
| Artículo publicado en la     Revista América Latina en Movimiento Nuevas pistas de la economía mundial | 
La guerra comercial 
Donald
 Trump inició, en enero de 2018, la guerra comercial más grande en la 
historia del capitalismo.  En su campaña, el entonces candidato acusó a 
la economía china de sostener prácticas desleales y un comercio injusto 
con EEUU, y prometió que impondría “America first” en todos sus acuerdos
 comerciales.  Fue a partir de elevaciones arancelarias discrecionales, 
primero a lavadoras (20%) y paneles solares (15%), dos meses después a 
acero (25%) y aluminio (10%), que se lanzó a la difícil guerra 
arancelaria contra China con decretos presidenciales.
Desde
 entonces, entre abril de 2018 y febrero de 2019, a través de cuatro 
rondas de alzas arancelarias entre ambos países, se ha gravado un 
acumulado de 113 mil millones de dólares a 6,213 productos chinos y 250 
mil millones de dólares a 6,843 productos estadounidenses.  El 1 de 
diciembre de 2018, en la reunión del G20, los presidentes Xi Jinping y 
Donald Trump acordaron una tregua a los incrementos arancelarios durante
 un plazo de 90 días en el que se buscarían resolver las diferencias.  
En lo que va de la guerra comercial, el más afectado ha sido EEUU, pues 
en lugar de disminuir su déficit comercial éste ha aumentado[1]
 y el incremento de los aranceles ha sido, en realidad, absorbido por 
los consumidores intermedios y finales estadounidenses, que han pagado 
4.4 mil millones de dólares al mes en 2018.[2]
  De otro lado el aumento en los costos de producción está afectando la 
rentabilidad de las empresas y la trayectoria de las bolsas de valores.[3]
  Algunos ejemplos son: Caterpillar, Coca Cola, principal consumidor de 
aluminio del mundo, y Eastman Chemicals, Fiat, Ford, General Motors, y 
General Electric cuya performance en las bolsas de valores es 
declinante.
Desde un inicio, la posibilidad real de un 
acuerdo comercial era muy baja y difícil de alcanzar.  EEUU no pide 
incrementos en las importaciones chinas de productos agrícolas y 
regulaciones formales del mercado de tecnología y derechos de autor, 
sino profundas transformaciones en la política industrial y desarrollo 
tecnológico, así como estrictas restricciones en las transferencias de 
tecnología y propiedad intelectual.  A cambio, EEUU no ofrece a China 
ninguna preferencia o tratado de libre comercio, sino sólo el cese de 
aumentos arancelarios.  De esta manera, la decisión de la economía 
asiática es casi obvia: se venció el plazo, como pasó el 1 de marzo, y 
no se llegó a ningún acuerdo.
¿Qué busca, en realidad, EEUU? 
La
 economía estadounidense arrastra, desde la década de los sesenta, una 
tendencia a la baja en el ritmo del crecimiento de su economía.  La 
última vez que creció a más del 6% fue en 1984 y no logró sostener ese 
ritmo siquiera un año.  A partir de la liberalización de los mercados, 
en 1980, su PIB per cápita creció 1.61% en promedio anual y sólo 0.6% 
desde la crisis de 2007 (ver gráfico).  EEUU ha sostenido, desde 1980, 
un saldo comercial crecientemente deficitario.  Apoyadas sobre la 
desregulación de los mercados, la apertura comercial y el desarrollo de 
las finanzas internacionales, las empresas transnacionales 
estadounidenses extendieron una red global de encadenamiento productivo 
que concluye en EEUU y conformaron una dinámica interna de sobreconsumo 
que importa más de lo que exporta y puede realmente consumir.
Esta
 dinámica deslocalizó la producción estadounidense hacia países con 
mayores niveles de productividad y menores costos, generó un aparato 
interno industrial/productivo menos competitivo y provocó una caída 
sostenida en la productividad del trabajo manufacturero.  De manera 
contraria, China, mediante su política de apertura comercial planificada
 y el establecimiento de zonas francas industriales, desde 1980, atrajo 
esas cadenas productivas manufactureras hacia sus costas y promovió su 
integración al mercado mundial desde la esfera de la producción 
industrial con capital estadounidense, esencialmente, pero también 
europeo.
De
 este modo, con una economía planificada y política industrial 
desarrollista, la economía china ha sostenido un ritmo de crecimiento 
promedio del PIB per cápita, entre 1980 y 2017, del 8.6%.  La atracción 
de cadenas productivas globales le permitió desarrollar un aparato 
industrial avanzado y, mediante la inversión extranjera directa, la 
importación de tecnología y la ingeniería de reversa implementadas en 
las zonas de desarrollo industrial de alta tecnología, incorporarse a la
 carrera tecnológica y el desarrollo de fuerzas productivas de 
vanguardia.  El desarrollo de esta dinámica de industrialización y 
tecnificación ha llegado a un nivel tal que, actualmente, China 
representa en 2018 una potencia tecnológica indiscutible.
El caso Huawei 
El
 conflicto de EEUU contra Huawei permite observar, desde una dimensión 
particular, la situación de desesperación que enfrenta la economía 
estadounidense frente a su pérdida de liderazgo.  Desde 2012, Huawei 
Technologies Co. Ltd y Zhongxing Telecommunication Equipment Corp. (ZTE)
 han estado bajo constantes agresiones por parte del gobierno de EEUU.  
En un reporte especial publicado ese año por el Departamento de 
Seguridad Nacional,[4] titulado Problemas planteados por las compañías de telecomunicación Huawei y ZTE,
 se identificó una supuesta amenaza a la seguridad nacional por las 
vulnerabilidades en la cadena de producción de telecomunicaciones.  
Desde entonces, se recomendó que EEUU “debe ver con sospecha la 
penetración continua del mercado de telecomunicaciones por parte de las 
compañías de telecomunicaciones chinas” y que “las entidades del sector 
privado en los Estados Unidos consideren los riesgos de seguridad a 
largo plazo asociados con hacer negocios con ZTE o Huawei para equipos o
 servicios”.
Este ha sido el motivo por el cual el 
gobierno de EEUU, desde la administración de Barack Obama, convirtió la 
batalla técnica de las telecomunicaciones en un tema de seguridad 
nacional y, sobre esto, ha perseguido a las empresas y gobierno chinos. 
 Las dos empresas citadas estuvieron desde entonces bajo investigación 
por el Departamento de Estado, sin embargo, la cuestión se complicó con 
el arribo del Presidente Trump al ejecutivo, pues las cuestiones que 
antes eran resultas en un nivel diplomático a través de las 
instituciones legales (incluso multilaterales) cayeron en el 
unilateralismo del mandatario.  En lugar de enfrentar el problema 
estructural, económico y tecnológico que aqueja a la economía 
estadounidense a partir del desarrollo de su tecnología, el fomento de 
la producción interna, el aumento de la productividad y el incremento de
 la competitividad en el mercado mundial, la actual administración 
decidió que la mejor ruta era hostigar al país, militar y 
económicamente, minar el ritmo de crecimiento chino, y bloquear su 
comercio.
El 1 de diciembre de 2018, el mismo día que 
acordó la tregua comercial en Buenos Aires, detuvo la policía canadiense
 a Sabrina Meng, la CFO de Huawei e hija de su fundador Ren Zhengfei, a 
solicitud del gobierno estadounidense, con la acusación de encubrir una 
supuesta violación de la empresa a las sanciones estadounidenses contra 
Irán.  Huawei es, según el último reporte de Worldwide Telecom Equipment Market 2018,
 la empresa de telecomunicaciones más importante del mundo, tanto por la
 red de producción y abastecimiento de productos intermedios, como por 
el desarrollo de la nueva generación de telecomunicación inalámbrica y 
su infraestructura.  La competidora más cercana es ZTE, otra empresa 
china, con participación del Estado, también investigada y bloqueada por
 EEUU.
La realidad de la trama Huawei es el lanzamiento, 
desde agosto de 2018, de la red inalámbrica 5G.  La red 5G corresponde a
 una nueva generación de internet, de conectividad de los objetos y de 
telecomunicaciones.  Su implementación permite una conectividad 100 
veces mayor, de 20Gb/s (la conectividad máxima de la anterior 4G es 
125Mb/s) y disminuye la latencia (tiempo de comunicación) de 50 a 1 
milésima de segundo, lo cual permite resolver muchos de los límites que 
enfrentan el internet de las cosas, la conectividad remota y la 
autonomización de los objetos.  Este desarrollo tecnológico corresponde a
 la última generación de telecomunicaciones inalámbrica, una red que 
AT&T y Verizon trataron de lanzar con anticipación, sin ningún 
éxito, en EEUU.  La reacción en Estados Unidos ha sido lanzar como 5G a 
un 4G plus.  Aunque es cierto que el potencial de la red 5G no se podrá 
optimizar sin la combinación y desarrollo de fuerzas productivas y 
tecnologías adecuadas, lo cual tardará varios años, el brinco técnico 
que representa permite una nueva dimensión de producción, circulación y 
consumo de las telecomunicaciones y del internet de las cosas, en 
general.  La red 5G conformará un nuevo paradigma tecnológico.  Incluso 
con la base técnica que existe ahora, las posibilidades inmediatas que 
ha generado permiten transformaciones productivas, consuntivas, 
comerciales, militares, cívicas, etc.  Por ejemplo los mercados de 
valores que operen sobre una plataforma 5G operarán cien veces más 
rápido que las que estén en 4G, lo que significa mucho dinero en esos 
mercados.
El desarrollo y control de la 5G representa, de 
este modo, la dirección y control de este nuevo paradigma.  Para EEUU, 
el hecho de que fuera China quién la desarrollara primero y la lanzara 
al mercado mundial no sólo implica la dependencia comercial de esta 
nueva matriz tecnológica, sino manifiesta el derrocamiento de la 
vanguardia tecnológica.  De ninguna manera va a aceptar la superación 
tecnológica y productiva de la economía china y el atraso en materia de 
telecomunicaciones.  Esto sería aceptar la pérdida de hegemonía y 
liderazgo en general, lo que es imposible.
Por esta razón, antes de la detención de Meng, el gobierno americano envió misiones a Australia y Nueva Zelandia[5],
 primero, y a Gran Bretaña, Alemania y Bélgica, luego, para sabotear la 
venta de esos productos aduciendo que eran peligrosos para la seguridad 
de Occidente.  Luego vino que paralelo a la detención de Meng, EEUU 
inició un proceso judicial contra la Huawei y ordenó otro bloqueo 
comercial a las importaciones de productos, partes y piezas de 5G.  Lo 
paradójico es cómo, del mismo modo como ha procedido con la guerra 
comercial en general, para atender un problema estructural interno, las 
medidas contra la corporación china, en particular, avanzarán por la 
única vía que pueden: el bloqueo comercial.  Mientras tanto, ya hay 40 
países que se están adaptando para comprar la red 5G.[6]
Perspectivas de la guerra
El
 actual escenario económico internacional ha comenzado a mostrar, a 
partir de la guerra comercial iniciada en 2018, la situación real de los
 actores que disputan la hegemonía mundial.  La larga crisis que aqueja 
estructuralmente a la economía estadounidense, con déficit en balanzas 
comerciales y de pagos crecientes, poco crecimiento, baja productividad y
 una profunda crisis política, no se parece en nada a la estimada 
des-aceleración del 6.2% del crecimiento anual de la economía china para
 2019.  Si bien una guerra comercial no beneficia a nadie, China es la 
menos afectada.
En el centro de la guerra comercial no 
están el déficit estadounidense y el comercio desleal chino, sino la 
batalla tecnológica en el desarrollo de grados superiores de las fuerzas
 productivas.  Si bien es cierto que esta batalla no se expresa 
únicamente en el desarrollo de la 5G, sino que aparece en el desarrollo 
de transportes autónomos, la transformación de la matriz energética, la 
ingeniería genética, la biotecnología, etc., y se puede afirmar que la 
red 5G representa un eje fundamental de esto.  Similar a las sucesivas 
alzas arancelarias a las importaciones chinas, el bloqueo tecnológico, 
que muy posiblemente levante EEUU contra Huawei, conducirá 
irremediablemente a las mismas conclusiones dentro de Estados Unidos: 1)
 encarecimiento de los productos de consumo interno, 2) baja en la 
productividad por elevación de costos de partes y piezas de importación,
 3) incremento del déficit comercial y pérdida de competitividad en el 
mercado mundial, y 4) reforzamiento de la pérdida de competitividad 
frente a la economía china;  5) los mercados financieros de Nueva York 
perderán competitividad porque no tendrán la velocidad que sí tendrán 
sus contrapartes en Asia y Europa.  Las protecciones tardías no salvan 
la competitividad.
La posibilidad de un eventual acuerdo 
comercial entre EEUU y China, dadas las condiciones actuales, es muy 
baja.  La cuestión central es, entonces, cuánto puede aguantar EEUU, con
 el déficit comercial más alto del mundo, una guerra comercial con el 
exportador más importante.  Por lo pronto, las empresas estadounidenses 
han iniciado una relocalización de sus cadenas de producción: Apple ha 
reubicado a Foxconn, una empresa clave, fuera de China, y Huawei ha 
retornado la producción nacional a empresas suyas que se encontraban en 
el exterior, incluso en EEUU.  Para el resto del mundo es diferente, el 
problema será hasta dónde puede afectar el mercado mundial si el 
conflicto comercial entre EEUU y China se mantiene y recrudeciera, 
especialmente en cuestiones de comercio tecnológico. 
Armando Negrete
 es técnico académico del Instituto de Investigaciones Económicas de la 
UNAM, México, miembro del OBELA.  Economista, doctorante de Estudios 
Latinoamericanos. 
[1] James Politi in Washington and Matthew Rocco “Blow to Trump as US trade deficit hits 10-year high”, FT, March 06, 2019, https://www.ft.com/content/93faa9b2-4012-11e9-b896-fe36ec32aece
[3] Scott Lincicome, Cato Institute, “Here Are 202 Companies Hurt by Trump’s Tariffs” https://www.cato.org/publications/commentary/here-are-202-companies-hurt-trumps-tariffs
[5] Australia prepares to ban Huawei from 5G project over security fears, https://www.reuters.com/article/us-australia-china-huawei-tech/australia-prepares-to-ban-huawei-from-5g-project-over-security-fears-idUSKBN1K111O.  Charlotte Greenfield “U.S. asks allies to avoid Huawei's equipment” -WSJ November 27, 2018, https://www.reuters.com/article/us-spark-nz-huawei-tech/new-zealand-rejects-huaweis-first-5g-bid-citing-national-security-risk-idUSKCN1NX08U
[6] “South Korea Most Advanced in 5G Leadership, Arthur D. Little Analysis Finds”, https://business.financialpost.com/pmn/press-releases-pmn/business-wire-news-releases-pmn/south-korea-most-advanced-in-5g-leadership-arthur-d-little-analysis-finds
    https://www.alainet.org/es/articulo/198839  
 
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