
El
 debate por la modificación de la ley del Impuesto a las Ganancias, con 
media sanción en Diputados y aún trabada en Senadores, se centró en 
dónde poner el límite para pagar o no pagar y de dónde sacar la plata 
para recuperar lo que se dejará de recaudar. La esencia del reclamo de 
trabajadores y trabajadoras en actividad o ya jubilados, se perdió en 
una marea de números y negociaciones políticas.
Qué se 
discute cuando se habla de la modificación del Impuesto a las Ganancias,
 debería ser la pregunta a hacernos entre tantas informaciones que 
circulan, opiniones encontradas, proyectos que se cruzan en los debates 
parlamentarios y comunicacionales.
Empezando por una conclusión, 
creemos que se ha perdido el eje que desde un inicio fue el reclamo de 
los trabajadores y trabajadoras: el salario no es ganancia, ni tampoco 
lo son las jubilaciones y pensiones que son consecuencia del trabajo 
activo. Y decimos esto porque la discusión pasa por un universo de 
contribuyentes que exceden a quienes trabajan en relación de 
dependencia.
Es que el proyecto con media sanción de Diputados
 modifica el artículo 23 de la ley de Ganancias. Este artículo es el que
 determina los montos posibles a deducir – y que por lo tanto disminuyen
 la base sobre la que se calcula el impuesto- de los ingresos que 
reciben  las “personas físicas”. Por lo tanto el impacto no solo 
alcanzará al trabajo en relación de dependencia, jubilaciones y 
pensiones, sino también, por ejemplo, a quienes cobran honorarios por su
 tarea de dirección en sociedades.
Creemos que es necesario dejar
 en claro este punto ya que uno de los ejes que atraviesan los debates 
es de dónde sacar el dinero que el Estado dejaría de percibir al 
resignar cobrar Impuesto a las Ganancias a un sector de contribuyentes.
Para
 fundamentar con datos este punto, nos remitimos a un trabajo de 
reciente publicación, realizado por Sergio Arelovich de la Universidad 
Nacional de Rosario (El impuesto a las Ganancias y lxs Trabajadores)
Utilizando
 estadísticas tributarias, datos del Ministerio de Trabajo, boletines de
 la Seguridad Social, información del INDEC y elaboración propia, 
muestra cómo está compuesto lo que el Estado ha recaudado, desde enero a
 setiembre de este año, con este impuesto.
Las conclusiones son:
1-El 71% lo pagan las sociedades y el 29% las personas físicas
2-Dentro de ese 29%, solamente un 12% tributan trabajadores y trabajadoras con salarios contenidos en Convenios Colectivos.
3-Completan
 ese 29%, un 3% de quienes perciben ingresos por tareas gerenciales y no
 salariales y un 14% que pagan personas físicas por sus participaciones 
en sociedades y empresas.
La conclusión a la que llega Arelovich 
en su trabajo es que eliminar el impuesto a las Ganancias para los 
trabajadores y trabajadoras que perciben sus salarios por negociaciones 
paritarias solo significaría entre un 0,8% y un 1% del Producto Bruto 
Interno, 51.098 millones de pesos.
Esta cifra de por si no 
significaría demasiado, pero si pensamos que los intereses por las LEBAC
 (Letras del Banco Central, es decir títulos de deuda de corto plazo que
 licita el Banco Central de la República Argentina) a pagar durante este
 año serán de alrededor de 200.000 millones de pesos por pura 
especulación nada productiva para el país (como sí lo es el trabajo de 
los asalariados), que la rebaja de derechos a las exportaciones 
representó para ese sector dejar de tributar 55.000 millones de pesos, 
entre otros ejemplos, fácil es concluir que se trata claramente de una 
decisión política.
Este gobierno, durante su primer año de 
gestión, transfirió a los sectores concentrados de la economía 
(devaluación, quita de retenciones al agro y a la minería, desregulación
 de la tasa de interés, aumento de precios, pago a Fondos Buitre, 
condonación de deuda a las distribuidoras eléctricas, dólar a futuro, 
etc.) cerca de 32.600 millones de dólares, casi 500.000 millones de 
pesos. En caso de que no cobrarse un solo peso de Impuesto a las 
Ganancias por el trabajo asalariado solo se “perdería” de recaudar un 
10% de lo se llevaron  estos sectores. Tampoco se evalúa el impacto que 
tendría en la economía que esa masa salarial fuese al consumo.  
También
 se discuten las fuentes de financiamiento para el “agujero fiscal” que 
significará poner en funcionamiento esta reforma tributaria. El proyecto
 con media sanción establece como fuentes compensatorias un impuesto al 
juego, a la renta financiera, a las operaciones financieras 
especulativas, inmuebles improductivos, entre otros.
Sin embargo,
 hay que recordar que la Ley del Blanqueo en vigencia disminuyó las 
tasas y los montos sobre los que se aplicará el Impuesto sobre los 
Bienes Personales.  
En este sentido, el ex diputado por 
Unidad Popular Claudio Lozano expresó: “no existe problema alguno en 
materia de costo fiscal para llevar adelante la reforma en Ganancias. No
 sólo porque se puede eliminar la exención a la renta financiera y subir
 la alícuota a los millonarios tal cual plantea nuestro proyecto, sino 
porque es factible recuperar recursos fiscales grabando la riqueza de 
los multimillonarios en base al impuesto a los bienes personales”.
“En
 la Argentina, hay 11 personas que tienen un patrimonio neto superior a 
los mil millones de dólares, hay 1.040 personas cuyo patrimonio supera 
los 30 millones de dólares, y son 114.000 los residentes en la Argentina
 que tienen un patrimonio neto superior al millón de dólares. Un 
promedio de 15 millones de dólares cada uno. Si a estas 114.000 personas
 que en conjunto suman una fortuna de un billón setecientos mil millones
 de dólares se les aplicara el 0,75% que establece la ley de bienes 
personales, el Estado argentino recuperaría unos 13.000 millones de 
dólares o lo que es lo mismo unos 190.000 millones de pesos. Argentina 
tiene cómo resolver su problema impositivo. El único esfuerzo fiscal que
 hay que hacer es cobrarle a los ricos para construir mayor igualdad”, 
concluyó Lozano.
Jueves 15 de diciembre de 2016
Red Eco Alternativo  Argentina 
    http://www.alainet.org/es/articulo/182411  
 
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