El Salto
Una veintena de jóvenes asesinados, más de cuarenta desaparecidos y 
cientos de personas heridas son las víctimas reportadas por las 
protestas de estudiantes y pensionistas que desde hace cuatro días son 
reprimidas en Nicaragua por la Policía Nacional y las Juventudes 
Sandinistas. El presidente del país, Daniel Ortega, no ha expresado sus 
condolencias a la población, inhibe al Gobierno de responsabilidad y 
culpa a las redes sociales de incitar a la violencia.
Diecisiete
 asesinadas, más de cuarenta desaparecidas y cientos de personas heridas
 son, según fuentes extraoficiales, el resultado de cuatro días de 
enfrentamientos entre las fuerzas afines al Gobierno de la República de 
Nicaragua —regido por el presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta 
Rosario Murillo— y el movimiento estudiantil, firme defensor de una 
población pensionista que a su vez le está secundando proporcionándole 
víveres, medicinas y hospedaje.
A pesar de que los centros 
históricos de las principales ciudades del país centroamericano están 
siendo asediados por los antimotines de la Policía Nacional con la 
justificación de detener los actos violentos, en la jornada del sábado 
múltiples grupos de manifestantes pacíficos se volvieron a convocar. “El
 miércoles nos plantamos para exigir el cese de las reformas al Seguro 
Social, pero hoy lo estamos haciendo para revelar todos y cada uno de 
los abusos del Gobierno”, señalaba Ingrid, una estudiante de Derecho de 
26 años que ayer durante la mañana se manifestó pacíficamente en León 
frente al Heodra (Hospital Escuela Óscar Danilo Rosales Argüello), lugar
 donde se inició una represión institucional que el Gobierno está 
tratando de encubrir con cortes intermitentes de electricidad y mediante
 el cese permanente de la televisión por cable en varios puntos del 
estado. 
Como resultado de la batalla acontecida el viernes, el turístico municipio de León —declarado según la revista Forbes “la ciudad más cool del
 mundo” hace apenas una semana— amanecía oliendo a cenizas y envuelto en
 un insólito silencio que solo se quiebra en los supermercados de las 
afueras y en el centro de la ciudad. En los primeros, decenas de 
personas salvaguardan el futuro comprando provisiones: “Vienen porque en
 Managua y en Masaya ya se están produciendo saqueos en las tiendas”, 
señalaba una cajera de Maxi Palí en el barrio de Laborio, uno de los 
supermercados más grandes de León. 
Por su parte, en las 
principales calles del núcleo arruinadas por los morteros, tiros e 
incendios que se sucedieron durante la jornada del viernes, los 
propietarios de pequeños restaurantes, farmacias, puestos de comida 
ambulante, tiendas de suvenires, librerías, etc., apilaban estanterías 
sin desmontar en las traseras de camionetas, echando el cierre a su 
sustento de vida “hasta no sabemos cuándo”, señalaba uno de ellos.
Los motivos del caos
El
 pasado lunes 16 de abril, el director ejecutivo del INSS (Instituto 
Nicaragüense de la Seguridad Social) informaba: “Para seguir brindando 
los servicios de salud, para seguir dando las pensiones que tenemos 
ahorita, que son dignas, pues entonces vamos a tener que ir ajustando 
periódicamente el Seguro Social”. Con estas palabas, Roberto López 
advertía algunas de las modificaciones que el reciente Decreto 
Presidencial 03-2018 establece sobre el Reglamento de la Ley de la 
Seguridad Social de 1982. En concreto, la reforma dicta que “los 
pensionados por vejez, invalidez e incapacidad aportarán mensualmente el
 5% de la cuantía de sus pensiones para la Rama de Enfermedad y Muerte”,
 matizando que el aporte “será descontado por el Instituto al momento 
del pago de la pensión, y el Instituto garantizará que reciban servicios
 de salud de igual nivel que los asegurados activos”. 
Este 
Decreto Presidencial (equivalente al Decreto Ley de la legislación 
española) presenta asimismo una modificación del Artículo 11, precepto 
que regula las cuotas aportadas para las prestaciones por parte de 
contratantes y personas empleadas. Mediante la nueva orden, dichas 
cuotas serán más altas para ambas partes, una subida que también 
atañerá, a partir del 1 de julio de 2018, al régimen especial de 
representantes religiosos de cualquier culto. 
Oposición representativa
El
 decreto, lanzado sin consenso por parte del Gobierno, ha originado la 
respuesta de los principales representantes empresariales de Nicaragua: 
el COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada) y la AmCham (Cámara de
 Comercio Americana de Managua), que ya han convocado una huelga general
 prevista para el próximo lunes 23 de abril. 
Por su parte, la 
Conferencia Episcopal de Nicaragua, parte implicada que despliega un 
influjo capital sobre la sociedad nicaragüense, difundió ayer, 20 de 
abril, un tajante comunicado: “Exhortamos a las autoridades del país a 
escuchar el grito de los jóvenes nicaragüenses y la voz de otros 
sectores que se han pronunciado al respecto de las reformas del INSS y 
derogar las reformas realizadas […] en el Decreto Presidencial 03-2018. 
Una decisión unilateral siempre trae consigo la inestabilidad social. 
[…] Reprobamos todo brote de violencia que enfrenta a los hijos de una 
misma nación. Las acciones represivas ejecutadas por miembros afines al 
Gobierno alteran la paz”. 
En su discurso, la institución ha 
destacado que “reprimir la libre expresión y la protesta pacífica 
manifiesta la decadencia del estado de derecho de una república y la 
violencia de la justicia. […] Hay pecados sociales que ningún ser humano
 puede ignorar, sino que debe denunciar, sobre todo si se desean 
restituir los derechos violentados de los más vulnerables: nuestros 
jubilados”. Asimismo, el obispo auxiliar de la Archidiócesis de Managua,
 Monseñor Silvio José Báez, se ha posicionado al respecto pidiendo “la 
sensatez por el bien del país para evitar peores consecuencias”, 
subrayando la necesidad de “derogar la ley de reformas del INSS y abrir 
una amplia mesa de negociaciones con técnicos independientes y todos los
 sectores”.
Que se rinda tu madre
#NoTenemosMiedo, #QueSeRindaTuMadre, #OcupaINSS o #SOSNicaragua son algunos de los hashtags
 que han servido a la población para convocar más de cuarenta protestas 
en diferentes puntos del país, una acción que el Gobierno de la 
República pareció presagiar hace tres semanas, cuando anunció la 
necesidad de censurar las redes sociales “para proteger la seguridad de 
la nación”. 
Internet sirvió así para que los ciudadanos y las 
ciudadanas se autoconvocaran por primera vez el pasado miércoles 18 de 
abril en Camino de Oriente, en Managua, donde fueron atacados por turbas
 orteguistas que a su vez destruyeron la entrada de la Universidad 
Centroamericana (UCA). Como respuesta, el sector universitario de la UCA
 reactivó la protesta al día siguiente, y cientos de estudiantes de la 
Upoli (Universidad Politécnica de Nicaracua), de la UNI (Universidad 
Nacional de Ingeniería) y de la UNA (Universidad Nacional Agraria) se 
unieron.
 La represión policial a base de bombas lacrimógenas y 
balas de goma provocó el asesinato de dos jóvenes de 24 y 16 años. Al 
día siguiente, el Gobierno también reportaría el fallecimiento de un 
inspector policial de 33 años. La muerte de los dos jóvenes se difundió 
con celeridad a través de Twitter y otros canales, y las manifestaciones
 se propagaron por casi toda Nicaragua.  
A pesar de la expansión 
de las protestas, en su discurso de medianoche del pasado jueves 19 de 
abril, la vicepresidenta Rosario Murillo restaba importancia al número 
de manifestantes y reinterpretaba las razones por las que la gente se 
está convocando: “Noticias falsas, y también falsas personas, falsos 
seres, falsas conciencias, falsas propuestas… Falsos, falsos, falsos, 
así son estos minúsculos grupos alentadores de odio. Menos mal que aquí,
 Nicaragua entera se une y reclama, retoma esa Paz que tanto nos ha 
costado, reclama esa Paz que tanto nos ha costado. Y esa es la Paz que 
vamos a defender”. 
Sin embargo, en las jornadas del viernes 20 de
 abril y el sábado 21, la defensa de la Paz enunciada por el Gobierno 
continúa sin acaecer y la Policía Nacional apoyada por las Juventudes 
Sandinistas continúan reprimiendo brutalmente con armas de fuego a 
estudiantes y pensionistas que han reorganizado su discurso y su 
estrategia: “Esto ya no es por el INSS. Es por los estudiantes 
asesinados, es por los que se tienen que marchar del país, es por el 70%
 de desempleados, es por la reelección ilegal… Se va a seguir derramando
 sangre si es lo que ellos quieren”, sentencian. 
Las agresiones 
se están dando en las calles de Managua, Masaya, León, Estelí, Granad y 
las víctimas no están siendo atendidas en los hospitales públicos. 
Asimismo, varios periodistas han sido agredidos por las grupos 
oficialistas, han sufrido el robo de sus equipos y están siendo 
interceptados en el aeropuerto de la capital nicaragüense. Además, los 
centros de las ciudades están destruidos: los árboles de la vida de 
Managua, costoso símbolo del Gobierno, están siendo cercenados; las 
catedrales; bombardeadas; los edificios institucionales, incendiados, y 
las entradas de las facultades, destruidas.
Los turistas, apilándose en combis,
 autobuses y taxis, huyen masivamente hacia San Juan del Sur, la 
localidad más turistificada de la nación, así como a Costa Rica y al 
resto de países centroamericanos. En Jinotega la Policía Nacional ha 
declarado que se une a la lucha del pueblo; en Matagalpa y en otros 
municipios del país los militares merodean las calles en camionetas. 
Pronunciamiento de la ONU por represión y censura
El
 pasado viernes, la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos emitió 
un comunicado en el que muestra su preocupación por los hechos y pide a 
las autoridades del país centroamericano que se respete el derecho a la 
libertad de expresión, de reunión pacífica y de asociación. “Estamos 
profundamente preocupados por la muerte de, al menos, tres personas, y 
porque decenas han resultado heridas en Nicaragua durante las protestas 
contra las reformas a la seguridad social anunciadas por el Gobierno que
 están teniendo lugar esta semana”, dijo Liz Throssell, la portavoz de 
la Oficina. “Asimismo, se ha informado de que periodistas han sido 
atacados durante las protestas y es preocupante que varios canales de 
televisión que estaban cubriendo los hechos hayan sido cerrados por el 
Gobierno”, subrayó. 
“El Estado nicaragüense debe cumplir sus 
obligaciones internacionales para garantizar que las personas puedan 
ejercer libremente sus derechos a la libertad de expresión y a la 
libertad de reunión pacífica y asociación. También instamos a los que se
 manifiestan a hacerlo de forma pacífica”, concluyó la portavoz.
Por
 otra parte, cientos de migrantes nicaragüenses apoyados por población 
originaria de Bilbao, Miami, Buenos Aires, San José, Washington D.C., 
Santiago de Chile, San Salvador, Guatemala y Venezuela se han 
concentrado frente a los consulados y a las embajadas de Nicaragua para 
pedir el cese de la violencia.
En Madrid, grupos de migrantes 
nicaragüenses han convocado una protesta en la Puerta del Sol este 
domingo a las 16 horas "para denunciar la violación a los Derechos 
Humanos que se está dando en nuestro país y pedirle al gobierno español 
que le pida a nuestro gobierno que cese la represión".
La respuesta de Daniel Ortega
Tras
 4.146 días sin hacer una intervención pública, la tarde del 21 de abril
 de 2018, cuando ya se han reportado una veintena de personas 
asesinadas, más de cincuenta desaparecidas y cientos de heridas, el 
presidente de la República de Nicaragua Daniel Ortega, acompañado por su
 esposa y vicepresidenta Rosario Murillo y por los jefes del Ejército y 
la Policía Nacional, se ha dirigido a la población nicaragüense a través
 de los canales de televisión oficialistas —que en ese momento se 
encontraban con la emisión cortada en varios puntos del país— para 
manifestarse sobre los acontecimientos que desde el pasado día 19 
sacuden a Nicaragua. 
Lejos de la autocrítica por la actuación de 
la Policía Nacional y los grupos oficialistas de las Juventudes 
Sandinistas, Ortega ha arremetido contra las protestas estudiantiles y 
ha insistido en que se deben a “la manipulación en las redes sociales” 
por parte de la oposición. Asimismo, ha calificado a las personas que se
 han manifestado como “grupos de pandilleros que arman alboroto y 
responden a una dirección política”. Además, ha señalado que las 
protestas son “incívicas y culpables de destruir la buena imagen de 
Nicaragua”, así como de sembrar “el terror y la inseguridad a todos por 
igual”. 
Poniendo la atención en el pasado histórico de la nación y 
en otros países vecinos que “sí sufren la violencia de las maras”, el 
presidente Daniel Ortega ha concluido su comparecencia sin expresar sus 
condolencias a las familias de los fallecidos y sin asumir un ápice de 
responsabilidad en la delicada situación que atraviesa el país, 
afirmando además que el problema del INSS es algo heredado por gobiernos
 anteriores al suyo.
 

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