 
                Antecedentes: después de las dos defenestraciones de Bin Alí Babá y Hosni Mubarak, el aroma extático de la
revolución del jazmíndel paradigma tunecino está a punto de eyectar a un tercer sátrapa en Yemen: Alí Abdalah Saleh.
El sátrapa yemenita, aliado de EU y con 32 años en el poder, condenó  insensatamente la presencia de las mujeres en las manifestaciones como atentatorias contra el Islam
 y quienes debían permanecer encerradas en sus casas.
Ensimismado en su autismo alucinatorio (exacerbado por el apoyo irrestricto de su aliado estadunidense), Abdalah Saleh, tercer sátrapa eyectado de los 22 países árabes en tan sólo cinco meses por el aroma revolucionario del jazmín –apenas en su inicio regenerativo generacional–, no entendió nada sobre la histórica participación femenina.
En similitud a la revolución francesa de hace 222 años, el determinante papel femenino en las revueltas y revoluciones en el mundo árabe
 empieza a ser tomado en cuenta muy a destiempo por seis observadores occidentales
 (The Guardian,  22/4/11), interesadamente sesgados y quienes padecen el grave defecto  de no captar las sutilezas y matices de una región hipercompleja que  rebasa sus simplismos maniqueos de pensamiento primitivamente lineal.  Por eso se equivocan tanto en sus seudoanálisis en cuyo naufragio  arrastran a los dirigentes de Occidente
 que ha acelerado preocupantemente su doble decadencia material y espiritual.
Según los seis observadores occidentales
 (infectados por los estereotipos sionistas jázaros de Hollywood), en un extensísimo análisis
 en el rotativo británico The Guardian, “las mujeres emergieron como jugadores principales en la primavera árabe”, pero falta ver si sus derechos (sic) mejorarán
.
La primavera árabe es otro terminajo occidentaloide 
 proveniente de su reduccionista Lecho de Procusto. No se trata de una simple primavera
, sino de una regeneración cosmogónica multirregional que rebasa los límites políticos coyunturales.
Hechos: cuando su aroma empieza a oxidarse en Libia, Siria y Bahrein, la revolución del jazmín ahora se retroalimenta en su quinto mes en la misma antigua Cartago con la implantación de la paridad electoral de género.
Como consecuencia de la defenestración del sátrapa Bin Alí Babá  (exiliado en Arabia Saudita tras una dictadura de 32 años) y bajo la  presión ascendente de la inquebrantable voluntad popular que no ha  bajado la guardia, las autoridades de la transición en Túnez han  adoptado la igualdad electoral de género para ser aplicada en los  próximos comicios de la Asamblea Constituyente del 24 de julio  (Al-Jazeera, 21/4/11), lo cual constituye el primer acto revolucionario  de envergadura sociológica y de alcances metahistóricos en todo el mundo  árabe (en particular) e islámico (en general), cuyas olas reverberarán  en África (continente, en plena convulsión, prácticamente repartido  igualitariamente entre musulmanes y cristianos), en el gran Medio Oriente
, Asia Central e Indonesia, es decir, en las regiones donde impera mayoritariamente el muy respetable credo mahometano.
El movimiento tunecino Nahda, de tendencia integrista y registrado recientemente después de su formación hace 30 años, aprobó inesperadamente la nueva ley electoral de igualdad de género.
Al Jazeera coloca en perspectiva la característica de la fuerza femenina en la vida pública de la antigua Cartago comparada a algunos (sic) de sus más opresivos vecinos islámicos
:  26 por ciento de la población laboral, 50 por ciento de los  estudiantes, 29 por ciento de los magistrados y 24 por ciento del cuerpo  diplomático. Incluso, el anterior Parlamento, en la etapa aciaga del  sátrapa Bin Alí Babá, contaba con el mayor número de mujeres en el mundo árabe.
La actitud progresista sobre las mujeres data de hace 55 años en el país de San Agustín, plasmada en el Código de Estatuto Personal que abolió la poligamia y el repudio marital (prerrogativa masculina), un caso excepcional en el mundo árabe.
¿Cómo lidiarán con la revolucionaria paridad electoral de género los mil 600 millones de feligreses de los 57 países de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), donde destacan 360 millones de árabes?
La OCI con 5 millones de millones de dólares de PIB nominal
  (tercer lugar mundial inmediato detrás de China, con 6 millones de  millones de dólares) todavía no toma conciencia de su verdadero poder  transregional y global. Los 22 países árabes cuentan con un PIB nominal
 de 2 millones de millones de dólares.
Desde el poder en transición, Lilia Laabidi, ministra de Asuntos Femeninos, consideró inadmisible la exclusión de las mujeres
 en el nuevo orden tunecino: Tomaron parte en la revolución, condenaron la corrupción y todas las formas de violencia
.
Laabidi admite que existen obstáculos sicológicos y culturales para la integración
 femenina. A su juicio, las tunecinas nacen en un ambiente donde no son libres
 y considera que ya es tiempo que las series de televisión (¡supersic!) cesen de exhibir a las mujeres como beduinas, lavanderas o prostitutas urbanas
. ¡Qué fuerte!
Laabidi fustiga la asfixia
 que ejerció sobre el género femenino Leila Trabulse, trepadora social y esposa del sátrapa Bin Alí Babá.  El clan mafioso de los Trabulse se consagró a la cleptocracia en lugar  de la liberación de las mujeres, quienes se ganaron su destino en las  calles y por sus propias manos.
Conclusión: no aduzco que la doble redención de Túnez –país de  proclividad cultural sudeuropea, con uno de los óptimos niveles  educativos de todo el mundo árabe (a la par de libaneses y palestinos)–  se traducirá instantáneamente al gran Medio Oriente
, pero, sin  duda, lo que sucede en la antigua Cartago –diminuto país de 163 mil 610  kilómetros cuadrados, con 10.5 millones de habitantes, y un PIB nominal
  per cápita de 4 mil 160 dólares– pertenece a un fascinante laboratorio  de experimentación existencial y sociológico de reverberantes efectos  transformadores en medio de poderosas fuerzas adversas.
Me atengo a mi clasificación de las cinco subregiones árabes
 (ver Bajo la Lupa, 6/3/11) con sus propios vasos comunicantes, donde la situación de la femina islamicus  variará en cada una de sus localidades, de acuerdo con sus muy  respetables idiosincrasias cuando cuatro fuerzas se desgarran entre sí  en dos luchas cosmogónicas en toda la región: la azorante doble  revolución tunecina frente a la revitalización del autoritarismo (con  apoyo de EU); y la liberación sicopolítica y socioeconómica frente al  neointegrismo salafista (con apoyo de la CIA tras bambalinas).
El papel de la femina islamicus del siglo XXI será decisivamente definitorio en los dos combates cosmogónicos sin cuartel que se libran en el gran Medio Oriente 
.
PD: en mi artículo pasado El lavado de dinero del canciller israelí Avigdor Lieberman
 (Bajo la Lupa, 20/4/11), un error personal de dedo me comió seis ceros millonarios sobre el blanqueo de los cárteles  mexicanos por el banco Wachovia/Wells Fargo (el cuarto en la jerarquía  bancaria de EU), a través de nuestras casas de cambio locales, y que  asciende a 128 mil millones de dólares al año (¡y por un solo banco!),  según Ed Vulliamy, de The Guardian (3/4/11).
 
 
 
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