
            Fuentes: Rebelión        
Si revisamos la historia reciente de Estados Unidos, 
podríamos decir que aunque no haya habido golpes militares, sí  ha 
habido presidentes derrocados por un Estado oscuro que opera detrás de 
las luces de las cámaras y flases de la prensa presidencial.  
Introducción
 La posibilidad del golpe de Estado en nuestro país vecino del norte 
parece, seguramente, muy remota o descabellada para muchos de quienes 
ahora me leen. Por otro lado, la posibilidad de una guerra civil podría 
sonar a película distópica o al argumento de una novela de ficción o de 
una sería apocalíptica de Netflix. Hace algunos años, Marcelo Colussi 
publicó un artículo cuyo titulo evocaba el dogma latinoamericano que 
reza que “En EE.UU. no hay golpes de Estado porque no hay embajada 
americana”. Eso es cierto, en Estados Unidos no hay embajada 
estadounidense, pero si hay dos Estados paralelos que muchas veces se 
confunden en uno solo, pero que son muy distintos y antagónicos. Si 
revisamos la historia reciente, podríamos decir que, aunque no haya 
habido golpes militares, sí que ha habido presidentes derrocados por un 
Estado oscuro y desconocido y que opera detrás de las luces de las 
cámaras y flases de la prensa presidencial.  
 El 27 de abril de 1961 el expresidente J.F. Kennedy afirmó que en 
Estados Unidos había sociedades secretas u operadores políticos detrás 
de bastidores que pretendían controlar el rumbo de esa nación en contra 
de la voluntad ciudadana y a favor de una agenda privada y secreta, 
contraria a los intereses de la mayoría. Todos sabemos el destino del 
expresidente Kennedy. No voy a hacer un recuento histórico de las 
conspiraciones dentro de los Estados Unidos, sólo quiero evidenciar que 
no hay un poder monolítico, único o hegemónico dentro de ese país. No 
hacen falta embajadas americanas en Washington para conspirar contra 
quienes se oponen a la agenda global privada de las élites financieras, 
no hace falta una embajada cuando estos operadores están entrelazados 
con el mismo estado e instituciones públicas de ese país. 
El tristemente célebre Richard Nixon representa un caso curioso de 
claro derrocamiento de un presidente. Nixon, que había sido 
vicepresidente con Dwight Eisenhower entre 1953 y 1961, fue asimismo 
quien puso en marcha la diplomacia secreta que en 1973 sacaría de 
Vietnam las tropas de combate de EE.UU. tras una guerra que desgarró a 
la sociedad, con más de 58.200 muertos norteamericanos, y erosionó el ya
 decadente prestigio mundial de Washington. Tras una visita a Moscú, 
durante la cual se reunió con el secretario general del Partido 
Comunista, Leonid Brezhnev, Nixon negoció y firmó el primer pacto 
integral de límites a las armas nucleares estratégicas de ambas 
superpotencias, y un tratado que prohibió el desarrollo de sistemas para
 interceptar misiles. En la política interna, Nixon tuvo iniciativas que
 indigestarían a los republicanos conservadores de 2014: la creación de 
la Agencia de Protección Ambiental, la Ley de Aire Limpio, la Agencia de
 Seguridad y Salud Laboral, los esfuerzos para completar la integración 
racial en la educación y el apoyo a una enmienda constitucional sobre 
igualdad de derechos de las mujeres. Pero todo esto fue detenido y 
cortado de tajo con el escándalo de WaterGate que lo expulsó de la 
presidencia de Estados Unidos y lo envió al pozo séptico de la historia 
de ese país. 
Ni Nixon ni Kennedy son políticos de los que podríamos decir que 
fueron especialmente amistosos con América Latina, pero si eran bastante
 incomódos para las élites financieras que comenzaban a apoderarse del 
control absoluto de la política estadounidense, y eso es suficiente para
 sacarlos de circulación violentamente (Kennedy) o institucionalmente 
(Nixon).  
¿Qué
sucede hoy en los Estados Unidos?
 Hoy gobierna en Estados Unidos un outsider llamado Donald Trump ¿Qué significa esto de que es un outsider?
 Significa que Trump, para bien o para mal, no es un hombre del Estado 
profundo norteamericano. Es un patán, un xenófobo, machista, un 
nacionalista radical, un proteccionista, un fundamentalista religioso, 
sí, es todo eso, pero no pertenece al club de patanes, xenófobos, 
fundamentalistas, machistas y globalistas que desde la muerte de 
Kennedy, derrocamiento de Nixon y, finalmente, del triunfo electoral de 
George W. Bush, dominaban a su antojo todas las políticas del Estado 
norteamericano a través de sus operadores asalariados directos como 
Barack Obama, Hillary Clinton, Joe Biden, George W. Bush, Condolezza 
Rice o Dick Chenney. La sede del poder globalista no está en ninguna 
capital, ciudad o país particular, sino a través del mundo entero. Sin 
embargo, podría decirse que la ubicación simbólica del poder de esta 
élite es Wall Street y la City de Londres (imperio británico). En este 
contexto, la situación actual de independencia y autonomía de Trump 
respecto a los intereses particulares de esas elites es intolerable para
 ellos.
Entendamos
que esta lucha interna nada tiene que ver con una lucha del bien
contra el mal o de una lucha con un noble espíritu social y
democrático, es una lucha intestina por el control de la vida de los
ciudadanos del país mas poderoso del mundo. Por el control de la
granja humana más productiva del planeta y del ejército más
poderoso que ha conocido la humanidad, para ponerlo al servicio de
intereses privados particulares de las élites sinarquistas y
ocultistas globales (como lo hicieron Bush, Chenney, Obama, Biden y
Hillary) en contra de las élites industriales estadounidenses. La
contraparte, representada hoy por Donald Trump, lo que pretende es
poner a esta granja humana estadounidense al servicio del aparato
industrial productivo nacionalista, patriótico, idealista (en el
sentido filosófico de la palabra) y cristiano protestante de los
Estados Unidos. Es la lucha entre las élites globalistas que
pretenden una reducción de la población a través de la promoción
de las ideologías pragmáticas amorales, ateístas y nihilistas en
contra de los industriales, trabajadores y granjeros con valores
espirituales diversos entorno al cristianismo cultural, patrones
morales conservadores y valores patrióticos basados en la visión de
países
nacionales soberanos. Repito, no es una lucha entre buenos y malos,
cada uno es libre de asumir una u otra posición en esta lucha global
que hoy tiene su frente de batalla más inmediato en los Estados
Unidos.
Desde
la caída del Muro de Berlín y el derrocamiento de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), por parte de las élites
globalistas, las ideologías socialistas, comunistas y sus
respectivos partidos socialistas y partidos comunistas en todo el
mundo han pasado a un segundo plano. Hoy, los partidos socialistas y
comunistas son cascarones vacíos, perdidos en una cosmovisión
decimonónica, han perdido el pulso a la realidad socioeconómica
mundial y, en este sentido, son como banderas que se llevan por el
viento hacia uno y otro lado, según las condiciones domésticas
particulares y muy folclóricas de cada país, más allá de las
cuales no son capaces de entender la complejidad del mundo del siglo
XXI. Hoy no son nada más que clubes domésticos folclóricos, desde
una perspectiva global, planetaria, mundial, o desde una perspectiva
de la humanidad como especie dominante sobre este planeta. No han
asumido la nueva visión del mundo, no han entendido el cambio en la
lucha por la supervivencia humana y son sólo peones en manos de las
vanguardias que pugnan por el poder mundial (globalistas y patriotas)
y muchas veces son utilizados como masa de choque de uno de los
bandos contra el otro y viceversa (pero de este tema hablaré en otro
artículo). 
 El golpe de Estado contra Donald Trump
 En un video publicado por Soberanía & SV (Ver video de Soberanía Venezuela)
 extracto del primer panel de la conferencia del Instituto Schiller del 5
 y 6 de septiembre, el coronel (ret) Richard H. Black, exsenador del 
Estado de Virginia, y exoficial del Cuerpo de Abogacía General de la 
Marina de Estados Unidos (JAG en sus siglas en inglés), señala que hay 
generales retirados que ahora se han puesto en activo en una 
conspiración militar contra el Presidente Donald Trump. El coronel Black
 señala que estos generales están violando la Sección 88 del Código 
Uniforme de la Justicia Militar. Da los nombres y dice qué es lo que el 
Presidente debería ordenar que haga a Mark Esper, Secretario de Defensa,
 si es que este no lo hace por iniciativa propia. Los generales 
insurrectos han utilizado la publicación Defense One para 
promover el derrocamiento de Donald Trump. Esta publicación ahora es 
propiedad de la compañía Atlantic Media, en especial de Laurene Powell 
Jobs, quien ha sido crucial en el financiamiento a la campaña política 
que respalda a Kamala Harris (candidata a vicepresidenta por el Partido Demócrata). 
Además, Atlantic Media publica también la revista The Atlantic
 que propaga la narrativa de que Trump está denigrando a las fuerzas 
armadas y que no reconocerá su derrota en las elecciones presidenciales 
de noviembre de 2020.  Por su parte, la asalariada de las élites 
globalistas Hillary Clinton ha dicho que Joe Biden no debe reconocer un 
triunfo electoral de Donald Trump porque este posible triunfo sería 
seguramente producto de un fraude. Esta situación es muy similar a las 
que han promovido el Estado profundo de los Estados Unidos, junto a las 
élites globalistas, en Venezuela durante 20 años. La revista Defense One,
 por su parte afirma que las fuerzas armadas de los Estados Unidos deben
 prepararse para sacar del poder a Donald Trump a partir del 20 de 
enero, cuando se niegue a entregar el poder (algo que Trump nunca ha 
dicho que estuviera pensando hacer).
 La realidad socioeconómica de los Estados Unidos hoy, es decir, 50
 millones de personas en situación de pobreza y un 25% de desempleo 
nacional (Ver video de Soberanía & S.V. – Soberanía Venezuela), 
no son para nada atribuibles al Gobierno de Trump, en esto hay que ser 
objetivos. La popularidad de Donald Trump, antes de la pandemia de 
COVID-19 y las protestas antirracismo y brutalidad policial, hacia ver 
imposible cualquier posibilidad de derrota electoral del presidente 
norteamericano. Trump aventajaba en más de 20 puntos a cualquier 
candidato del partido demócrata, antes de toda la debacle económica 
global producto de la pandemia de coronavirus. Sin embargo, actualmente 
la crisis económica, desempleo y mal manejo de la crisis sanitaria le 
han golpeado en su popularidad y lo han puesto a 8 puntos por debajo de 
Joe Biden, aunque Trump se viene recuperando rápidamente y esto sigue 
preocupando a las élites globalistas y sus empleados asalariados del 
partido demócrata de los Estados Unidos. El 18 de Diciembre de 2018, la 
cámara de los lores del Reino Unido hizo público un informe en el que se
 anuncia que el poder británico debe detener a como dé lugar cualquier 
probabilidad de reelección de Donald Trump (Ver video de Soberanía & S.V).
 Para eso, dice el informe, que se debe activar a todos los aliados 
políticos de Inglaterra dentro de Estados Unidos, para articular una 
estrategia de ruptura de la popularidad de Donald Trump. Pocas personas 
conocen del entrelazamiento de las agencias de inteligencia del Reino 
Unido con la CIA norteamericana (sería objeto de otro artículo el 
desarrollo de esta idea).
 De acuerdo con el exdirector de la Agencia Nacional de Seguridad 
(NSA) de los Estados Unidos, Bill Benney, en la conspiración contra 
Donald Trump, están involucrados directamente el expresidente Barack 
Obama y la ex secretaria de estado Hillary Clinton (Ver video de Soberanía & S.V – Soberanía Venezuela, sobre esta denuncia).
 La primera conspiración contra Donald Trump se articuló durante la 
transición entre el gobierno de Obama y Trump. En ese momento, se espió a
 Donald Trump con la finalidad de encontrar elementos que permitieran 
vincularlo con una supuesta trama de conspiración en la que Vladimir 
Putin y Rusia habrían apoyado a Trump en las elecciones de 2016 y 
hackeado el sistema para cometer un fraude contra Hillary Clinton. El 
exdirector de la NSA, Bill Benney, ha atestiguado en tribunales que esta
 posibilidad es insólita, no es posible que algo así haya sucedido y, de
 hecho, los tribunales han determinado que el llamado “RussiaGate” es un
 completo bulo, no existió ni hay posibilidades de que algo así haya 
ocurrido. Sin embargo, medios en poder de las élites globalistas siguen 
hablando como si el caso del “RussiaGate” fuera una realidad. En este 
sentido, la verdadera investigada por los tribunales en este caso es la ex secretaria de Estado Hillary Clinton (Ver video de Soberanía & S.V. – Soberanía Venezuela). 
 En definitiva, hay una conspiración clara y abierta contra Donald 
Trump en los Estados Unidos, sin embargo, los grandes medios de 
desinformación como CNN, no se hacen eco de esta trama político-militar 
para derrocar al presidente democráticamente electo de ese país. Es 
falso que haya habido una conspiración rusa y es cierto que hay una 
trama militar articulándose para derrocar a Trump en caso de que gane 
las elecciones. Existen otras vertientes de conspiración como es la 
promoción que hace el Partido Demócrata de un posible voto por correo 
que sea fácilmente manipulable para un fraude en contra del actual 
presidente, entre otras, que serían muy largas de detallar una a una en 
este artículo. El peligro mayor es que esta situación podría escalar a 
un conflicto civil enorme en caso de que las elites globalistas sigan 
adelante con sus planes de golpe de Estado contra Trump ya que los
 radicales de ambos bandos ya se enfrentan en las calles de los Estados 
Unidos y hay milicias armadas de civiles tanto del bando negro como 
blanco (Ver video de Soberanía & S.V – Soberanía Venezuela)
 que podrían desbordar a las fuerzas de orden publico en cualquier 
momento y desatar un conflicto civil de grandes proporciones en ese 
país.  
 
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