Lula
 escogió terminar el sufrido año 2019 con una reunión alegre y festiva 
con intelectuales y artistas en Río de Janeiro, aceptando mi sugerencia.
 Para este año, recuperado de las circunstancias de la prisión, Lula 
definió un programa de gira por todo el país, mediante viajes para 
eventos, como el que hizo en Belo Horizonte, para una reunión del 
Movimiento de los Sin Tierra. El pidió que en todos sus viajes hubiera 
reuniones con intelectuales.
 Lula retoma así una tradición original del PT que, 
como él siempre recuerda, tuvo la presencia de grandes intelectuales 
brasileños en su fundación: Antonio Candido, Paulo Freire, Sergio 
Buarque de Holanda, Mario Pedrosa, Perseu Abramo, Marilena Chaui, entre 
tantos otros. A lo largo de su historia el PT fue agregando otras 
generaciones de intelectuales, que siempre han mantenido estrechos 
vínculos con Lula.
 En este momento difícil de la lucha del partido y de toda la izquierda 
brasileña, Lula hace hincapié en retomar los lazos con la 
intelectualidad. Al venir a Río de Janeiro para las conmemoraciones de 
los 40 años del PT, Lula me pidió de nuevo que organizara una reunión 
con intelectuales. Para oírlos, sentir sus preocupaciones, sus críticas,
 sus puntos de vista.
De tal manera que las reuniones son abiertas
 con un largo período de intervenciones de gran cantidad de 
intelectuales. En esta reunión de Río, en la que participaron unos cien 
intelectuales, fue preciso coordinar para que todos pudieran expresarse 
libremente sobre todos los temas que quisieran. Lula hace observaciones 
de todas las intervenciones y solo al final toma la palabra.
 
Sin formación intelectual de origen, Lula siempre contó con el apoyo de 
intelectuales, cuyas ideas recoge y las pone en práctica a su manera.
 Sus largos meses de prisión hicieron que él dedicara la mayor parte de 
su tiempo a la lectura. Temas como la esclavitud, la soberanía, las 
desigualdades, las luchas del pueblo brasileño fueron centrales en sus 
lecturas de obras de carácter histórico. No sin dificultad en algunas 
lecturas, como él confiesa, pero que no frenaron su interés. 
Su 
llamado a los intelectuales, incluyendo a intelectuales del PT, sirve 
antes que nada, como pedido para que se movilicen. Lula se vale de su 
situación personal como ejemplo del comportamiento que él cree que las 
personas deben tener. Como él no salió del país y no se refugió en 
ninguna embajada dice que las personas no debieran salir de Brasil, 
porque la lucha está aquí, es aquí desde donde se decide el futuro del país. 
Una
 invocación para dar la lucha de las ideas, de los debates, para 
escribir, publicar contestar, participar de los debates en los medios. 
Lula reflexiona sobre los efectos que tuvieron las denuncias de 
corrupción en la destrucción de patrimonio público y en la imagen 
pública del PT y de la izquierda.
 Lula convoca a los 
intelectuales a no dejar de contestar a ninguna de las acusaciones 
falsas y de las persecuciones hechas diariamente por el gobierno y por 
los medios, que tienen graves responsabilidades por todo lo que pasa en 
Brasil, al reproducir mentiras y a atacar al PT, a él mismo y a los 
movimientos populares. Los medios tienen responsabilidad al contribuir 
al clima de odio que ha llevado Brasil a la desastrosa situación que 
vive hoy.
Lula convoca a no dejen pasar nada lo 
que dice la derecha, que busquen las mejores formas de decir y difundir 
sus ideas y las versiones de la izquierda.
 Porque el objetivo de la derecha es hacer que el pueblo se olvide de 
todo lo que los gobiernos del PT han hecho para el pueblo y para el 
país. Es una guerra entre la memoria y el olvido.
 Lula 
demuestra, con el vigor de sus 74 años, con su espíritu irreverente y 
lleno de humor, con confianza y esperanza, el camino que considera que 
se debe tomar para rescatar a la democracia, a la verdad y a la alegría 
de vivir.
 Lula salió muy contento de la reunión con los 
intelectuales, preparándose para su encuentro con el Papa esta semana, 
conforme Alberto Fernández actuó de intermediario con el Vaticano. 
Aunque tenga varias invitaciones en Europa, incluso para recibir el 
título de Ciudadano de París, de manos de la alcaldesa Ana Hidalgo, Lula
 regresa enseguida del Vaticano para Brasil.
 

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