Bolivia y América frente al dilema
El agresivo discurso 
del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha incluido el 
tema del proteccionismo como uno de los pilares destinados a la 
recuperación económica de la potencia norteamericana tras su 
debilitamiento paulatino en las últimas dos décadas, perdiendo su lugar 
central en al ámbito productivo y comercial mundial, aunque no en el 
terreno militar, ante el ascenso vertiginoso de economías como las de 
China e India principalmente y de otros países emergentes.
En las 
últimas cinco décadas las potencias capitalistas, en el contexto del 
globalismo, impusieron el neoliberalismo que tuvo como eje central la 
primacía de las transnacionales, el debilitamiento de los estados 
nacionales, la imposición de políticas de librecambio y apertura de 
mercados y fronteras sobre los países débiles, consiguiendo grandes 
ventajas económicas.
Esta situación ha puesto nuevamente en el 
debate el tema de la dicotomía proteccionismo-librecambio. El 
librecambio ha sido la consigna del liberalismo y del neoliberalismo con
 el objetivo de asegurar la expansión colonial-imperialista, el saqueo 
de materias primas y la reproducción ampliada de la tasa de ganancia a 
nivel internacional, aunque encubría deliberadamente las acciones de 
protección y subvención de las potencias capitalistas hacia sus 
productores internos, como ha sido la situación constante en los países 
de la Unión Europea y Estados Unidos con los productores agrícolas 
principalmente.
Ya en los siglos XVIII y XIX Inglaterra estableció
 una doble estrategia: ser profundamente proteccionista con su 
manufactura e industria fortaleciendo su mercado interno y potenciando 
sus actividades económicas y al mismo tiempo imponía el librecambio a 
los otros países y regiones, así como a sus zonas de dominación 
colonial, incluidas sus colonias en América del Norte. La independencia 
de Estados Unidos, en ese sentido, tuvo una fuerte base proteccionista 
para defenderse de los atropellos librecambistas ingleses.
Adam 
Smith, el padre del liberalismo clásico, mostró esa faceta imperial de 
su pensamiento cuando utilizaba en doble rasero para determinar las 
relaciones económicas y comerciales entre las regiones, a sabiendas de 
las políticas de protección de su país, difundía las tesis de que la 
única vía del desarrollo económico para todas las regiones del mundo era
 el librecambio; la misma lógica está presente en las ideas de las 
ventajas comparativas de David Ricardo.
Por todo eso es muy 
importante diferenciar lo que son y representan las políticas defensivas
 y proteccionistas en las metrópolis imperialistas con un fuerte 
contenido agresivo frente a las semicolonias o a las zonas geográficas 
de países dependientes y atrasados y lo que son las políticas 
proteccionistas, de defensa del mercado interno y del Estado Nacional en
 los países que sufren la opresión imperialista y el sometimiento 
político, militar y económico a sus intereses y que durante siglos han 
sido convertidos en fuente de recursos naturales y materas primas para 
las potencias industriales.
Actualmente, frente al asedio 
imperialista y del capitalismo financiero especulador, junto a la 
integración de los países de América Latina, corresponde desarrollar en 
conjunto y en nuestro país políticas de potenciamiento nacional, 
utilizando internamente los recursos naturales para la industrialización
 sobre la base de la protección de la manufactura, la industria y la 
producción agrícola campesina, el mayor impulso al mercado interno y el 
fortalecimiento de Estado Nacional. 
Eduardo Paz Rada, Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
 

 
 
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