Unos pocos episodios protagonizados 
por el magnate de cara a México, Perú, Venezuela y Cuba, parecen ser el 
termómetro de la tendencia
Como
 parte del estudio que realizo acerca de la actuación de la Izquierda en
 “Nuestra América” ante la Derecha de la región aupada por la 
Administración de Washington y la relación que todo ello guarda con el 
desenvolvimiento de mi país, doy seguimiento al comportamiento del 
presidente Donald Trump. Así, he registrado sus actitudes en este orden 
en las pocas semanas que lleva al mando de su Gobierno. Ahora, comparto 
con usted mis primeras impresiones.
Adelanto que es distante la 
posición del multimillonario ¿devenido? político frente a sus inmediatos
 vecinos/socios comerciales: Canadá y México. Si comentaristas políticos
 y analistas expresaron alivio por el reciente encuentro Trudeau-Trump en Washington, diversos reportes de prensa dan fe de que EEUU intenta establecer un impuesto del 20% sobre las importaciones que procedan de la nación azteca —a contrapelo de que su homólogo Peña Nieto no cree en muros.
Sin
 embargo, con posterioridad el conductor del “Águila Imperial” destacó 
la importancia de “reforzar los fuertes lazos bilaterales” con Perú en 
su conversación telefónica con su equivalente peruano, Pedro Pablo 
Kuczynski, según se conoció por un comunicado del Ejecutivo del Norte.
El
 trascendido deja de precisar si el peruano pidió la extradición del 
expresidente de su nación Alberto Toledo, buscado por corrupción y que 
podría encontrarse en territorio estadounidense; pero sí da cuenta de 
que “Los dos líderes coincidieron en la importancia de construir los 
cimientos de un robusto crecimiento económico para ambos países” y que 
Trump transmitió a Kuczynski su preocupación por la “situación 
humanitaria” en Venezuela como parte de la coincidencia de ambos en 
trabajar para promover la democracia en toda Latinoamérica.
Con este presupuesto, poco debe extrañar el bochinche de última hora contra la Patria de Simón Bolívar y Hugo Chávez.
Precisamente porque Venezuela exhibe verticalidad, reajuste e invención ante su pueblo,
 por un lado la titular de Relaciones Exteriores, Delcy Rodríguez, 
entregó el pasado 14 de Febrero dos notas de protestas al encargado de 
negocios yanquis en Caracas, Lee McClenny, en rechazo por infamia contra el Vicepresidente Ejecutivo, Tareck El Aissami, facturada en el Departamento del Tesoro gringo.
Por otro lado, a pesar de que el Comité de Víctimas de la Guarimba y el Golpe Continuado de Venezuela exigió condena más severa
 para el delincuente político Leopoldo López por los actos de violencia 
en 2014 promovidos por la Derecha que dejaron 43 muertos y 878 heridos; un despacho de EFE
 desde la capital venezolana da cuenta de que el Gobierno también tuvo 
que rechazar lo que consideró una intromisión del Donald, luego de que 
este pidiera liberar “inmediatamente” al referido delincuente político.
Y para cerrar esta apreciación personal, traigo a colación que parece se está dibujando lo que coloqué en tela de juicio un par de días después de la elección del Trump: este 16 de Febrero fue noticia que el mandatario estadounidense habló brevemente ni más ni menos que con el senador Marco Rubio, quien expande odio respecto a Cuba,
 y se dijo que el presidente comparte “la misma filosofía” en relación a
 la Mayor de las Antillas que el legislador por la Florida.
En tal escenario, pregunto: ¿Será que Washington está dispuesto a borrar el avance en beneficio mutuo en los vínculos con La Habana, tanto más a juzgar por la alegría de los representantes de la mafia gusano-yanqui?
No
 obstante, de lo que no tengo la menor dudad es de que estos pocos 
episodios que acabo de anotar protagonizados por el magnate gringo de 
cara a México, Perú, Venezuela y Cuba parecen ser el termómetro de Trump
 ante Latinoamérica. He aquí elementos que develan su probable tendencia
 en este orden de pensamiento.
 

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