerra de Vietnam e Irak hasta
 veteranos de las luchas altermundistas, los defensores de inmigrantes, 
los veteranos aún jóvenes de Ocupa Wall Street y, como siempre, son 
estas posibles alianzas lo que sigue preocupando, e incluso llega a 
hacer temblar, a las cúpulas de ambos partidos y a la económica.
Hubo decenas de miles más en otros actos de campaña en espacios 
públicos en los últimos días en el estado de Nueva York (vale señalar 
que su contrincante Hillary Clinton no ha convocado a actos masivos 
públicos aquí) con la misma reacción al mensaje de Sanders: el 1 por 
ciento más rico ha tomado en rehenes a la democracia y la economía 
estadunidense, y se requiere de una 
revolución políticapara rescatar al país. En cada una, la ira mezclada con la esperanza de los jóvenes ofreció un viento de posible optimismo para el futuro, gane o no gane el mensajero. Son destellos de un cambio.
A lo largo y ancho del país, trabajadores –sobre todo en la 
rama de comida rápida y otros empleos de salario mínimo– realizaron 
actos de protesta la semana pasada en más de 300 ciudades con la 
exigencia de incrementar el salario mínimo federal a 15 dólares/hora y 
el derecho a la sindicalización. En la acción más grande de este 
esfuerzo hasta la fecha, la campaña Lucha por $15 ha generado 
cada vez más solidaridad entre trabajadores de las cadenas de comida 
rápida, los de Walmart, junto con trabajadores domésticos y de la rama 
de servicios de salud, entre otros. Este esfuerzo ya ha logrado notables
 triunfos después de que California y Nueva York se convirtieron en los 
primeros estados en promulgar un proceso para fijar un salario mínimo de
 15 dólares en fases en los próximos años, mientras decenas de ciudades 
ya han establecido ese nuevo piso.
En una de las huelgas más grandes en años, 40 mil trabajadores del 
sindicato de telefonistas CWA y del de electricistas IBEW estallaron en 
huelga contra la megaempresa de telecomunicaciones Verizon el pasado 
miércoles, en resistencia a demandas de la empresa de reducción de 
salarios, anular la seguridad en el empleo, y reducción de prestaciones y
 costos de seguros de salud, esto a pesar de que la empresa acaba de 
incrementar los salarios de sus ejecutivos millonarios y que ha generado
 casi 40 mil millones de dólares en ganancias desde 2012.
Vale registrar que a pesar de toda la atención sobre Donald Trump, la
 gran mayoría de este país lo rechaza. Según un sondeo de AP/GfK, siete 
de cada 10 estadunidenses tienen una percepción desfavorable del bufón 
peligroso y la percepción negativa del precandidato presidencial 
republicano se está incrementando. A la vez, su competencia tampoco goza
 de gran cariño: 59 por ciento de los adultos tienen una opinión 
negativa del precandidato republicano Ted Cruz, y 55 por ciento no 
quiere a Clinton.
O sea, defensas de la democracia frente a las fuerzas oligárquicas, 
una campaña electoral inesperada que sirve de puerta a la expresión de 
antiguos gritos por justicia junto con la ira y anhelos de nuevas 
generaciones que deploran las condiciones políticas, económicas y 
sociales que están heredando, y la continuación de aquellas luchas (que 
antes se llamaban luchas de clase) por condiciones y trabajos dignos, y 
mayorías reprueban lo que ofrece la cúpula como opciones para 
representarlos en la cima política… son algunos destellos de lo que 
podría estar amaneciendo en este país.
 

 
 
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