Resumen Latinoamericano/Ilka Oliva, corresponsal en EE.UU. -
A escasos días de cumplirse un año de la sentencia por genocidio,
Guatemala sigue desangrándose, la impunidad se ha apropiado por
completo de la esperanza de hacer justicia y los infestos hijos que su
vientre parió se han encargado de saquearla hasta dejarla en los puros
huesos. Por si fuera poco, como sociedad no nos hemos percatado que
seguimos cayendo en un abismo sin fondo del que si logramos salir algún
día será sin duda una labor titánica. Poco se puede pedir en un país
de azadones y robalos.
En emoción de positivismo es
alentador celebrar que con el Juicio por Genocidio se dio un paso
adelante y se rompió un muro doblemente custodiado por el ejército de
Guatemala, Cacif y el puñado de deshonrados que se empeñan en hacer de
la impunidad el aire que respiramos los guatemaltecos dentro y fuera
del país.
El juicio demostró ante los ojos del
mundo entero que Efraín Ríos Montt fue culpable de crímenes de lesa
humanidad y se le dictó sentencia, misma que puso a temblar a quienes
estaban en salmuera esperando su turno para que la memoria histórica
les pidiera cuentas, en esta mal oliente letrina se encontraban
buitres de la talla del presidente de la república: un genocida que no
solo está libre sino que dirige el timonel del sistema corrupto que
cada día manipula a sus anchas lo poco que le queda de integridad a la
justicia.
Esa parvada de corruptos y asesinos
saquea, vende, desfalca y transgrede a la Guatemala moribunda que lanza
manotazos pidiendo ayuda mientras se desvanece en el silencio impune de
quienes solapan y aplauden la traición.
El 10 de mayo del año 2013 fue el
Temporal de Justicia que quedará en la historia como el día en que
finalmente públicamente y en fallo de tribunal se honró a los miles de
masacrados, torturados, violentadas, desaparecidos, exiliados y
retornados que el desleal ejército de Guatemala bajo órdenes de vende
patrias ya comprados por el país que ha invadido pueblos enteros
alrededor del mundo se encargó de confinar en el olvido, inventándose
falsas letanías que bautizaron como verdades verdaderas. Y así nos las
dieron a comer, beber, respirar y las implementaron en el sistema
educativo, sistema de justicia y hasta en las calcomanías que cuelgan
como adornos en ruleteros y camionetas del transporte público. Que
seamos un pueblo aletargado, sumiso, conformista, descarado y de doble
moral ayudó a que ésta falsedad se propagara como incendio en el
mercado La Terminal y nos dejara vueltos cenizas.
Solo hay que tener dos dedos de
frente para comprender por qué para los días del Juicio por Genocidio y
cuando estaba a punto de dictarse la sentencia, el pueblo no tuvo la
capacidad de manifestarse en total apoyo a la dignidad de la memoria
histórica, la identidad y la justicia. Por qué no fue capaz de honrar a
sus muertos, a sus desaparecidos, a esos hombres y mujeres que pagaron
con sus vidas el intento por hacer de Guatemala un país próspero y
libre de truhanes. Un país donde existiera la equidad, desapareciera el
racismo y floreciera la igualdad social.
No hay que ser letrado con grandes
galas para entender por qué centenares de estudiantes de la Universidad
-de mis amores- de San Carlos de Guatemala no pusieron pretextos para
asistir al desfile de La Huelga de Todos los Dolores y con esto fingir
valentía, inteligencia y rebeldía pero sí lo hicieron el día de la
sentencia por genocidio: no tuvieron ni la conciencia, ni la moral y
mucho menos el arrojo para manifestarse y avalar con la presencia de:
estudiantinas, carrozas, reyes feos y oradores el fallo que demostró
que en Guatemala sí hubo genocidio. Pero los hubieran visto
manifestando por las calles exigiendo el 5% al gobierno para la
sobrevivencia económica de la universidad. Ahí los catedráticos eran
los que encabezaban el desfile. Para eso sí les sobra el valor.
No es de extrañar que estos
profesionales de pacotilla aunque egresados de la USAC -y no digamos
los de universidades privadas- se vuelvan títeres del sistema corrupto
que muy bien los manipula a cambio de poder y dinero, dejando con esto
lo más por lo menos, porque la dignidad no es negociable.
Ni qué hablar de los tan alabados
gremios de sindicatos que para el Primero de Mayo de pronto les aflora
el valor y salen a ¿reivindicar luchas? Y a exigir derechos, pero han
olvidado que cientos de sindicalistas fueron torturados, desaparecidos
y masacrados por el ejército de Guatemala y asociados, ¿y a ellos? ¿De
ellos no se recuerdan? Una forma de demostrar la conciencia social era
hacer acto de presencia mínimo el día en que se dictó sentencia, ése
era el instante para que Guatemala entera temblara porque su pueblo
celebraba finalmente a los miles que derramaron sangre sagrada. Ayudar
con lo mínimo que era manifestarse, nadie les estaba pidiendo que se
levantaran en armas o que se internaran en las montañas, lo mínimo que
la conciencia exige es no guardar silencio y no solapar y ni siquiera
para eso les dio el alma y nunca les dará porque son mediocres. La
justicia se pelea en todos los flancos, no se puede exigir derechos de
frente y bajita la mano donde nadie mira, echar tierra a otros. Como
dirían en mi pueblo: lo que pasa es que son robalos y cada quien
arregla su tamal a como mejor le convenga. ¡Azadones!
Y los docentes que tuvieron las
agallas para manifestarse por el aumento de salario pero les falta el
valor para apoyar las manifestaciones de estudiantes normalistas que
tienen el derecho legítimo de exigir que el Ministerio de Educación no
los cercene. Muy arrechos para tapar calles y exigir dinero pero no
para la conciencia ni la memoria histórica. Firmitas de docentes.
Lastre es lo que son.
Nos tratan como la suela rota de un
zapato porque es lo que pedimos a gritos en aires de doble moral,
mediocridad y golpes de pecho. Y nos dan culatazo tras culatazo que son
saben a festivales de verano, a corozo y a alfombras de procesión de
Semana Santa. Oremos hermanos.
Y qué decir de las parvadas que
asisten a los estadios a enajenarse con los juegos de fútbol que de
deporte no tienen nada, lujo hubiera sido verlos hasta con las
camisolas de sus equipos favoritos pero manifestándose el día de la
sentencia por genocidio, con porras, batucadas y moloteras, celebrando
el sí, hubo genocidio. Pero marranadas, para lo importante les falta lo
vital.
¿Alguien tiene duda de que esto no es
ya una dictadura silenciosa? ¿Qué esperan para creerlo? ¿Qué vuelvan
las masacres? Pero si ya están, matan hombres, mujeres y niños todos
los días y por docenas. El colmo es que los encasillan como antes, solo
que en antaño eran guerrilleros, comunistas y socialistas -es decir;
gente cabal- ahora son putas, vendedores de droga, pandilleros y
extorsionistas por ende merecen morir -tal y como sucedió con los
rebeldes de décadas pasadas- y las masacres disfrazadas de limpieza
social y violencia común son las encargadas de que lo veamos como
normal y sea parte del día a día, pueblo que acepta la violencia como
algo habitual es un país en absoluto desahucio que nunca podrá levantar
la cabeza. Somos una yunta de bueyes.
A un año de la sentencia por
genocidio han castigado públicamente a la jueza Jazmín Barrios que
presidió el tribunal que dictó sentencia a Ríos Montt, una ofensa a la
justicia y a la inteligencia y capacidad de la mujer, también han
destituido a la Fiscal General Claudia Paz y Paz , -que dejará su cargo
en los días siguientes- los togados esos con aires de erudición pero
podridos en corrupción, avaricia y deslealtad. La Fiscal es una mujer
capaz, sumamente preparada, inteligente y sobre todo honesta, ella no
ha perdido con esta destitución más bien en el tiempo en que estuvo a
cargo del Ministerio Público lo dignificó y créame usted que costará
que alguien que ocupe el cargo le llegue siquiera a la altura del tacón
de su zapato no digamos a su nivel de dignidad, conciencia y lealtad.
Quienes perdemos con esta canallada del sistema de justicia corrupto y
avaro somos todos como país, ojalá algún día nos demos cuenta de eso.
En un año hemos perdido mucho como país en todos los ámbitos habidos
y por haber, pero a la jueza nadie le quita la decencia de haber
sentenciado a un genocida y a la Fiscal General que bajo su cargo
estuviera que el muro de impunidad por lo menos una vez en la historia
de Guatemala fuera derrumbado temporalmente. A las mujeres Ixiles que
tuvieron el valor de dar sus testimonios; sus muertos, sus
desaparecidos –que son los de todos- y sus sobrevivientes les están
agradecidos. Ellos porque nosotros tal parece que seguimos negando que
hubo genocidio. Hablar de la plebe como bacanal tal vez es trivializar
el contexto, pero como todo árbol una vez fue semilla hay que hablar
del terreno y del abono y del sistema de riego…, (cuando no es lluvia
natural).
El camino que nos queda es
desesperanzador con un sistema de justicia que manipula para favorecer
a corruptos, desfalcadores, violadores y asesinos que se visten de saco
fino y se envuelven en largas togas: unos y los otros que se colocan
máscaras para no mostrar la inmundicia que llevan expuesta. Los más
descarados que transitan libremente en caravana presidencial y los
menos con alardes de empresarios millonarios. Genocidas todos que
lograron que la sentencia por genocidio fuera anulada y con esto darle
tiempo a la muerte para que sea ésta la que le jale las patas al
general fuera de una mazmorra, sin embargo el genocidio es
irreversible y la justicia ya habló, toda tetra venida después del 10
de mayo del 2013 es patada de ahogado. El mundo entero supo que en
Guatemala sí hubo genocidio y la memoria histórica fue quien lo gritó.
Se avanzó claro que sí y hay que
conmemorarlo, ésta llama no se puede apagar, es brasa viva, es goterón
que avista el temporal, es cauce de río, zacatal, es luz de luciérnaga.
Estas letras las escribo para agradecer la colosal faena de quienes
hicieron realidad este Juicio por Genocidio y que se dictara sentencia
a un genocida. A las almas osadas que en canto de Chicharras de más de
un Verano y en Gorriones de Pecho Amarillo siguen demostrando en todos
los flancos habidos y por haber que, como cantara Mercedes Sosa en
letra de Eladia Blázquez: “Merecer la vida, no es callar y consentir
tantas injusticias repetidas…Es una virtud, es dignidad y es la actitud
de identidad más definida. Eso de durar y transcurrir no nos dá derecho
a presumir, porque no es lo mismo que vivir honrar la vida.”
A ustedes gracias porque son de las pocas que siguen viendo de
frente y con la dignidad de una memoria histórica que hace de su
identidad una alborada en Temporal de Justicia. Loor a los honrados de
ayer, de hoy y de siempre.

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