El papa Francisco  tiene
 dos actitudes divergentes frente a un mismo problema. Por una parte, en
 varias ocasiones, ha criticado fuertemente el escándalo de los abusos 
sexuales de los clérigos católicos romanos y externado palabras a los 
millares de víctimas del flagelo. Por otra no ha tomado medidas 
drásticas para sancionar, sobre todo, a encumbrados funcionarios 
eclesiásticos que protegieron a los pederastas y tejieron redes en su 
favor que les permitieron continuar depredando a la feligresía.
Francisco se encuentra en Chile realizando una más de sus giras. El 
tema de la pederastia clerical es una sombra que lo sigue y tuvo que 
referirse al tema, lo hizo pidiendo perdón: 
No puedo dejar de manifestar dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir. Si nos quedamos solamente con lo dicho por él, posiblemente podría concluirse que Francisco está dándole la cara al gravísimo problema de la pederastia clerical. Es necesario ir más allá de lo declarativo.
De acuerdo con el diario madrileño El País, en años 
recientes han sido presentadas en Chile más de 80 denuncias por abusos 
sexuales perpetrados por sacerdotes católicos. Una de esas denuncias es 
contra el cura Fernando Karadima, quien fue sancionado y removido de su 
ministerio, pero que tuvo en su favor en el tiempo de los abusos (de 
acuerdo con varias de sus víctimas) la complicidad y amistad del 
posterior obispo Juan Barros Madrid. Francisco ha defendido a Barros y dado negativa a la solicitud de recibir a las víctimas de Fernando Karadima.
 El cuestionado Barros Madrid recibió el nombramiento por parte de 
Francisco como obispo de la diócesis de Osorno el 15 de enero de 2015.
La ceremonia en la que Juan Barros tomó posesión del obispado de 
Osorno (21 de marzo del 2015) tuvo un momento crítico cuando los 
inconformes por su actuar en el caso Karadima se manifestaron 
con gritos, carteles, empujones y globos negros, según el portal Centro de Investigación Periodística. Incluso hay sectores de la Diócesis de Osorno que han declarado a Juan Barros obispo no grato.
Tal vez el caso de mayor encubrimiento de pederastia serial en la 
Iglesia católica romana sea el de Bernard Law, cardenal de Boston. 
Investigaciones periodísticas evidenciaron fehacientemente los 
encubrimientos de Law. Tras sucesivos reportajes de The Boston Globe,
 en los que se mostraron pruebas del actuar de Law, el cardenal presentó
 su renuncia a Juan Pablo II en diciembre de 2002. Entonces Law expresó 
que deseaba su dimisión sirviera para facilitar 
la reconciliación y unidad que necesitamos desesperadamentey pidió disculpas “a todos aquellos que han sufrido por sus omisiones y errores”.
Para blindarlo de la inminente acción penal en su contra que 
le esperaba en Estados Unidos, el papa Juan Pablo II protegió a Bernard 
Law nombrándolo arcipreste de Santa María la Mayor, una de las cuatro 
basílicas más simbólicas de Roma, construida entre los años 432 y 440. 
Law participó en el cónclave que eligió al sucesor de Juan Pablo II, el 
cardenal Joseph Ratzinger, quien adoptó el nombre de Benedicto XVI. Ya 
no fue elector en el nombramiento del papa Francisco por haber cumplido 
en noviembre de 2011 la edad máxima (80 años) para ser parte del colegio
 cardenalicio. Siguió viviendo plácidamente en Roma hasta su muerte, 
acontecida el pasado 20 de diciembre.
El caso documentado en el filme Spotlight (que obtuvo el 
Óscar 2016 por mejor película) es el de la diócesis de Boston, en la que
 el cardenal Bernard Francis Law estuvo al tanto de los casos de 
pederastia y decidió encubrir a quienes los perpetraron. El mismo modus operandi tuvo lugar en otras diócesis por todo el mundo. Spotlight ha
 logrado llevar el tema de los abusos sexuales clericales más allá del 
interés de sus miles de víctimas y grupos solidarios con ellas. Grandes 
audiencias han sido expuestas, en poco más de dos horas, a una tragedia 
vivida largo tiempo por niños, niñas, adolescentes y sus familiares.
El cardenal Bernard Law tuvo una misa fúnebre en la catedral de San 
Pedro, de acuerdo con reportes de la agencia Reuters, concelebrada por 
Ángelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, y treinta cardenales 
más. Sodano tuvo palabras de elogio para Law, pero ni una sola refirió 
su encubrimiento de la pederastia en la diócesis de Boston. Francisco 
tomó parte en la misa, 
rezó por un juicio final de misericordia para el cardenal. Además
bendijo el ataúd con incienso y agua bendita y recitó la oración ritual que lo encomienda a Dios. En el Vaticano justificaron que la participación de Francisco en la ceremonia estaba de acuerdo con el protocolo en el caso de la muerte de un cardenal. Sin embargo, bien pudo romper con el protocolo, como lo ha hecho en otros casos que le han valido resquemores en la burocracia vaticana.
 

 
 
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