Adital
Por Roger Burbach
Las
elecciones en Venezuela y Chile, en diciembre de 2013, proporcionaron un nuevo
impulso a los gobiernos de Izquierda en América Latina y al avance de las
políticas posneoliberales. En los últimos quince años elascenso de la Izquierda
ha estado inextricablemente ligado a procesos electorales. En Venezuela,
Bolivia y Ecuador, con los gobiernos de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael
Correa, el electorado ha ido a las urnas en promedio una vez al año, votando en
referéndums, asambleas constituyentes y elecciones generales.
En
noviembre de 2013 la derecha apareció tomando la iniciativa en Honduras,
gracias a la oligarquía y a los partidos conservadores respaldados por Estados
Unidos que usaron represión y manipulación de la segunda vueltapara mantener el
control de la Presidencia. En Venezuela se temía que la derecha pudiera ganar
en las elecciones municipales del 8 de diciembre del pasado año. Después de la
estrecha victoria de Nicolás Maduro por apenas 1,5% en las elecciones
presidenciales de abril, la oposición se lanzó a la ofensiva, denunciando
fraudes y desatando una guerra económica. Si la coalición de oposición hubiera
ganado las elecciones municipales, o incluso si hubiera estado más cerca en la
votación popular, se cernía la amenaza de demostraciones militantes para
desestabilizar y derrocar al gobierno de Maduro. Esa ofensiva finalmente se
desató el pasado 12 de febrero con extrema violencia. Ha causado numerosas
víctimas y cuantiosas pérdidas materiales, pese a que el PSUV y los partidos
aliados ganaron el 72% de las municipalidades y derrotaron a la oposición con
el voto popular: 54% contra 44%.
Sin
embargo, hay en Venezuela una guerra de clases focalizada en la economía,
especialmente en aquellos que quieren controlar la renta que proporcionan los
inmensos recursos petroleros que significan más del 95% de las exportaciones
del país.
El caso de Chile
En
el otro extremo del continente, una semana más tarde Michelle Bachelet obtuvo una
resonante victoria en la carrera presidencial chilena, con 62% de la votación.
Ella ha planteado un ambicioso programa de propuestas que subiría los impuestos
a las empresas del 20 al 25%; que amplía fuertemente el acceso a la educación
superior, mejora la salud pública y reforma la Constitución de 1980, impuesta
por la dictadura de Pinochet.
Chile
tiene la mayor desigualdad de ingresos dentro de la Organización para la
Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE) entre 34 países. Bachelet ha
prometido que dentro de los primeros cien días redactará la legislación que
aumentará los impuestos en alrededor de un 3% del Producto Interno Bruto. En la
noche de la elección Bachelet proclamó: "Chile se ha mirado a sí mismo, ha
mirado su camino, su historia reciente, sus heridas, sus hazañas, sus proyectos
inconclusos y luego, Chile ha decidido que es el tiempo de iniciar
transformaciones profundas… No debe discutirse lo siguiente: el lucro no puede
ser el motor de la educación porque la educación no es una mercancía y porque
los sueños no son bienes de consumo”.
Si
esas políticas se ponen en práctica, sacudirán el paradigma neoliberal que
hasta ahora ha sido seguido por todos los gobiernos desde ladictadura de
Pinochet, incluyendo el gobierno de Bachelet durante su primerperiodo
(2006-2010). Tal como muchos otros candidatos que hacen numerosas promesas
antes de ser presidentes, después la realidad de dichos cambios puede ser
bastante más opaca que las promesas. Pero el creciente movimiento estudiantil y
la reactivación de los movimientos sociales en los últimos cuatro años ha
sacado al movimiento popular a las calles, algo sin precedentes desde los
tiempos de Pinochet. Militantes de Izquierda ya han dejado en claro
quedesafiarán a Bachelet desde el primer día de su gestión.
Las
elecciones en Venezuela y Chile también son parte del escenario para enfrentar
a la última iniciativa comercial respaldada por EE.UU.: la Asociación
Transpacífico (TPP en inglés) que incluye una docena de países ribereños. Desde
que Chávez llegó a ser presidente, Venezuela ha encabezado la oposición a los
esfuerzos de EE.UU. para dominar el intercambio comercial en el hemisferio, que
partió con el Area de Libre Comercio de las Américas (Alca) que George W. Bush
lanzó en abril de 2001. El Alca sufrió una suerte mortal en la IV Cumbre de las
Américas, en Argentina en 2005, bajo el liderazgo de Hugo Chávez, Inacio Lula
da Silva y Néstor Kirchner, que defendieron la integración latinoamericana sin
EE.UU.
El camino bolivariano
Con
la victoria en las elecciones municipales como respaldo, Nicolás Maduro quedó
en condiciones de jugar un rol central diez días más tarde en la segunda cumbre
del Alba, la Alianza Bolivariana para Nuestra América, y Petrocaribe, un bloque
de 18 países quereciben petróleo a precios preferenciales. El Alba, fundada en
2004 por Venezuela y Cuba, se basa en el principio de "comercio justo, no
comercio libre”. Ahora incluye a Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otras cinco
naciones caribeñas.
Todos
esos países se reunieron con las naciones de Petrocaribe en un acuerdo
comercial basado en petróleo a precio preferencial para impulsar unprograma
para crear "una zona especial de complementación económica” entre los países
miembros para erradicar la pobreza. Maduro proclamó que la zona económica "es
un plan especial… para continuar avanzando hacia la seguridad alimentaria y la
soberanía de nuestros pueblos y para compartir inversiones, experiencias y
acciones que promuevan el desarrollo (de la agricultura)”. El plan de acción
para implementar la propuesta incluye la cooperación con la Organización de
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Un comité
ejecutivo para coordinar el plan regional funciona en Ecuador.
Maduro
presentó el documento para la creación de una zona económica complementaria en
la reunión del Mercosur en Caracas, "para avanzar en la gran zona Mercosur,
Petrocaribe, Alba”. En todos esos proyectos económicos y comerciales, Venezuela
juega un rol neoeconómico. Es el principal productor de petróleo y está ubicado
en el costado sur de la cuenca petrolera caribeña y en el extremo norte del
continente sudamericano. Venezuela ya es miembro del Mercosur con Brasil,
Argentina, Uruguay y Paraguay, mientras Chile, Bolivia, Colombia, Guyana,
Ecuador, Perú y Surinam son miembros asociados. El presidente de Bolivia, Evo
Morales, dijo en la conclusión de la cumbre Alba-Petrocaribe: "Nunca deberemos
dejar de fortalecer nuestra integración, la integración de los países
antimperialistas”.
Chile
es la incógnita
Un
asunto clave es el rol que Chile, bajo el gobierno de Bachelet, jugará en el
creciente movimiento por una integración latinoamericana. Durante el gobierno
de su multimillonario antecesor, Sebastián Piñera, Chile aceptó incorporarse a
la Asociación Transpacífico, encabezada por EE.UU., y es miembro fundador de la
Alianza del Pacífico, grupo de comercio e inversiones que incluye a Colombia,
Perú y México. Estados Unidos tiene ahí el estatus de observador.
Michelle
Bachelet ha dado señales de que no sería del interés de Chile pertenecer
exclusivamente a uno de los grupos de comercio y que intentará evitar que se
profundice la brecha entre el área Pacífico y el acuerdo Atlántico-Caribeño. En
su programa señala: "Chile ha perdido presencia en la región, las relaciones
con sus vecinos son problemáticas, una visión comercial se ha impuesto sobre
nuestros vínculos latinoamericanos”. Ella está particularmente interesada en
estrechar relaciones con Brasil, país en que se identifica con Dilma Rousseff,
que también forjó su identidad política como una joven activista clandestina
que estuvo en la cárcel y fue torturada bajo una dictadura represiva. Es
destacable que en el año 2000, durante su anterior gobierno, Bachelet consiguió
que se realizara una sesión de emergencia de Unasur para apoyar a Evo Morales
ante un intento de "golpe cívico” de derecha que tenía directo apoyo material
de la embajada de EE.UU.
Es
imposible, por supuesto, predecir hacia dónde se inclinará Bachelet. El
compromiso con la Alianza del Pacífico y el TPP (Acuerdo Estratégico
Trans-Pacífico de Asociación Económica) podría erosionar su apoyo interno y los
desafíos internacionales al neoliberalismo. Será crucial la fuerza de las
movilizaciones internas que la presionen y los desafíos internacionales al
neoliberalismo.
En
Venezuela, Maduro enfrenta angustiantes problemas económicos mientras trata de
poner bajo control a la inflación y al mercado negro, combatiendo serios
problemas de corrupción dentro y fuera del gobierno. A su vez, la oposición ha
lanzado una embestida para derrocarlo. La maniobra cuenta con apoyo
norteamericano.
[*
Director del Centro de Estudios de las Américas, Berkeley, California.
Publicado en Punto Final]
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