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domingo, 30 de septiembre de 2018

En Bolivia no hay líder que pueda remplazar a Evo

Bolivia dejó de ser un protectorado estadunidense con Evo Morales

Su liderazgo ha sido capaz de poner fin a un Estado colonial


▲ Juan Ramón Quintana durante la entrevista con La Jornada.

Juan Ramón Quintana conoce al monstruo por dentro. Egresó del Colegio Militar del ejército boliviano con el grado de subteniente y se retiró de esa institución como Mayor, porque no estaba de acuerdo con la corrupción. En 1988 asistió a la Escuela de las Américas, en Estados Unidos. No duda en definir a la Bolivia de antes de Evo Morales como un territorio tutelado absolutamente por Washington.

Juan Ramón es, también, sociólogo y durante 11 años estuvo al frente del Ministerio de la Presidencia con Evo Morales. Esa institución es el instrumento ejecutivo más importante del mandatario. Articula un gabinete de 20 ministros y la relación con los movimientos sociales. Es, también, una fuerza de contención contra la oposición. Actualmente es Embajador del Estado Plurinacional de Bolivia en Cuba.

Cuando fue ministro, Quintana era visto por algunos como una especie de medio de contención de un equipo de futbol, que permitía pasar o al balón o al jugador de la escuadra rival, pero no a los dos al mismo tiempo. Otros, en cambio, lo describían como el mariscal de campo de un conjunto de futbol americano.

A su paso por la Ciudad de México, Juan Ramón Quintana conversó con La Jornada sobre las relaciones de su país con nuestro vecino del norte, la repostulación de Evo Morales para un nuevo periodo presidencial y el impacto en Bolivia del reflujo del ciclo progresista en América Latina. Presentamos aquí, partes de la entrevista.

* * *

–Evo Morales ha sido Presidente durante 12 años, ¿por qué volverse a repostular? ¿No hay dirigentes de recambio?

–Hay varias razones para la repostulación del presidente. La más importante es la necesidad de dotar al Estado Plurinacional de proyección estratégica para los próximos años. No hay ningún líder que sea capaz de articular, de unir al pueblo boliviano como lo hace Evo Morales. Su liderazgo ha sido capaz de poner fin a un Estado colonial, a un Estado republicano excluyente, a un Estado paria tutelado desde el extranjero.

“Es necesario no sólo darle estabilidad y seguir impulsando el crecimiento de Bolivia, sino convertir al país en un actor estratégico geopolítico fundamental de la región. Durante mucho tiempo nos acostumbraron a vivir como súbditos, marginados, invisibles, ninguneados por unos y por otros. Hoy en día, este nuevo Estado está empezando a proyectarse internacionalmente, a adquirir un peso geopolítico gravitante en la región. Nunca, el Estado boliviano había sido tan importante para la región.

Pero, además de eso, nunca habíamos logrado los bolivianos construir una identidad, un orgullo nacional. Nunca habíamos logrado mirarnos en el espejo tal como somos. Nunca nos habíamos acercado tanto al ser nacional. Lo que había ocurrido durante mucho tiempo era un vaciamiento de nuestra identidad, una fractura de nuestra identidad, una suerte de despojo del ser nacional. Evo ha transformado todo eso.

–Sin embargo, algunas encuestas muestran una caída en su nivel de aprobación. ¿Por qué si las cosas marchan bien se ha desgastado la figura de Evo Morales?

–Hay varias razones. La más política es el costo de gobernar 12 años en una sociedad acostumbrada a la inestabilidad. Antes de Evo teníamos cinco presidente en menos de cinco años. Hay, entre comillas, una cultura democrática para la alternancia, que esconde una doble moral. Es una costumbre política de circulación de élites. Y, entonces, hoy día le piden a Evo Morales que respete la democracia, entendida como alternancia.

Tiene que ver también con el costo de gobernar durante 12 años. Hay un desgaste natural del gobierno. También tiene que ver con un éxito relativo de la estrategia política de la derecha.

–¿El reflujo del ciclo progresista en América Latina afecta al proceso boliviano?

–En el escenario regional las cosas andan de mal en peor, a partir del debilitamiento de los proyectos de integración regional. Estos procesos eran una plataforma que contenía los proyectos progresistas. Es el caso de Unasur. O de la debilidad de la Celac, o de los golpes que todos los días sufre el ALBA.

“Enfrentamos un contexto de desmovilización, de debilitamientos. Los nuevos espacios en la región están siendo ocupados por fuerzas políticas que cada día se sacan más la máscara democrática, y asumen un rostro mas fascista.

“En el caso de Bolivia esta tendencia es mucho mas feroz, mucho más furibunda. Encarna una dosis muy fuerte de racismo, de odio, de rencor. Y eso tiene que ver con los saltos gigantescos que ha hecho el Estado Plurinacional.

“Estamos viviendo una estrategia furiosa, gobernada, tutelada y operada desde Washington, por conducto de testaferros políticos en Bolivia, que son tanto los viejos partidos políticos, como una emergente plataforma política ciudadana, que quiere aparecer como políticamente neutral, pero está financiada por Estados Unidos.

Esta derecha ha lanzado una guerra contra la reputación del presidente y del propio modelo. Mediante el uso de las redes sociales, de los medios de comunicación conservadores y de seudointelectuales ha instalado una matriz de opinión haciendo creer que el gobierno de Evo es tan corrupto como los gobiernos neoliberales y, por tanto, lo que se necesita es un cambio.

–Señala la injerencia estadunidense en este proceso. Ustedes expulsaron al embajador de Estados Unidos, a la DEA, a USAID ¿cómo interviene ahora?

–Cuando nosotros llegamos al gobierno, se hablaba de un Estado democrático y en realidad lo que teníamos era fantasmal. De democracia había el discurso. No era lo que debería de ser, porque Bolivia era un país ocupado, intervenido, sin margen de soberanía nacional. Nada de los recursos naturales le pertenecían al Estado. Ni el gas, ni la electricidad, ni la telefonía, ni el agua. Le pertenecían a empresas trasnacionales.

“Ese vaciamiento de los recursos naturales fue instrumentado por el modelo neoliberal y por el proyecto estadunidense de convertir a Bolivia en un mercado. Teníamos que dirimir entre ser Estado o dejar de serlo; entre ser una colonia en un país intervenido o convertirnos en un Estado Plurinacional.

“El presidente Evo y las organizaciones sociales asumieron la decisión de ser, de pertenecernos a nosotros y dejar el tutelaje estadunidenes. Obviamente, lo más simbólico fue la expulsión del embajador de ese país, para decir: a partir de hoy nos gobernamos nosotros a nosotros. No nos tienen que imponer nadie desde afuera.

Sacamos a USAID porque se convirtió en un aparato de desestabilización que financiaba a la derecha, a los seudointelectuales, a los analistas, a los medios de comunicación, a la iglesia, a las fundaciones. Es la gran fuente de financiamiento para soportar la hegemonía estadunidense. Expulsamos a la DEA porque era un simulacro de la lucha contra el narcotráfico y, en realidad, era parte del problema. Sacamos a la CIA, que teníamos gobernando desde el Palacio. No había otra, porque de otra manera nuestro gobierno se vería convertido en una variable neoliberal tutelada desde Washington. Los expulsamos pero siguen interviniendo.

–¿Va a ganar Evo Morales las próximas elecciones?

–Tengo la seguridad de que sí, a pesar del ataque brutal que se vive en Bolivia mediante las redes sociales de la derecha, a pesar del ataque que viene desde afuera. El pueblo boliviano es un pueblo inteligente, pero vamos a ganar con dificultad. No creo que sean esas victorias abrumadoras de 2006, 2010 o 2014, pero se va a imponer la inteligencia del pueblo.

Foto Carlos Ramos Mamahua

Luis Hernández Navarro
Periódico La Jornada
Domingo 30 de septiembre de 2018, p. 26

Mapuche: explotación y política de criminalización


En materia de derechos humanos, Chile vive desde hace más de veinte años un aumento de movilizaciones de los pueblos indígenas para el respeto de sus derechos a la tierra, a los recursos naturales y al reconocimiento de parte del Estado.
El pueblo Mapuche se enfrenta directamente con los proyectos de inversiones de las sociedades transnacionales en los sectores hidroeléctricos y de la industria forestal.
Durante el 39° periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos, la Relatora especial sobre los derechos de los pueblos autóctonos, Victoria Tauli-Corpuz, ha presentado un estudio temático sobre las agresiones contra los activistas indígenas.
Ella concluye en su informe que
« los proyectos de desarrollo en gran escala son los principales factores que impulsan la intensificación de los ataques y la criminalización respecto de los pueblos indígenas. Ha de cesar la frecuente ejecución de dichos proyectos sin la celebración de una auténtica consulta ni la adopción de medidas para obtener el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas interesados. »
El CETIM, en colaboración con el Comité Ético Contra la Tortura y el Colectivo Nueva Generaciones Chile, ha presentado una declaración escrita sobre el fenómeno de la criminalización de las luchas reivindicativas del pueblo Mapuche en Chile.
De hecho,
« la constante negativa de parte de las empresas forestales y del Estado a las demandas legítimas del pueblo Mapuche tiene como consecuencia la depredación de espacios territoriales asociados al hábitat necesarios a la reproducción de la cultura Mapuche, la explotación indiscriminada de los recursos en tierra y agua y una política de criminalización con procesos concretos de montajes hacia organizaciones y liderazgos con el objeto de desarticular el movimiento Mapuche.»  
La declaración menciona además que el gobierno chileno utiliza una ley antiterrorista, herencia de la dictadura militar, para reprimir a los dirigentes Mapuche y criminalizar las demandas legítimas de su pueblo. El Consejo de derechos humanos fue informado que en septiembre del 2017 se utilizó la ley antiterrorista para acusar al portavoz de la Coordinadora Arauco Malleco, Héctor Llaitul, con un montaje de falsas pruebas de la parte de los servicios de inteligencia sobre un presunto tráfico de armas entre Chile y Argentina.
Héctor Llaitul habría tenido que estar en Ginebra para presentar su caso ante el Consejo de derechos humanos, acreditado por el CETIM e invitado por el Colectivo Nuevas Generaciones Chile, y reunirse con la Relatora especial sobre los derechos de los pueblos indígenas. Su solicitud de pasaporte del 30 de julio de 2018 no ha sido aún tramitada, su derecho constitucional de libre tránsito no fue respetado. Esta situación fue denunciada en la intervención del CETIM el miércoles 19 de septiembre, durante el debate interactivo con la Relatora especial.
« el Estado chileno podría retirarse del Convenio 169 (de la OIT), decisión que representaría una regresión de los derechos de los pueblos indígenas en Chile y en América latina. »
La criminalización de las demandas legítimas de los pueblos indígenas, en un contexto de lucha contra los proyectos de las sociedades transnacionales, es una problemática mundial que compromete la responsabilidad de los Estados. Chile no es una excepción en este fenómeno preocupante de agresión contra el pueblo Mapuche. La solución pasa necesariamente por la búsqueda de caminos políticos que impliquen todos los actores del conflicto, incluso los sectores injustamente estigmatizados.
El CETIM, el Comité de Ética contra la Tortura y el Colectivo Nueva Generaciones Chile piden el gobierno chileno a asegurar la protección de los dirigentes indígenas, en conformidad con los compromisos internacionales en materia de derechos humanos.
 

“La nuestra es una democracia limitada y en grave peligro”

Entrevista a Edgardo Mocca, que publicó El Antagonismo Argentino

Lautaro Ortiz
Página/12

El politólogo y periodista analiza en su flamante libro la coyuntura argentina haciendo eje en el concepto mal llamado “la grieta” por el empobrecido lenguaje mediático. “El antagonismo es la sustancia misma de la política”, sostiene.

Considerado por la filósofa belga Chantal Mouffe como “uno de los mejores analistas de la política argentina”, el politólogo y periodista Edgardo Mocca acaba de editar El Antagonismo Argentino. Problema insoluble del neoliberalismo y causa de la crisis del gobierno de Macri, donde analiza la coyuntura política haciendo eje en el concepto de antagonismo, mal llamado “la grieta” por el empobrecido lenguaje mediático. El texto incluye algunos de sus artículos publicados en PáginaI12 desde la llegada de Cambiemos al poder.

–¿Cómo se lee el escenario político del presente desde el antagonismo?

–Solemos llamar política a lo que hace el “sistema político”. Es decir, la red institucional que participa de modo más o menos directo en las decisiones políticas. Hoy esa red no integra solamente a los actores formales de la política sino que incluye a otros no integrados al sistema según las prescripciones legales o constitucionales: las grandes corporaciones, los medios concentrados, los sindicatos, el sistema judicial, entre muchos otros. El sistema es un pacto siempre inestable y contradictorio cuyo fin abstracto es el de evitar que los conflictos conduzcan al debilitamiento y eventual derrumbe de una determinada comunidad política. Sin embargo, el antagonismo es inerradicable de lo político. Más aún, para muchos autores cuya huella sigo –desde Maquiavelo hasta los contemporáneos Laclau, Mouffe, Badiou, entre otros– el antagonismo es la sustancia misma de la política. Y las fuerzas antagónicas, cuando se constituyen como tales, no se limitan a la política institucional-formal sino que constituyen bloques que organizan y con los que se identifican amplios sectores sociales. Ese es el caso de Argentina actualmente.

–Dos fuerzas en pugna…

–Sí, dos grandes fuerzas, heterogéneas en su interior e intensas en sus demandas y en sus lenguajes, que disputan el poder. Si bien cada una de esas fuerzas –neoliberales y nacional-populares, según mi punto de vista– tienen una historia larga en nuestro país, su actual configuración empieza a aparecer con la crisis y el derrumbe nacional de 2001. Por eso mi opinión es que para analizar adecuadamente nuestro presente hay que partir de ese antagonismo. Y de su carácter real y profundo, no reducible a las intenciones de tal o cual liderazgo. De otro modo se derrapa en todo tipo de moralismos, en la anécdota trivial y en la subestimación de las fuerzas que actúan en lo profundo de la sociedad argentina.

–El antagonismo resulta entonces esencial para la comprensión del presente político…

–Sí. El lugar actual del antagonismo es central y nada se puede pensar sin él. Para explicar qué quiero decir, podríamos comparar la situación actual a la inmediatamente posterior a diciembre de 2001. A diferencia de aquel estallido espontáneo y sin un eje político claro, lo que existe hoy es la memoria política de los años posteriores al derrumbe, los años del kirchnerismo.

–¿Y cómo es esa memoria política?

–No es una memoria vaga ni solamente sentimental. No es tampoco el patrimonio de sectas minoritarias. Es la conciencia de que se puede vivir de otra manera. Es el rescate de la huella de una experiencia política y no la añoranza de un imposible regreso. Por eso constituye un antagonismo político y no el accionar faccioso de un grupo organizado como suele presentárselo en los medios del establishment. Por eso no ver el antagonismo lleva a no entender nada. Y el antagonismo –hay que insistir– no es una división binaria y simplificada de la realidad sino la referencia a una capacidad que tienen múltiples actores de relativizar sus diferencias para expresarse de un modo dinámico y potente en la realidad actual. ¿Qué estamos viendo hoy? Que incluso dirigentes y fuerzas que nunca se entendieron bien con los gobiernos de Néstor y Cristina hoy tienden a reagruparse con los protagonistas y los líderes de aquellas experiencias.

–¿Cómo opera el antagonismo en la complejidad de la trama política?

–El entramado político tiende a constituirse alrededor de este antagonismo. Por eso los analistas oficiales ven al kirchnerismo por todos lados, en cada protesta, en cada movilización. Porque no saben distinguir entre una fuerza política encuadrada y orgánica y un impulso conflictivo mucho más amplio que hoy recorre la sociedad. Por eso pasa lo que pasa en la CGT donde se debilitan los sectores más conciliadores. Por eso una parte influyente del peronismo que se había ido de las cercanías de Cristina vuelve a dialogar con ella. No porque se hayan hecho kirchneristas sino porque la desastrosa experiencia macrista los aleja del gobierno. Y porque los sectores clara y definidamente opuestos al neoliberalismo tienden naturalmente a converger con quienes plantean una política antagónica. Lo mismo ocurre en las organizaciones sociales en general. Hay que insistir: no se trata de que el kirchnerismo crezca a expensas de otras fuerzas, ni mucho menos que las absorba. Se trata más bien de nuevas configuraciones que desbordan los límites de los partidos, las tendencias y los dirigentes.

–¿Se avizora, entonces, un tiempo de reordenamiento de fuerzas?

–La situación está madura para un nuevo y potente realineamiento político. Por eso el establishment se desespera para encontrar una forma de “gobernabilidad” que excluya a estas fuerzas que se reagrupan. Hoy impacta cómo parte del diálogo entre la administración local y el gobierno real (el FMI) versa sobre las condiciones sociales y políticas para la aplicación del plan acordado. Y la foto de una discusión con los gobernadores sobre el presupuesto en la que ¡no estaba el presupuesto! resulta bochornosa. Marca el grado de ansiedad que recorre al poder real en nuestro país. Sin embargo esto todavía no ha tomado la forma de un frente efectivo que pueda, llegado el momento, tomar una forma electoral. Pero reducir la tensa situación actual a la preparación de una boleta electoral para dentro de un año sería un grave error. Lo principal en este momento es la unidad política. En el Congreso y en la calle. Entre los partidos y dirigentes pero sobre todo en la base del conflicto multisectorial que hoy se desarrolla contra el despojo del país y de su pueblo.

–Una unidad política y programática que aglutine en lo diverso a una nueva mayoría…

–Digámoslo así: los antagonismos no nacen para ser eternos y su solución no es un consenso racional basado en la mutua comprensión. El antagonismo desemboca en la hegemonía. Es decir, en una situación tal en la que una de las partes logra constituirse en la expresión del conjunto. No del “todo” lo que sería una utopía totalitaria, sino de una voluntad ampliamente mayoritaria, capaz de establecer nuevas bases para la convivencia nacional. Incluso, nuevas bases constitucionales. Claro que todo esto es un planteo teórico. Y nadie puede saber cuánto tiempo y qué costos deparará la resolución hegemónica de este antagonismo. Que por otra parte no es nuevo sino que es la herencia contemporánea de la lucha entre dos concepciones de la nación que vivieron enfrentadas durante toda nuestra historia.

–¿La resolución hegemónica del antagonismo argentino puede dar lugar, en algún momento, a la eliminación del otro?

–La idea de la “eliminación del otro” no es necesariamente la forma que puede adoptar el antagonismo. Para no razonar en abstracto: yo no quiero la eliminación de nadie, yo quiero la superación de esta cíclica experiencia que periódicamente nos pone frente a frente con la amenaza de la disolución nacional. Y eso no fue ni es el fruto de errores. Es el resultado de un país pensado para pocos. Así se expresó por ejemplo en la discusión del centenario de la patria. Esa concepción debe ser, en mi opinión, derrotada definitivamente, así como Estados Unidos resolvió en la segunda mitad del siglo XIX la hegemonía de la burguesía del norte frente al esclavismo del sur. Ojalá que nuestro modo no pase por una guerra civil destructiva. Ni por ninguna otra forma de violencia generalizada. Las personas de mi generación sufrimos mucho y perdimos mucho con la violencia. Una violencia cuya responsabilidad casi excluyente corresponde a los que instauraron un orden político de represión, persecución y proscripción que derivó en la noche sangrienta de la última dictadura. Para nada queremos eso. Nuestra ruta es la conquista de una hegemonía político-cultural transformadora y no la violencia personal contra nadie.

–Pero Cambiemos “agita el sistema” y transgrede los límites del juego democrático…

–Cambiemos es una versión particular, más o menos novedosa, de la concepción política de nuestras clases dominantes. No me sorprende para nada este giro insensible, autoritario y represivo que no es sino la profundización de lo que fue desde su inicio. El origen electoral legítimo del gobierno de Macri no los convierte en una fuerza democrática. No es democrático manipular el poder judicial, apoyarse en la complacencia de los dueños monopólicos de la palabra para censurar y perseguir opositores. No es democrático utilizar a las fuerzas de seguridad como guardias pretorianas sin control alguno de las instituciones encargadas de ejercerlo. En fin, no es democrática la enajenación de la democracia cediendo el poder efectivo a una institución supranacional manejada por la primera potencia mundial.

–Y sin embargo, algunas voces críticas al Gobierno, las menos enfáticas, utilizan la expresión “democracia de baja intensidad”…

–La nuestra es una democracia limitada, recortada y en grave peligro de convertirse en su exacto contrario. La “democracia” de Cambiemos está regida por el principio de hacer desaparecer del país a aquellas fuerzas, dirigentes y personas a las que considera peligrosas para sus planes. Es el famoso cohete a la luna en el que Macri dijo que quería poner a los opositores reales a su gobierno.

–Mientras tanto, Cambiemos insiste en proclamar la búsqueda de consensos y simultáneamente avanza vorazmente hacia la restauración conservadora…

–El macrismo dice que quiere avanzar hacia el consenso. Pero no actúa en esa dirección. A tal punto que sus socios más fieles en el supuesto campo de la oposición empiezan a ver que no hay nada que esperar de esas buenas declaraciones de intenciones. El presupuesto no es un consenso. En el mejor de los casos para Macri (que hoy luce muy problemático) será el resultado de una extorsión que se ejecutará con todo el peso de los medios, las carpetas y otros usos y costumbres del “moderno y democrático” gobierno. Ocurre que la palabra consenso tiene muy buena prensa. Y eso se explica: desde 1983 los argentinos y argentinas vivimos sin tener que soportar las terribles dictaduras del pasado (que también juraban en nombre de los consensos). Yo no dejaría en manos de ellos el manejo de estos conceptos. Quiero un consenso grande, abrumadoramente mayoritario para recuperar un estado activo en defensa de los más débiles, con un proyecto industrial y productivo y una política internacional digna, y no mendicante como la actual. No es un consenso imposible. Lo veo más factible que el consenso neocolonial que propone el macrismo.

–¿Qué elementos conspiran para la falta de sustentabilidad política creciente que ofrece el Gobierno?

–Los grupos dominantes creyeron encontrar en el macrismo la concreción de un viejo sueño. El de una dominación estable basada sobre un amplio consenso social. Por ahora lo que consiguieron es un triunfo electoral suficiente para invertir el curso de los acontecimientos posteriores al derrumbe de 2001, pero claramente insuficiente para darle consistencia a ese triunfo. Estamos ante un elenco de gobierno extremadamente ideológico, voraz e insolvente en su desempeño práctico. El grupo de Ceos reunido en el equipo de gobierno cree de modo ferviente en el dogma del derrame. En eso es coherente con la vieja creencia oligárquica: lo que es bueno para los dueños de la tierra es bueno para el país; quien quiera profundizar en esto no tiene más que leer las periódicas editoriales programáticas del diario La Nación. Creen en eso aun cuando los proyectos que se guiaron por esa hoja de ruta terminaron sistemáticamente fracasados y políticamente aislados. Pero también son voraces: aprovechan su situación para desplegar sus negocios, particularmente financieros pero también extendidos a otros sectores, aún a costa de contribuir así a aumentar sus problemas políticos y sus tensiones con otros segmentos del poder económico. También son ineficaces: ningún gobierno sale indemne de la contrastación entre sus promesas y los hechos. Anunciaron una fácil derrota de la inflación, crecimiento económico y pobreza cero: los números en todos esos aspectos –y muchos otros– deberían mejorar mucho para merecer ser calificados como malos. Los buenos negocios sectoriales conducen a malos rendimientos políticos y sociales. Y esto es un espiral en crecimiento.

–Hoy se habla de una posible dolarización de la economía. ¿Cree que de concretarse esto sería la parte final del proyecto que vino a instrumentar Cambiemos?

–En principio y como premisa metodológica –que justamente desarrollo en el libro– no creo en los procesos políticos inevitables, algo así como un futuro ya escrito. Lo que está claro es que la dolarización es una amenaza terminal para el país. Sería la renuncia, no definitiva porque nada lo es, pero sí grave y perjudicial por un largo período, no solamente para la economía sino para la propia existencia de la nación como entidad independiente. Sería la renuncia total a nuestra soberanía y abriría paso a la enajenación de nuestro patrimonio social, cultural y ecológico en una escala no conocida en un país que conoció muchos procesos de este sentido. Lo que cabe esperar, y por lo que habría que trabajar es que el pueblo, la democracia argentina, llegue a tiempo para evitar ese daño formidable. El frente contra la dolarización tendría que estar por encima de cualquier bandera partidaria, tendría que ser una causa nacional.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/144960-la-nuestra-es-una-democracia-limitada-y-en-grave-peligro 

Latinoamérica: a la vanguardia del desarme nuclear

Alainet

El problema de las consecuencias humanitarias catastróficas de las armas nucleares fue creado y es mantenido por nueve países en todo el mundo, es decir, por una considerable minoría. Sin embargo, si bien el problema de las armas nucleares no es global en su creación, es global en su impacto.
Si dimensionamos el problema con las armas nucleares, entendemos que tiene varias facetas: es un problema de privilegio y poder, en el que unos cuantos gobiernos creen que tienen la potestad de mantener como rehenes al resto del mundo, que tienen el derecho de destruir ciudades, ecosistemas y civilizaciones enteras; es un problema económico, ya que los Estados poseedores de armas nucleares gastan una gran cantidad de recursos públicos –los recursos del pueblo– en mantener estas armas de terror, recursos que podrían utilizarse para resolver muchos problemas humanitarios, tales como la subsistencia, la vivienda y la educación, entre otros, en su totalidad a escala mundial; es un problema legal: la continua existencia de las armas de destrucción masiva más destructivas contradice la ordenanza internacional y debilita el régimen de no proliferación nuclear y la prohibición de las otras armas de destrucción masiva; es un problema social, ya que la dependencia en la disuasión nuclear proyecta la violencia y el terror como los guardianes de la paz y la seguridad.
La falta de progreso en el desarme nuclear durante tantas décadas ha generado mucha frustración en la comunidad internacional. Hasta hace poco, se consideraba que el desarme era competencia únicamente de los Estados nuclearmente armados –los que menos han mostrado interés en desarmarse– y esto ha producido décadas de debates estériles y promesas incumplidas. Es comprensible que, hasta ahora, la mayoría de los países no se hayan sentido empoderados para enfrentarse a los mayores poderes militares y económicos, y la hegemonía nuclear se haya mantenido.
Si entendemos que el impacto de las armas nucleares es global, entendemos también que la solución es global, y si vemos el problema como uno de justicia social, entendemos que su solución requiere de un esfuerzo colectivo. Los Estados que no poseen armas nucleares desempeñan un papel clave en el desarme nuclear, porque la paz y la seguridad duraderas sólo se pueden lograr mediante la acción global y continua de las naciones que se unen para el bien común.
El impulso generado por la Iniciativa Humanitaria y las tres Conferencias Intergubernamentales sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares en Oslo, Nayarit y Viena transformaron el tema de las armas nucleares de un problema estratégico a uno humanitario. Esto generó conciencia sobre la necesidad de la acción común y los países empezaron a unirse y, juntos, enfrentar a los grandes poderes. Este proceso fue acuñado por Costa Rica, en la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de 2015, como la democratización del desarme nuclear.
El Tratado para Prohibir las Armas Nucleares (TPAN) de la ONU, adoptado por 122 países –una clara mayoría– es una señal contundente de que esta democratización está teniendo lugar y representa un verdadero hito en el desarme nuclear y la culminación de décadas de esfuerzos de muchos actores.
Latinoamérica
Latinoamérica ha jugado un rol fundamental en lograr el tratado de prohibición y en fortalecer el multilateralismo en torno a la consecución del desarme humanitario. Históricamente, la región ha sido proactiva en la no proliferación y el desarme nuclear. Creó la primera zona libre de armas nucleares en un área densamente poblada a través del Tratado de Tlatelolco, que precedió al Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) e indudablemente fortalece el régimen de no proliferación.
En los últimos años, la región ha logrado unirse como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC, a través de la cual los 33 países que la componen han logrado trabajar en bloque, al más alto nivel, con una gran ventaja política. Incluso si en los últimos años se ha perdido el consenso en temas clave y se ha corroído esta cohesión, la CELAC tuvo un fuerte impacto en el apoyo al TPAN. Esto se vio, por ejemplo, con la Promesa Humanitaria, que surgió de la Conferencia de Viena en diciembre de 2014, una declaración histórica que fue clave para transformar en acción política el ímpetu generado por las tres conferencias humanitarias. En su cumbre anual de CELAC en Costa Rica en enero de 2015, un mes después de la conferencia de Viena, los 33 Estados de la CELAC le dieron su apoyo a la Promesa Humanitaria. Este apoyo casi inmediato, significativo tanto en números como en el nivel del apoyo, proporcionó un impulso para el respaldo de la promesa, que llegó a 127 países en julio de ese año.
En la Asamblea General de las Naciones Unidas de ese mismo año, México, respaldado por otros países copatrocinadores, se sintió empoderado para proponer un Grupo de Trabajo de Composición Abierta para impulsar negociaciones multilaterales sobre el desarme nuclear. En 2016, dicho grupo, después de largas tres sesiones de negociación, y gracias a un voto decisivo convocado por Guatemala, recomendó la negociación de un Tratado para prohibir las armas nucleares (TPAN). Dichas negociaciones fueron presididas de forma exitosa en ONU en Nueva York en 2017 por la embajadora costarricense Elayne Whyte y el TPAN fue adoptado el 7 de julio de 2017.
Países como Ecuador, Chile, México, Brasil, Guatemala, Costa Rica, Jamaica y Trinidad y Tobago se destacan por estar a la vanguardia de la iniciativa humanitaria y el tratado de prohibición; más recientemente, el "Premio Persona del Año" de Control Arms para el 2018 le fue galardonado al grupo central de siete países que promovieron el TPAN, tres de los cuales (Brasil, Costa Rica y México) son latinoamericanos. Además, CARICOM, la Comunidad del Caribe, compuesta por 15 Estados miembros, también ha sido un aliado muy fuerte y constructivo a lo largo de este proceso, y su apoyo fue esencial para incluir las obligaciones positivas (la asistencia a víctimas y la remediación ambiental) en el TPAN, que es la parte que lo hace más operativo y que fortalece el aspecto humanitario del tratado.
La sociedad civil y el tratado de prohibición
La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), a través de los movimientos de base y los esfuerzos de cabildeo con diplomáticos, fue quien condujo el proceso hacia el tratado de prohibición. ICAN ha trabajado incansablemente durante más de una década para fomentar la confianza y construir una comunidad entre activistas y diplomáticos de todo el mundo. De esta forma, asociándose con los gobiernos que han rechazado las armas nucleares y que han estado dispuestos a hacerles frente a los Estados nuclearmente armados, es que se logró cambiar la narrativa.
Cabe destacar que, en nuestra región, la sociedad civil tiene varios desafíos. A diferencia de los países del “primer mundo” occidental, en América Latina hay poco o ningún financiamiento gubernamental para las organizaciones no gubernamentales y la participación en movimientos sociales no es una prioridad para la mayoría de los habitantes. Esto hace que la gran mayoría de nuestras organizaciones sean administradas enteramente por voluntarios, con serias limitaciones en su tiempo y recursos, y con dificultades para procurar una participación y atención constantes, cediendo fácilmente ante otras presiones de la vida, como sus carreras, trabajos o familias. Además, ante los otros problemas que vive nuestra gente, como la pobreza y la violencia con armas pequeñas y ligeras, las armas nucleares no son vistas como una prioridad en América Latina.
No obstante , si bien es cierto que nuestra sociedad civil enfrenta serios desafíos, también es cierto que, en otros sentidos, nuestra región nos ha resultado muy ventajosa. Debido a que nuestros países han estado a favor del desarme nuclear, no hemos tenido que depender de la movilización de base para tener relevancia política. Nuestra sociedad civil no ha crecido mucho en números, pero sí lo ha hecho en influencia. Nuestros gobiernos han sido nuestros amigos y nos consideran verdaderos socios. Hemos trabajado con ellos en el ámbito nacional y regional, generando la confianza necesaria para la colaboración entre los Estados interesados. En Latinoamérica, el binomio gobierno-sociedad civil ha funcionado de forma particularmente exitosa.
Cabe destacar que los Estados aliados al TPAN no surgieron solos. Son el resultado del trabajo de unas cuantas personas notables y comprometidas que han ido más allá de sus obligaciones oficiales; personas que han asumido riesgos y que han marcado la diferencia. Los activistas hemos estado presentes y disponibles en cada paso, promoviendo el apoyo a la prohibición, incluso cuando nadie se atrevía a mencionarla. Hemos promovido reuniones, fomentado el diálogo, ofrecido argumentos sólidos y apoyo en todas las conferencias y en todas las oportunidades que ha habido.
Ahora que la mayoría de los gobiernos de nuestra región han firmado el tratado de prohibición y están en proceso de su ratificación, seguimos trabajando conjuntamente para lograr la universalización del tratado.
Un cambio paradigmático
El TPAN funciona a través de un proceso que se denomina estigmatización y que funciona a partir de la condena moral de las armas nucleares. Es así como se ha dado el desarme con las otras armas de destrucción masiva (químicas, biológicas, minas terrestres y municiones en racimo), donde la prohibición ha precedido a la eliminación y, dicho sea de paso, esta prohibición no contó inicialmente con el apoyo de los países productores y poseedores. El TPAN debilita los mecanismos legales, morales y económicos que promueven y mantienen la hegemonía de las armas nucleares, creando una normativa internacional que se convierte en la nueva norma a seguir. Tal es el caso Estados Unidos con las municiones en racimo: EE.UU. nunca se adhirió la Convención sobre Municiones en Racimo, sin embargo, cerró su última fábrica de dichas armas en 2016; esto porque se quedó sin inversores y compradores, y porque se había creado en el mundo una normativa internacional apoyada por la mayoría de los países, con un ambiente global de condena moral al uso, tenencia y producción de estas armas. Este es el proceso en el que estamos actualmente con las armas nucleares y cuyo efecto ya estamos viviendo. Por ejemplo, dos de los fondos de pensiones más grandes del mundo, los de Noruega y Países Bajos, cuyos gobiernos no han firmado el TPAN y pertenecen a alianzas militares nucleares, dejaron de invertir en empresas que producen y mantienen las armas nucleares. Esta ola de desinversión se está viendo en varias instituciones financieras en todo el mundo que, independientemente de la postura política de sus gobiernos, han decidido manifestarse en contra de las armas nucleares y desfinanciarlas.
El hecho de que el TPAN fuese adoptado por 122 países tiene un significado que trasciende el desarme nuclear. Representa lo que puede suceder en la comunidad internacional cuando se anteponen los principios sobre los intereses; cuando las personas están dispuestas a unirse, a tomar riesgos y a defender lo que es correcto, incluso a un costo personal o para su país. Esta nueva forma de hacer política, basada en principios y fundamentada en el diálogo y el multilateralismo, conlleva un cambio en el concepto de prestigio. Colectivamente, ya no se valora a las naciones y a los actores según su poder destructivo, sino según su disposición a dialogar, negociar, forjar alianzas y fortalecer y mantener la paz a través del régimen multilateral.  
El desarme nuclear requiere de un cambio paradigmático, de un esfuerzo y un compromiso mucho más extenso que un único documento o tratado. Requiere de un movimiento que genere un cambio de conciencia global y duradero. El TPAN, que es la materialización de décadas del esfuerzo de muchísima gente, no es un fin en sí mismo, sino más bien un gran paso en la dirección correcta. Es parte de un movimiento revolucionario que va más allá del desarme humanitario, marca el camino para un mundo que resuelve sus conflictos, no a través de la violencia y las armas, sino a través de la diplomacia y el diálogo.
Dr. Carlos Umaña es médico, artista plástico y activista por la paz y el desarme nuclear. Director General de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, y representante para América Latina de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (Premio Nobel de la Paz 2017).

Efectos del combo fiscal sobre los sectores medios y bajos


En días de huelga indefinida hay quienes buscan justificar al gobierno y la necesidad de aprobar el combo fiscal que está en manos de la Asamblea Legislativa en estos momentos. Se han oído voces que aseguran que dicho paquete de impuestos no va a perjudicar a los sectores bajos, que lo que se pretende es hacer un ajuste en el sector público para eliminar “privilegios salariales” y que es necesario para rellenar el hueco fiscal aunque poco se habla en este sentido de las exoneraciones, de la evasión y mucho menos del impacto económico general de la reforma cuando uno de los presidentes (Carlos Alvarado) amenaza con despidos si no se pone fin a la huelga.
¿Pero cuál es el panorama económico de Costa Rica? Básicamente el comportamiento del desempleo ha rondado el 8% promediado en los últimos años (para el primer trimestre de 2018 fue del 10% y para el segundo trimestre del 6,2 %, lo cual coincide con el ponderado de los últimos diez años). Este desempleo empezó a crecer, según datos estadísticos del Estado de la Nación, a partir de 2007. Esto contrasta paradójicamente con la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos que, según sus defensores, traería miles de puestos de trabajo si se aprobaba. A más de diez años de aprobación los resultados no solo son desalentadores sino que más bien provocaron el efecto contrario.
Para mayo de 2017, el columnista de La Nación, Juan Carlos Hidalgo, daba la clave a la inversa de una parte de la situación del desempleo y que está relacionada directamente con lo descrito en el párrafo anterior: las cargas sociales y salarios mínimos. Para el columnista Costa Rica no es un país competitivo con respecto al resto de América Latina pues el patrono debe aportar a la seguridad social, entre otras prestaciones. De igual forma paga por encima de la media el salario mínimo que se paga en el continente (al menos los que realmente lo pagan). En otros países las condiciones de explotación por tanto son más severas, lo que los convierte en focos atractivos para el capital. Además, si el salario mínimo se ubica mejor posicionado también corresponde a la realidad del costo de vida de Costa Rica, el cual es de los más elevados del continente.
Otro columnista de La Nación, Jorge Woodbridge, en este mismo año, mencionaba como causa del desempleo estructural la situación de la escolaridad, donde el 60% de la población ocupada no tiene secundaria completa. Esto degenera en el mediano y largo plazo en patologías sociales e informalidad (superior al 40%). Pero al mismo tiempo se contradice con temas duros del paquete de impuestos como el de “regla fiscal” que viene a limitar el gasto público para mejorar, por ejemplo, la inversión en educación. Evidentemente, estas contradicciones no las solventa el propio sistema económico ni mucho menos el estado pues, o aplica una norma o aplica la otra, pero en este país, al menos, no existe un “consenso nacional” para regular la economía porque los sectores ricos no pretenden ceder en su parte del problema.
Si ya de por sí el desempleo y la informalidad son un agravante a la situación socioeconómica, súmesele el proyecto de ley que está en discusión en la Asamblea Legislativa que viene a atacar directamente a los sectores medios y bajos de la sociedad. Por poner simples ejemplos, los primeros tres quintiles de la población (clases media y baja) son los de mayor consumo en alimentación (29% del consumo respecto a un 13% de los ricos) y servicios básicos como electricidad o agua (13% del consumo frente a un 8% de los ricos), puesto que el núcleo familiar es más grande. Por tanto, el IVA a la canasta básica, así como los impuestos adicionales a electricidad y agua (que se harán sobre la base del consumo total) vendrán a atacar el bolsillo de estos dos sectores que sobreviven principalmente del salario (una familia de cuatro personas, por ejemplo, tiene un gasto energético de unos 300 kw/h).
Otro dato interesante son los impuestos a los servicios recreativos, artísticos, culturales, deportivos y similares, pues quienes más consumen este tipo de cosas son las clases media y media-baja, quienes contraerían a estos sectores de manera importante. De igual forma pasaría con la alimentación fuera del hogar (sodas, restaurantes, cafeterías) que, aunque el peso es igual entre los primeros tres quintiles respecto a los dos últimos, no cabe duda que los primeros benefician a la micro, pequeña y mediana empresa, la cual sobrevive del consumo constante de la fuerza asalariada de las clases media y baja.
En resumen, este combo fiscal viene en detrimento de las clases media y baja del país, cuyo efecto se verá especialmente marcado en una posible contracción económica (afectando sobre todo a las pymes) por la disminución en la capacidad adquisitiva y el aumento del gasto en el consumo familiar (donde habrán de establecerse prioridades de gasto). Obviamente los sectores con salarios exuberantes y los ricos (que no reciben salarios sino beneficios pero de quienes poco se habla, mucho menos en el plan fiscal), las imposiciones tributarias serán irrelevantes en su capacidad de consumo pues el mayor porcentaje de sus ingresos se usa para el ahorro y la inversión, no para sus necesidades diarias.
A estos atenuantes se le suma un desempleo creciente y una política más bien encaminada a mantener a ese ejército de desocupados en el umbral del 8%, con el agravante económico que ello conlleva en situaciones de crisis. Esto pone de cabeza las finanzas públicas porque, a parte de ese desempleo creciente, se suma también la informalidad y el subempleo, el cual alcanza la mitad de la fuerza de trabajo y son personas que, además, no pagan impuestos (por obvias razones, salvo el de ventas), por lo tanto, abren todavía más el abismo del déficit fiscal, como bien lo ha expuesto brillantemente el economista Luis Paulino Vargas Solís. Pero como se afirmó, son las contradicciones sistémicas las que problematizan más la situación, pues las empresas tampoco están dispuestas a dar el mínimo de garantías de ley para dar condiciones dignas de trabajo, ya que en otros países la explotación puede llegar a ser bastante superior, pero al mismo tiempo exigen condiciones de mejoría en la salud económica del país.
Las soluciones no pasan, en definitiva, por más impuestos regresivos. Quien trabaja no puede ser causa y consecuencia al mismo tiempo.

Nicaragua, diálogo en el pueblo que consigue reconciliación y paz


En Nicaragua, el diálogo como instrumento democrático de convivencia y reconciliación como proceso restaurativo, inscritos en una práctica de cultura de paz, han sido parte sustantiva del devenir sociopolítico del Sandinismo en todos los tiempos. Augusto C. Sandino, en el primer tercio del siglo XX, luego de la expulsión de las tropas interventoras estadounidenses que llegaron al país como consecuencia del llamado de agentes que siempre han visto en el extranjero la solución a nuestros asuntos (práctica recurrente en estos sujetos) firma una serie de acuerdos como un paso esencial en la búsqueda de la reconciliación y, de esta forma, hacer efectiva esa cultura de paz. Antes de que Sandino concibiera la cultura del diálogo y la paz como factor imprescindible para el avance en la sociedad nicaragüense, los partidos tradicionales y los segmentos oligárquicos, habían establecido la violencia, confrontación y polarización como principios reinantes para dirimir los acontecimientos. Sandino, rompe este diseño.
Lo cierto es que, a lo largo del acontecer histórico del Sandinismo, el diálogo en todos los niveles, ha estado presente como mecanismo primario en la búsqueda de consenso. Asimismo, la reconciliación ha sido una actividad humana altamente valorada y puesta en desarrollo por este movimiento sociopolítico. Después del triunfo de la Revolución, la reconciliación se volcó hacia la búsqueda del bienestar de todos. Síntesis y reflejo de un proceso reconstructor. Camino para consolidar la paz en esta época. No obstante, para estos tiempos, Nicaragua volvió a ser blanco del asedio y la división promovida por agentes internos que invocaron, una vez más, la intromisión extranjera.
Es asunto sobradamente conocido que, en los años ochenta del siglo pasado, los Estados Unidos sumió a Nicaragua, en otra cruenta guerra que costó 50,000 muertos. Este conflicto promovido, financiado, asesorado y respaldado por los Estados Unidos consiguió, en su momento, polarizar a la sociedad nicaragüense. No obstante, esta misma sociedad y, en particular el Sandinismo, una vez finalizada la conflagración, suscitó un movimiento dialogante, integrador, reparador, reconciliador con visión holística, colectiva, que al final dio como fruto, más de una década de paz, estabilidad que llevaron a Nicaragua, bajo la conducción del Gobierno Sandinista presidido por el Comandante Daniel Ortega y la Poeta Rosario Murillo, a partir del 2007, a convertirse en un modelo de crecimiento y justa redistribución en la región.
Es así como llegamos al día de hoy, en el que actividades humanas primarias como diálogo y reconciliación vitales, ya lo hemos dicho, para la consolidación de una cultura de paz, retornan con fuerza en el desarrollo histórico-social del momento en Nicaragua. De esta forma, lo que se está presentando y consolidando, actualmente, una vez superado el intento de ruptura del orden constitucional, por medio de la violencia, otra vez financiado, promovido por los Estados Unidos y, en el que se pretendió instrumentalizar esa voluntad de diálogo inherente al Gobierno Sandinista de la que venimos hablando, es la re-habilitación, reforzamiento de un mecanismo democrático ya instaurado y cuyos resultados están a la vista. Nos referimos al diálogo que debe llevar a reconciliarnos y fortalecer la paz.
Por ello es que cuando el Sandinismo habla de diálogo restaurador, reparador desde/con el pueblo, entre las familias, comunidades, localidades, los agentes interesados en mantener la narrativa violenta del intento de golpe, bajo el formato de guerra híbrida (esto lo hemos explicado profundamente en otros escritos) no lo comprenden. No conciben, cómo personas que, se vieron enfrentadas, bajo el efecto de lo teorizado a modo de “giro emocional”, consigan, mediante el diálogo sano, directo, llegar a un entendimiento propio. Es importante señalar que fue este mismo proceso dialógico, en/desde el seno del pueblo, el que consiguió la reconciliación después de la ya mencionada guerra sufrida en la primera etapa de la Revolución.
Este hecho situó a Nicaragua como un ejemplo de reconciliación. La ubicó como una sociedad que maduraba paulatinamente en sus procesos y, a partir del 2007, empezó a consolidar su organización institucional mediante una Revolución democrática que ha hecho posible no sólo la reducción de la pobreza, sino el mejoramiento estructural de las familias nicaragüenses, reconocido, por un sinnúmero de organismos que evalúan estos avances.
En suma, Nicaragua desarrolla en estos momentos un diálogo altamente válido como instrumento de conversación y entendimiento en el mejor de todos los niveles: el de la gente en sus comunidades. Es este un diálogo franco, con toda su carga de autenticidad, cuyo objetivo es servir de instrumento facilitador para conseguir la acción de mover a la sociedad nicaragüense hacia la recuperación de la concordia.
Este vertiginoso recorrido de sucesos que ensayamos, siguiendo huellas, recurriendo a síntesis, persigue la idea de dar a conocer que, esas actividades humanas tan esenciales que desembocan en la paz, han sido siempre puestas en práctica por el Sandinismo en procura de alcanzar una democracia efectiva, tal como le llamaba el propio Sandino a su proyecto de país.
* Carlos Midence Embajador de Nicaragua en España. Premio Internacional Sial Pigmalión de Pensamiento y Ensayo. 

OEA: Luis Almagro en el ojo de la tormenta


Hombre mirando al norte
Brecha

Aunque luego intentó aclararlas, sus palabras fueron concluyentes: “En cuanto a una intervención militar para derrocar al régimen de Nicolás Maduro, creo que no debemos descartar ninguna opción”. Hacía tiempo que Luis Almagro se alineaba con la política exterior estadounidense, pero esta vez sus distanciamientos con el otro bando se multiplicaron y las críticas le llovieron de todas partes, incluso desde gobiernos de la región muy críticos con Venezuela. El golpe de gracia lo administró Tabaré Vázquez al anunciar que su gobierno no votaría su reelección como secretario general de la Oea (Organización de Estados Americanos). Mientras varios representantes del oficialismo abonan la tesis de que el “giro” político del ex canciller uruguayo es un enigma, otros ex funcionarios de la cancillería afirman que el viejo Almagro no era tan distinto al actual.

Algunos de quienes trabajaron con él en la cancillería aseguran que “la versión Oea” de Luis Almagro los dejó perplejos. “Nada hacía prever que se encaminara para ese lado”, dijo por ejemplo a Brecha Belela Herrera, que fuera subsecretaria de Relaciones Exteriores en el primer gobierno del Frente Amplio, cuando la titularidad del ministerio fue ocupada por el socialista Reinaldo Gargano. “En la cancillería se lo recuerda por su muy buena gestión, alineada con la política exterior del gobierno de José Mujica, que se había distanciado fuertemente de la de los partidos tradicionales.” Herrera destaca en particular “el trabajo de Almagro” para recibir en Uruguay a los refugiados sirios y a los ex presos del campo de concentración estadounidense de Guantánamo, o incluso la aparición pública del ex canciller con una bandera palestina. “No podíamos ni avizorar que se convirtiera en lo que hoy es. Hasta su imagen cambió, de aquel bohemio medio chambón y pelilargo, al funcionario atildado de hoy”, dijo otro ex funcionario a Brecha. Algo similar piensan varios de los que fueron colaboradores de Almagro en los meses que siguieron a su asunción como secretario general de la Organización de Estados Americanos (Oea), como dijo públicamente el ex subsecretario de Salud Pública Leonel Briozzo y varios referentes del Movimiento de Participación Popular, sector al que pertenecía el ex canciller. Hay un mundo entre aquel Almagro y el de ahora, y un mundo entre la política exterior que pusiera en práctica José Mujica y la que lleva a cabo Almagro desde la Oea, dicen.
Pero otros califican de ingenua esa posición y sostienen que cojea por varios flancos. Ni la política exterior del gobierno de José Mujica era tan claramente distinta de la de administraciones coloradas o blancas ni el Almagro de sus años frentistas era alguien tan distinto al actual, dicen algunos de esos críticos. Quien en mayo de 2015 se convirtiera en el hombre clave del organismo que la izquierda uruguaya viera tiempo ha como “el ministerio de las colonias de Estados Unidos” ya había dado signos de que “no era un hombre que mirara precisamente al Sur”, dijo, por ejemplo, a Brecha otro ex funcionario de la cancillería.
* * *
Kintto Lucas regresó a Ecuador, su “segunda patria”, hace ya un buen tiempo. A su primera patria, Uruguay, había vuelto por un corto lapso, en 2013, cuando luego de renunciar como vicecanciller del gobierno de Rafael Correa tras la firma de un tratado de libre comercio entre Ecuador y la Unión Europea, que él rechazaba, se integró al Ejecutivo uruguayo. José Mujica lo nombró embajador itinerante ante la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), organismos que los gobiernos de la “era progresista” proyectaban como sustitutos del viejo andamiaje regional montado en torno a la desprestigiada Oea. Lucas ocupó por un par de meses un despacho en la cancillería, en teoría bajo las órdenes de Almagro, pero entre ambos la corriente nunca pasó. “Cuando en setiembre se dio el intento de golpe de Estado en Ecuador contra Correa, yo llamé directamente a Pepe (Mujica), no pasé por Almagro. Luego Almagro vino a Quito, pero no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, preguntaba lo que había que hacer. Siempre fue un tipo muy inseguro políticamente y no mostraba ninguna firmeza sobre temas como fortalecer o no a la Unasur contra la Oea, que en aquella época eran clave. Yo en ese momento no sabía bien si era que se sentía perdido o que no apostaba a eso. Después resultó que no apostaba a eso”, dijo Lucas a Brecha desde Ecuador.
Almagro tomó, siendo canciller, “una cantidad de opciones” que resultan coherentes con lo que está haciendo ahora, dice el ex embajador itinerante. Entre ellas cita su insistente oposición al ingreso de Venezuela al Mercosur y su cercanía con posturas de gobiernos de la región que estaban “claramente en contra de privilegiar estructuras como la Unasur o la Celac, como el de Colombia”. Caracas pudo entrar al bloque sureño luego de que Paraguay viera suspendida su membresía tras la destitución “exprés” del presidente Fernando Lugo, en 2012. La Argentina gobernada por Cristina Kirchner y el Brasil presidido por Dilma Rousseff presionaron entonces para que la Venezuela de Hugo Chávez concretara su incorporación, que estaba en las gateras desde hacía tiempo, pero no terminaba de decidirse porque el Senado paraguayo –intentos de coima mediante– no la ratificaba. “Almagro también la resistía, y en una reunión que tuvo lugar en Argentina, Mujica debió sacarlo de la sala a pedido de Dilma para explicarle que ya era una decisión tomada. Él argumentaba que no se podía llevar a cabo sin Paraguay o sin consultar en Uruguay a los partidos tradicionales, excusas de ese tipo”, cuenta Lucas. “Esa vez zafó y tuvo que aceptarlo”, pero “nunca dejó de poner trabas a cualquier cosa que hiciera Venezuela o a las iniciativas para reforzar la Unasur”.
Una vez que Paraguay volvió al bloque hubo un nuevo episodio: Venezuela debía asumir la presidencia pro témpore del Mercosur, sucediendo a Uruguay. “Era la regla: se seguía un orden alfabético. Cosas del protocolo, ajenas por completo a cualquier cuestión ideológica. Pero Almagro se opuso, quería que fuera Paraguay el que la asumiera. Se empecinó, y mantuvo varias reuniones con la embajadora de Venezuela en Montevideo, Isabel Delgado, para intentar convencerla de que renunciara a la presidencia. Me lo relató la propia Delgado.”
Por la misma época, “un poco antes de que se anunciara alguna iniciativa de la embajada de Venezuela en Montevideo o algo relacionado con la Unasur, aparecía Almagro dando una conferencia de prensa con la embajadora de Estados Unidos. Por cualquier cosa: que Washington nos iba a comprar naranjas, más carne, alguna cosa de ‘cooperación’, lo que fuera. Para peor, era ella la que ocupaba el centro de la mesa, violando normas del protocolo”. Lucas dice que “obviamente” no puede probar que se tratara de “hechos concertados, pero eran demasiados para considerarlos apenas coincidencias”.
Siendo embajador itinerante ante la Unasur y la Celac, Lucas le hizo llegar a Almagro una serie de notas sobre el relacionamiento con esos organismos. “No le interesaron. Le escribí a Pepe llamándole la atención sobre eso, y dándole mi opinión de que había que fortalecer a la Unasur y la Celac. Lamentablemente se terminó priorizando a la Oea y se le dio aire cuando estaba moribunda. Hoy es la Unasur la moribunda, y la Oea volvió por sus fueros.”
* * *
Kintto Lucas piensa que muchos en el Frente Amplio se creyeron el cuento de que Almagro era un hombre de izquierda porque tuvo una postura favorable a la anulación de la ley de caducidad, situándose en ese plano “a la izquierda” de Mujica o de otros integrantes del gobierno, como el ex ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro. “No costaba nada ‘hacerse el loco’ en esa materia. Era previsible, viendo incluso la composición de la Corte, que el proyecto de ley interpretativa fuera declarado inconstitucional, como sucedió. Almagro se ganó en ese momento una reputación que no se condecía con nada de lo que hacía en otros planos. Si uno mira para atrás se ve un plan, un proyecto. Lo que hizo luego en la Oea ya estaba prefigurado cuando era canciller.”
Y era tan “burdo” entonces como antes. “Se le iba la moto en aquellos años, como ahora se le fue cuando llamó ‘imbécil’ a José Luis Rodríguez Zapatero”, el ex presidente del gobierno español que está mediando entre la oposición y el Ejecutivo venezolanos, sólo porque le dijo que una intervención militar en Venezuela empeoraría las cosas. “Tan torpe fue en esto que hasta el Grupo de Lima, que se formó únicamente para atacar al gobierno de Nicolás Maduro, se negó a respaldarlo. Algunos de los países que integran el grupo, como Colombia, seguramente apoyan una acción militar, pero no lo dicen. Él no tiene problemas en mostrarse más papista que el papa y en repetir lo mismo que dice Donald Trump.”
* * *
Lucas renunció a su cargo en el gobierno uruguayo tras su enésimo enfrentamiento con Almagro. “Ya había pasado por varios. Uno de los más fuertes fue cuando me reprendió públicamente porque opiné que Uruguay no debía integrarse a la Alianza del Pacífico. Mujica estaba en Europa, y Danilo Astori, que ejercía la Presidencia, se manifestó favorable a esa integración. Yo me pronuncié en contra y declaré a un medio que esa alianza era como un Alca en pequeño. Mujica en aquel momento paró lo de la alianza, pero Almagro me reprendió porque yo ‘no tenía derecho’ a hablar sin permiso de la cancillería. Me terminé hartando de las discusiones con él y me fui, por su postura sobre la integración y el relacionamiento con Estados Unidos. En aquella época se vinculaba con la embajada. Ahora lo hace directamente, pero ese vínculo siempre existió.”
* * *
Lucas dice que Mujica le reconoció, hace año y medio, en una reunión que mantuvieron en Guayaquil, que se había equivocado al no darle su apoyo. Y que se había equivocado, en general, con su “percepción” de Almagro. “Creo que cuando lo nombró canciller Pepe se comió el cuento de que tenía que poner al frente del ministerio a alguien que viniera de la diplomacia. Si Mujica no hubiera hecho campaña por él, Almagro jamás hubiera sido secretario de la Oea. Convenció al propio Maduro de votarlo, y salió por unanimidad.”
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Un actual funcionario de la cancillería confió tiempo atrás a Brecha, refiriéndose a las orientaciones generales de política exterior de los gobiernos del Frente Amplio, que para un partido que pretende manejarse con “otra visión de las cosas” tener como criterio principal de elección del canciller que sea “de carrera” no es muy buen indicio. “Reinaldo Gargano no era diplomático, no hablaba inglés y era un poco obtuso, pero era de esos viejos socialistas que se manejaban con criterios y valores que los alejaban de cualquier actitud genuflexa ante Estados Unidos, por ejemplo”. Cuando Gargano asumió el ministerio, en 2005, dijo a Brecha Belela Herrera, alguien le sugirió que incorporara a su equipo a Luis Almagro. Por instinto, por olfato, o acaso por formación política, el veterano socialista lo descartó. Tal vez con esa intuición que, vaya a saber por qué, a José Mujica le faltó.

El gobierno y el Frente Amplio frente a los posicionamientos de su ex canciller

¿Se hizo el oso?

Al introducir la posibilidad de una intervención militar en Venezuela desde su pedestal en la Oea, Luis Almagro logró algo inusual: unanimidad en el gobierno uruguayo y su partido. Aunque algunos sectores reclamen su expulsión formal, ya nadie lo considera parte del Frente Amplio, ni siquiera su mentor, José Mujica. Una hipótesis que maneja el oficialismo para explicar su viraje político es que, en realidad, ocultó sus posiciones para llegar a su puesto actual.

Mauricio Pérez

Brecha, 28-9-2018

Sobre el Puente Internacional Simón Bolívar, que une Colombia con Venezuela, y junto al canciller del primer país, Carlos Holmes Trujillo, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (Oea), Luis Almagro, se pronunció, otra vez, sobre la situación política en Venezuela. Pero esta vez fue un poco más lejos, al referirse a una posible intervención militar para derrocar a Maduro y reinstalar la democracia: “No hay que descartar ninguna opción”. Sus declaraciones –que procuró matizar en diversas entrevistas posteriores– generaron un amplio rechazo en todo el continente; desde el Grupo de Lima, que reúne los países más críticos del gobierno del país caribeño, hasta el propio gobierno uruguayo.
El contundente pronunciamiento del presidente Tabaré Vázquez –“Discrepo totalmente, no lo apoyamos en sus dichos”– fue complementado por el canciller Rodolfo Nin Novoa: “Detestamos la palabra ‘intervención’ porque lo único que trae es sangre y muerte. Lo que ha planteado Almagro es absolutamente contrario a la vocación nacional”. Con el paso de las horas, Relaciones Exteriores prefirió atenuar la polémica mediante declaraciones del subsecretario, Ariel Bergamino: “No es un tema que nos sorprenda ni que esté en el radar de nuestra atención”, aseguró a Brecha.
A las críticas se sumó José Mujica. El ex mandatario, uno de los impulsores de la llegada de Almagro al organismo internacional, criticó la hipótesis de la intervención y afirmó que el diplomático no integra el partido de gobierno: “Ya quedó afuera”. Recordó también la carta que en 2015 le dirigió por sus posicionamientos sobre Venezuela: “Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible. Por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido”.
Las afirmaciones de Almagro no pasaron desapercibidas en la interna del Frente Amplio (FA). El Partido Comunista reclamó la inmediata expulsión del diplomático de la coalición, propuesta que fue acompañada por otros grupos, como Banderas de Liber. En medio de la controversia, Almagro reclamó a algunos sectores del FA que dejaran de defender la represión y la tortura perpetrada por el gobierno venezolano: “No sean ridículos, no sean imbéciles” (Todo pasa, 18-IX-18). Estas palabras, lógicamente, potenciaron el rechazo de la dirigencia frenteamplista.
Frenteamplista no
“No voy a dejar de ser frenteamplista porque lo diga Mujica ni nadie. Yo soy esencialmente un defensor de principios democráticos y supongo que hay lugar para ello en el FA”, dijo Almagro en una reciente entrevista en Crónicas (21-IX-18). Hijo de productores rurales y funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, la llegada de Almagro al FA estuvo estrechamente ligada a la figura de Mujica. Los discursos del dirigente tupamaro en el Parlamento llamaron su atención y sobre fines de los noventa comenzó a frecuentar las esferas del Mpp. En 2003, en plena crisis económica, tras cinco años de servicio en Alemania y un breve paso por Sudáfrica, el país de su esposa, Almagro regresó a Uruguay y se integró formalmente al sector y al Cadesyc, un centro de estudios vinculado al Mpp. A los seis meses, en plena campaña electoral, estaba recorriendo el país junto a Mujica. El primer triunfo electoral del FA lo llevó al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, como asesor en asuntos internacionales, y en 2007 fue designado como embajador de Uruguay en China por el presidente Vázquez. En 2010 Mujica lo designó ministro de Relaciones Exteriores y durante sus cinco años al frente de la cancillería, Almagro no expresó ninguna crítica hacia el gobierno de Hugo Chávez. Por el contrario, siguió las instrucciones del Poder Ejecutivo de estrechar las buenas relaciones con Venezuela e intensificar el vínculo comercial con acuerdos en diversas áreas, algunos cuestionados por la oposición. Los aspectos operativos de la relación con Venezuela fueron liderados por el vicecanciller Roberto Conde, pero Almagro acompañó ese proceso, recordó a Brecha un integrante de ese gobierno.
Primeras diferencias
Las primeras diferencias entre Mujica y su canciller se produjeron al aprobar el ingreso de Venezuela al Mercosur, en junio de 2012. Almagro no estaba de acuerdo con votar el ingreso del país caribeño mientras Paraguay estuviera suspendido. Argumentó que la medida era ilegal, pero el ex presidente decidió acompañar la postura de Brasil y Argentina y habilitó la adhesión plena del país caribeño al bloque regional.
Por esos años, Almagro era una figura ascendente en la interna frentista, en particular por su fuerte respaldo a la política de derechos humanos y su rechazo a la ley de caducidad. Incluso llegó a criticar en diversas oportunidades a la Suprema Corte de Justicia por no aplicar la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra Uruguay por el caso Gelman y desestimar la tesis de la imprescriptibilidad de los crímenes de la dictadura.
En ese contexto, hacia el tercer gobierno frenteamplista Almagro ocupó los primeros lugares de la lista del Mpp, lo cual le permitió ser electo como senador. Pero renunció a su banca para asumir como secretario general de la Oea, cargo al que llegó promovido por Mujica, pero también con el respaldo de Estados Unidos. Dirigentes frentistas remarcan que el viraje de Almagro con relación a Venezuela se produjo tras viajar a Estados Unidos en busca de respaldo a su candidatura; en aquellos días tuvo intensas reuniones con políticos y funcionarios del Departamento de Estado. Y logró su objetivo.
Intervenciones
“Las posiciones asumidas por el ex canciller Almagro en torno a Venezuela lo han colocado por fuera del FA; solicitar una intervención militar está lejos de la política que el FA y el gobierno han tratado de defender”, afirmó José Bayardi, presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales del FA a Brecha. Las expresiones de Almagro son contrarias a las definiciones programáticas del FA, señaló, pero también a la Constitución uruguaya y a los principios de la propia Oea. Venezuela “necesita una solución política negociada entre el gobierno y los sectores opositores”, todo lo contrario a una intervención de una fuerza extranjera, enfatizó. Apuntó que el planteo de Almagro evidencia que está siguiendo “una estrategia que es funcional a los intereses de Estados Unidos” en la región.
Sus actuales enfoques están en línea con los que realizó desde su llegada a la Oea, pero son distintos a los que realizó antes de asumir su cargo. Esto, según el análisis de Bayardi, puede deberse a tres hipótesis: a que, como cualquier persona, pudo cambiar su punto de vista; a que siempre pensó lo mismo y lo ocultó para alcanzar un cargo de poder; a que siempre pensó lo mismo y lo ocultó como parte de una estrategia de actores exteriores para ubicarlo en cargos de decisión claves. Bayardi prefirió no decir por cuál se inclina: “Que cada sector asuma la que le parezca”.
Por su parte, el diputado Carlos Mahía (Asamblea Uruguay), en conversación con Brecha, tomó distancia de las posturas de Almagro: “No cumple un rol neutral o de generar consensos que debería tener el secretario general de la Oea, sino que trasmite una visión muy similar a la del Departamento de Estado sobre Venezuela”. Su sector, aclaró, tiene “diferencias muy fuertes” con la actitud del gobierno de Maduro y lo que sucede en Venezuela, pero eso no abona la postura de la intervención. Puntualizó que el comportamiento de Almagro representa un cambio “absolutamente radical y pronto” con las actitudes asumidas como canciller uruguayo. “Una vez que alcanzó su posición en la Oea varió sus posiciones públicas sobre Venezuela, a lo mejor en privado eran otras”, deslizó Mahía, aunque prefirió no valorar los motivos de ese cambio.
Sin embargo, Mahía fue enfático en que el FA debería analizar su expulsión, aunque ello está paralizado porque para eso se deberían resolver todos los informes pendientes del Tribunal de Conducta Política (“no se pueden laudar unos y los otros no”), entre los cuales está la situación del ex vicepresidente Raúl Sendic. A su juicio, Almagro está por fuera del FA, pero en política “no se puede actuar sobre figuras de cargos tan relevantes por la vía de los hechos”. “Debería haber un pronunciamiento oficial”, sentenció Mahía.
Dentro del Mpp hay coincidencias con las expresiones de Mujica. Su dirección nacional consideró en 2015 que con sus actitudes Almagro se “autoexcluyó” del sector, por lo cual ya no formaba parte de la organización. “No se puede expulsar a alguien que ya se fue. Yo no lo considero frenteamplista”, dijo el senador emepepista Charles Carrera a Brecha. “Compartir la intervención militar a un país latinoamericano es una actitud contraria a las tesis históricas de la izquierda uruguaya”, resaltó.

Venezuela es un desastre, hay que limpiarlo: Trump

Chile rechaza una intervención militar


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▲ Los presidentes Sebastián Piñera y Donald Trump abordaron la crisis humanitaria que enfrenta Venezuela.

Washington. El presidente Estadunidense Donald Trump dijo este viernes que Venezuela es un desastre que necesita ser limpiado, poco antes de su reunión con su homólogo chileno Sebastián Piñera, quien lo visitó en la Casa Blanca. El chileno defendió una actuación en la crisis de Venezuela dentro del marco del derecho internacional. Ambos apremiaron al presidente venezolano Nicolás Maduro a permitir la entrada de ayuda internacional humanitaria.
Piñera, quien en marzo asumió la presidencia por segunda vez no consecutiva, fue recibido por Trump en lo que fue su primer encuentro luego de que ambos participaron en el debate de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York.
Venezuela es un desastre, hay que limpiarlo y hay que ocuparse de su pueblo, dijo Trump en el despacho oval junto a Piñera, cuando ambos hablaron con la prensa. Sobre una posible reunión con Maduro, a la que Trump abrió la puerta esta semana, el republicano dijo: Sé que quiere reunirse con nosotros.Veremos qué pasa.
En los márgenes de la Asamblea General de la ONU, Trump volvió a dejar esta semana abierta la puerta a una intervención armada en el país latinoamericano, además de sugerir al ejército venezolano una sublevación contra Maduro al decir que su gobierno podría ser derrocado muy rápido si los militares decidieran hacerlo.
Piñera, pese a estar al frente de uno de los países de la región latinoamericana que más presionan al presidente venezolano, no está de acuerdo con ese enfoque.
Uno sabe cómo comienzan las intervenciones militares, pero no sabe cómo terminan, indicó poco antes de reunirse con Trump, durante un discurso ante el consejo permanente de la Organización de Estados Americanos.
Chile es miembro del Grupo de Lima, que se creó el año pasado para presionar a Maduro. Además es –junto a Argentina, Canadá, Colombia, Paraguay y Perú– uno de los seis países que esta semana pidieron a la Corte Penal Internacional que abra una investigación por crímenes de lesa humanidad en Venezuela.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó en Ginebra la primera resolución de su historia sobre Venezuela, en la que apremia al gobierno de Nicolás Maduro a aceptar ayuda humanitaria y expresa su profunda preocupación por las graves violaciones a los derechos humanos en el país.
La resolución fue adoptada por 23 votos a favor, siete en contra y 17 abstenciones. Cuba –junto a Venezuela– fue el único país americano que votó en contra.

Foto Afp Dpa
 Periódico La Jornada

sábado, 29 de septiembre de 2018

“Luchar contra Temer y el golpe es luchar contra el imperialismo”

Ilka Oliva Corado

 Eduardo Vasco, periodista brasileño que colabora con Diário Liberade en Brasil y Portugal; y también  con  el portal ruso  Pravda en Brasil, en una entrevista para Crónicas de una inquilina,  coloca en contexto la situación sociopolítica de Brasil desde la destitución de Dilma y nos habla del panorama político ahora que se avecinan  las  elecciones presidenciales. 
  
¿Qué sucedió  que el pueblo  fue incapaz de impedir  la destitución de Dilma  o lo que es peor,  que no pudo impedir que Temer se convirtiera en presidente? 
 Bien, es verdad que Brasil en los gobiernos de Lula y Dilma había mejorado la vida de los más pobres y excluidos, pero todavía existía mucha desigualdad y el Partido de los Trabajadores (PT) nunca ha podido profundizar las transformaciones porque estaba alineado con muchos partidos de derecha, aunque no con los principales partidos de la burguesía y el imperialismo. En este sentido también, no ha hecho incentivos para la mayor organización de los trabajadores y demás clases explotadas, como lo ha hecho Hugo Chávez en Venezuela.

Así con el ataque del imperio a toda América Latina, para profundizar el régimen de explotación de los pueblos en beneficio de los grandes capitalistas, que viven en una crisis económica sistémica desde el 2008, Brasil era quizá el principal objetivo del saqueo imperialista en la región. Para eso, tendrían que derrocar el PT (Partido de los Trabajadores)  del gobierno y ha utilizado los más sofisticados mecanismos, tales como el Congreso Nacional, que siempre ha sido controlado por la derecha, el Judiciario, el poder más conservador de la república, órganos como la Fiscalía General, el Ministerio Público y la Policía Federal (todos posiblemente infiltrados por agentes de los EEUU). 

Además ha contado con la participación fundamental de los grandes medios de comunicación monopolizados por algunas de las familias más ricas del país, para manipular la opinión pública en contra del gobierno Dilma y convocar las protestas organizadas por grupos creados en EEUU o financiados por dinero proveniente de EEUU. Fue un ataque devastador que no fue contenido porque era muy poderoso pero también porque el gobierno y el PT  (Partido de los Trabajadores) no hicieron resistencia, llamando al pueblo a las calles mediante las organizaciones populares como la CUT, (Central Única de los Trabajadores)  el MST, (Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra)  los propios militantes del PT (Partido de los Trabajadores)  y de las demás organizaciones de izquierda. Poco ha sido hecho al respeto.

¿Cuáles han sido los efectos de la reforma laboral de Temer?  
Temer el entonces vice-presidente del partido Movimiento Democrático Brasileño (el partido de la oligarquía tradicional, al cual el PT  se tuvo que  alinear para poder gobernar el país con alguna estabilidad) fue colocado en la presidencia por el imperialismo y la derecha para entregar todos los recursos nacionales al gran capital internacional. Brasil vive dos años de neoliberalismo, que ha retirado muchos derechos de los trabajadores con la reforma laboral, que ha liberado la tercerización de funciones en las empresas para que los patrones no necesiten ofrecer los derechos más elementales conquistados por décadas de lucha de los trabajadores; además de “flexibilizar” el régimen laboral, haciendo con que el salario puede ser mucho más bajo y los trabajadores trabajen mucho más, condiciones de trabajo mucho más precarias y el trabajo informal siendo cada vez más recurrente. Además hay 13 millones de desempleados que, sumados a los subempleados llegan a más de 27 millones, según cifras oficiales. Hay también casi 5 millones de personas que han desistido de buscar empleo porque no los hay.


Marielle, ¿qué simboliza Marielle para el pueblo brasileño? 
Su asesinato es un retrato de la represión brutal que sufre el pueblo por los golpistas, especialmente las mujeres, negras y pobres que viven el las periferias, donde la policía asesina y comete las más crueles atrocidades en contra de la gente. Simboliza la violencia estatal y de la derecha en contra de la comunidad LGBT, especialmente los más marginalizados social y económicamente. Simboliza el cerco de la derecha contra la izquierda y la vuelta de la dictadura. Es un resumen de lo que ocurre a diario en las favelas brasileñas. Marielle denunciaba los crímenes de las fuerzas de seguridad del Estado y de las milicias ligadas a la policía que hacen barbaridades en las favelas. El pueblo jamás va a olvidar de eso.

Es un crimen de Estado que seis meses después, aún sigue sin resolverse. 
Así es, un crimen de Estado que no se resuelve justamente porque fue el Estado el gran responsable por ese asesinato. La prensa intenta desconectar ese crimen al núcleo de las fuerzas represivas del Estado, diciendo que es probable que es obra de elementos individuales. Sabemos que se trata de una política más amplia de genocidio estatal.

De una u  otra forma el incendio  del Museo de Río de Janeiro es responsabilidad de las políticas del gobierno de Temer, creo que es el golpe más grande que pudo darse a la cultura y es un mensaje directo al pueblo en resistencia. Buscaron acabar con la memoria histórica. 
Exacto. La política neoliberal ha destruido el Museo Nacional, un edificio de 200 años de historia con objetos de valor inmaterial para toda América Latina e incluso la humanidad. En los años del golpe el museo ha sido devaluado por el Estado, sin mantenimiento de la infraestructura justamente con la finalidad de privatizarlo. Fue un golpe a la memoria histórica del pueblo brasileño y no es aislado. En São Paulo, donde la política neoliberal vigora hace más de 20 años, el Museo de la Lengua Portuguesa sufrió un destino semejante, fruto de la política que busca la privatización del patrimonio público. A la derecha no le gusta la cultura sino los beneficios que pueden transferir a sus patrones.

¿Cómo es vivir en una favela en tiempos de Temer? 
Siempre ha sido un terror vivir en una favela en Brasil. Siempre. A nadie le gusta vivir en un ambiente sin las menores condiciones de vida, lejos del trabajo y de todo, cercano del tráfico y de los crímenes, además de la mano de hierro del Estado que es la policía. Pero después del golpe, la violencia en contra de la gente que vive en las favelas ha aumentado.
  
Y hay un factor muy preocupante, particularmente en Río de Janeiro: la intervención militar. El gobierno, que está prácticamente controlado por militares, utilizó como excusa la gran violencia en Río para enviar tropas del ejército para “pacificar” a las comunidades. Por supuesto, no lo ha pacificado nada, ha empeorado la situación, con denuncias de más asesinatos, violaciones, secuestros, incluso de niños y niñas. Lo que hay es un terrorismo de Estado.

Las mujeres obreras y campesinas  y la comunidad LGBTI son las poblaciones más golpeadas por las políticas  neoliberales de Temer. 
Sí, el gobierno Temer es profundamente machista y LGBTfóbico, lleno de elementos de extrema derecha. Eso se refleja en las políticas de Estado en contra toda la población, pero con especial gravedad en contra de las mujeres. Son las más afectadas por el golpe neoliberal-fascista. Con el choque neoliberal, se profundizó la desigualdad salarial, las mujeres son las que menos consiguen empleo, son las más explotadas, tienen que parar de estudiar porque los recortes a los subsidios a la educación son brutales y necesitan cuidar de los hijos. Es un crimen en contra de los derechos humanos de las mujeres y de lesa humanidad lo que el gobierno golpista está haciendo.
Sin embargo, las mujeres están en la vanguardia de la lucha contra el golpe y la derecha y son una de las camadas sociales más movilizadas en la defensa de los derechos de pueblo.

Temer no solo distanció a Brasil de la unidad que tenía con los países progresistas de la región sino que apoya políticas injerencistas de gobiernos fascistas que buscan regresar  a Latinoamérica a la época de las dictaduras. 
  
Tiene que presentar cuentas a los que lo pusieron en el gobierno y lo sostienen. El golpe fue para entregar Brasil al imperio, y para eso necesitan que se aleje de sus tradicionales aliados y la política llevada a cabo especialmente por Lula, de integración sudamericana y con los países del llamado Tercer Mundo.
Brasil es el eje de América Latina, particularmente de América del Sur. Es primordial para EEUU que controle a Brasil con manos de hierro. Así, alejando a Brasil de los países progresistas, es más fácil cambiar regímenes en otros países y, finalmente, presionar a los gobiernos más vigorosos que mantuvieron  el progresismo, como Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
La diplomacia brasileña, ampliamente conocida por su aspiración de paz y ayuda en procesos de diálogo por todo el mundo, casi no existe más. Somos una filial de los EEUU. En el caso específico de Venezuela, el canciller brasileño no pasa de un perrito de Washington, tal como el propio Temer. Hay una verdadera amenaza de invasión a Venezuela y eso solo puede ocurrir con la participación de Brasil. A depender del desarrollo político, especialmente después de las elecciones presidenciales de octubre, hay un riesgo enorme de que eso se concretice.

Hay un Brasil antes y después de Lula. ¿Por qué no se llamó a un paro general indefinido cuando lo encarcelaron? Es la rebelión de los pueblos que luchan por si libertad la  que provoca los cambios en las naciones. ¿Qué sucedió?
Ha sucedido lo mismo que en el impeachment de Dilma, aunque ahora el pueblo está más organizado y radicalizado. El problema es que el PT tiene miedo de la radicalización de las masas populares y cree en el camino institucional. Pero todas las instituciones están al control de la derecha golpista pro-imperialista, como fue comprobado con la prisión ilegal de Lula. El PT cree que la justicia golpista va a liberar al  ex-presidente.
La Central Única de los Trabajadores (CUT) es controlada por el PT, así como el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST). Sin embargo, las bases de esas organizaciones y especialmente del proprio PT, no piensan así, tanto es que en la noche en que Lula se entregó a la persecución de los golpistas, después de dos días protegido en el Sindicato de los Metalúrgicos en São Paulo, la clase trabajadora estaba dispuesta a la lucha para que no se entregase. Actualmente hay una tendencia creciente a la lucha de masas para la liberación de Lula, expresada incluso en la aplastante preferencia electoral a su candidatura, que fue ilegalmente impedida por la justicia golpista.
Lula es el más grande líder popular de la historia de Brasil. Él es hijo de la clase obrera, líder sindical, fue el mejor presidente de nuestro país. Por eso el pueblo siente que necesita luchar por Lula, porque Lula es pueblo. Ese sentimiento es muy notable.

¿Qué papel ha jugado  la izquierda que siempre ha sido afín a la derecha? Lo pudimos ver en la destitución de Dilma con su pasividad. 
  
Es un izquierda de clase media, pequeño burguesa, dislocada de la realidad. Así como ocurrió en la destitución de Dilma, hoy ella no lucha y ni siquiera habla de golpe de Estado, para esa izquierda no hubo un golpe y el PT es igual a los otros partidos de la burguesía. Hay gente en esa izquierda que piensa que Lula tiene que estar preso, que es corrupto y un traidor de los trabajadores.
  
Afortunadamente esa izquierda no tiene expresión ni representación popular.

¿Logró unificarse con el progresismo después de Temer  o sigue siendo afín a las políticas  fascistas? 
  
Después de la vergüenza que fue su apoyo práctico al impeachment, esa izquierda (que siempre fue minoritaria) ha sido casi que extinta del mapa político. Una parte de ella ha percibido el error de no luchar en contra del golpe y se ha sumado, mismo que parcialmente, al movimiento anti golpista que está creciendo. Otra, como lo dije, sigue al camino del precipicio con esa política que solo sirve a la derecha y al imperialismo.

La palabra cultura en tiempos de  un gobierno fascista es un grito de resistencia de la población. ¿Está siendo cultural la lucha contra el gobierno de Temer? 
Por supuesto. La lucha cultural está intrínsecamente alineada a la lucha de clases. La política de choque neoliberal del golpe busca retirar todos los derechos del pueblo, incluso la cultura. Por eso también los artistas, algunos de los más famosos de Brasil (como Chico Buarque, Gilberto Gil, Caetano Veloso y Beth Carvalho), han se sumado a las protestas culturales en contra del golpe. Una de ellas ha sido el gigantesco festival Lula Livre, que reunió 80 mil personas en Río de Janeiro, mismo aun con  el boicoteo de los medios y del gobierno de Río.
Además, luchar contra Temer y el golpe es luchar contra el imperialismo. Y una de las formas de dominación que el imperialismo utiliza es la cultura. La derecha, que no tiene cultura y no le gusta el pueblo de Brasil ni de América Latina, busca implementar la manera de pensar y de vivir de los EEUU, des caracterizando la cultura nacional. Eso es muy peligroso, porque un pueblo que les permite la retirada de su identidad es un pueblo casi sin condiciones de derrotar al dominador imperialista.

¿Quién es y qué  representa Bolsonaro para Brasil? Bolsonaro que es el candidato de la extrema derecha. 
Es un político fascista y neoliberal. Está hace más de 25 años en la política, con familiares en cargos políticos a nivel federal y local, todos de extrema derecha. Pero se presenta como algo nuevo. Eso es así porque era desconocido hasta el comienzo del golpe de Estado, más o menos en 2012; cuando el imperialismo y la derecha empezaban a propagar ideas y movimientos fascistas en contra de la izquierda y del gobierno. Entonces ganó popularidad en medio de esa ola de derecha y extrema derecha.
Bolsonaro es un capitán reformado del ejército que defiende la dictadura militar que gobernó a Brasil entre 1964 y 1985 y las torturas y muertes que los militares provocaron a la resistencia de izquierda. Defiende el genocidio del pueblo negro, de los pobres, de los campesinos, de los homosexuales, de los inmigrantes de África y América Latina, dice que  las mujeres merecen ser violadas y ganar menor salario que los hombres, defiende una política económica neoliberal de ataque total a los trabajadores y militarización total del Estado. Por eso es el candidato más odiado de todos, aunque tenga muchos seguidores, aquellos mismos fascistas que aparecieron a partir de 2012/2013.

Dice que es nacionalista, pero siempre quiso entregar las riquezas nacionales a los EEUU, dice que es honesto pero se  ha enriquecido con dinero público, se dice cristiano pero apoyó todas aquellas  las atrocidades que he relatado. En verdad, Bolsonaro es una farsa grotesca.

¿Quién es y qué  representa Haddad? Quien ha tomado el lugar de Lula debido a su encarcelamiento. 
Fernando Haddad es un intelectual y profesor, filiado al Partido de los Trabajadores pero sin vinculaciones a la clase trabajadora como es Lula. Por eso, mismo después de haber sido alcalde de la principal ciudad de Brasil, São Paulo, y de ser anunciado el sustituto del principal liderazgo del país, no ha logrado la popularidad que pensaba.
Es un político de izquierda pero muy moderado, la burguesía y la derecha lo están presionando para que no implemente un gobierno para los trabajadores, caso sea electo. Pero ellos no quieren que el PT vuelva al gobierno, fue por eso que derrocaron a Dilma.
  
Se acercan las elecciones, ¿está preparado el pueblo brasileño para defender en las urnas las políticas de inclusión de Dilma y Lula? 

Sí, por eso al pueblo le gustaría votar por Lula. En las encuestas electorales antes del impedimento total de la candidatura de Lula, él tenía el apoyo del 40 por ciento del electorado. Ganaría a todos los otros candidatos aun en la primera ronda.

Sin embargo, estas elecciones fueron hechas para que Lula y el PT no las gane. Son totalmente manipuladas por la burguesía, la derecha y los imperialistas. El principal candidato de la clase dominante, de los bancos y de las multinacionales es el ex-gobernador del estado de São Paulo por cuatro ocasiones, Geraldo Alckmin, del partido tradicional del entreguismo, el PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña). Hay toda una compleja campaña para que él (que aún está lejos de Bolsonaro, en primero, y Haddad, en segundo, en las encuestas) llegue al segundo turno y gane las elecciones.

En cualquiera de los casos, no importa quién gane las elecciones, lo que va a decidir si Brasil va a derrotar a la política golpista neoliberal y al imperialismo será la lucha de las clases populares en las calles contra todo ese retroceso que estamos viendo, y que probablemente  se puede  profundizar, juntamente con la crisis del régimen político en Brasil. Es en eso que tenemos que apostar, porque solamente la movilización revolucionaria de los trabajadores puede derrotar a la derecha, la política neoliberal y el golpe y;  llevar al poder a un gobierno que represente las aspiraciones y la voluntad del pueblo brasileño.

Bog de la autora: http://cronicasdeunainquilina.com 

Ilka Oliva Corado.@ilkaolivacorado 
23 de septiembre de 2018.